Una noche de 1954 en el club nocturno de París, le Boeuf sur le Toit, la pianista de jazz Mary Lou Williams detuvo su concierto, se levantó sin terminar y salió del escenario. Después de 41 años ininterrumpidos de carrera musical, ese fue el momento en el que decidió que ya había dado suficiente y quiso pasar del “playing” al “praying”, como confesó tiempo después en una entrevista para la revista People en 1980. Días antes, Williams había tenido una visión religiosa en un jardín francés. Sintió un deseo ferviente de acercarse a Dios y dejar el piano, el dinero y todo lo demás.
Williams, quien ya había logrado tocar en el Carnegie Hall, un acto inaudito para una pianista en la década de los cincuenta y fungía como arreglista para Benny Goodman y Dizzy Gillespie, desconcertó a varios con su decisión.
“Todos pensaron que me había vuelto loca. Regalé mis vestidos de Dior y vendí mis pieles de miles de dólares por 50. Busqué a personas que vivieran de la beneficencia y les cociné, les lavé y dormí en el piso para que ellos pudieran vivir en mi departamento de Harlem”, relató a la revista estadounidense tres décadas después.
***
Mary Lou Williams, nacida Mary Elfrieda Scruggs el 8 de mayo de 1910 en Atlanta, Estados Unidos, no sólo sabía tocar el piano desde los tres años de edad, también interpretaba música espiritual y ragtime, mientras se sentaba en las piernas de su madre para alcanzar el órgano. Todo lo aprendió de oido, pues nadie le enseño a leer música.
Entre los seis y los siete años de edad sus hermanastros la llevaban a las residencias aledañas, donde amenizaba las tardes tocando el piano a cambio de algo de dinero, así que pasó su infancia entreteniendo a sus vecinos en Pittsburgh.
En algún punto de su adolescencia, las donaciones voluntarias empezaron a llegar a su casa, donde habitaba con sus nueve hermanastros, su madre y su padrastro. La paga por concierto era cada vez mayor.
En su vecindario ya la conocían como “La pequeña niña del piano de East Liberty” y a los doce años de edad pasó su primer verano de gira dando conciertos con bandas de rag.
Cuando grandes músicos de aquel entonces la conocieron, se fascinaron por su capacidad en el piano. Así sucedió con el aclamado pianista Fats Waller, quien se emocionó tanto al verla que la cargó y la lanzó al aire. Otro músico que quedó impresionado por el talento de la joven pianista fue Art Tatum, quien la llevó de tour por clubes de jazz, no como observadora, sino como intérprete.
***
En su primera gira con músicos y artistas afroamericanos recorriendo carnavales conoció a su esposo John Williams, un saxofonista a quien seguiría en su carrera musical.
En la década de los años veinte, ambos se mudaron a Nueva York, donde ella consiguió tocar con Duke Ellington durante los inicios de su carrera en esa ciudad. Sin embargo, poco después a John Williams le ofrecieron unirse a la banda de Andy Kirk en Kansas y ella tuvo que abandonar el grupo musical que dirigía para convertirse en la chofer de Andy Kirk y su grupo.
Mientras su esposo y los demás ofrecían conciertos, ella esperaba afuera de los salones en el auto, pero si veían que el público no se estaba divirtiendo, la mandaban llamar para tocar un boogie. Mary Lou Williams era tan talentosa que tenía la capacidad de rescatar cualquier desastre. Así que en poco tiempo pasó de esperar en el auto a hacer composiciones para el grupo de Andy Kirk, con lo cual en 1931 se ganó el título de “la dama que le pone swing a la banda”.
En estos años como pianista titular del conjunto, Mary Lou compuso piezas con arreglos elementales como “Walkin’ and Swingin’” y “The Lady Who Swings de Band”. Más adelante 1937 compuso “Roll ‘Em” y “Camel Hop” para Benny Goodman y otros músicos.
Al iniciar la década de los cuarenta, Mary Lou decidió dejar la banda de Andy Kirk por problemas con el reacomodo de los integrantes y decidió partir a Nueva York, donde se asentó nuevamente sin problema.
En ese momento de su carrera ella ya estaba inmersa en una composición más personal y extensa. A mediados de la década de los cuarenta grabó “The Zodiac Suite”, una obra que recorría los signos zodiacales y que interpretó junto a la Filarmónica de Nueva York en Carnegie Hall. Su regreso a Nueva York fue triunfal. En poco tiempo se convirtió el acto principal del Café Society, firmó contrato con una disquera y era una clara mentora de la generación bebopper. Su departamento fue un punto de encuentro para músicos que apenas se hacían de un nombre como Thelonius Monk, Sarah Vaughan y Dizzy Gillespie.
Este último grabaría In the Land of Oo Bla Dee en 1949, una pieza de Mary Lou que pudo haber alcanzado mayor éxito como obra clave del swing, pero el techo de cristal del jazz era muy difícil de romper, sobre todo en la post guerra.
Como Dexter Gordon, ella y otros músicos migraron hacia Europa, donde encontraban una mejor vida como intérpretes del jazz. El recibimiento fue tan cálido en ese continente que un compromiso de nueve días se convirtió en una estancia en Reino Unido y Francia por dos años. Era tan reconocida en los clubs de jazz que inauguraron uno en su honor: Chez Mary Lou.
Sin embargo, todo esto terminó esa noche de 1954 en París.
***
Los meses anteriores a la noche que abandonó el escenario del club en París, los pasó inmersa en una depresión que crecía constantemente, además de que se vio envuelta en problemas de deudas. “Hay un periodo en el que debes parar y cuidarte a ti mismo. Es la única forma para ayudar a otros”, dijo Mary Lou Williams a People a sus setenta años de edad, repasando ese pasaje de 1954.
Esa noche decidió también que se dedicaría a rehabilitar músicos con adicciones y en 1958 fundó Bel Canto, un centro de ayuda para adictos.
Mary Lou Williams regresó al escenario en esa década, únicamente por petición de Dizzy Gillespie, y sólo para que tocaran juntos en el Festival de Jazz de 1957 en Newport.
***
Aunque en sus inicios su fuerte había sido el swing y el bop, en realidad su pasión estaba en la música góspel y espiritual. Los trabajos de Mary Lou Williams durante la década de los sesenta fueron los más representativos de lo que llevaba dentro.
“Nadie puede imponerme un estilo. He aprendido de muchas personas y cambio todo el tiempo. Experimento para actualizarme con lo que suena en el momento e incluso me adelanto a ellos; como un espejo que muestra lo que ocurrirá después”, dijo a Whitney Balliet de The New Yorker.
En 1962 escribió “Hymn in Honor of St. Martin De Porres” y “The Devil”, y “Anima Christi” en 1963, creaciones a las que llamó “música para el alma”, pues eran obras vocales con una mezcla de góspel y jazz experimental, pero a las que no les atribuía solamente un significado religioso, sino sanador. Para ella, esta era también "música que sana".
"Era para desafiar a aquellos que llamaban al jazz 'la música del diablo' y a todos aquellos que tocan música llena de técnica, pero con muy poco sentimiento”, recordó el padre Peter F. O'Brien para el Instituto Smithsonian. O'Brien manejó la carrera de Williams desde 1970 hasta 1981 y dirige la Fundación Mary Lou Williams, que busca rescatar el trabajo de la pianista y acercar el jazz a los niños.
La siguiente obra de la pianista fue comisionada por el Monseñor Joseph Gremillion, un estadounidense en el Vaticano a quien Mary Lou conoció después de tener una audiencia privada con el Papa Pablo VI en 1969. Williams escribiría “Music for Peace” una creación que tuvo su debut en Nueva York en honor a Tom Mboya un líder keniano que fue asesinado en 1969, de acuerdo con el New York Times.
Tiempo después, a esta obra remasterizada y con nuevas piezas se le conocería como la Misa de Mary Lou y sonaría en las Naciones Unidas. Fue la primera composición de jazz en ser interpretada durante una misa en la Catedral de San Patricio en 1975.
***
Mary Lou grabó varios discos durante el inicio de la década de los setenta como “Zoning”, que marcaba su regreso a la música “laica”, de acuerdo con la enciclopedia de música Grove de Oxford. “My momma pinned a rose on me” y “Free Spirits” fueron sus dos últimos álbumes en 1975, que funcionaron como el espejo del que ella hablaba, el que mostraría lo que estaba por suceder.
Todavía en 1977 y en 1978, Williams tuvo presentaciones en el Carnegie Hall con el pianista Cecil Taylor y después con Benny Goodman. En sus últimos años dio clases en la Universidad Duke, como lo había hecho durante la década de los cuarenta con Thelonious, Riche Powell, Charlie Parker y hasta Miles Davis, pero en su departamento.
Con ayuda de estos pupilos, el pianista Billy Taylor fundó en 1995 el Festival de Mujeres en el Jazz Mary Lou Williams, que se celebra en su honor cada año en el Centro Kennedy.
De su vida personal hay registro en varias biografías, pero ella decía que la música era su única compañía.
“Verás, no fui educada como la mayoría de la gente”, dijo en su entrevista de 1980 a People. “Soy una solitaria. Duke Ellington decía que la música era su amante y lo mismo me ocurre a mí. Puedes tener un novio o un esposo, enamorarte, pero ellos te dejarán cuando menos lo esperes. Eso puede matarte, pero a mí no podría importarme menos. La música es mi constante compañero”, culminó.
Al final de su vida, Williams batalló contra el cáncer de vejiga durante dos años, en los que siguió componiendo y en 1981 dejó incompleta una obra con 55 vientos, trío a piano y orquesta de cámara llamada "The history of jazz".
Mary Lou Williams falleció el 28 de mayo en Durham. A su funeral acudió Dizzy Gillespie, Benny Goodman y Andy Kirk. Para despedirla se tocaron extractos de la Misa de Mary Lou.
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Una noche de 1954 en el club nocturno de París, le Boeuf sur le Toit, la pianista de jazz Mary Lou Williams detuvo su concierto, se levantó sin terminar y salió del escenario. Después de 41 años ininterrumpidos de carrera musical, ese fue el momento en el que decidió que ya había dado suficiente y quiso pasar del “playing” al “praying”, como confesó tiempo después en una entrevista para la revista People en 1980. Días antes, Williams había tenido una visión religiosa en un jardín francés. Sintió un deseo ferviente de acercarse a Dios y dejar el piano, el dinero y todo lo demás.
Williams, quien ya había logrado tocar en el Carnegie Hall, un acto inaudito para una pianista en la década de los cincuenta y fungía como arreglista para Benny Goodman y Dizzy Gillespie, desconcertó a varios con su decisión.
“Todos pensaron que me había vuelto loca. Regalé mis vestidos de Dior y vendí mis pieles de miles de dólares por 50. Busqué a personas que vivieran de la beneficencia y les cociné, les lavé y dormí en el piso para que ellos pudieran vivir en mi departamento de Harlem”, relató a la revista estadounidense tres décadas después.
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Mary Lou Williams, nacida Mary Elfrieda Scruggs el 8 de mayo de 1910 en Atlanta, Estados Unidos, no sólo sabía tocar el piano desde los tres años de edad, también interpretaba música espiritual y ragtime, mientras se sentaba en las piernas de su madre para alcanzar el órgano. Todo lo aprendió de oido, pues nadie le enseño a leer música.
Entre los seis y los siete años de edad sus hermanastros la llevaban a las residencias aledañas, donde amenizaba las tardes tocando el piano a cambio de algo de dinero, así que pasó su infancia entreteniendo a sus vecinos en Pittsburgh.
En algún punto de su adolescencia, las donaciones voluntarias empezaron a llegar a su casa, donde habitaba con sus nueve hermanastros, su madre y su padrastro. La paga por concierto era cada vez mayor.
En su vecindario ya la conocían como “La pequeña niña del piano de East Liberty” y a los doce años de edad pasó su primer verano de gira dando conciertos con bandas de rag.
Cuando grandes músicos de aquel entonces la conocieron, se fascinaron por su capacidad en el piano. Así sucedió con el aclamado pianista Fats Waller, quien se emocionó tanto al verla que la cargó y la lanzó al aire. Otro músico que quedó impresionado por el talento de la joven pianista fue Art Tatum, quien la llevó de tour por clubes de jazz, no como observadora, sino como intérprete.
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En su primera gira con músicos y artistas afroamericanos recorriendo carnavales conoció a su esposo John Williams, un saxofonista a quien seguiría en su carrera musical.
En la década de los años veinte, ambos se mudaron a Nueva York, donde ella consiguió tocar con Duke Ellington durante los inicios de su carrera en esa ciudad. Sin embargo, poco después a John Williams le ofrecieron unirse a la banda de Andy Kirk en Kansas y ella tuvo que abandonar el grupo musical que dirigía para convertirse en la chofer de Andy Kirk y su grupo.
Mientras su esposo y los demás ofrecían conciertos, ella esperaba afuera de los salones en el auto, pero si veían que el público no se estaba divirtiendo, la mandaban llamar para tocar un boogie. Mary Lou Williams era tan talentosa que tenía la capacidad de rescatar cualquier desastre. Así que en poco tiempo pasó de esperar en el auto a hacer composiciones para el grupo de Andy Kirk, con lo cual en 1931 se ganó el título de “la dama que le pone swing a la banda”.
En estos años como pianista titular del conjunto, Mary Lou compuso piezas con arreglos elementales como “Walkin’ and Swingin’” y “The Lady Who Swings de Band”. Más adelante 1937 compuso “Roll ‘Em” y “Camel Hop” para Benny Goodman y otros músicos.
Al iniciar la década de los cuarenta, Mary Lou decidió dejar la banda de Andy Kirk por problemas con el reacomodo de los integrantes y decidió partir a Nueva York, donde se asentó nuevamente sin problema.
En ese momento de su carrera ella ya estaba inmersa en una composición más personal y extensa. A mediados de la década de los cuarenta grabó “The Zodiac Suite”, una obra que recorría los signos zodiacales y que interpretó junto a la Filarmónica de Nueva York en Carnegie Hall. Su regreso a Nueva York fue triunfal. En poco tiempo se convirtió el acto principal del Café Society, firmó contrato con una disquera y era una clara mentora de la generación bebopper. Su departamento fue un punto de encuentro para músicos que apenas se hacían de un nombre como Thelonius Monk, Sarah Vaughan y Dizzy Gillespie.
Este último grabaría In the Land of Oo Bla Dee en 1949, una pieza de Mary Lou que pudo haber alcanzado mayor éxito como obra clave del swing, pero el techo de cristal del jazz era muy difícil de romper, sobre todo en la post guerra.
Como Dexter Gordon, ella y otros músicos migraron hacia Europa, donde encontraban una mejor vida como intérpretes del jazz. El recibimiento fue tan cálido en ese continente que un compromiso de nueve días se convirtió en una estancia en Reino Unido y Francia por dos años. Era tan reconocida en los clubs de jazz que inauguraron uno en su honor: Chez Mary Lou.
Sin embargo, todo esto terminó esa noche de 1954 en París.
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Los meses anteriores a la noche que abandonó el escenario del club en París, los pasó inmersa en una depresión que crecía constantemente, además de que se vio envuelta en problemas de deudas. “Hay un periodo en el que debes parar y cuidarte a ti mismo. Es la única forma para ayudar a otros”, dijo Mary Lou Williams a People a sus setenta años de edad, repasando ese pasaje de 1954.
Esa noche decidió también que se dedicaría a rehabilitar músicos con adicciones y en 1958 fundó Bel Canto, un centro de ayuda para adictos.
Mary Lou Williams regresó al escenario en esa década, únicamente por petición de Dizzy Gillespie, y sólo para que tocaran juntos en el Festival de Jazz de 1957 en Newport.
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Aunque en sus inicios su fuerte había sido el swing y el bop, en realidad su pasión estaba en la música góspel y espiritual. Los trabajos de Mary Lou Williams durante la década de los sesenta fueron los más representativos de lo que llevaba dentro.
“Nadie puede imponerme un estilo. He aprendido de muchas personas y cambio todo el tiempo. Experimento para actualizarme con lo que suena en el momento e incluso me adelanto a ellos; como un espejo que muestra lo que ocurrirá después”, dijo a Whitney Balliet de The New Yorker.
En 1962 escribió “Hymn in Honor of St. Martin De Porres” y “The Devil”, y “Anima Christi” en 1963, creaciones a las que llamó “música para el alma”, pues eran obras vocales con una mezcla de góspel y jazz experimental, pero a las que no les atribuía solamente un significado religioso, sino sanador. Para ella, esta era también "música que sana".
"Era para desafiar a aquellos que llamaban al jazz 'la música del diablo' y a todos aquellos que tocan música llena de técnica, pero con muy poco sentimiento”, recordó el padre Peter F. O'Brien para el Instituto Smithsonian. O'Brien manejó la carrera de Williams desde 1970 hasta 1981 y dirige la Fundación Mary Lou Williams, que busca rescatar el trabajo de la pianista y acercar el jazz a los niños.
La siguiente obra de la pianista fue comisionada por el Monseñor Joseph Gremillion, un estadounidense en el Vaticano a quien Mary Lou conoció después de tener una audiencia privada con el Papa Pablo VI en 1969. Williams escribiría “Music for Peace” una creación que tuvo su debut en Nueva York en honor a Tom Mboya un líder keniano que fue asesinado en 1969, de acuerdo con el New York Times.
Tiempo después, a esta obra remasterizada y con nuevas piezas se le conocería como la Misa de Mary Lou y sonaría en las Naciones Unidas. Fue la primera composición de jazz en ser interpretada durante una misa en la Catedral de San Patricio en 1975.
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Mary Lou grabó varios discos durante el inicio de la década de los setenta como “Zoning”, que marcaba su regreso a la música “laica”, de acuerdo con la enciclopedia de música Grove de Oxford. “My momma pinned a rose on me” y “Free Spirits” fueron sus dos últimos álbumes en 1975, que funcionaron como el espejo del que ella hablaba, el que mostraría lo que estaba por suceder.
Todavía en 1977 y en 1978, Williams tuvo presentaciones en el Carnegie Hall con el pianista Cecil Taylor y después con Benny Goodman. En sus últimos años dio clases en la Universidad Duke, como lo había hecho durante la década de los cuarenta con Thelonious, Riche Powell, Charlie Parker y hasta Miles Davis, pero en su departamento.
Con ayuda de estos pupilos, el pianista Billy Taylor fundó en 1995 el Festival de Mujeres en el Jazz Mary Lou Williams, que se celebra en su honor cada año en el Centro Kennedy.
De su vida personal hay registro en varias biografías, pero ella decía que la música era su única compañía.
“Verás, no fui educada como la mayoría de la gente”, dijo en su entrevista de 1980 a People. “Soy una solitaria. Duke Ellington decía que la música era su amante y lo mismo me ocurre a mí. Puedes tener un novio o un esposo, enamorarte, pero ellos te dejarán cuando menos lo esperes. Eso puede matarte, pero a mí no podría importarme menos. La música es mi constante compañero”, culminó.
Al final de su vida, Williams batalló contra el cáncer de vejiga durante dos años, en los que siguió componiendo y en 1981 dejó incompleta una obra con 55 vientos, trío a piano y orquesta de cámara llamada "The history of jazz".
Mary Lou Williams falleció el 28 de mayo en Durham. A su funeral acudió Dizzy Gillespie, Benny Goodman y Andy Kirk. Para despedirla se tocaron extractos de la Misa de Mary Lou.
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Talento que marcó para siempre la historia del jazz y de las mujeres en el género.
Una noche de 1954 en el club nocturno de París, le Boeuf sur le Toit, la pianista de jazz Mary Lou Williams detuvo su concierto, se levantó sin terminar y salió del escenario. Después de 41 años ininterrumpidos de carrera musical, ese fue el momento en el que decidió que ya había dado suficiente y quiso pasar del “playing” al “praying”, como confesó tiempo después en una entrevista para la revista People en 1980. Días antes, Williams había tenido una visión religiosa en un jardín francés. Sintió un deseo ferviente de acercarse a Dios y dejar el piano, el dinero y todo lo demás.
Williams, quien ya había logrado tocar en el Carnegie Hall, un acto inaudito para una pianista en la década de los cincuenta y fungía como arreglista para Benny Goodman y Dizzy Gillespie, desconcertó a varios con su decisión.
“Todos pensaron que me había vuelto loca. Regalé mis vestidos de Dior y vendí mis pieles de miles de dólares por 50. Busqué a personas que vivieran de la beneficencia y les cociné, les lavé y dormí en el piso para que ellos pudieran vivir en mi departamento de Harlem”, relató a la revista estadounidense tres décadas después.
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Mary Lou Williams, nacida Mary Elfrieda Scruggs el 8 de mayo de 1910 en Atlanta, Estados Unidos, no sólo sabía tocar el piano desde los tres años de edad, también interpretaba música espiritual y ragtime, mientras se sentaba en las piernas de su madre para alcanzar el órgano. Todo lo aprendió de oido, pues nadie le enseño a leer música.
Entre los seis y los siete años de edad sus hermanastros la llevaban a las residencias aledañas, donde amenizaba las tardes tocando el piano a cambio de algo de dinero, así que pasó su infancia entreteniendo a sus vecinos en Pittsburgh.
En algún punto de su adolescencia, las donaciones voluntarias empezaron a llegar a su casa, donde habitaba con sus nueve hermanastros, su madre y su padrastro. La paga por concierto era cada vez mayor.
En su vecindario ya la conocían como “La pequeña niña del piano de East Liberty” y a los doce años de edad pasó su primer verano de gira dando conciertos con bandas de rag.
Cuando grandes músicos de aquel entonces la conocieron, se fascinaron por su capacidad en el piano. Así sucedió con el aclamado pianista Fats Waller, quien se emocionó tanto al verla que la cargó y la lanzó al aire. Otro músico que quedó impresionado por el talento de la joven pianista fue Art Tatum, quien la llevó de tour por clubes de jazz, no como observadora, sino como intérprete.
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En su primera gira con músicos y artistas afroamericanos recorriendo carnavales conoció a su esposo John Williams, un saxofonista a quien seguiría en su carrera musical.
En la década de los años veinte, ambos se mudaron a Nueva York, donde ella consiguió tocar con Duke Ellington durante los inicios de su carrera en esa ciudad. Sin embargo, poco después a John Williams le ofrecieron unirse a la banda de Andy Kirk en Kansas y ella tuvo que abandonar el grupo musical que dirigía para convertirse en la chofer de Andy Kirk y su grupo.
Mientras su esposo y los demás ofrecían conciertos, ella esperaba afuera de los salones en el auto, pero si veían que el público no se estaba divirtiendo, la mandaban llamar para tocar un boogie. Mary Lou Williams era tan talentosa que tenía la capacidad de rescatar cualquier desastre. Así que en poco tiempo pasó de esperar en el auto a hacer composiciones para el grupo de Andy Kirk, con lo cual en 1931 se ganó el título de “la dama que le pone swing a la banda”.
En estos años como pianista titular del conjunto, Mary Lou compuso piezas con arreglos elementales como “Walkin’ and Swingin’” y “The Lady Who Swings de Band”. Más adelante 1937 compuso “Roll ‘Em” y “Camel Hop” para Benny Goodman y otros músicos.
Al iniciar la década de los cuarenta, Mary Lou decidió dejar la banda de Andy Kirk por problemas con el reacomodo de los integrantes y decidió partir a Nueva York, donde se asentó nuevamente sin problema.
En ese momento de su carrera ella ya estaba inmersa en una composición más personal y extensa. A mediados de la década de los cuarenta grabó “The Zodiac Suite”, una obra que recorría los signos zodiacales y que interpretó junto a la Filarmónica de Nueva York en Carnegie Hall. Su regreso a Nueva York fue triunfal. En poco tiempo se convirtió el acto principal del Café Society, firmó contrato con una disquera y era una clara mentora de la generación bebopper. Su departamento fue un punto de encuentro para músicos que apenas se hacían de un nombre como Thelonius Monk, Sarah Vaughan y Dizzy Gillespie.
Este último grabaría In the Land of Oo Bla Dee en 1949, una pieza de Mary Lou que pudo haber alcanzado mayor éxito como obra clave del swing, pero el techo de cristal del jazz era muy difícil de romper, sobre todo en la post guerra.
Como Dexter Gordon, ella y otros músicos migraron hacia Europa, donde encontraban una mejor vida como intérpretes del jazz. El recibimiento fue tan cálido en ese continente que un compromiso de nueve días se convirtió en una estancia en Reino Unido y Francia por dos años. Era tan reconocida en los clubs de jazz que inauguraron uno en su honor: Chez Mary Lou.
Sin embargo, todo esto terminó esa noche de 1954 en París.
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Los meses anteriores a la noche que abandonó el escenario del club en París, los pasó inmersa en una depresión que crecía constantemente, además de que se vio envuelta en problemas de deudas. “Hay un periodo en el que debes parar y cuidarte a ti mismo. Es la única forma para ayudar a otros”, dijo Mary Lou Williams a People a sus setenta años de edad, repasando ese pasaje de 1954.
Esa noche decidió también que se dedicaría a rehabilitar músicos con adicciones y en 1958 fundó Bel Canto, un centro de ayuda para adictos.
Mary Lou Williams regresó al escenario en esa década, únicamente por petición de Dizzy Gillespie, y sólo para que tocaran juntos en el Festival de Jazz de 1957 en Newport.
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Aunque en sus inicios su fuerte había sido el swing y el bop, en realidad su pasión estaba en la música góspel y espiritual. Los trabajos de Mary Lou Williams durante la década de los sesenta fueron los más representativos de lo que llevaba dentro.
“Nadie puede imponerme un estilo. He aprendido de muchas personas y cambio todo el tiempo. Experimento para actualizarme con lo que suena en el momento e incluso me adelanto a ellos; como un espejo que muestra lo que ocurrirá después”, dijo a Whitney Balliet de The New Yorker.
En 1962 escribió “Hymn in Honor of St. Martin De Porres” y “The Devil”, y “Anima Christi” en 1963, creaciones a las que llamó “música para el alma”, pues eran obras vocales con una mezcla de góspel y jazz experimental, pero a las que no les atribuía solamente un significado religioso, sino sanador. Para ella, esta era también "música que sana".
"Era para desafiar a aquellos que llamaban al jazz 'la música del diablo' y a todos aquellos que tocan música llena de técnica, pero con muy poco sentimiento”, recordó el padre Peter F. O'Brien para el Instituto Smithsonian. O'Brien manejó la carrera de Williams desde 1970 hasta 1981 y dirige la Fundación Mary Lou Williams, que busca rescatar el trabajo de la pianista y acercar el jazz a los niños.
La siguiente obra de la pianista fue comisionada por el Monseñor Joseph Gremillion, un estadounidense en el Vaticano a quien Mary Lou conoció después de tener una audiencia privada con el Papa Pablo VI en 1969. Williams escribiría “Music for Peace” una creación que tuvo su debut en Nueva York en honor a Tom Mboya un líder keniano que fue asesinado en 1969, de acuerdo con el New York Times.
Tiempo después, a esta obra remasterizada y con nuevas piezas se le conocería como la Misa de Mary Lou y sonaría en las Naciones Unidas. Fue la primera composición de jazz en ser interpretada durante una misa en la Catedral de San Patricio en 1975.
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Mary Lou grabó varios discos durante el inicio de la década de los setenta como “Zoning”, que marcaba su regreso a la música “laica”, de acuerdo con la enciclopedia de música Grove de Oxford. “My momma pinned a rose on me” y “Free Spirits” fueron sus dos últimos álbumes en 1975, que funcionaron como el espejo del que ella hablaba, el que mostraría lo que estaba por suceder.
Todavía en 1977 y en 1978, Williams tuvo presentaciones en el Carnegie Hall con el pianista Cecil Taylor y después con Benny Goodman. En sus últimos años dio clases en la Universidad Duke, como lo había hecho durante la década de los cuarenta con Thelonious, Riche Powell, Charlie Parker y hasta Miles Davis, pero en su departamento.
Con ayuda de estos pupilos, el pianista Billy Taylor fundó en 1995 el Festival de Mujeres en el Jazz Mary Lou Williams, que se celebra en su honor cada año en el Centro Kennedy.
De su vida personal hay registro en varias biografías, pero ella decía que la música era su única compañía.
“Verás, no fui educada como la mayoría de la gente”, dijo en su entrevista de 1980 a People. “Soy una solitaria. Duke Ellington decía que la música era su amante y lo mismo me ocurre a mí. Puedes tener un novio o un esposo, enamorarte, pero ellos te dejarán cuando menos lo esperes. Eso puede matarte, pero a mí no podría importarme menos. La música es mi constante compañero”, culminó.
Al final de su vida, Williams batalló contra el cáncer de vejiga durante dos años, en los que siguió componiendo y en 1981 dejó incompleta una obra con 55 vientos, trío a piano y orquesta de cámara llamada "The history of jazz".
Mary Lou Williams falleció el 28 de mayo en Durham. A su funeral acudió Dizzy Gillespie, Benny Goodman y Andy Kirk. Para despedirla se tocaron extractos de la Misa de Mary Lou.
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Talento que marcó para siempre la historia del jazz y de las mujeres en el género.
Una noche de 1954 en el club nocturno de París, le Boeuf sur le Toit, la pianista de jazz Mary Lou Williams detuvo su concierto, se levantó sin terminar y salió del escenario. Después de 41 años ininterrumpidos de carrera musical, ese fue el momento en el que decidió que ya había dado suficiente y quiso pasar del “playing” al “praying”, como confesó tiempo después en una entrevista para la revista People en 1980. Días antes, Williams había tenido una visión religiosa en un jardín francés. Sintió un deseo ferviente de acercarse a Dios y dejar el piano, el dinero y todo lo demás.
Williams, quien ya había logrado tocar en el Carnegie Hall, un acto inaudito para una pianista en la década de los cincuenta y fungía como arreglista para Benny Goodman y Dizzy Gillespie, desconcertó a varios con su decisión.
“Todos pensaron que me había vuelto loca. Regalé mis vestidos de Dior y vendí mis pieles de miles de dólares por 50. Busqué a personas que vivieran de la beneficencia y les cociné, les lavé y dormí en el piso para que ellos pudieran vivir en mi departamento de Harlem”, relató a la revista estadounidense tres décadas después.
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Mary Lou Williams, nacida Mary Elfrieda Scruggs el 8 de mayo de 1910 en Atlanta, Estados Unidos, no sólo sabía tocar el piano desde los tres años de edad, también interpretaba música espiritual y ragtime, mientras se sentaba en las piernas de su madre para alcanzar el órgano. Todo lo aprendió de oido, pues nadie le enseño a leer música.
Entre los seis y los siete años de edad sus hermanastros la llevaban a las residencias aledañas, donde amenizaba las tardes tocando el piano a cambio de algo de dinero, así que pasó su infancia entreteniendo a sus vecinos en Pittsburgh.
En algún punto de su adolescencia, las donaciones voluntarias empezaron a llegar a su casa, donde habitaba con sus nueve hermanastros, su madre y su padrastro. La paga por concierto era cada vez mayor.
En su vecindario ya la conocían como “La pequeña niña del piano de East Liberty” y a los doce años de edad pasó su primer verano de gira dando conciertos con bandas de rag.
Cuando grandes músicos de aquel entonces la conocieron, se fascinaron por su capacidad en el piano. Así sucedió con el aclamado pianista Fats Waller, quien se emocionó tanto al verla que la cargó y la lanzó al aire. Otro músico que quedó impresionado por el talento de la joven pianista fue Art Tatum, quien la llevó de tour por clubes de jazz, no como observadora, sino como intérprete.
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En su primera gira con músicos y artistas afroamericanos recorriendo carnavales conoció a su esposo John Williams, un saxofonista a quien seguiría en su carrera musical.
En la década de los años veinte, ambos se mudaron a Nueva York, donde ella consiguió tocar con Duke Ellington durante los inicios de su carrera en esa ciudad. Sin embargo, poco después a John Williams le ofrecieron unirse a la banda de Andy Kirk en Kansas y ella tuvo que abandonar el grupo musical que dirigía para convertirse en la chofer de Andy Kirk y su grupo.
Mientras su esposo y los demás ofrecían conciertos, ella esperaba afuera de los salones en el auto, pero si veían que el público no se estaba divirtiendo, la mandaban llamar para tocar un boogie. Mary Lou Williams era tan talentosa que tenía la capacidad de rescatar cualquier desastre. Así que en poco tiempo pasó de esperar en el auto a hacer composiciones para el grupo de Andy Kirk, con lo cual en 1931 se ganó el título de “la dama que le pone swing a la banda”.
En estos años como pianista titular del conjunto, Mary Lou compuso piezas con arreglos elementales como “Walkin’ and Swingin’” y “The Lady Who Swings de Band”. Más adelante 1937 compuso “Roll ‘Em” y “Camel Hop” para Benny Goodman y otros músicos.
Al iniciar la década de los cuarenta, Mary Lou decidió dejar la banda de Andy Kirk por problemas con el reacomodo de los integrantes y decidió partir a Nueva York, donde se asentó nuevamente sin problema.
En ese momento de su carrera ella ya estaba inmersa en una composición más personal y extensa. A mediados de la década de los cuarenta grabó “The Zodiac Suite”, una obra que recorría los signos zodiacales y que interpretó junto a la Filarmónica de Nueva York en Carnegie Hall. Su regreso a Nueva York fue triunfal. En poco tiempo se convirtió el acto principal del Café Society, firmó contrato con una disquera y era una clara mentora de la generación bebopper. Su departamento fue un punto de encuentro para músicos que apenas se hacían de un nombre como Thelonius Monk, Sarah Vaughan y Dizzy Gillespie.
Este último grabaría In the Land of Oo Bla Dee en 1949, una pieza de Mary Lou que pudo haber alcanzado mayor éxito como obra clave del swing, pero el techo de cristal del jazz era muy difícil de romper, sobre todo en la post guerra.
Como Dexter Gordon, ella y otros músicos migraron hacia Europa, donde encontraban una mejor vida como intérpretes del jazz. El recibimiento fue tan cálido en ese continente que un compromiso de nueve días se convirtió en una estancia en Reino Unido y Francia por dos años. Era tan reconocida en los clubs de jazz que inauguraron uno en su honor: Chez Mary Lou.
Sin embargo, todo esto terminó esa noche de 1954 en París.
***
Los meses anteriores a la noche que abandonó el escenario del club en París, los pasó inmersa en una depresión que crecía constantemente, además de que se vio envuelta en problemas de deudas. “Hay un periodo en el que debes parar y cuidarte a ti mismo. Es la única forma para ayudar a otros”, dijo Mary Lou Williams a People a sus setenta años de edad, repasando ese pasaje de 1954.
Esa noche decidió también que se dedicaría a rehabilitar músicos con adicciones y en 1958 fundó Bel Canto, un centro de ayuda para adictos.
Mary Lou Williams regresó al escenario en esa década, únicamente por petición de Dizzy Gillespie, y sólo para que tocaran juntos en el Festival de Jazz de 1957 en Newport.
***
Aunque en sus inicios su fuerte había sido el swing y el bop, en realidad su pasión estaba en la música góspel y espiritual. Los trabajos de Mary Lou Williams durante la década de los sesenta fueron los más representativos de lo que llevaba dentro.
“Nadie puede imponerme un estilo. He aprendido de muchas personas y cambio todo el tiempo. Experimento para actualizarme con lo que suena en el momento e incluso me adelanto a ellos; como un espejo que muestra lo que ocurrirá después”, dijo a Whitney Balliet de The New Yorker.
En 1962 escribió “Hymn in Honor of St. Martin De Porres” y “The Devil”, y “Anima Christi” en 1963, creaciones a las que llamó “música para el alma”, pues eran obras vocales con una mezcla de góspel y jazz experimental, pero a las que no les atribuía solamente un significado religioso, sino sanador. Para ella, esta era también "música que sana".
"Era para desafiar a aquellos que llamaban al jazz 'la música del diablo' y a todos aquellos que tocan música llena de técnica, pero con muy poco sentimiento”, recordó el padre Peter F. O'Brien para el Instituto Smithsonian. O'Brien manejó la carrera de Williams desde 1970 hasta 1981 y dirige la Fundación Mary Lou Williams, que busca rescatar el trabajo de la pianista y acercar el jazz a los niños.
La siguiente obra de la pianista fue comisionada por el Monseñor Joseph Gremillion, un estadounidense en el Vaticano a quien Mary Lou conoció después de tener una audiencia privada con el Papa Pablo VI en 1969. Williams escribiría “Music for Peace” una creación que tuvo su debut en Nueva York en honor a Tom Mboya un líder keniano que fue asesinado en 1969, de acuerdo con el New York Times.
Tiempo después, a esta obra remasterizada y con nuevas piezas se le conocería como la Misa de Mary Lou y sonaría en las Naciones Unidas. Fue la primera composición de jazz en ser interpretada durante una misa en la Catedral de San Patricio en 1975.
***
Mary Lou grabó varios discos durante el inicio de la década de los setenta como “Zoning”, que marcaba su regreso a la música “laica”, de acuerdo con la enciclopedia de música Grove de Oxford. “My momma pinned a rose on me” y “Free Spirits” fueron sus dos últimos álbumes en 1975, que funcionaron como el espejo del que ella hablaba, el que mostraría lo que estaba por suceder.
Todavía en 1977 y en 1978, Williams tuvo presentaciones en el Carnegie Hall con el pianista Cecil Taylor y después con Benny Goodman. En sus últimos años dio clases en la Universidad Duke, como lo había hecho durante la década de los cuarenta con Thelonious, Riche Powell, Charlie Parker y hasta Miles Davis, pero en su departamento.
Con ayuda de estos pupilos, el pianista Billy Taylor fundó en 1995 el Festival de Mujeres en el Jazz Mary Lou Williams, que se celebra en su honor cada año en el Centro Kennedy.
De su vida personal hay registro en varias biografías, pero ella decía que la música era su única compañía.
“Verás, no fui educada como la mayoría de la gente”, dijo en su entrevista de 1980 a People. “Soy una solitaria. Duke Ellington decía que la música era su amante y lo mismo me ocurre a mí. Puedes tener un novio o un esposo, enamorarte, pero ellos te dejarán cuando menos lo esperes. Eso puede matarte, pero a mí no podría importarme menos. La música es mi constante compañero”, culminó.
Al final de su vida, Williams batalló contra el cáncer de vejiga durante dos años, en los que siguió componiendo y en 1981 dejó incompleta una obra con 55 vientos, trío a piano y orquesta de cámara llamada "The history of jazz".
Mary Lou Williams falleció el 28 de mayo en Durham. A su funeral acudió Dizzy Gillespie, Benny Goodman y Andy Kirk. Para despedirla se tocaron extractos de la Misa de Mary Lou.
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Talento que marcó para siempre la historia del jazz y de las mujeres en el género.
Una noche de 1954 en el club nocturno de París, le Boeuf sur le Toit, la pianista de jazz Mary Lou Williams detuvo su concierto, se levantó sin terminar y salió del escenario. Después de 41 años ininterrumpidos de carrera musical, ese fue el momento en el que decidió que ya había dado suficiente y quiso pasar del “playing” al “praying”, como confesó tiempo después en una entrevista para la revista People en 1980. Días antes, Williams había tenido una visión religiosa en un jardín francés. Sintió un deseo ferviente de acercarse a Dios y dejar el piano, el dinero y todo lo demás.
Williams, quien ya había logrado tocar en el Carnegie Hall, un acto inaudito para una pianista en la década de los cincuenta y fungía como arreglista para Benny Goodman y Dizzy Gillespie, desconcertó a varios con su decisión.
“Todos pensaron que me había vuelto loca. Regalé mis vestidos de Dior y vendí mis pieles de miles de dólares por 50. Busqué a personas que vivieran de la beneficencia y les cociné, les lavé y dormí en el piso para que ellos pudieran vivir en mi departamento de Harlem”, relató a la revista estadounidense tres décadas después.
***
Mary Lou Williams, nacida Mary Elfrieda Scruggs el 8 de mayo de 1910 en Atlanta, Estados Unidos, no sólo sabía tocar el piano desde los tres años de edad, también interpretaba música espiritual y ragtime, mientras se sentaba en las piernas de su madre para alcanzar el órgano. Todo lo aprendió de oido, pues nadie le enseño a leer música.
Entre los seis y los siete años de edad sus hermanastros la llevaban a las residencias aledañas, donde amenizaba las tardes tocando el piano a cambio de algo de dinero, así que pasó su infancia entreteniendo a sus vecinos en Pittsburgh.
En algún punto de su adolescencia, las donaciones voluntarias empezaron a llegar a su casa, donde habitaba con sus nueve hermanastros, su madre y su padrastro. La paga por concierto era cada vez mayor.
En su vecindario ya la conocían como “La pequeña niña del piano de East Liberty” y a los doce años de edad pasó su primer verano de gira dando conciertos con bandas de rag.
Cuando grandes músicos de aquel entonces la conocieron, se fascinaron por su capacidad en el piano. Así sucedió con el aclamado pianista Fats Waller, quien se emocionó tanto al verla que la cargó y la lanzó al aire. Otro músico que quedó impresionado por el talento de la joven pianista fue Art Tatum, quien la llevó de tour por clubes de jazz, no como observadora, sino como intérprete.
***
En su primera gira con músicos y artistas afroamericanos recorriendo carnavales conoció a su esposo John Williams, un saxofonista a quien seguiría en su carrera musical.
En la década de los años veinte, ambos se mudaron a Nueva York, donde ella consiguió tocar con Duke Ellington durante los inicios de su carrera en esa ciudad. Sin embargo, poco después a John Williams le ofrecieron unirse a la banda de Andy Kirk en Kansas y ella tuvo que abandonar el grupo musical que dirigía para convertirse en la chofer de Andy Kirk y su grupo.
Mientras su esposo y los demás ofrecían conciertos, ella esperaba afuera de los salones en el auto, pero si veían que el público no se estaba divirtiendo, la mandaban llamar para tocar un boogie. Mary Lou Williams era tan talentosa que tenía la capacidad de rescatar cualquier desastre. Así que en poco tiempo pasó de esperar en el auto a hacer composiciones para el grupo de Andy Kirk, con lo cual en 1931 se ganó el título de “la dama que le pone swing a la banda”.
En estos años como pianista titular del conjunto, Mary Lou compuso piezas con arreglos elementales como “Walkin’ and Swingin’” y “The Lady Who Swings de Band”. Más adelante 1937 compuso “Roll ‘Em” y “Camel Hop” para Benny Goodman y otros músicos.
Al iniciar la década de los cuarenta, Mary Lou decidió dejar la banda de Andy Kirk por problemas con el reacomodo de los integrantes y decidió partir a Nueva York, donde se asentó nuevamente sin problema.
En ese momento de su carrera ella ya estaba inmersa en una composición más personal y extensa. A mediados de la década de los cuarenta grabó “The Zodiac Suite”, una obra que recorría los signos zodiacales y que interpretó junto a la Filarmónica de Nueva York en Carnegie Hall. Su regreso a Nueva York fue triunfal. En poco tiempo se convirtió el acto principal del Café Society, firmó contrato con una disquera y era una clara mentora de la generación bebopper. Su departamento fue un punto de encuentro para músicos que apenas se hacían de un nombre como Thelonius Monk, Sarah Vaughan y Dizzy Gillespie.
Este último grabaría In the Land of Oo Bla Dee en 1949, una pieza de Mary Lou que pudo haber alcanzado mayor éxito como obra clave del swing, pero el techo de cristal del jazz era muy difícil de romper, sobre todo en la post guerra.
Como Dexter Gordon, ella y otros músicos migraron hacia Europa, donde encontraban una mejor vida como intérpretes del jazz. El recibimiento fue tan cálido en ese continente que un compromiso de nueve días se convirtió en una estancia en Reino Unido y Francia por dos años. Era tan reconocida en los clubs de jazz que inauguraron uno en su honor: Chez Mary Lou.
Sin embargo, todo esto terminó esa noche de 1954 en París.
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Los meses anteriores a la noche que abandonó el escenario del club en París, los pasó inmersa en una depresión que crecía constantemente, además de que se vio envuelta en problemas de deudas. “Hay un periodo en el que debes parar y cuidarte a ti mismo. Es la única forma para ayudar a otros”, dijo Mary Lou Williams a People a sus setenta años de edad, repasando ese pasaje de 1954.
Esa noche decidió también que se dedicaría a rehabilitar músicos con adicciones y en 1958 fundó Bel Canto, un centro de ayuda para adictos.
Mary Lou Williams regresó al escenario en esa década, únicamente por petición de Dizzy Gillespie, y sólo para que tocaran juntos en el Festival de Jazz de 1957 en Newport.
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Aunque en sus inicios su fuerte había sido el swing y el bop, en realidad su pasión estaba en la música góspel y espiritual. Los trabajos de Mary Lou Williams durante la década de los sesenta fueron los más representativos de lo que llevaba dentro.
“Nadie puede imponerme un estilo. He aprendido de muchas personas y cambio todo el tiempo. Experimento para actualizarme con lo que suena en el momento e incluso me adelanto a ellos; como un espejo que muestra lo que ocurrirá después”, dijo a Whitney Balliet de The New Yorker.
En 1962 escribió “Hymn in Honor of St. Martin De Porres” y “The Devil”, y “Anima Christi” en 1963, creaciones a las que llamó “música para el alma”, pues eran obras vocales con una mezcla de góspel y jazz experimental, pero a las que no les atribuía solamente un significado religioso, sino sanador. Para ella, esta era también "música que sana".
"Era para desafiar a aquellos que llamaban al jazz 'la música del diablo' y a todos aquellos que tocan música llena de técnica, pero con muy poco sentimiento”, recordó el padre Peter F. O'Brien para el Instituto Smithsonian. O'Brien manejó la carrera de Williams desde 1970 hasta 1981 y dirige la Fundación Mary Lou Williams, que busca rescatar el trabajo de la pianista y acercar el jazz a los niños.
La siguiente obra de la pianista fue comisionada por el Monseñor Joseph Gremillion, un estadounidense en el Vaticano a quien Mary Lou conoció después de tener una audiencia privada con el Papa Pablo VI en 1969. Williams escribiría “Music for Peace” una creación que tuvo su debut en Nueva York en honor a Tom Mboya un líder keniano que fue asesinado en 1969, de acuerdo con el New York Times.
Tiempo después, a esta obra remasterizada y con nuevas piezas se le conocería como la Misa de Mary Lou y sonaría en las Naciones Unidas. Fue la primera composición de jazz en ser interpretada durante una misa en la Catedral de San Patricio en 1975.
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Mary Lou grabó varios discos durante el inicio de la década de los setenta como “Zoning”, que marcaba su regreso a la música “laica”, de acuerdo con la enciclopedia de música Grove de Oxford. “My momma pinned a rose on me” y “Free Spirits” fueron sus dos últimos álbumes en 1975, que funcionaron como el espejo del que ella hablaba, el que mostraría lo que estaba por suceder.
Todavía en 1977 y en 1978, Williams tuvo presentaciones en el Carnegie Hall con el pianista Cecil Taylor y después con Benny Goodman. En sus últimos años dio clases en la Universidad Duke, como lo había hecho durante la década de los cuarenta con Thelonious, Riche Powell, Charlie Parker y hasta Miles Davis, pero en su departamento.
Con ayuda de estos pupilos, el pianista Billy Taylor fundó en 1995 el Festival de Mujeres en el Jazz Mary Lou Williams, que se celebra en su honor cada año en el Centro Kennedy.
De su vida personal hay registro en varias biografías, pero ella decía que la música era su única compañía.
“Verás, no fui educada como la mayoría de la gente”, dijo en su entrevista de 1980 a People. “Soy una solitaria. Duke Ellington decía que la música era su amante y lo mismo me ocurre a mí. Puedes tener un novio o un esposo, enamorarte, pero ellos te dejarán cuando menos lo esperes. Eso puede matarte, pero a mí no podría importarme menos. La música es mi constante compañero”, culminó.
Al final de su vida, Williams batalló contra el cáncer de vejiga durante dos años, en los que siguió componiendo y en 1981 dejó incompleta una obra con 55 vientos, trío a piano y orquesta de cámara llamada "The history of jazz".
Mary Lou Williams falleció el 28 de mayo en Durham. A su funeral acudió Dizzy Gillespie, Benny Goodman y Andy Kirk. Para despedirla se tocaron extractos de la Misa de Mary Lou.
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Una noche de 1954 en el club nocturno de París, le Boeuf sur le Toit, la pianista de jazz Mary Lou Williams detuvo su concierto, se levantó sin terminar y salió del escenario. Después de 41 años ininterrumpidos de carrera musical, ese fue el momento en el que decidió que ya había dado suficiente y quiso pasar del “playing” al “praying”, como confesó tiempo después en una entrevista para la revista People en 1980. Días antes, Williams había tenido una visión religiosa en un jardín francés. Sintió un deseo ferviente de acercarse a Dios y dejar el piano, el dinero y todo lo demás.
Williams, quien ya había logrado tocar en el Carnegie Hall, un acto inaudito para una pianista en la década de los cincuenta y fungía como arreglista para Benny Goodman y Dizzy Gillespie, desconcertó a varios con su decisión.
“Todos pensaron que me había vuelto loca. Regalé mis vestidos de Dior y vendí mis pieles de miles de dólares por 50. Busqué a personas que vivieran de la beneficencia y les cociné, les lavé y dormí en el piso para que ellos pudieran vivir en mi departamento de Harlem”, relató a la revista estadounidense tres décadas después.
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Mary Lou Williams, nacida Mary Elfrieda Scruggs el 8 de mayo de 1910 en Atlanta, Estados Unidos, no sólo sabía tocar el piano desde los tres años de edad, también interpretaba música espiritual y ragtime, mientras se sentaba en las piernas de su madre para alcanzar el órgano. Todo lo aprendió de oido, pues nadie le enseño a leer música.
Entre los seis y los siete años de edad sus hermanastros la llevaban a las residencias aledañas, donde amenizaba las tardes tocando el piano a cambio de algo de dinero, así que pasó su infancia entreteniendo a sus vecinos en Pittsburgh.
En algún punto de su adolescencia, las donaciones voluntarias empezaron a llegar a su casa, donde habitaba con sus nueve hermanastros, su madre y su padrastro. La paga por concierto era cada vez mayor.
En su vecindario ya la conocían como “La pequeña niña del piano de East Liberty” y a los doce años de edad pasó su primer verano de gira dando conciertos con bandas de rag.
Cuando grandes músicos de aquel entonces la conocieron, se fascinaron por su capacidad en el piano. Así sucedió con el aclamado pianista Fats Waller, quien se emocionó tanto al verla que la cargó y la lanzó al aire. Otro músico que quedó impresionado por el talento de la joven pianista fue Art Tatum, quien la llevó de tour por clubes de jazz, no como observadora, sino como intérprete.
***
En su primera gira con músicos y artistas afroamericanos recorriendo carnavales conoció a su esposo John Williams, un saxofonista a quien seguiría en su carrera musical.
En la década de los años veinte, ambos se mudaron a Nueva York, donde ella consiguió tocar con Duke Ellington durante los inicios de su carrera en esa ciudad. Sin embargo, poco después a John Williams le ofrecieron unirse a la banda de Andy Kirk en Kansas y ella tuvo que abandonar el grupo musical que dirigía para convertirse en la chofer de Andy Kirk y su grupo.
Mientras su esposo y los demás ofrecían conciertos, ella esperaba afuera de los salones en el auto, pero si veían que el público no se estaba divirtiendo, la mandaban llamar para tocar un boogie. Mary Lou Williams era tan talentosa que tenía la capacidad de rescatar cualquier desastre. Así que en poco tiempo pasó de esperar en el auto a hacer composiciones para el grupo de Andy Kirk, con lo cual en 1931 se ganó el título de “la dama que le pone swing a la banda”.
En estos años como pianista titular del conjunto, Mary Lou compuso piezas con arreglos elementales como “Walkin’ and Swingin’” y “The Lady Who Swings de Band”. Más adelante 1937 compuso “Roll ‘Em” y “Camel Hop” para Benny Goodman y otros músicos.
Al iniciar la década de los cuarenta, Mary Lou decidió dejar la banda de Andy Kirk por problemas con el reacomodo de los integrantes y decidió partir a Nueva York, donde se asentó nuevamente sin problema.
En ese momento de su carrera ella ya estaba inmersa en una composición más personal y extensa. A mediados de la década de los cuarenta grabó “The Zodiac Suite”, una obra que recorría los signos zodiacales y que interpretó junto a la Filarmónica de Nueva York en Carnegie Hall. Su regreso a Nueva York fue triunfal. En poco tiempo se convirtió el acto principal del Café Society, firmó contrato con una disquera y era una clara mentora de la generación bebopper. Su departamento fue un punto de encuentro para músicos que apenas se hacían de un nombre como Thelonius Monk, Sarah Vaughan y Dizzy Gillespie.
Este último grabaría In the Land of Oo Bla Dee en 1949, una pieza de Mary Lou que pudo haber alcanzado mayor éxito como obra clave del swing, pero el techo de cristal del jazz era muy difícil de romper, sobre todo en la post guerra.
Como Dexter Gordon, ella y otros músicos migraron hacia Europa, donde encontraban una mejor vida como intérpretes del jazz. El recibimiento fue tan cálido en ese continente que un compromiso de nueve días se convirtió en una estancia en Reino Unido y Francia por dos años. Era tan reconocida en los clubs de jazz que inauguraron uno en su honor: Chez Mary Lou.
Sin embargo, todo esto terminó esa noche de 1954 en París.
***
Los meses anteriores a la noche que abandonó el escenario del club en París, los pasó inmersa en una depresión que crecía constantemente, además de que se vio envuelta en problemas de deudas. “Hay un periodo en el que debes parar y cuidarte a ti mismo. Es la única forma para ayudar a otros”, dijo Mary Lou Williams a People a sus setenta años de edad, repasando ese pasaje de 1954.
Esa noche decidió también que se dedicaría a rehabilitar músicos con adicciones y en 1958 fundó Bel Canto, un centro de ayuda para adictos.
Mary Lou Williams regresó al escenario en esa década, únicamente por petición de Dizzy Gillespie, y sólo para que tocaran juntos en el Festival de Jazz de 1957 en Newport.
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Aunque en sus inicios su fuerte había sido el swing y el bop, en realidad su pasión estaba en la música góspel y espiritual. Los trabajos de Mary Lou Williams durante la década de los sesenta fueron los más representativos de lo que llevaba dentro.
“Nadie puede imponerme un estilo. He aprendido de muchas personas y cambio todo el tiempo. Experimento para actualizarme con lo que suena en el momento e incluso me adelanto a ellos; como un espejo que muestra lo que ocurrirá después”, dijo a Whitney Balliet de The New Yorker.
En 1962 escribió “Hymn in Honor of St. Martin De Porres” y “The Devil”, y “Anima Christi” en 1963, creaciones a las que llamó “música para el alma”, pues eran obras vocales con una mezcla de góspel y jazz experimental, pero a las que no les atribuía solamente un significado religioso, sino sanador. Para ella, esta era también "música que sana".
"Era para desafiar a aquellos que llamaban al jazz 'la música del diablo' y a todos aquellos que tocan música llena de técnica, pero con muy poco sentimiento”, recordó el padre Peter F. O'Brien para el Instituto Smithsonian. O'Brien manejó la carrera de Williams desde 1970 hasta 1981 y dirige la Fundación Mary Lou Williams, que busca rescatar el trabajo de la pianista y acercar el jazz a los niños.
La siguiente obra de la pianista fue comisionada por el Monseñor Joseph Gremillion, un estadounidense en el Vaticano a quien Mary Lou conoció después de tener una audiencia privada con el Papa Pablo VI en 1969. Williams escribiría “Music for Peace” una creación que tuvo su debut en Nueva York en honor a Tom Mboya un líder keniano que fue asesinado en 1969, de acuerdo con el New York Times.
Tiempo después, a esta obra remasterizada y con nuevas piezas se le conocería como la Misa de Mary Lou y sonaría en las Naciones Unidas. Fue la primera composición de jazz en ser interpretada durante una misa en la Catedral de San Patricio en 1975.
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Mary Lou grabó varios discos durante el inicio de la década de los setenta como “Zoning”, que marcaba su regreso a la música “laica”, de acuerdo con la enciclopedia de música Grove de Oxford. “My momma pinned a rose on me” y “Free Spirits” fueron sus dos últimos álbumes en 1975, que funcionaron como el espejo del que ella hablaba, el que mostraría lo que estaba por suceder.
Todavía en 1977 y en 1978, Williams tuvo presentaciones en el Carnegie Hall con el pianista Cecil Taylor y después con Benny Goodman. En sus últimos años dio clases en la Universidad Duke, como lo había hecho durante la década de los cuarenta con Thelonious, Riche Powell, Charlie Parker y hasta Miles Davis, pero en su departamento.
Con ayuda de estos pupilos, el pianista Billy Taylor fundó en 1995 el Festival de Mujeres en el Jazz Mary Lou Williams, que se celebra en su honor cada año en el Centro Kennedy.
De su vida personal hay registro en varias biografías, pero ella decía que la música era su única compañía.
“Verás, no fui educada como la mayoría de la gente”, dijo en su entrevista de 1980 a People. “Soy una solitaria. Duke Ellington decía que la música era su amante y lo mismo me ocurre a mí. Puedes tener un novio o un esposo, enamorarte, pero ellos te dejarán cuando menos lo esperes. Eso puede matarte, pero a mí no podría importarme menos. La música es mi constante compañero”, culminó.
Al final de su vida, Williams batalló contra el cáncer de vejiga durante dos años, en los que siguió componiendo y en 1981 dejó incompleta una obra con 55 vientos, trío a piano y orquesta de cámara llamada "The history of jazz".
Mary Lou Williams falleció el 28 de mayo en Durham. A su funeral acudió Dizzy Gillespie, Benny Goodman y Andy Kirk. Para despedirla se tocaron extractos de la Misa de Mary Lou.
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