Schubert 200 años después

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Hasta hace poco parecía imposible revivir la mente de alguien que murió hace casi 200 años.

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El año pasado Huawei creó música a partir del canto que emiten los machos de las ballenas jorobadas para conquistar a las hembras. La Inteligencia Artificial (IA) de la firma china de alta tecnología analizó las vocalizaciones y frecuencias de sus cantos bajo el océano, mediante un hidrófono (que registró el sonido) y un modelo de IA creado por su smartphone Mate 20 Pro. The Frequency of Love, como se llama el proyecto realizado en conjunto con WWF Italia, procesó el sonido en notas musicales: los sonidos se armonizaron y se logró crear una melodía que conquistó al oído humano. La IA explora terrenos cada vez más profundos y los resultados comprueban que el futuro llegó para quedarse. Si bien el binomio de conceptos “inteligencia” y “artificial” hasta hace unos años remitía a la idea apocalíptica de una invasión robótica, ejemplos como éste demuestran que no se trata de otra cosa más que de algoritmos creados para sobrepasar los límites de lo humanamente posible con ayuda de la tecnología. La IA no es un instrumento para reemplazar a la mente humana, sino para enriquecerla. Alfonso Meave, profesor de la carrera de ingeniería en producción musical digital del Tecnológico de Monterrey, comentó en entrevista: “Me parece que la tecnología digital en esta disciplina puede traer grandes resultados, siempre y cuando el uso entre lo tradicional y lo más innovador sea equilibrado”. ¿Qué más se podría hacer con la IA en materia musical? Huawei responde una vez más y demuestra que los límites sólo existen en la mente. El compositor austriaco Franz Peter Schubert murió en 1828 a los 31 años de edad a causa de sífilis (otras versiones afirman que de tifoidea). Seis años antes había comenzado la composición de la Sinfonía No. 8 en Sí menor, que un año más tarde abandonó por causas que se desconocen hasta hoy. Al morir, la partitura pasó a manos de un amigo suyo y no fue sino hasta 1865 que la entregó a Johann von Herbeck, quien en diciembre ese mismo año dirigió el estreno de la obra inconclusa, en Viena. A pesar de haber escrito 13 sinfonías en total, la octava se considera la más importante por lo adelantada a su época. Para los amantes de Schubert era una pena que el mundo no tuviera la oportunidad de disfrutarla en su totalidad... hasta ahora. El pasado febrero de 2019 la Unfinished Symphony fue interpretada de manera completa, sí, completa, en el Cadogan Hall en Londres, y en marzo en el Centro Cultural Roberto Cantoral de la Ciudad de México, dirigida nada menos que por la mexicana Alondra de la Parra. Huawei desarrolló un modelo de IA en el Mate 20 Pro que analizó la métrica, la tonalidad y el timbre de los dos primeros movimientos (una sinfonía se compone de cuatro), y con esa información creó los movimientos tercero y cuarto. Pero eso no fue todo. Meave explica que una sinfonía no puede ser creada exclusivamente por una máquina, por ello se invitó al compositor Lucas Cantor —ganador de dos premios Emmy— para colaborar en la finalización de la sinfonía, usando las ideas musicales que generaba la IA. Cantor concibe a la IA, en un documental que la marca realizó (y que se encuentra hoy en su canal de YouTube), como “un colaborador que nunca se cansa y al que las ideas nunca se le acaban. Puede darte ideas por siempre”. Ése es un ejemplo que deja claro que la tecnología digital es una herramienta para el conocimiento humano. “En la Unfinished Symphony es muy divertido escuchar cómo hubieran podido ser las cosas. Hoy en día quien se niegue a utilizar la tecnología puede quedar rezagado. Como un fotógrafo que se niega a adoptar la foto digital. Se está perdiendo de un mundo lleno de oportunidades”, concluye Meave.

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El año pasado Huawei creó música a partir del canto que emiten los machos de las ballenas jorobadas para conquistar a las hembras. La Inteligencia Artificial (IA) de la firma china de alta tecnología analizó las vocalizaciones y frecuencias de sus cantos bajo el océano, mediante un hidrófono (que registró el sonido) y un modelo de IA creado por su smartphone Mate 20 Pro. The Frequency of Love, como se llama el proyecto realizado en conjunto con WWF Italia, procesó el sonido en notas musicales: los sonidos se armonizaron y se logró crear una melodía que conquistó al oído humano. La IA explora terrenos cada vez más profundos y los resultados comprueban que el futuro llegó para quedarse. Si bien el binomio de conceptos “inteligencia” y “artificial” hasta hace unos años remitía a la idea apocalíptica de una invasión robótica, ejemplos como éste demuestran que no se trata de otra cosa más que de algoritmos creados para sobrepasar los límites de lo humanamente posible con ayuda de la tecnología. La IA no es un instrumento para reemplazar a la mente humana, sino para enriquecerla. Alfonso Meave, profesor de la carrera de ingeniería en producción musical digital del Tecnológico de Monterrey, comentó en entrevista: “Me parece que la tecnología digital en esta disciplina puede traer grandes resultados, siempre y cuando el uso entre lo tradicional y lo más innovador sea equilibrado”. ¿Qué más se podría hacer con la IA en materia musical? Huawei responde una vez más y demuestra que los límites sólo existen en la mente. El compositor austriaco Franz Peter Schubert murió en 1828 a los 31 años de edad a causa de sífilis (otras versiones afirman que de tifoidea). Seis años antes había comenzado la composición de la Sinfonía No. 8 en Sí menor, que un año más tarde abandonó por causas que se desconocen hasta hoy. Al morir, la partitura pasó a manos de un amigo suyo y no fue sino hasta 1865 que la entregó a Johann von Herbeck, quien en diciembre ese mismo año dirigió el estreno de la obra inconclusa, en Viena. A pesar de haber escrito 13 sinfonías en total, la octava se considera la más importante por lo adelantada a su época. Para los amantes de Schubert era una pena que el mundo no tuviera la oportunidad de disfrutarla en su totalidad... hasta ahora. El pasado febrero de 2019 la Unfinished Symphony fue interpretada de manera completa, sí, completa, en el Cadogan Hall en Londres, y en marzo en el Centro Cultural Roberto Cantoral de la Ciudad de México, dirigida nada menos que por la mexicana Alondra de la Parra. Huawei desarrolló un modelo de IA en el Mate 20 Pro que analizó la métrica, la tonalidad y el timbre de los dos primeros movimientos (una sinfonía se compone de cuatro), y con esa información creó los movimientos tercero y cuarto. Pero eso no fue todo. Meave explica que una sinfonía no puede ser creada exclusivamente por una máquina, por ello se invitó al compositor Lucas Cantor —ganador de dos premios Emmy— para colaborar en la finalización de la sinfonía, usando las ideas musicales que generaba la IA. Cantor concibe a la IA, en un documental que la marca realizó (y que se encuentra hoy en su canal de YouTube), como “un colaborador que nunca se cansa y al que las ideas nunca se le acaban. Puede darte ideas por siempre”. Ése es un ejemplo que deja claro que la tecnología digital es una herramienta para el conocimiento humano. “En la Unfinished Symphony es muy divertido escuchar cómo hubieran podido ser las cosas. Hoy en día quien se niegue a utilizar la tecnología puede quedar rezagado. Como un fotógrafo que se niega a adoptar la foto digital. Se está perdiendo de un mundo lleno de oportunidades”, concluye Meave.

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Hasta hace poco parecía imposible revivir la mente de alguien que murió hace casi 200 años.

El año pasado Huawei creó música a partir del canto que emiten los machos de las ballenas jorobadas para conquistar a las hembras. La Inteligencia Artificial (IA) de la firma china de alta tecnología analizó las vocalizaciones y frecuencias de sus cantos bajo el océano, mediante un hidrófono (que registró el sonido) y un modelo de IA creado por su smartphone Mate 20 Pro. The Frequency of Love, como se llama el proyecto realizado en conjunto con WWF Italia, procesó el sonido en notas musicales: los sonidos se armonizaron y se logró crear una melodía que conquistó al oído humano. La IA explora terrenos cada vez más profundos y los resultados comprueban que el futuro llegó para quedarse. Si bien el binomio de conceptos “inteligencia” y “artificial” hasta hace unos años remitía a la idea apocalíptica de una invasión robótica, ejemplos como éste demuestran que no se trata de otra cosa más que de algoritmos creados para sobrepasar los límites de lo humanamente posible con ayuda de la tecnología. La IA no es un instrumento para reemplazar a la mente humana, sino para enriquecerla. Alfonso Meave, profesor de la carrera de ingeniería en producción musical digital del Tecnológico de Monterrey, comentó en entrevista: “Me parece que la tecnología digital en esta disciplina puede traer grandes resultados, siempre y cuando el uso entre lo tradicional y lo más innovador sea equilibrado”. ¿Qué más se podría hacer con la IA en materia musical? Huawei responde una vez más y demuestra que los límites sólo existen en la mente. El compositor austriaco Franz Peter Schubert murió en 1828 a los 31 años de edad a causa de sífilis (otras versiones afirman que de tifoidea). Seis años antes había comenzado la composición de la Sinfonía No. 8 en Sí menor, que un año más tarde abandonó por causas que se desconocen hasta hoy. Al morir, la partitura pasó a manos de un amigo suyo y no fue sino hasta 1865 que la entregó a Johann von Herbeck, quien en diciembre ese mismo año dirigió el estreno de la obra inconclusa, en Viena. A pesar de haber escrito 13 sinfonías en total, la octava se considera la más importante por lo adelantada a su época. Para los amantes de Schubert era una pena que el mundo no tuviera la oportunidad de disfrutarla en su totalidad... hasta ahora. El pasado febrero de 2019 la Unfinished Symphony fue interpretada de manera completa, sí, completa, en el Cadogan Hall en Londres, y en marzo en el Centro Cultural Roberto Cantoral de la Ciudad de México, dirigida nada menos que por la mexicana Alondra de la Parra. Huawei desarrolló un modelo de IA en el Mate 20 Pro que analizó la métrica, la tonalidad y el timbre de los dos primeros movimientos (una sinfonía se compone de cuatro), y con esa información creó los movimientos tercero y cuarto. Pero eso no fue todo. Meave explica que una sinfonía no puede ser creada exclusivamente por una máquina, por ello se invitó al compositor Lucas Cantor —ganador de dos premios Emmy— para colaborar en la finalización de la sinfonía, usando las ideas musicales que generaba la IA. Cantor concibe a la IA, en un documental que la marca realizó (y que se encuentra hoy en su canal de YouTube), como “un colaborador que nunca se cansa y al que las ideas nunca se le acaban. Puede darte ideas por siempre”. Ése es un ejemplo que deja claro que la tecnología digital es una herramienta para el conocimiento humano. “En la Unfinished Symphony es muy divertido escuchar cómo hubieran podido ser las cosas. Hoy en día quien se niegue a utilizar la tecnología puede quedar rezagado. Como un fotógrafo que se niega a adoptar la foto digital. Se está perdiendo de un mundo lleno de oportunidades”, concluye Meave.

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Schubert 200 años después

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El año pasado Huawei creó música a partir del canto que emiten los machos de las ballenas jorobadas para conquistar a las hembras. La Inteligencia Artificial (IA) de la firma china de alta tecnología analizó las vocalizaciones y frecuencias de sus cantos bajo el océano, mediante un hidrófono (que registró el sonido) y un modelo de IA creado por su smartphone Mate 20 Pro. The Frequency of Love, como se llama el proyecto realizado en conjunto con WWF Italia, procesó el sonido en notas musicales: los sonidos se armonizaron y se logró crear una melodía que conquistó al oído humano. La IA explora terrenos cada vez más profundos y los resultados comprueban que el futuro llegó para quedarse. Si bien el binomio de conceptos “inteligencia” y “artificial” hasta hace unos años remitía a la idea apocalíptica de una invasión robótica, ejemplos como éste demuestran que no se trata de otra cosa más que de algoritmos creados para sobrepasar los límites de lo humanamente posible con ayuda de la tecnología. La IA no es un instrumento para reemplazar a la mente humana, sino para enriquecerla. Alfonso Meave, profesor de la carrera de ingeniería en producción musical digital del Tecnológico de Monterrey, comentó en entrevista: “Me parece que la tecnología digital en esta disciplina puede traer grandes resultados, siempre y cuando el uso entre lo tradicional y lo más innovador sea equilibrado”. ¿Qué más se podría hacer con la IA en materia musical? Huawei responde una vez más y demuestra que los límites sólo existen en la mente. El compositor austriaco Franz Peter Schubert murió en 1828 a los 31 años de edad a causa de sífilis (otras versiones afirman que de tifoidea). Seis años antes había comenzado la composición de la Sinfonía No. 8 en Sí menor, que un año más tarde abandonó por causas que se desconocen hasta hoy. Al morir, la partitura pasó a manos de un amigo suyo y no fue sino hasta 1865 que la entregó a Johann von Herbeck, quien en diciembre ese mismo año dirigió el estreno de la obra inconclusa, en Viena. A pesar de haber escrito 13 sinfonías en total, la octava se considera la más importante por lo adelantada a su época. Para los amantes de Schubert era una pena que el mundo no tuviera la oportunidad de disfrutarla en su totalidad... hasta ahora. El pasado febrero de 2019 la Unfinished Symphony fue interpretada de manera completa, sí, completa, en el Cadogan Hall en Londres, y en marzo en el Centro Cultural Roberto Cantoral de la Ciudad de México, dirigida nada menos que por la mexicana Alondra de la Parra. Huawei desarrolló un modelo de IA en el Mate 20 Pro que analizó la métrica, la tonalidad y el timbre de los dos primeros movimientos (una sinfonía se compone de cuatro), y con esa información creó los movimientos tercero y cuarto. Pero eso no fue todo. Meave explica que una sinfonía no puede ser creada exclusivamente por una máquina, por ello se invitó al compositor Lucas Cantor —ganador de dos premios Emmy— para colaborar en la finalización de la sinfonía, usando las ideas musicales que generaba la IA. Cantor concibe a la IA, en un documental que la marca realizó (y que se encuentra hoy en su canal de YouTube), como “un colaborador que nunca se cansa y al que las ideas nunca se le acaban. Puede darte ideas por siempre”. Ése es un ejemplo que deja claro que la tecnología digital es una herramienta para el conocimiento humano. “En la Unfinished Symphony es muy divertido escuchar cómo hubieran podido ser las cosas. Hoy en día quien se niegue a utilizar la tecnología puede quedar rezagado. Como un fotógrafo que se niega a adoptar la foto digital. Se está perdiendo de un mundo lleno de oportunidades”, concluye Meave.

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El año pasado Huawei creó música a partir del canto que emiten los machos de las ballenas jorobadas para conquistar a las hembras. La Inteligencia Artificial (IA) de la firma china de alta tecnología analizó las vocalizaciones y frecuencias de sus cantos bajo el océano, mediante un hidrófono (que registró el sonido) y un modelo de IA creado por su smartphone Mate 20 Pro. The Frequency of Love, como se llama el proyecto realizado en conjunto con WWF Italia, procesó el sonido en notas musicales: los sonidos se armonizaron y se logró crear una melodía que conquistó al oído humano. La IA explora terrenos cada vez más profundos y los resultados comprueban que el futuro llegó para quedarse. Si bien el binomio de conceptos “inteligencia” y “artificial” hasta hace unos años remitía a la idea apocalíptica de una invasión robótica, ejemplos como éste demuestran que no se trata de otra cosa más que de algoritmos creados para sobrepasar los límites de lo humanamente posible con ayuda de la tecnología. La IA no es un instrumento para reemplazar a la mente humana, sino para enriquecerla. Alfonso Meave, profesor de la carrera de ingeniería en producción musical digital del Tecnológico de Monterrey, comentó en entrevista: “Me parece que la tecnología digital en esta disciplina puede traer grandes resultados, siempre y cuando el uso entre lo tradicional y lo más innovador sea equilibrado”. ¿Qué más se podría hacer con la IA en materia musical? Huawei responde una vez más y demuestra que los límites sólo existen en la mente. El compositor austriaco Franz Peter Schubert murió en 1828 a los 31 años de edad a causa de sífilis (otras versiones afirman que de tifoidea). Seis años antes había comenzado la composición de la Sinfonía No. 8 en Sí menor, que un año más tarde abandonó por causas que se desconocen hasta hoy. Al morir, la partitura pasó a manos de un amigo suyo y no fue sino hasta 1865 que la entregó a Johann von Herbeck, quien en diciembre ese mismo año dirigió el estreno de la obra inconclusa, en Viena. A pesar de haber escrito 13 sinfonías en total, la octava se considera la más importante por lo adelantada a su época. Para los amantes de Schubert era una pena que el mundo no tuviera la oportunidad de disfrutarla en su totalidad... hasta ahora. El pasado febrero de 2019 la Unfinished Symphony fue interpretada de manera completa, sí, completa, en el Cadogan Hall en Londres, y en marzo en el Centro Cultural Roberto Cantoral de la Ciudad de México, dirigida nada menos que por la mexicana Alondra de la Parra. Huawei desarrolló un modelo de IA en el Mate 20 Pro que analizó la métrica, la tonalidad y el timbre de los dos primeros movimientos (una sinfonía se compone de cuatro), y con esa información creó los movimientos tercero y cuarto. Pero eso no fue todo. Meave explica que una sinfonía no puede ser creada exclusivamente por una máquina, por ello se invitó al compositor Lucas Cantor —ganador de dos premios Emmy— para colaborar en la finalización de la sinfonía, usando las ideas musicales que generaba la IA. Cantor concibe a la IA, en un documental que la marca realizó (y que se encuentra hoy en su canal de YouTube), como “un colaborador que nunca se cansa y al que las ideas nunca se le acaban. Puede darte ideas por siempre”. Ése es un ejemplo que deja claro que la tecnología digital es una herramienta para el conocimiento humano. “En la Unfinished Symphony es muy divertido escuchar cómo hubieran podido ser las cosas. Hoy en día quien se niegue a utilizar la tecnología puede quedar rezagado. Como un fotógrafo que se niega a adoptar la foto digital. Se está perdiendo de un mundo lleno de oportunidades”, concluye Meave.

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El año pasado Huawei creó música a partir del canto que emiten los machos de las ballenas jorobadas para conquistar a las hembras. La Inteligencia Artificial (IA) de la firma china de alta tecnología analizó las vocalizaciones y frecuencias de sus cantos bajo el océano, mediante un hidrófono (que registró el sonido) y un modelo de IA creado por su smartphone Mate 20 Pro. The Frequency of Love, como se llama el proyecto realizado en conjunto con WWF Italia, procesó el sonido en notas musicales: los sonidos se armonizaron y se logró crear una melodía que conquistó al oído humano. La IA explora terrenos cada vez más profundos y los resultados comprueban que el futuro llegó para quedarse. Si bien el binomio de conceptos “inteligencia” y “artificial” hasta hace unos años remitía a la idea apocalíptica de una invasión robótica, ejemplos como éste demuestran que no se trata de otra cosa más que de algoritmos creados para sobrepasar los límites de lo humanamente posible con ayuda de la tecnología. La IA no es un instrumento para reemplazar a la mente humana, sino para enriquecerla. Alfonso Meave, profesor de la carrera de ingeniería en producción musical digital del Tecnológico de Monterrey, comentó en entrevista: “Me parece que la tecnología digital en esta disciplina puede traer grandes resultados, siempre y cuando el uso entre lo tradicional y lo más innovador sea equilibrado”. ¿Qué más se podría hacer con la IA en materia musical? Huawei responde una vez más y demuestra que los límites sólo existen en la mente. El compositor austriaco Franz Peter Schubert murió en 1828 a los 31 años de edad a causa de sífilis (otras versiones afirman que de tifoidea). Seis años antes había comenzado la composición de la Sinfonía No. 8 en Sí menor, que un año más tarde abandonó por causas que se desconocen hasta hoy. Al morir, la partitura pasó a manos de un amigo suyo y no fue sino hasta 1865 que la entregó a Johann von Herbeck, quien en diciembre ese mismo año dirigió el estreno de la obra inconclusa, en Viena. A pesar de haber escrito 13 sinfonías en total, la octava se considera la más importante por lo adelantada a su época. Para los amantes de Schubert era una pena que el mundo no tuviera la oportunidad de disfrutarla en su totalidad... hasta ahora. El pasado febrero de 2019 la Unfinished Symphony fue interpretada de manera completa, sí, completa, en el Cadogan Hall en Londres, y en marzo en el Centro Cultural Roberto Cantoral de la Ciudad de México, dirigida nada menos que por la mexicana Alondra de la Parra. Huawei desarrolló un modelo de IA en el Mate 20 Pro que analizó la métrica, la tonalidad y el timbre de los dos primeros movimientos (una sinfonía se compone de cuatro), y con esa información creó los movimientos tercero y cuarto. Pero eso no fue todo. Meave explica que una sinfonía no puede ser creada exclusivamente por una máquina, por ello se invitó al compositor Lucas Cantor —ganador de dos premios Emmy— para colaborar en la finalización de la sinfonía, usando las ideas musicales que generaba la IA. Cantor concibe a la IA, en un documental que la marca realizó (y que se encuentra hoy en su canal de YouTube), como “un colaborador que nunca se cansa y al que las ideas nunca se le acaban. Puede darte ideas por siempre”. Ése es un ejemplo que deja claro que la tecnología digital es una herramienta para el conocimiento humano. “En la Unfinished Symphony es muy divertido escuchar cómo hubieran podido ser las cosas. Hoy en día quien se niegue a utilizar la tecnología puede quedar rezagado. Como un fotógrafo que se niega a adoptar la foto digital. Se está perdiendo de un mundo lleno de oportunidades”, concluye Meave.

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