Tiziana Ulian

Tiziana Ulian

05
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09
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19
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Tiempo de Lectura: 00 min

Pasión por las plantas

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Ser científica a veces podría implicar estar inmersa en una sala de investigación por varios días sin poder ver a nadie más. Pese a que ésa es la percepción que se tiene de quienes se dedican a la ciencia, para la italiana Tiziana Ulian (1972) es todo lo contrario: si algo le apasiona más que las plantas, es interactuar con las personas. La luz de las tres de la tarde en Sussex, Inglaterra, alumbra en su totalidad la oficina de esta mujer dedicada a la preservación de plantas y semillas en el mundo. Aunque dice que desde su ventana observa mucha vegetación, la cámara de Skype captura sólo dos infértiles monitores negros, y dos libreros detrás con libros y frascos etiquetados. Ella trabaja en esta oficina desde hace quince años, cuando se convirtió en investigadora del Royal Botanic Gardens de Kew, un centro global para el conocimiento de plantas y hongos. “Las plantas siempre han sido mi pasión desde pequeña. Como crecí en el campo de Italia y tenía mucho contacto con la naturaleza, solía recolectar flores que a veces le daba a mi madre, o recolectaba plantas comestibles y medicinales con mi padre”, dice Ulian en entrevista. “Eso fue lo que me interesó, las plantas y sus usos, porque una vez que sabes de ellas, te nacen las ganas de conservarlas”.Para Ulian, México es un lugar maravilloso para los botanistas porque es el paraíso en vegetación; y su diversidad cultural ha generado un gran conocimiento sobre la utilidad de las especies. Hay casi 23 mil en este país y la mitad son endémicas. Casi 10% de las semillas de esas especies ya se conservan en el Banco de Semillas del Milenio, en el Reino Unido, donde ella ingresó en 2007 en el programa de Latinoamérica para incrementar la conservación vegetal y sustentable en la región. Estudió Ciencias Ambientales en la Università Ca’ Foscari de Venecia, Italia, y de ahí fue a parar a la Ecología Vegetal en la Universidad de Greenwich. En esa institución concluyó su doctorado en Biología de la Conservación —con una tesis sobre la vegetación en los Andes de Venezuela—, con el que hizo una conexión duradera con Latinoamérica.“Mi trabajo es mostrar el valor y diversidad de las plantas comestibles o medicinales. Así como crear conciencia sobre su uso, más allá del nivel local o nacional”, acota Ulian. El 80% de las calorías que los humanos consumen al día provienen de las plantas pero sólo de 12 especies. Por ello, ella quiere que se sepa que hay muchas más que sólo se consumen a nivel comunitario en ciertos países, en un contexto en el que la humanidad necesita una seguridad alimentaria. Sueña con la posibilidad de que las semillas puedan diversificarse en todas partes del mundo. “La gente entiende más la extinción de los animales porque la vinculan con los dinosaurios y porque son más fáciles de identificar, como los pandas o jaguares. Pero las plantas están hasta en lo que vestimos”, dice y señala su vestimenta al recordarnos que el algodón también es una planta. “Cuando viajamos, lo primero que observamos son plantas. Gracias a ellas podemos respirar”, añade. Ulian vive fascinada por la interacción que se da entre las comunidades y la vegetación. En México, junto con la unam y el Royal Botanic Gardens, trabajó en proyectos de conservación de especies de árboles endémicos, que son protegidos y parte del sustento de las comunidades rurales. Para 2021 planea concluir un programa de reforestación de árboles nativos en Veracruz. Programas similares lideró en República Dominicana y en Mozambique, con los que se dedicó a la conservación de un desarrollo sustentable.En esas comunidades, Ulian ha encontrado a las mujeres como parte de un rol clave para la seguridad alimentaria. Porque son ellas, las madres de familia o las abuelas, quienes recolectan las plantas para sus hogares, y son las que reúnen y transmiten el conocimiento de generación en generación. “Las cosas están cambiando. Si tú ves a los primeros botanistas, la mayoría de ellos eran hombres. Todos los exploradores. Y si ahora ves las estadísticas, la mayoría de las biólogas somos mujeres”, dice. Tiziana Ulian intercala el español con el inglés para explicar en entrevista que detrás de ella, en su librero, tiene muestras de semillas en recipientes transparentes con etiquetas. Se levanta rápidamente para mostrar a la cámara las semillas mexicanas que conserva. Y también señala una botella vacía de mezcal.“¡No es que beba aquí! Es una muestra para decir que el tequila y el mezcal se producen desde las plantas. ¡La gente no se da cuenta a veces!”, comenta, orgullosa y risueña con la botella de mezcal entre sus manos, sobre los magueyes que describió el mismísimo Carl von Linné en 1753.

Collage de R.R., basado en la fotografía de Mark Winwood

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Ser científica a veces podría implicar estar inmersa en una sala de investigación por varios días sin poder ver a nadie más. Pese a que ésa es la percepción que se tiene de quienes se dedican a la ciencia, para la italiana Tiziana Ulian (1972) es todo lo contrario: si algo le apasiona más que las plantas, es interactuar con las personas. La luz de las tres de la tarde en Sussex, Inglaterra, alumbra en su totalidad la oficina de esta mujer dedicada a la preservación de plantas y semillas en el mundo. Aunque dice que desde su ventana observa mucha vegetación, la cámara de Skype captura sólo dos infértiles monitores negros, y dos libreros detrás con libros y frascos etiquetados. Ella trabaja en esta oficina desde hace quince años, cuando se convirtió en investigadora del Royal Botanic Gardens de Kew, un centro global para el conocimiento de plantas y hongos. “Las plantas siempre han sido mi pasión desde pequeña. Como crecí en el campo de Italia y tenía mucho contacto con la naturaleza, solía recolectar flores que a veces le daba a mi madre, o recolectaba plantas comestibles y medicinales con mi padre”, dice Ulian en entrevista. “Eso fue lo que me interesó, las plantas y sus usos, porque una vez que sabes de ellas, te nacen las ganas de conservarlas”.Para Ulian, México es un lugar maravilloso para los botanistas porque es el paraíso en vegetación; y su diversidad cultural ha generado un gran conocimiento sobre la utilidad de las especies. Hay casi 23 mil en este país y la mitad son endémicas. Casi 10% de las semillas de esas especies ya se conservan en el Banco de Semillas del Milenio, en el Reino Unido, donde ella ingresó en 2007 en el programa de Latinoamérica para incrementar la conservación vegetal y sustentable en la región. Estudió Ciencias Ambientales en la Università Ca’ Foscari de Venecia, Italia, y de ahí fue a parar a la Ecología Vegetal en la Universidad de Greenwich. En esa institución concluyó su doctorado en Biología de la Conservación —con una tesis sobre la vegetación en los Andes de Venezuela—, con el que hizo una conexión duradera con Latinoamérica.“Mi trabajo es mostrar el valor y diversidad de las plantas comestibles o medicinales. Así como crear conciencia sobre su uso, más allá del nivel local o nacional”, acota Ulian. El 80% de las calorías que los humanos consumen al día provienen de las plantas pero sólo de 12 especies. Por ello, ella quiere que se sepa que hay muchas más que sólo se consumen a nivel comunitario en ciertos países, en un contexto en el que la humanidad necesita una seguridad alimentaria. Sueña con la posibilidad de que las semillas puedan diversificarse en todas partes del mundo. “La gente entiende más la extinción de los animales porque la vinculan con los dinosaurios y porque son más fáciles de identificar, como los pandas o jaguares. Pero las plantas están hasta en lo que vestimos”, dice y señala su vestimenta al recordarnos que el algodón también es una planta. “Cuando viajamos, lo primero que observamos son plantas. Gracias a ellas podemos respirar”, añade. Ulian vive fascinada por la interacción que se da entre las comunidades y la vegetación. En México, junto con la unam y el Royal Botanic Gardens, trabajó en proyectos de conservación de especies de árboles endémicos, que son protegidos y parte del sustento de las comunidades rurales. Para 2021 planea concluir un programa de reforestación de árboles nativos en Veracruz. Programas similares lideró en República Dominicana y en Mozambique, con los que se dedicó a la conservación de un desarrollo sustentable.En esas comunidades, Ulian ha encontrado a las mujeres como parte de un rol clave para la seguridad alimentaria. Porque son ellas, las madres de familia o las abuelas, quienes recolectan las plantas para sus hogares, y son las que reúnen y transmiten el conocimiento de generación en generación. “Las cosas están cambiando. Si tú ves a los primeros botanistas, la mayoría de ellos eran hombres. Todos los exploradores. Y si ahora ves las estadísticas, la mayoría de las biólogas somos mujeres”, dice. Tiziana Ulian intercala el español con el inglés para explicar en entrevista que detrás de ella, en su librero, tiene muestras de semillas en recipientes transparentes con etiquetas. Se levanta rápidamente para mostrar a la cámara las semillas mexicanas que conserva. Y también señala una botella vacía de mezcal.“¡No es que beba aquí! Es una muestra para decir que el tequila y el mezcal se producen desde las plantas. ¡La gente no se da cuenta a veces!”, comenta, orgullosa y risueña con la botella de mezcal entre sus manos, sobre los magueyes que describió el mismísimo Carl von Linné en 1753.

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Ser científica a veces podría implicar estar inmersa en una sala de investigación por varios días sin poder ver a nadie más. Pese a que ésa es la percepción que se tiene de quienes se dedican a la ciencia, para la italiana Tiziana Ulian (1972) es todo lo contrario: si algo le apasiona más que las plantas, es interactuar con las personas. La luz de las tres de la tarde en Sussex, Inglaterra, alumbra en su totalidad la oficina de esta mujer dedicada a la preservación de plantas y semillas en el mundo. Aunque dice que desde su ventana observa mucha vegetación, la cámara de Skype captura sólo dos infértiles monitores negros, y dos libreros detrás con libros y frascos etiquetados. Ella trabaja en esta oficina desde hace quince años, cuando se convirtió en investigadora del Royal Botanic Gardens de Kew, un centro global para el conocimiento de plantas y hongos. “Las plantas siempre han sido mi pasión desde pequeña. Como crecí en el campo de Italia y tenía mucho contacto con la naturaleza, solía recolectar flores que a veces le daba a mi madre, o recolectaba plantas comestibles y medicinales con mi padre”, dice Ulian en entrevista. “Eso fue lo que me interesó, las plantas y sus usos, porque una vez que sabes de ellas, te nacen las ganas de conservarlas”.Para Ulian, México es un lugar maravilloso para los botanistas porque es el paraíso en vegetación; y su diversidad cultural ha generado un gran conocimiento sobre la utilidad de las especies. Hay casi 23 mil en este país y la mitad son endémicas. Casi 10% de las semillas de esas especies ya se conservan en el Banco de Semillas del Milenio, en el Reino Unido, donde ella ingresó en 2007 en el programa de Latinoamérica para incrementar la conservación vegetal y sustentable en la región. Estudió Ciencias Ambientales en la Università Ca’ Foscari de Venecia, Italia, y de ahí fue a parar a la Ecología Vegetal en la Universidad de Greenwich. En esa institución concluyó su doctorado en Biología de la Conservación —con una tesis sobre la vegetación en los Andes de Venezuela—, con el que hizo una conexión duradera con Latinoamérica.“Mi trabajo es mostrar el valor y diversidad de las plantas comestibles o medicinales. Así como crear conciencia sobre su uso, más allá del nivel local o nacional”, acota Ulian. El 80% de las calorías que los humanos consumen al día provienen de las plantas pero sólo de 12 especies. Por ello, ella quiere que se sepa que hay muchas más que sólo se consumen a nivel comunitario en ciertos países, en un contexto en el que la humanidad necesita una seguridad alimentaria. Sueña con la posibilidad de que las semillas puedan diversificarse en todas partes del mundo. “La gente entiende más la extinción de los animales porque la vinculan con los dinosaurios y porque son más fáciles de identificar, como los pandas o jaguares. Pero las plantas están hasta en lo que vestimos”, dice y señala su vestimenta al recordarnos que el algodón también es una planta. “Cuando viajamos, lo primero que observamos son plantas. Gracias a ellas podemos respirar”, añade. Ulian vive fascinada por la interacción que se da entre las comunidades y la vegetación. En México, junto con la unam y el Royal Botanic Gardens, trabajó en proyectos de conservación de especies de árboles endémicos, que son protegidos y parte del sustento de las comunidades rurales. Para 2021 planea concluir un programa de reforestación de árboles nativos en Veracruz. Programas similares lideró en República Dominicana y en Mozambique, con los que se dedicó a la conservación de un desarrollo sustentable.En esas comunidades, Ulian ha encontrado a las mujeres como parte de un rol clave para la seguridad alimentaria. Porque son ellas, las madres de familia o las abuelas, quienes recolectan las plantas para sus hogares, y son las que reúnen y transmiten el conocimiento de generación en generación. “Las cosas están cambiando. Si tú ves a los primeros botanistas, la mayoría de ellos eran hombres. Todos los exploradores. Y si ahora ves las estadísticas, la mayoría de las biólogas somos mujeres”, dice. Tiziana Ulian intercala el español con el inglés para explicar en entrevista que detrás de ella, en su librero, tiene muestras de semillas en recipientes transparentes con etiquetas. Se levanta rápidamente para mostrar a la cámara las semillas mexicanas que conserva. Y también señala una botella vacía de mezcal.“¡No es que beba aquí! Es una muestra para decir que el tequila y el mezcal se producen desde las plantas. ¡La gente no se da cuenta a veces!”, comenta, orgullosa y risueña con la botella de mezcal entre sus manos, sobre los magueyes que describió el mismísimo Carl von Linné en 1753.

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Ser científica a veces podría implicar estar inmersa en una sala de investigación por varios días sin poder ver a nadie más. Pese a que ésa es la percepción que se tiene de quienes se dedican a la ciencia, para la italiana Tiziana Ulian (1972) es todo lo contrario: si algo le apasiona más que las plantas, es interactuar con las personas. La luz de las tres de la tarde en Sussex, Inglaterra, alumbra en su totalidad la oficina de esta mujer dedicada a la preservación de plantas y semillas en el mundo. Aunque dice que desde su ventana observa mucha vegetación, la cámara de Skype captura sólo dos infértiles monitores negros, y dos libreros detrás con libros y frascos etiquetados. Ella trabaja en esta oficina desde hace quince años, cuando se convirtió en investigadora del Royal Botanic Gardens de Kew, un centro global para el conocimiento de plantas y hongos. “Las plantas siempre han sido mi pasión desde pequeña. Como crecí en el campo de Italia y tenía mucho contacto con la naturaleza, solía recolectar flores que a veces le daba a mi madre, o recolectaba plantas comestibles y medicinales con mi padre”, dice Ulian en entrevista. “Eso fue lo que me interesó, las plantas y sus usos, porque una vez que sabes de ellas, te nacen las ganas de conservarlas”.Para Ulian, México es un lugar maravilloso para los botanistas porque es el paraíso en vegetación; y su diversidad cultural ha generado un gran conocimiento sobre la utilidad de las especies. Hay casi 23 mil en este país y la mitad son endémicas. Casi 10% de las semillas de esas especies ya se conservan en el Banco de Semillas del Milenio, en el Reino Unido, donde ella ingresó en 2007 en el programa de Latinoamérica para incrementar la conservación vegetal y sustentable en la región. Estudió Ciencias Ambientales en la Università Ca’ Foscari de Venecia, Italia, y de ahí fue a parar a la Ecología Vegetal en la Universidad de Greenwich. En esa institución concluyó su doctorado en Biología de la Conservación —con una tesis sobre la vegetación en los Andes de Venezuela—, con el que hizo una conexión duradera con Latinoamérica.“Mi trabajo es mostrar el valor y diversidad de las plantas comestibles o medicinales. Así como crear conciencia sobre su uso, más allá del nivel local o nacional”, acota Ulian. El 80% de las calorías que los humanos consumen al día provienen de las plantas pero sólo de 12 especies. Por ello, ella quiere que se sepa que hay muchas más que sólo se consumen a nivel comunitario en ciertos países, en un contexto en el que la humanidad necesita una seguridad alimentaria. Sueña con la posibilidad de que las semillas puedan diversificarse en todas partes del mundo. “La gente entiende más la extinción de los animales porque la vinculan con los dinosaurios y porque son más fáciles de identificar, como los pandas o jaguares. Pero las plantas están hasta en lo que vestimos”, dice y señala su vestimenta al recordarnos que el algodón también es una planta. “Cuando viajamos, lo primero que observamos son plantas. Gracias a ellas podemos respirar”, añade. Ulian vive fascinada por la interacción que se da entre las comunidades y la vegetación. En México, junto con la unam y el Royal Botanic Gardens, trabajó en proyectos de conservación de especies de árboles endémicos, que son protegidos y parte del sustento de las comunidades rurales. Para 2021 planea concluir un programa de reforestación de árboles nativos en Veracruz. Programas similares lideró en República Dominicana y en Mozambique, con los que se dedicó a la conservación de un desarrollo sustentable.En esas comunidades, Ulian ha encontrado a las mujeres como parte de un rol clave para la seguridad alimentaria. Porque son ellas, las madres de familia o las abuelas, quienes recolectan las plantas para sus hogares, y son las que reúnen y transmiten el conocimiento de generación en generación. “Las cosas están cambiando. Si tú ves a los primeros botanistas, la mayoría de ellos eran hombres. Todos los exploradores. Y si ahora ves las estadísticas, la mayoría de las biólogas somos mujeres”, dice. Tiziana Ulian intercala el español con el inglés para explicar en entrevista que detrás de ella, en su librero, tiene muestras de semillas en recipientes transparentes con etiquetas. Se levanta rápidamente para mostrar a la cámara las semillas mexicanas que conserva. Y también señala una botella vacía de mezcal.“¡No es que beba aquí! Es una muestra para decir que el tequila y el mezcal se producen desde las plantas. ¡La gente no se da cuenta a veces!”, comenta, orgullosa y risueña con la botella de mezcal entre sus manos, sobre los magueyes que describió el mismísimo Carl von Linné en 1753.

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Ser científica a veces podría implicar estar inmersa en una sala de investigación por varios días sin poder ver a nadie más. Pese a que ésa es la percepción que se tiene de quienes se dedican a la ciencia, para la italiana Tiziana Ulian (1972) es todo lo contrario: si algo le apasiona más que las plantas, es interactuar con las personas. La luz de las tres de la tarde en Sussex, Inglaterra, alumbra en su totalidad la oficina de esta mujer dedicada a la preservación de plantas y semillas en el mundo. Aunque dice que desde su ventana observa mucha vegetación, la cámara de Skype captura sólo dos infértiles monitores negros, y dos libreros detrás con libros y frascos etiquetados. Ella trabaja en esta oficina desde hace quince años, cuando se convirtió en investigadora del Royal Botanic Gardens de Kew, un centro global para el conocimiento de plantas y hongos. “Las plantas siempre han sido mi pasión desde pequeña. Como crecí en el campo de Italia y tenía mucho contacto con la naturaleza, solía recolectar flores que a veces le daba a mi madre, o recolectaba plantas comestibles y medicinales con mi padre”, dice Ulian en entrevista. “Eso fue lo que me interesó, las plantas y sus usos, porque una vez que sabes de ellas, te nacen las ganas de conservarlas”.Para Ulian, México es un lugar maravilloso para los botanistas porque es el paraíso en vegetación; y su diversidad cultural ha generado un gran conocimiento sobre la utilidad de las especies. Hay casi 23 mil en este país y la mitad son endémicas. Casi 10% de las semillas de esas especies ya se conservan en el Banco de Semillas del Milenio, en el Reino Unido, donde ella ingresó en 2007 en el programa de Latinoamérica para incrementar la conservación vegetal y sustentable en la región. Estudió Ciencias Ambientales en la Università Ca’ Foscari de Venecia, Italia, y de ahí fue a parar a la Ecología Vegetal en la Universidad de Greenwich. En esa institución concluyó su doctorado en Biología de la Conservación —con una tesis sobre la vegetación en los Andes de Venezuela—, con el que hizo una conexión duradera con Latinoamérica.“Mi trabajo es mostrar el valor y diversidad de las plantas comestibles o medicinales. Así como crear conciencia sobre su uso, más allá del nivel local o nacional”, acota Ulian. El 80% de las calorías que los humanos consumen al día provienen de las plantas pero sólo de 12 especies. Por ello, ella quiere que se sepa que hay muchas más que sólo se consumen a nivel comunitario en ciertos países, en un contexto en el que la humanidad necesita una seguridad alimentaria. Sueña con la posibilidad de que las semillas puedan diversificarse en todas partes del mundo. “La gente entiende más la extinción de los animales porque la vinculan con los dinosaurios y porque son más fáciles de identificar, como los pandas o jaguares. Pero las plantas están hasta en lo que vestimos”, dice y señala su vestimenta al recordarnos que el algodón también es una planta. “Cuando viajamos, lo primero que observamos son plantas. Gracias a ellas podemos respirar”, añade. Ulian vive fascinada por la interacción que se da entre las comunidades y la vegetación. En México, junto con la unam y el Royal Botanic Gardens, trabajó en proyectos de conservación de especies de árboles endémicos, que son protegidos y parte del sustento de las comunidades rurales. Para 2021 planea concluir un programa de reforestación de árboles nativos en Veracruz. Programas similares lideró en República Dominicana y en Mozambique, con los que se dedicó a la conservación de un desarrollo sustentable.En esas comunidades, Ulian ha encontrado a las mujeres como parte de un rol clave para la seguridad alimentaria. Porque son ellas, las madres de familia o las abuelas, quienes recolectan las plantas para sus hogares, y son las que reúnen y transmiten el conocimiento de generación en generación. “Las cosas están cambiando. Si tú ves a los primeros botanistas, la mayoría de ellos eran hombres. Todos los exploradores. Y si ahora ves las estadísticas, la mayoría de las biólogas somos mujeres”, dice. Tiziana Ulian intercala el español con el inglés para explicar en entrevista que detrás de ella, en su librero, tiene muestras de semillas en recipientes transparentes con etiquetas. Se levanta rápidamente para mostrar a la cámara las semillas mexicanas que conserva. Y también señala una botella vacía de mezcal.“¡No es que beba aquí! Es una muestra para decir que el tequila y el mezcal se producen desde las plantas. ¡La gente no se da cuenta a veces!”, comenta, orgullosa y risueña con la botella de mezcal entre sus manos, sobre los magueyes que describió el mismísimo Carl von Linné en 1753.

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Traducción de

Ser científica a veces podría implicar estar inmersa en una sala de investigación por varios días sin poder ver a nadie más. Pese a que ésa es la percepción que se tiene de quienes se dedican a la ciencia, para la italiana Tiziana Ulian (1972) es todo lo contrario: si algo le apasiona más que las plantas, es interactuar con las personas. La luz de las tres de la tarde en Sussex, Inglaterra, alumbra en su totalidad la oficina de esta mujer dedicada a la preservación de plantas y semillas en el mundo. Aunque dice que desde su ventana observa mucha vegetación, la cámara de Skype captura sólo dos infértiles monitores negros, y dos libreros detrás con libros y frascos etiquetados. Ella trabaja en esta oficina desde hace quince años, cuando se convirtió en investigadora del Royal Botanic Gardens de Kew, un centro global para el conocimiento de plantas y hongos. “Las plantas siempre han sido mi pasión desde pequeña. Como crecí en el campo de Italia y tenía mucho contacto con la naturaleza, solía recolectar flores que a veces le daba a mi madre, o recolectaba plantas comestibles y medicinales con mi padre”, dice Ulian en entrevista. “Eso fue lo que me interesó, las plantas y sus usos, porque una vez que sabes de ellas, te nacen las ganas de conservarlas”.Para Ulian, México es un lugar maravilloso para los botanistas porque es el paraíso en vegetación; y su diversidad cultural ha generado un gran conocimiento sobre la utilidad de las especies. Hay casi 23 mil en este país y la mitad son endémicas. Casi 10% de las semillas de esas especies ya se conservan en el Banco de Semillas del Milenio, en el Reino Unido, donde ella ingresó en 2007 en el programa de Latinoamérica para incrementar la conservación vegetal y sustentable en la región. Estudió Ciencias Ambientales en la Università Ca’ Foscari de Venecia, Italia, y de ahí fue a parar a la Ecología Vegetal en la Universidad de Greenwich. En esa institución concluyó su doctorado en Biología de la Conservación —con una tesis sobre la vegetación en los Andes de Venezuela—, con el que hizo una conexión duradera con Latinoamérica.“Mi trabajo es mostrar el valor y diversidad de las plantas comestibles o medicinales. Así como crear conciencia sobre su uso, más allá del nivel local o nacional”, acota Ulian. El 80% de las calorías que los humanos consumen al día provienen de las plantas pero sólo de 12 especies. Por ello, ella quiere que se sepa que hay muchas más que sólo se consumen a nivel comunitario en ciertos países, en un contexto en el que la humanidad necesita una seguridad alimentaria. Sueña con la posibilidad de que las semillas puedan diversificarse en todas partes del mundo. “La gente entiende más la extinción de los animales porque la vinculan con los dinosaurios y porque son más fáciles de identificar, como los pandas o jaguares. Pero las plantas están hasta en lo que vestimos”, dice y señala su vestimenta al recordarnos que el algodón también es una planta. “Cuando viajamos, lo primero que observamos son plantas. Gracias a ellas podemos respirar”, añade. Ulian vive fascinada por la interacción que se da entre las comunidades y la vegetación. En México, junto con la unam y el Royal Botanic Gardens, trabajó en proyectos de conservación de especies de árboles endémicos, que son protegidos y parte del sustento de las comunidades rurales. Para 2021 planea concluir un programa de reforestación de árboles nativos en Veracruz. Programas similares lideró en República Dominicana y en Mozambique, con los que se dedicó a la conservación de un desarrollo sustentable.En esas comunidades, Ulian ha encontrado a las mujeres como parte de un rol clave para la seguridad alimentaria. Porque son ellas, las madres de familia o las abuelas, quienes recolectan las plantas para sus hogares, y son las que reúnen y transmiten el conocimiento de generación en generación. “Las cosas están cambiando. Si tú ves a los primeros botanistas, la mayoría de ellos eran hombres. Todos los exploradores. Y si ahora ves las estadísticas, la mayoría de las biólogas somos mujeres”, dice. Tiziana Ulian intercala el español con el inglés para explicar en entrevista que detrás de ella, en su librero, tiene muestras de semillas en recipientes transparentes con etiquetas. Se levanta rápidamente para mostrar a la cámara las semillas mexicanas que conserva. Y también señala una botella vacía de mezcal.“¡No es que beba aquí! Es una muestra para decir que el tequila y el mezcal se producen desde las plantas. ¡La gente no se da cuenta a veces!”, comenta, orgullosa y risueña con la botella de mezcal entre sus manos, sobre los magueyes que describió el mismísimo Carl von Linné en 1753.

Collage de R.R., basado en la fotografía de Mark Winwood

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Pasión por las plantas

Ser científica a veces podría implicar estar inmersa en una sala de investigación por varios días sin poder ver a nadie más. Pese a que ésa es la percepción que se tiene de quienes se dedican a la ciencia, para la italiana Tiziana Ulian (1972) es todo lo contrario: si algo le apasiona más que las plantas, es interactuar con las personas. La luz de las tres de la tarde en Sussex, Inglaterra, alumbra en su totalidad la oficina de esta mujer dedicada a la preservación de plantas y semillas en el mundo. Aunque dice que desde su ventana observa mucha vegetación, la cámara de Skype captura sólo dos infértiles monitores negros, y dos libreros detrás con libros y frascos etiquetados. Ella trabaja en esta oficina desde hace quince años, cuando se convirtió en investigadora del Royal Botanic Gardens de Kew, un centro global para el conocimiento de plantas y hongos. “Las plantas siempre han sido mi pasión desde pequeña. Como crecí en el campo de Italia y tenía mucho contacto con la naturaleza, solía recolectar flores que a veces le daba a mi madre, o recolectaba plantas comestibles y medicinales con mi padre”, dice Ulian en entrevista. “Eso fue lo que me interesó, las plantas y sus usos, porque una vez que sabes de ellas, te nacen las ganas de conservarlas”.Para Ulian, México es un lugar maravilloso para los botanistas porque es el paraíso en vegetación; y su diversidad cultural ha generado un gran conocimiento sobre la utilidad de las especies. Hay casi 23 mil en este país y la mitad son endémicas. Casi 10% de las semillas de esas especies ya se conservan en el Banco de Semillas del Milenio, en el Reino Unido, donde ella ingresó en 2007 en el programa de Latinoamérica para incrementar la conservación vegetal y sustentable en la región. Estudió Ciencias Ambientales en la Università Ca’ Foscari de Venecia, Italia, y de ahí fue a parar a la Ecología Vegetal en la Universidad de Greenwich. En esa institución concluyó su doctorado en Biología de la Conservación —con una tesis sobre la vegetación en los Andes de Venezuela—, con el que hizo una conexión duradera con Latinoamérica.“Mi trabajo es mostrar el valor y diversidad de las plantas comestibles o medicinales. Así como crear conciencia sobre su uso, más allá del nivel local o nacional”, acota Ulian. El 80% de las calorías que los humanos consumen al día provienen de las plantas pero sólo de 12 especies. Por ello, ella quiere que se sepa que hay muchas más que sólo se consumen a nivel comunitario en ciertos países, en un contexto en el que la humanidad necesita una seguridad alimentaria. Sueña con la posibilidad de que las semillas puedan diversificarse en todas partes del mundo. “La gente entiende más la extinción de los animales porque la vinculan con los dinosaurios y porque son más fáciles de identificar, como los pandas o jaguares. Pero las plantas están hasta en lo que vestimos”, dice y señala su vestimenta al recordarnos que el algodón también es una planta. “Cuando viajamos, lo primero que observamos son plantas. Gracias a ellas podemos respirar”, añade. Ulian vive fascinada por la interacción que se da entre las comunidades y la vegetación. En México, junto con la unam y el Royal Botanic Gardens, trabajó en proyectos de conservación de especies de árboles endémicos, que son protegidos y parte del sustento de las comunidades rurales. Para 2021 planea concluir un programa de reforestación de árboles nativos en Veracruz. Programas similares lideró en República Dominicana y en Mozambique, con los que se dedicó a la conservación de un desarrollo sustentable.En esas comunidades, Ulian ha encontrado a las mujeres como parte de un rol clave para la seguridad alimentaria. Porque son ellas, las madres de familia o las abuelas, quienes recolectan las plantas para sus hogares, y son las que reúnen y transmiten el conocimiento de generación en generación. “Las cosas están cambiando. Si tú ves a los primeros botanistas, la mayoría de ellos eran hombres. Todos los exploradores. Y si ahora ves las estadísticas, la mayoría de las biólogas somos mujeres”, dice. Tiziana Ulian intercala el español con el inglés para explicar en entrevista que detrás de ella, en su librero, tiene muestras de semillas en recipientes transparentes con etiquetas. Se levanta rápidamente para mostrar a la cámara las semillas mexicanas que conserva. Y también señala una botella vacía de mezcal.“¡No es que beba aquí! Es una muestra para decir que el tequila y el mezcal se producen desde las plantas. ¡La gente no se da cuenta a veces!”, comenta, orgullosa y risueña con la botella de mezcal entre sus manos, sobre los magueyes que describió el mismísimo Carl von Linné en 1753.

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Ser científica a veces podría implicar estar inmersa en una sala de investigación por varios días sin poder ver a nadie más. Pese a que ésa es la percepción que se tiene de quienes se dedican a la ciencia, para la italiana Tiziana Ulian (1972) es todo lo contrario: si algo le apasiona más que las plantas, es interactuar con las personas. La luz de las tres de la tarde en Sussex, Inglaterra, alumbra en su totalidad la oficina de esta mujer dedicada a la preservación de plantas y semillas en el mundo. Aunque dice que desde su ventana observa mucha vegetación, la cámara de Skype captura sólo dos infértiles monitores negros, y dos libreros detrás con libros y frascos etiquetados. Ella trabaja en esta oficina desde hace quince años, cuando se convirtió en investigadora del Royal Botanic Gardens de Kew, un centro global para el conocimiento de plantas y hongos. “Las plantas siempre han sido mi pasión desde pequeña. Como crecí en el campo de Italia y tenía mucho contacto con la naturaleza, solía recolectar flores que a veces le daba a mi madre, o recolectaba plantas comestibles y medicinales con mi padre”, dice Ulian en entrevista. “Eso fue lo que me interesó, las plantas y sus usos, porque una vez que sabes de ellas, te nacen las ganas de conservarlas”.Para Ulian, México es un lugar maravilloso para los botanistas porque es el paraíso en vegetación; y su diversidad cultural ha generado un gran conocimiento sobre la utilidad de las especies. Hay casi 23 mil en este país y la mitad son endémicas. Casi 10% de las semillas de esas especies ya se conservan en el Banco de Semillas del Milenio, en el Reino Unido, donde ella ingresó en 2007 en el programa de Latinoamérica para incrementar la conservación vegetal y sustentable en la región. Estudió Ciencias Ambientales en la Università Ca’ Foscari de Venecia, Italia, y de ahí fue a parar a la Ecología Vegetal en la Universidad de Greenwich. En esa institución concluyó su doctorado en Biología de la Conservación —con una tesis sobre la vegetación en los Andes de Venezuela—, con el que hizo una conexión duradera con Latinoamérica.“Mi trabajo es mostrar el valor y diversidad de las plantas comestibles o medicinales. Así como crear conciencia sobre su uso, más allá del nivel local o nacional”, acota Ulian. El 80% de las calorías que los humanos consumen al día provienen de las plantas pero sólo de 12 especies. Por ello, ella quiere que se sepa que hay muchas más que sólo se consumen a nivel comunitario en ciertos países, en un contexto en el que la humanidad necesita una seguridad alimentaria. Sueña con la posibilidad de que las semillas puedan diversificarse en todas partes del mundo. “La gente entiende más la extinción de los animales porque la vinculan con los dinosaurios y porque son más fáciles de identificar, como los pandas o jaguares. Pero las plantas están hasta en lo que vestimos”, dice y señala su vestimenta al recordarnos que el algodón también es una planta. “Cuando viajamos, lo primero que observamos son plantas. Gracias a ellas podemos respirar”, añade. Ulian vive fascinada por la interacción que se da entre las comunidades y la vegetación. En México, junto con la unam y el Royal Botanic Gardens, trabajó en proyectos de conservación de especies de árboles endémicos, que son protegidos y parte del sustento de las comunidades rurales. Para 2021 planea concluir un programa de reforestación de árboles nativos en Veracruz. Programas similares lideró en República Dominicana y en Mozambique, con los que se dedicó a la conservación de un desarrollo sustentable.En esas comunidades, Ulian ha encontrado a las mujeres como parte de un rol clave para la seguridad alimentaria. Porque son ellas, las madres de familia o las abuelas, quienes recolectan las plantas para sus hogares, y son las que reúnen y transmiten el conocimiento de generación en generación. “Las cosas están cambiando. Si tú ves a los primeros botanistas, la mayoría de ellos eran hombres. Todos los exploradores. Y si ahora ves las estadísticas, la mayoría de las biólogas somos mujeres”, dice. Tiziana Ulian intercala el español con el inglés para explicar en entrevista que detrás de ella, en su librero, tiene muestras de semillas en recipientes transparentes con etiquetas. Se levanta rápidamente para mostrar a la cámara las semillas mexicanas que conserva. Y también señala una botella vacía de mezcal.“¡No es que beba aquí! Es una muestra para decir que el tequila y el mezcal se producen desde las plantas. ¡La gente no se da cuenta a veces!”, comenta, orgullosa y risueña con la botella de mezcal entre sus manos, sobre los magueyes que describió el mismísimo Carl von Linné en 1753.

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Ser científica a veces podría implicar estar inmersa en una sala de investigación por varios días sin poder ver a nadie más. Pese a que ésa es la percepción que se tiene de quienes se dedican a la ciencia, para la italiana Tiziana Ulian (1972) es todo lo contrario: si algo le apasiona más que las plantas, es interactuar con las personas. La luz de las tres de la tarde en Sussex, Inglaterra, alumbra en su totalidad la oficina de esta mujer dedicada a la preservación de plantas y semillas en el mundo. Aunque dice que desde su ventana observa mucha vegetación, la cámara de Skype captura sólo dos infértiles monitores negros, y dos libreros detrás con libros y frascos etiquetados. Ella trabaja en esta oficina desde hace quince años, cuando se convirtió en investigadora del Royal Botanic Gardens de Kew, un centro global para el conocimiento de plantas y hongos. “Las plantas siempre han sido mi pasión desde pequeña. Como crecí en el campo de Italia y tenía mucho contacto con la naturaleza, solía recolectar flores que a veces le daba a mi madre, o recolectaba plantas comestibles y medicinales con mi padre”, dice Ulian en entrevista. “Eso fue lo que me interesó, las plantas y sus usos, porque una vez que sabes de ellas, te nacen las ganas de conservarlas”.Para Ulian, México es un lugar maravilloso para los botanistas porque es el paraíso en vegetación; y su diversidad cultural ha generado un gran conocimiento sobre la utilidad de las especies. Hay casi 23 mil en este país y la mitad son endémicas. Casi 10% de las semillas de esas especies ya se conservan en el Banco de Semillas del Milenio, en el Reino Unido, donde ella ingresó en 2007 en el programa de Latinoamérica para incrementar la conservación vegetal y sustentable en la región. Estudió Ciencias Ambientales en la Università Ca’ Foscari de Venecia, Italia, y de ahí fue a parar a la Ecología Vegetal en la Universidad de Greenwich. En esa institución concluyó su doctorado en Biología de la Conservación —con una tesis sobre la vegetación en los Andes de Venezuela—, con el que hizo una conexión duradera con Latinoamérica.“Mi trabajo es mostrar el valor y diversidad de las plantas comestibles o medicinales. Así como crear conciencia sobre su uso, más allá del nivel local o nacional”, acota Ulian. El 80% de las calorías que los humanos consumen al día provienen de las plantas pero sólo de 12 especies. Por ello, ella quiere que se sepa que hay muchas más que sólo se consumen a nivel comunitario en ciertos países, en un contexto en el que la humanidad necesita una seguridad alimentaria. Sueña con la posibilidad de que las semillas puedan diversificarse en todas partes del mundo. “La gente entiende más la extinción de los animales porque la vinculan con los dinosaurios y porque son más fáciles de identificar, como los pandas o jaguares. Pero las plantas están hasta en lo que vestimos”, dice y señala su vestimenta al recordarnos que el algodón también es una planta. “Cuando viajamos, lo primero que observamos son plantas. Gracias a ellas podemos respirar”, añade. Ulian vive fascinada por la interacción que se da entre las comunidades y la vegetación. En México, junto con la unam y el Royal Botanic Gardens, trabajó en proyectos de conservación de especies de árboles endémicos, que son protegidos y parte del sustento de las comunidades rurales. Para 2021 planea concluir un programa de reforestación de árboles nativos en Veracruz. Programas similares lideró en República Dominicana y en Mozambique, con los que se dedicó a la conservación de un desarrollo sustentable.En esas comunidades, Ulian ha encontrado a las mujeres como parte de un rol clave para la seguridad alimentaria. Porque son ellas, las madres de familia o las abuelas, quienes recolectan las plantas para sus hogares, y son las que reúnen y transmiten el conocimiento de generación en generación. “Las cosas están cambiando. Si tú ves a los primeros botanistas, la mayoría de ellos eran hombres. Todos los exploradores. Y si ahora ves las estadísticas, la mayoría de las biólogas somos mujeres”, dice. Tiziana Ulian intercala el español con el inglés para explicar en entrevista que detrás de ella, en su librero, tiene muestras de semillas en recipientes transparentes con etiquetas. Se levanta rápidamente para mostrar a la cámara las semillas mexicanas que conserva. Y también señala una botella vacía de mezcal.“¡No es que beba aquí! Es una muestra para decir que el tequila y el mezcal se producen desde las plantas. ¡La gente no se da cuenta a veces!”, comenta, orgullosa y risueña con la botella de mezcal entre sus manos, sobre los magueyes que describió el mismísimo Carl von Linné en 1753.

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