Una entrevista hecha al padre del periodismo gonzo, Hunter S. Thompson.
Hunter S. Thompson practicó, durante gran parte de su carrera, el periodismo gonzo; un estilo periodístico creado por él mismo en el que el sujeto y el objeto se funden, volviéndose el escritor en un infiltrado en la historia. Dentro de su larga lista de publicaciones, dos han sido tomados como referencia de la complejidad de sus obras.
Fear and Loathing in Las Vegas (Miedo y asco en Las Vegas), publicado en 1971, en el que recuenta cómo perseguía el sueño americano en la capital de los casinos. La publicación de esta pieza derivó a una serie de reportajes con el mismo formato, pero en diferentes locaciones. Después fue adaptada a películas en 1980 y en 1998, la primera protagonizada por Bill Murray y la siguiente por Johnny Depp.
Ángeles del infierno: una extraña y terrible saga es la otra obra representativa de Hunter S. Thompson. En ésta, el periodista se infiltra al grupo de motociclistas que se auto llama Ángeles del Infierno. “Anduvo con ellos y sobrevivió para contarlo: borracheras a tope, drogas a manta, peleas infernales, acoso y paranoia policial y de los lugareños, fiestas al ácido con los Alegres Pillastres de Ken Kesey, encontronazos con los radicales de Berkeley pese a la fallida función mediadora de Allen Ginsberg, que intentó hacerles tomar conciencia política”, se lee en la contrportada del libro publicado por primera vez en 1966.
La editorial Sexto Piso publicó en el 2018 el libro Antigua Sabiduría Gonzo, en el cual Anita Thompson, cónyugue del periodista, recopila una serie de entrevistas que se le hacen a Hunter S. Thompson después de la publicación de Ángeles del infierno: una extraña y terrible saga. “Esta voluminosa selección de entrevistas del autor de Miedo y asco en Las Vegas nos ofrece un retrato fiel y poliédrico del padre del periodismo gonzo”.
Este es un extracto de Antigua Sabiduría Gonzo:
Antigua Sabiduría gonzo: Entrevistas con Hunter S. Thompson
Editado por Anita Thompson
Traducción de Javier Guerrero
ENTREVISTA CON UN PERIODISTA
SOBRE LOS ÁNGELES DEL INFIERNO,
ABC NEWS, 20 DE FEBRERO DE 1967
Periodista: Pasó más de un año con los Ángeles del Infierno. ¿Qué impresión le causaron ciertos individuos?
Hunter S. Thompson: Les proporciona reconocimiento, una sensación de compañerismo, lealtad de grupo y poder. Se juntan y pueden asustar a gente que en condiciones normales los asustaría a ellos. Sobre todo ahora que han recibido una enorme cantidad de atención y publicidad nacional gracias al fiscal general de California,* que hizo un informe oficial sobre ellos. Han salido en portada del Saturday Evening Post, en películas, en este libro […]. Para esta gente no habría ninguna otra forma de conseguir esto sin actuar como el Estrangulador de Boston o Mad Bomber. Es una forma fácil de conseguir lo que no pueden lograr en el mundo cuadriculado. Es toda una subcultura de marginados, fracasados y gente que simplemente no puede con esta sociedad tecnológica automatizada.
Periodista: ¿Cómo describiría una fiesta típica de los Ángeles del Infierno?
H.S.T.: No son lo mismo las grandes –las salidas– que las habituales fiestas de cerveza aquí y allí. En una salida, pueden reunir de 150 a 200 motos o hasta 300 en un parque estatal, por ejemplo. Aparcan las motos creando un gran círculo en torno a una hoguera enorme, en ocasiones de hasta 65 metros de altura. Y compran alrededor de, eh, 100 dólares de cerveza sólo para empezar la tarde. Se beberán cerveza por valor de cientos de dólares en un par de días o tres. En realidad han acabado con las existencias de cerveza de toda una ciudad. Al mismo tiempo, consumen anfetaminas…
Periodista: ¿LSD?
H.S.T.: Bueno, eso viene después. Empiezan con pastillas. Barbitúricos y anfetaminas, todo junto, luego cerveza, más tarde llega el vino y después algo de LSD. Todo se mezcla.
Periodista: Señor Thompson, ¿qué pretende su libro?
H.S.T.: Sólo intento relacionarlos con otra gente, gente como los Ángeles del Infierno que no visten sus colores, como digo yo. Hay miles de perdedores y matones, atracadores y pequeños delincuentes a los que les gustaría recibir la misma atención, pero no la reciben.
Periodista: Para resumir, ¿cómo explicaría qué es un Ángel del Infierno?
H.S.T.: Bueno, tiene entre 20 y 40 años, aunque lo más probable es que le falte poco para los treinta. Habrá abandonado el instituto. Tendrá antecedentes policiales menores: un montón de detenciones y unas cuantas condenas, pero nada serio. Tal vez haya cumplido un año o así en prisión en algún caso por pequeños delitos. Será un fanático de las motos, al- guien obsesionado con ellas prácticamente desde la infancia. Eso lo acerca a los Ángeles del Infierno. Después, se convierte en una especie de criatura del club. Y todo se enrarece cada vez más. Sus antecedentes policiales empezarán a acumularse porque es mucho más visible.
Periodista: Pasó al menos un año conociéndolos y vi- viendo con ellos. ¿Cuáles fueron sus impresiones más vívidas de ellos?
H.S.T.: ¿Impresiones vívidas? Bueno, visualmente, no se me ocurre ninguna otra imagen comparable a esas salidas del Día del Trabajo, cuando reúnen varios centenares de motos en la carretera.
Periodista: ¿Qué es una «salida» exactamente?
H.S.T.: Una salida es una especie de excursión o pícnic gigantesco. Se reúnen en un punto de la ciudad, luego se to- man una especie de vacaciones en la montaña, en la playa o en algún otro lugar, para celebrar todos juntos una gran fiesta de tres o cuatro días. Entonces es cuando de verdad asustan a la gente, porque van todos juntos y visten de la forma más atre- vida que pueden. Van todos borrachos como cubas y tomando pastillas. Es como si un ejército de hunos hubiera entrado en tu ciudad. No necesariamente van a destrozarlo todo, pero se ponen muy locos y son muchos. Por supuesto, la gente del lugar está preocupada y asustada y lleva armas y cierra las puertas y esconden a sus hijas en el sótano. Ese tipo de cosas. Se crea una situación muy tensa. Cualquier nimiedad puede desembocar en un disturbio o en un ataque, y la policía no puede ocuparse de dos o tres centenares de moteros desaforados sin un montón de refuerzos.
Periodista: A veces, en su libro, casi tengo la impresión de que está diciendo que se exagera su notoriedad.
H.S.T.: Sí. Los Ángeles del Infierno no son tan peligrosos ni tan caóticos como parece. Pero si lo dejas ahí y vas diciendo: «No son tan peligrosos, venga, no les hagas caso», entonces te pierdes la esencia de lo que quería decir cuando comentaba que hay miles de otros perdedores que son Ángeles del Infierno con un nombre diferente. Soy mucho más consciente de eso ahora, después de este asunto. Veo Ángeles del Infierno en todas partes y no llevan uniforme. Incluso en Chicago.
Periodista: ¿Esta gente no tiene esperanza? Me refiero a que, después de observarlos durante un año, dice que no pue- den con esta sociedad automatizada, ¿es una causa perdida?
H.S.T.: Bueno, no tienen esperanza en tanto que siguen en los Ángeles del Infierno y es una causa perdida en el sentido que usted comenta. No son casos perdidos dentro del grupo, en la medida en que insisten de una manera tan obvia en ser Ángeles del Infierno. ¿Por qué ibas a contratar a alguien con un pendiente de oro y pelo hasta los hombros que apesta a grasa vieja y barro, con unos antecedentes policiales de varias páginas? No son realmente aptos para buenos trabajos. Pero si decidieran dejarlo y, bueno, afeitarse…
Periodista: ¿Muchos deciden dejarlo?
H.S.T.: Sí. No estoy seguro de cuál es el porcentaje. Hay tres formas de dejar de ser un Ángel del Infierno: una es mo- rir, y muchos mueren; otra es acabar en prisión, y muchos lo hacen; la tercera es dejarlo. Supongo que son más los que lo dejan que los que van a prisión, y que son más los que van a prisión que los que mueren. Pero son las tres salidas que hay.
Periodista: ¿Es complicado dejarlo? ¿Hay represalias por parte del grupo si lo haces?
H.S.T.: Hum… Depende de por qué lo dejes. En ocasiones las hay. Y depende de cuándo lo dejes. Se vuelve cada vez más difícil al cumplir años, porque tienes más antecedentes policiales y tus amigos son más un grupo, un rollo ilegal. Re- cuerdo que uno de ellos dijo que le gustaría dejarlo, pero no tenía amigos en ningún otro sitio. No sabía cómo hacerlo.
Periodista: ¿Qué es lo que normalmente motiva a un hombre a dejarlo?
H.S.T.: Depende de lo inteligente que sea. Si se une a los 21 o así y tiene cabeza, y muchos de ellos tienen la cabeza suficiente para comprender su situación, no sabe cómo actuar al principio; pero cuando piensa en opciones empieza a darse cuenta de que al acercarse a los 30, las está perdiendo todas. Se vuelve cada vez más difícil conseguir un empleo; cuesta encontrar nuevos amigos, resulta más difícil hacer casi cualquier cosa. Así que una vez que pasas de los 30, más o menos con- firmas que las únicas opciones son la cárcel, un gran accidente en moto o que alguien te pegue un tiro. Los más jóvenes lo dejan.
Periodista: ¿Cuál es la relación entre la moto y la personalidad de los Ángeles del Infierno? ¿Cree que existe alguna?
H.S.T.: Bueno, evidentemente, es como llevar un arma grande, un bazuca, por la calle. Les da una tremenda sensación de poder y libertad. Los hace muy visibles. No puedes pasar por alto a un Ángel del Infierno retumbando por la calle en una de esas chopper, porque ese trasto hace que vibren las ventanas y asusta a los peatones. Así que, sin una moto, sólo será otro gamberro. Es lo que llamaría un «igualador».
Periodista: Ha señalado en el libro que en ocasiones obtienen un placer casi perverso en ser exageradamente amables para echar por tierra su imagen.
H.S.T.: Sí, cuando se encuentran en una situación en la que la gente se encuentra claramente asustada de ellos. Ya han logrado la atención que buscaban, así que no es necesario des- trozar un local, porque es desagradable que te detengan o que alguien se corte. Mientras reciben la atención que están buscando, disfrutan. Disfrutan estableciendo situaciones tensas y viendo a la gente temblar, así que se acercan en plan: «Sí, señor, ¿quiere un poco más de café?». Ese rollo. Se aprovechan de esas cosas.
Periodista: Ha hablado de la inteligencia de los Ángeles del Infierno y dijo que algunos de ellos tenían verdadero sentido común. ¿Diría que ha encontrado genios entre ellos?
H.S.T.: No, a menos que estuvieran tan camuflados que no me di cuenta. Sí te encuentras con gente que es mucho más brillante que la media. Son muy pocos, pero alguno hay. Por ejemplo, uno de los más brillantes de los Ángeles de San Francisco, Kent Reed, no fue a la escuela hasta el tercer grado. Encuentras a algunos con un instinto muy desarrollado para lo que está ocurriendo, pero simplemente lo pasan mal manifestándolo. La mayoría de ellos no son demasiado listos.
Periodista: ¿Se puede sacar alguna conclusión?
H.S.T.: ¿Sobre los Ángeles del Infierno? Sólo que representan un tipo de amenaza creciente que podría denominarse, o no, Ángeles del Infierno. Estas personas se reproducen por todo el país y cuanto más complicada es la maquinaria laboral y más cualificado tienes que ser para conseguir un empleo, más gente va a verse expulsada del mercado laboral. Hay clubes de motos en todas partes, para el caso. Esta gente no va en moto ni lleva chaquetas que dicen «Ángeles del Infierno», pero está por todas partes. Y son muchos más. Puede sacar sus propias conclusiones sobre lo que va a ocurrir cuando lleguemos a cierto nivel. No estoy seguro de qué nivel será.
*En marzo de 1965, el fiscal general de California Thomas C. Lynch publicó un informe de quince páginas sobre las actividades del Club Motociclista Ángeles del Infierno que se distribuyó en los departamentos de policía y ayuntamientos de todo el estado. El llamado «informe Lynch» se basaba en un estudio de diez años de las costumbres y hazañas de los Ángeles del Infierno, e incluía detalles sobre condenas y detenciones por delitos graves y delitos menores cometidos por miembros de la banda motera. [Esta nota pertenece a la edición de Anita Thompson]
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