El segundo aire de Verónica Castro
La actriz y conductora regresa a la televisión después de casi una década de ausencia con “La casa de las flores».
La primera aparición de Verónica Castro en La casa de las flores, la tercera serie original que Netflix produce en nuestro país, es una representación perfecta de lo que pasa cuando la actriz, conductora y cantante entra en cualquier espacio: todo se detiene a su favor.
En la escena, enmarcada en la fiesta de cumpleaños de Ernesto de la Mora (Arturo Ríos), un importante hombre de negocios de la capital mexicana, Castro irrumpe en un escenario, micrófono en mano, para interpretar una singular versión del «Happy Birthday, Mr President», que Marilyn Monroe le cantó a John F. Kennedy en el festejo de su cumpleaños 45. Mientras Virginia de la Mora, interpretada por la actriz mexicana, entona las primeras palabras de la canción, todos los asistentes interrumpen sus actividades para contemplar el espectáculo.
Una situación similar sucede fuera de la ficción, cuando Castro se presenta en cualquier evento, no importa si es en el set de una producción televisiva, el escenario de un teatro o la habitación de un hotel donde periodistas de todo el mundo esperan para platicar con ella un par de minutos. “Es una cosa magnética la de Verónica. Yo le decía, ‘tú no te das cuenta, pero cuando entras, todo se para’”, comenta la actriz Cecilia Suárez durante un evento promocional organizado por Netflix.
Suárez –quien en la serie interpreta a Paulina de la Mora, hija mayor de la familia–, no habla por compromiso cuando dice que el magnetismo de Castro no se contrapone a su sencillez, una de las cualidades que hicieron de la ojiverde una de las figuras más importantes para la televisión mexicana en los ochenta. Esa fue la década en la que protagonizó ocho novelas, incluidas las populares Los ricos también lloran, El derecho de nacer y Rosa salvaje; grabó 12 discos y condujo el late show Mala noche… ¡No!, un programa de televisión con números musicales y entrevistas a personalidades como Luis Miguel, María Félix y Juan Gabriel, con quien alargó la transmisión del programa nocturno hasta la mañana del siguiente día.
Desafortunadamente, un conflicto aún no aclarado con Televisa, empresa a la que dedicó gran parte de su vida artística, la alejó de las pantallas chicas por casi una década. Ahora, en un mundo completamente diferente al que dominó, Castro regresa con un proyecto interesante: un melodrama, similar a los que la hicieron famosa durante las últimas décadas del siglo pasado, producido bajo un nuevo formato y distribuido especialmente por una plataforma de streaming.
Castro regresa a la televisión a casi diez años de su último proyecto, Los exitosos Pérez – Imagen: Javier Ávila / Netflix“Yo quería hacer algo diferente”, explica La Vero, como la conocen sus admiradores, durante un encuentro con la prensa mexicana previo al estreno de la serie. “Quería ver cómo filman en Netflix, ver cómo trabajan, ver cuál es la diferencia del trabajo en la televisión y bueno, mi trabajo es el mismo, pero obviamente la forma de hacerlo es totalmente distinta”, dice.
El reto no era minúsculo. Convencida por Manolo Caro, creador y director de la serie, la actriz debía alejarse de sus roles anteriores e instalarse en el papel de una mujer de clase alta sumamente conservadora a la que le explotan simultáneamente todos los secretos que esconde su familia, hasta entonces, aparentemente perfecta, incluida la infidelidad y paternidad extramarital de su esposo, la bisexualidad de su hijo (interpretado por el joven actor Darío Yázbek) y los apuros económicos a los que sobrevive su negocio, la recargada florería que le da título a la serie.
“Es un poco lo que le pasa a cualquier familia, y me pasa también a mí”, dice Castro reconociendo un paralelismo entre la trama de la serie y su vida. “Pero si yo los críe bien, yo los eduqué bien ¿Por qué me salieron así? ¿Por qué hacen estas cosas? A qué me suena que este muchacho (Julián, el hijo menor de su personaje) que se subió a las redes encuerado, teniendo el sexo, si yo tengo a Cristian, enseñando nalga con el saiote”, cuenta la actriz. Hizo referencia, por un lado, a uno de los episodios centrales de la serie, que involucra la publicación del vídeo sexual de uno de los personajes, y por otro, a la famosa imagen en la que su hijo, el cantante Cristian Castro, posaba semidesnudo en su cuenta de Twitter después de un masaje.
Las risas que desató el comentario entre los periodistas que la rodeaban, puso en evidencia otra de las cualidades de Castro fuera de los escenarios: en pocos minutos, su gracia se había ganado a todos los medios. Para Aislinn Derbez, actriz que encarna a la segunda hija del matrimonio de la Mora (Elena), esto es algo que Castro está acostumbrada a hacer: “Yo estaba asustada, pero ella estaba todo el tiempo en la chorcha, contando chistes, anécdotas, nos contaba hasta sus intimidades. Todo el tiempo nos estaba haciendo reír”.
La actriz entabló una buena relación con Aislinn Derbez, Dario Yázbek (ambos en la foto) y Cecilia Suárez – Imagen: Javier Ávila / NetflixLa relación que la intérprete de «Macumba» entabló con el reparto, especialmente con quienes interpretaban a sus tres hijos, fue uno de los grandes aciertos de la serie, pues permitió que la química entre los cuatro le diera autenticidad a las situaciones más inverosímiles. “Agarré a los hijos como si fueran mis hijos”, señala, “Le sobaba la panza a la canija de Aislinn (embarazada durante la producción) … Mi hijo (Yazbek) fue el consentido porque es súper tierno como persona, muy dulce, y con Luisito de la Rosa (el actor que interpreta a Bruno, único nieto del personaje de Castro) fue igual, me llevé bien con todos”.
Según confiesa, la seriedad que caracteriza a Cecilia Suárez impresionó a Castro durante los primeros días de rodaje: “Me costó trabajo al principio llegar con Ceci”, reconoció. Sin embargo, el trabajo constante con la actriz y la cercanía de sus personajes –Castro como matriarca y Suárez como la hija más cercana y aspirante a heredar su lugar– rompió con cualquier barrera preestablecida, e incluso detonó una cercana amistad. “Ella es muy difícil para sacar una sonrisa, pero dice cada barbaridad. Me hacía reír tanto que le tenía que decir ‘Por favor Cecilia, no digas tantas pendejadas que voy a salirme del cuadriculado’. La amé y nos llevamos súper bien”, cuenta entre risas. Cabe señalar que Suárez, quien reconoce haber crecido viendo a Castro en la televisión, se convertiría tras el estreno de La casa de las flores en uno de los atractivos principales del proyecto, entre otras cosas, gracias al ritmo de voz, atípicamente pausado, de Paulina, su personaje.
Sin embargo, Verónica Castro reconoce que la relación más importante que formó durante la producción fue con el también productor Manolo Caro, a quien la intérprete conocía gracias a la amistad que el responsable de la serie mantenía con uno de sus hijos, Michel. “Ojalá yo hubiera tenido muchos Manolos en mi carrera, porque tiene buen trato, es decente, es suave para dirigir, no le conoces una mala palabra y es muy rápido para solucionar los problemas”, comenta la actriz. También habló de la facilidad que con la que Caro solucionó su negativa a consumir marihuana en pantalla, pues no quiso dar ‘un mal ejemplo al público’ ni hacer una escena de cama con uno de sus coprotagonistas. “Ver que resolvía las cosas tan fácil me daba la oportunidad de no sentirme tan incómoda con el personaje, con todo lo que me estaba pasando. Llegó un momento en el que yo me sentía pez en el agua en La casa de las flores”.
La casa de las flores fue trending topic durante sus primeros seis días de publicación – Imagen: Javier Ávila / NetflixA pesar del éxito popular de la serie, Castro descarta regresar a la historia en una segunda temporada. “Yo creo que con esta fue mi fin. Se acabó esta mujer”, dice después de amenazar con ignorar cualquier invitación a continuar con la historia de Virginia de la Mora, aún si proviene del propio Manolo Caro. “Del personaje, a la chingada. De mí, todo lo que quieran ver. Yo se los doy con mucho gusto”, sentencia.
Entre risas y besos, la actriz sale de la habitación acompañada por un séquito de personas. Así, diecisiete minutos después de su inicio, terminó un memorable encuentro con la mujer que conquistó Latinoamérica y la Rusia comunista con su rostro y simpatía, la mujer que regresó a la televisión aún con el miedo a ser una desconocida para las nuevas generaciones, la mujer que evadió vetos, fracturas y accidentes para permanecer, no solo en la memoria popular, sino en las pantallas de todo el mundo. Quizá Verónica Castro no lo sabe, pero cuando ella se va, todo se detiene otra vez.
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