Tiempo de lectura: 4 minutosUna vez Simone de Beauvoir escribió que “ser libre es querer la libertad de los demás”. En tiempos en los que la libertad parece ser un bien escaso, recordar el trabajo de la filósofa francesa sienta bien.
Beauvoir nació en París el 9 de enero de 1908. Su familia materna era de alcurnia y dinero, reconocida principalmente por el trabajo de su abuelo, Gustave Brasseur, presidente del Banco de la Meuse. Georges Bertrand de Beauvoir, el padre de Simone y Hélène, fue un tiempo abogado pero dedicaba la mayor parte de su energía a la actuación, su pasión.
La familia Beauvoir vivía, hasta después de la Primera Guerra Mundial, en una enorme casona en el parisino Boulevard Raspail. Tras la guerra, el abuelo declaró la bancarrota del banco y de la familia. La madre, Françoise Brasseur, cayó en un estado de vergüenza que la acomplejó el resto de su vida, pues el dote que su padre había prometido, y del cual Georges Bertrand de Beauvoir dependía para mantener sus lujos, había desaparecido.
Durante sus años escolares Simone de Beauvoir destacó académicamente, siempre con los promedios más altos de la clase. En 1925, a sus 17 años, comenzó los estudios superiores en el Instituto Católico de París –una reconocida institución para mujeres de clase privilegiada– donde se dedicaba principalmente a estudios matemáticos y de administración. Sin embargo, desde los 15 años de Beauvoir supo que quería ser escritora, así que complementaba su educación en el Instituto Sainte-Marie de Neuilly, donde indagaba en la formación literaria.
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Simone de Beauvoir / Wikimedia Commons
“Tienes cerebro de hombre”, le decía Georges a Simone, como un halago que siempre debió ser un insulto. En sus memorias remarcó que esta frase, repetida continuamente por su padre, definió el rumbo de sus ideas, dejándola frente al cuestionamiento de cómo se deviene mujer, que tanto –supuestamente– afecta al cerebro.
En 1926, después de haber obtenido certificados de matemáticas generales, literatura y latín, comenzó a estudiar filosofía. En 1929 tenía licenciatura en filosofía con certificaciones en ética y psicología, titulada con una tesina sobre Leibniz, reconocido como el “último genio universal”.
De Beauvoir es reconocida actualmente como una de las grandes fundadoras del feminismo. Sin embargo, su travesía no fue del todo adrede. “Soñaba con consagrar sus días a la vida intelectual, devino feminista en el proceso de su redacción”, relató la activista y escritora española María Ángeles Cabré.
Carmen G. de la Cueva, escritora que en el 2018 publicó la biografía Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir, dijo que la filósofa francesa “fue una mujer capaz de concentrar toda su energía en no deberle nada a nadie más que a sí misma, fijarse unas normas y fines propios y rechazar las convenciones naturales de la mujer: el matrimonio, los hijos, la vida que se espera de nosotras”.
El resultado de esa concentración es la rebeldía, la revolución de los sexos, el origen de los gender studies –título con el que nacieron los estudios de género en Estados Unidos como rama de la sociología– y escritos feministas que se publicaron por primera vez.
Simone de Beauvoir y Jean-Paul Satre / Wikimedia Commons
El segundo sexo, publicado en 1949, vendió 20,000 ejemplares en una semana. La respuesta internacional, por supuesto, fue enormemente negativa, pero Simone de Beauvoir no dejó de recibir cartas de mujeres que agradecían y reflexionaban con ella la idea de que “no se nace mujer, se llega a serlo”. Ahora, de este mismo libro, se han contabilizado, sólo en francés, 1,200,000 ejemplares vendidos.
De Beauvoir es percibida y mostrada como una erudita, como sabia filósofa, existencialista, elevada de la realidad. Pero sus textos son al mismo tiempo carne en fango, palpablemente humanos y están plagados de reflexiones cotidianas. Con una intensidad que sigue siendo necesaria, habla de poligamia, de aborto, de roles de género; de amor, de sexo, de celos, de admiración y de soledad.
Además de ése, El segundo sexo, De Beauvoir publicó siete ensayos más, siete novelas y nueve textos sobre sus memorias. Hizo también una obra de teatro titulada Las bocas inútiles y fundó, junto con Jean-Paul Sartre y otros eruditos, la revista Tiempos Modernos.
Sartre y de Beauvoir se conocieron en 1924; ella 21, él 24. En entrevistas, memorias y otros textos, la polémica pareja fue descrita como un “amor necesario”. Él era ególatra, con complejo de inferioridad disfrazado y una intelectualidad sobresaliente, un niño consentido que sólo se distanció de la burguesía porque se percató de la falsedad intrínseca en el círculo. Ella era una personalidad solitaria, igualmente brillante, estudiosa y con un ferviente deseo de libertad.
El filósofo Manuel Cruz explica su relación como paradigma de libertad y modelo de ruptura con las formas de vida burguesas tradicionales. «Se trataron de usted durante más de 50 años, nunca vivieron juntos, se negaron a contraer matrimonio y tener hijos, y es conocida la liberalidad con la que ambos aceptaban que el otro miembro de la pareja mantuviera relaciones con terceras personas.” El suyo era necesario, los otros eran «amores contingentes».
Pasaron toda su vida juntos, hasta que Sartre murió en 1981. Un año después publicó La Ceremonia del adiós que termina con la frase «Su muerte nos separa. Mi muerte no nos reunirá. Así es; ya es demasiado bello que nuestras vidas hayan podido juntarse durante tanto tiempo». De Beauvoir murió el 14 de abril de 1986, y ahora ella y Sartre comparten tumba en el Cementerio de Montparnasse, en París.
Simone de Beauvoir escribió partiendo de una búsqueda por la libertad propia y en el camino descubrió que la respuesta está en la libertad ajena.