Javier Valdez, Río de Janeiro, María Nieves y Michel Franco
¿De qué va la edición 182 de Gatopardo? El triunfo de Michel Franco en Cannes, la violencia en Río de Janeiro y una emblemática bailarina de tango argentina.
Durante el cierre de esta edición recibimos la escalofriante noticia del asesinato de Javier Valdez. Nos enteramos cómo el periodista fue interceptado por hombres armados a la salida de su oficina, en Culiacán. Fue obligado a bajar de su coche y a arrodillarse en la calle. Finalmente, fue asesinado con sevicia: recibió doce balazos. La cifra tiene un mensaje —nada sutil—, puesto que Valdez cofundó el semanario Ríodoce, desde donde denunciaba los delitos de los narcotraficantes locales.
El crimen se dio en un momento tenso en Culiacán. Por un lado, el estado se prepara para un cambio de gobierno. También hay una confrontación sangrienta en el Cártel de Sinaloa entre los herederos del Chapo Guzmán. Valdez era una figura prominente del periodismo en la zona y, en broma, decía que eso lo blindaba de cualquier atentado. Pero se equivocó: los criminales ya no sólo van por reporteros indefensos. Quieren callar a cualquiera que intente informar.
Valdez es el sexto colega asesinado este año en México. A eso se le suman los cientos de ataques, intimidaciones y amenazas a otros más. Tristemente, este país se ha convertido en uno de los más peligrosos del mundo —sino el más— para ejercer el periodismo. Es asombroso cómo todos estos crímenes quedan en la impunidad. El Estado no tiene el menor interés en esclarecer estos ataques, porque —en muchos casos— es cómplice.
La sociedad mexicana también es cómplice con su silencio y apatía. El asesinato de un periodista ya no genera indignación. Es sólo otra anécdota macabra, otro punto negro en un bosque de horrores. Lo que la gente no parece entender es que cada vez que se silencia a un periodista la sociedad pierde su derecho a estar informada.
Estos crímenes buscan generar miedo y silencio. Por fortuna, el crimen de Javier Valdez ha generado una ola de solidaridad en el gremio. Al día siguiente de su muerte, se empezó a configurar una alianza para tomar medidas urgentes. Durante las próximas semanas se organizarán mesas de discusión y debate que no se deben quedar sólo en eso: es preciso que se instaure un protocolo de protección y que se definan mecanismos de defensa más eficientes.
Los periodistas no debemos quedarnos en los lamentos. Como ocurrió en Colombia en los años ochenta y noventa, no sólo hay que exigirle justicia a las autoridades. Es nuestra obligación seguir contando las historias —cada vez con más rigor—, hay que poner en escena la corrupción, la injusticia y la impunidad. Y hay que presionar a los medios más poderosos para que mejoren las condiciones laborales de sus corresponsales que se arriesgan día a día. Todo el equipo de Gatopardo se une, desde luego, a estos esfuerzos.
Este mes publicamos una crónica de José Luis Pardo y Alejandra S. Inzunza sobre el Complexo do Alemão, uno de los conjuntos de favelas más grandes en Río de Janeiro. La zona era presentada por el gobierno del país como un ejemplo de pacificación que se implementó en la ciudad brasilera. Sin embargo, como muestran los cronistas, la paz tan esperada no ha llegado a las favelas. Casi todos los días hay balaceras y enfrentamientos entre las autoridades y el crimen organizado. Este texto es parte de En Malos Pasos, un proyecto que explora el fenómeno de la violencia en América Latina.
También publicamos el magnífico perfil de María Nieves que escribió Leila Guerriero. Nuestra editora para Latinoamérica explora la vida de una de las bailarinas de tango más emblemáticas de Argentina. Guerriero retrata a esta mujer en un texto con diálogos frenético —que asemejan el ritmo de un baile de Tango— y devela la fragilidad que se esconde detrás de esta estrella.
Por último, nuestro personaje de portada es el talentoso Michel Franco. A pesar de su juventud, este director tiene una sólida carrera y se ha convertido en una de las miradas más relevantes del cine mexicano. Este 2017, Franco estrenará simultáneamente su quinto largometraje, Las hijas de Abril, en Cannes y México. Marcela Vargas muestra en su perfil —acompañado de retratos de Diego Berruecos— a un creador comprometido, que cuenta historias descarnadas y que se ha convertido en una de las figuras a seguir en el cine mexicano.
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