Tiempo de lectura: 5 minutosLos ruidos de las excavadoras se escuchan desde temprano en El Nixticuil, un bosque al norte de la mancha urbana que pierde hectáreas al ritmo imparable de los desarrollos inmobiliarios. Para ir de la periferia al centro y viceversa, las personas navegan por los ríos de autos, autobuses y camiones. En la segunda ciudad más poblada de México (con 5.2 millones de personas en 2020), el nivel de motorización es de 62 vehículos por cada cien habitantes —y la media nacional, veintisiete por cada cien (Inegi, 2019)—. La mayor parte del año el aire es de mala calidad, igual que las aguas periurbanas. En particular, las del río Santiago, en el límite oriente, un cauce de metales pesados que, ahora se sabe, ha enfermado a los residentes de las comunidades aledañas.
En octubre de 2021, la ONU premió a Guadalajara como una de las tres líderes en acción climática en el mundo. La entrega del reconocimiento ocurrió en la Cumbre sobre el Cambio Climático de Glasgow COP26, hasta donde viajó una delegación de funcionarios locales y estatales, que compartió la distinción con los representantes de París, Francia, que ha reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero un 25%, y de Samsø, Dinamarca, una isla que transformó por completo su sistema energético al reemplazar los combustibles fósiles por alternativas renovables.
El mérito de Guadalajara, hasta el momento, es tener un plan: una hoja de ruta ambiciosa donde se detallan los pasos a seguir para mitigar los efectos de la crisis climática y llegar a la carboneutralidad en 2050. Las autoridades internacionales del clima destacan que el Plan de Acción Climática Metropolitano (PACmetro) es el primer instrumento en su tipo, ya que no se limita a establecer lineamientos para el gobierno municipal, sino que incluye a los ocho municipios que conforman el área conurbada: Zapopan, Tonalá, Tlaquepaque, Tlajomulco de Zúñiga, El Salto, Juanacatlán, Zapotlanejo e Ixtlahuacán de los Membrillos.
“El premio resalta la necesidad de tener instrumentos de acción climática a escala regional, reconoce que los esfuerzos tienen que ser en colectivo”, dice en entrevista Mario Silva Rodríguez, director del Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan) del Área Metropolitana de Guadalajara. Este organismo intermunicipal ha sido uno de los actores principales en la elaboración del PACmetro por ser el ente técnico que coordina las políticas territoriales de nueve gobiernos locales y el estatal. A pesar de que en el país hay 74 zonas conurbadas reconocidas por el Inegi, apunta Silva Rodríguez, Jalisco es el único estado donde la coordinación metropolitana es una obligación constitucional desde 2011. Sin embargo, en opinión de Mariano Beret, abogado ambiental y especialista en políticas locales del CIESAS, el reconocimiento de la metrópoli como líder climática es “una cuestión política”, “una estrategia de promoción” para llamar la atención de otras regiones y de los financiadores. “Guadalajara simboliza mucho en términos de una ciudad con la que se podrían identificar otro tipo de desarrollos de gestión metropolitana en países de América Latina o de Asia”.
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El PACmetro, un documento de 836 páginas, se elaboró en el marco de la red global de ciudades por el clima C40, a la que pertenecen urbes como París, Nueva York, Toronto y Río de Janeiro. Guadalajara se unió en 2018 y, al hacerlo, se comprometió a presentar un plan de acción climática. Como ya estaba inserta en una dinámica metropolitana, la alcaldía propuso ampliar la escala de actuación e incluir a toda el área conurbada que, en conjunto, es responsable de la emisión de gases de efecto invernadero. Así es como el Imeplan pasó a asumir el rol de coordinador y lideró el trabajo de los nueve municipios involucrados, con el acompañamiento técnico de los especialistas del C40.
La elaboración de un primer diagnóstico exhaustivo permitió, entre otras cosas, calcular que el área metropolitana de Guadalajara produce 16.1 millones de toneladas de CO2 por año, es decir, 3.3 toneladas por habitante. Las principales fuentes de emisión son el sector energético (43%), el de transporte (39%) y el tratamiento de residuos (18%), por lo que las políticas de mitigación se concentran en éstos. También se hizo un análisis de riesgos climáticos —incendios, inundaciones, olas de calor y migraciones masivas— en el que se consideran diversos escenarios de adaptación: desde el business as usual —que no se ponga un freno— hasta la ambiciosa neutralidad de carbono. De acuerdo con las estimaciones del plan, de no frenar la inercia actual, la ciudad va a generar el triple de sus emisiones para 2050. El tercer y último eje rector del documento es la gobernanza, que contempla la coordinación de instituciones públicas, el sector privado, la academia y la ciudadanía.
El PACmetro incluye ocho estrategias, 29 metas y 124 acciones específicas. Algunas de ellas ya están en marcha desde hace tiempo, como la instalación de “puntos limpios” en las calles para el reciclaje de los residuos o, más recientemente, el saneamiento del río Santiago. Otros proyectos se encuentran aún en fase de planeación, como incluir en los reglamentos de construcción que se instalen sistemas para captar el agua de lluvia. En cada acción se señala cuál es la dependencia municipal, metropolitana o estatal responsable de llevarla a cabo y financiarla. Algunas metas serán aumentar en 42% la infraestructura peatonal y ciclista, en línea con la tendencia de la última década en la ciudad, o multiplicar el recién lanzado programa Mi Transporte Eléctrico, autobuses eléctricos conducidos por mujeres.
Silva Rodríguez admite que el PACmetro es un instrumento que fortalece la cooperación internacional y que abre nuevas puertas. A partir del reconocimiento simbólico de la ONU, se han logrado acuerdos de financiamiento y apoyo técnico para continuar con el desarrollo de proyectos verdes. El funcionario menciona un contrato que se firmó con la Unión Europea y el Área Metropolitana de Barcelona: la primera aportará 2.2 millones de euros y la segunda, los conocimientos y la experiencia para crear centros de acopio vecinales o comunitarios para contribuir a la meta de reducir en 30% los residuos que llegan a los rellenos sanitarios. Además, la delegación jalisciense que viajó a Glasgow firmó otro acuerdo con el Reino Unido, aunque el monto no ha sido revelado.
Pero la cooperación internacional no es la única fuente de financiamiento. En el documento se menciona que 50% de las acciones identificadas como prioritarias ya cuenta con los fondos municipales y estatales para llevarse a cabo, así sea de manera total o parcial. También establece estrategias para que los funcionarios sean capaces de obtener financiamiento climático a largo plazo de diversas fuentes, públicas y privadas.
“Me gusta que el plan asume riesgos y contempla escenarios de cómo se pueden complicar las cosas y cómo hay que ir trabajando”, opina Beret. Para el investigador, el PACmetro es “un documento muy bien diseñado” y “un instrumento que puede ser capital para el desarrollo y la viabilidad de la metrópolis”. Sin embargo, también reconoce varios retos en su implementación, por el tamaño y la complejidad del territorio. Uno de ellos es la rotación, cada tres años, de los funcionarios municipales. Otro es la escasa participación ciudadana en torno a la crisis climática o al cuidado del medio ambiente, con excepción de un puñado de grupos que se organizan en reacción a las injusticias ambientales. Por ejemplo, la deforestación al norte de la metrópolis es una causa que moviliza a Sofía Herrera desde hace dieciséis años a través del Comité en Defensa del Bosque Nixticuil. “Para nosotros, los planes que hacen las instituciones de gobierno para ‘ordenar’ el territorio son letra muerta. Los planes de desarrollo urbano en Zapopan se hacen a modo de las inmobiliarias, dejando fuera un montón de hectáreas boscosas sin protección institucional”, reclama.
El premiado PACmetro menciona que, entre sus acciones en fase de implementación, está el aumento de las áreas naturales protegidas, como una forma de mitigar los peligros del calentamiento global.
En tanto, en los alrededores de Nixticuil, se escuchan sin tregua los sonidos de las excavadoras.
Eugenia Coppel. Periodista independiente. Fue finalista del Premio Roche de Periodismo en Salud 2019 por el trabajo colectivo “México diabético”. Ha trabajado como reportera en El País América, El Mundo, Milenio, El Informador, mexico.com y colaborado con Esquire, PlayGround, Magis, Territorio y Gatopardo, entre otros. Es licenciada en Estudios Internacionales por la Universidad de Guadalajara y cursó el Máster en Periodismo del diario El Mundo y la Universidad San Pablo ceu, en Madrid, becada por la Fundación Carolina. Es autora del libro fotográfico Ciclovista Guadalajara. Descubrir la ciudad en bicicleta (Editorial Universitaria, 2011).
Santiago Moyao. Ilustrador de la Ciudad de México. Estudió la carrera de Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Sus ilustraciones han sido publicadas en revistas como Gatopardo, Warp Magazine y ERRR Magazine. En 2020 colaboró en el documental web Forensic Landscapes de Anne Huffschmid y Pablo Martínez Zárate. En 2021 recibió el Premio Nacional de Novela Gráfica Joven de Tierra Adentro con su novela gráfica inédita, Mandrágora.