Cuatro Ciénegas y las batallas por el agua (parte 2)

Cuatro Ciénegas y las batallas por el agua (parte 2)

Nuestro equipo lleva muchos años tratando de cancelar el canal de Saca Salada, aquel que extrae 1600 litros de agua por segundo de Cuatro Ciénegas, el humedal más biodiverso del mundo. Esta es la segunda parte de esa historia.

Tiempo de lectura: 7 minutos

En la columna anterior hablé del extraordinario oasis que es Cuatro Ciénegas, de la forma en que su agua color turquesa nos atraparon a mi marido y a mí hace más de 20 años y no nos han soltado desde entonces. Seguimos tratando de salvar a este oasis irrepetible y de entender su enorme importancia evolutiva. Cuatro Ciénegas ha sido, sin duda, la aventura más grande de mi vida, con muchos días de trabajo de campo bajo un sol fulminante, vientos huracanados o frío que penetra hasta los huesos. En todos esos climas, la belleza de sus montañas y sus aguas inesperadas es sobrecogedora.

Cuatro Ciénegas me ha regalado vistas de la Vía Láctea sobre las dunas en sus noches cristalinas, y numerosas teorías para explicar el misterio de que el mar del pasado se conservara en el seno de esa montaña. Pero aún más importante, hipótesis para explicar cómo fue que la vida sobrevivió ahí a lo impensable, protegida por sus arcillas subterráneas y una comunidad compleja de microbios, que juntos son capaces de reciclar todos los elementos que nacen en las súper novas sin dejar desperdicio alguno. Las comunidades que forman los tapetes microbianos y los estromatolitos de Cuatro Ciénegas son capaces de armar, paso por paso, el reloj de la vida, al que los científicos llamamos, nada poéticamente, “los ciclos biogeoquímicos”.

Por si fuera poco, este valle en forma de mariposa nos regaló, a nuestro equipo y a mí, la esperanza de transformar a la sociedad a través de la educación. Este golpe de conciencia es lo que nos emociona más de nuestros años de estudio en este sitio. La conciencia profunda de que solamente juntos, como sociedad, podemos darle la vuelta a un futuro incierto y transformarlo en un destino brillante. En el caso de Cuatro Ciénegas, ese futuro incierto se ha acelerado por la sobreexplotación del agua en el desierto. En la columna anterior expliqué, que “… el asunto crítico es darle tiempo a los jóvenes para transformar a la sociedad antes de que se muera el ecosistema por falta de agua. Cada segundo salen 1600 litros de agua de Cuatro Ciénegas por el canal de Saca Salada”, y me comprometí a contarles de las batallas por el agua en el desierto.

En la zona gris, la de los enemigos que pueden volverse aliados, están los miembros de la CONAGUA, comisión encargada de administrar toda el agua del país, y que muchas veces parece estar más interesada en tratar al agua como una mercancía, en vez de  cuidarla como un bien público y en muchos casos, no renovable. Como resultado del mal manejo y visión mercantil de este recuso limitado y vital, el agua no es un elemento de justicia social, el agua es poder. En consecuencia, a nivel estatal, la CONAGUA parece un nido de corrupción, o cuando menos de sorprendente ineficiencia. Mientras tanto, a nivel federal, la comisionada Blanca Jiménez Cisneros está luchando internamente contra una medusa de mil cabezas y no tiene apoyo para desenredar la tremenda maraña de corruptelas que le dejaron sus predecesores. Las batallas que enfrentará son numerosas y le deseamos suerte.

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