Paul Sahre: diseñador compulsivo
Su trabajo ha impactado en grande el diseño gráfico norteamericano de los últimos años.
En el último día del AGI Open en la Ciudad de México, Paul Sahre me recibió una hora después de terminar su conferencia magistral. Todo acerca de él recuerda a su ciudad de origen: la manera agitada en que camina, su estatura de rascacielos, la franqueza con la que habla. Con un acento profundamente neoyorkino, Sahre me contó acerca de su familia, cómo ha cambiado el mundo del diseño y su postura ante éste.
Desde su pequeño estudio sobre un Dunkin’ Donuts en la sexta avenida, Sahre ha impactado en grande el diseño gráfico norteamericano de los últimos años. El trabajo que hace cubre una amplia gama que va desde el diseño editorial hasta la creación de logos e identidades. También ha diseñado para clientes como, Google, Marvel Comics, Knopf y el Criterion Collection. Sus ilustraciones han aparecido en medios como el New York Times, la revista Time y la New York Magazine. Ha dado clases de diseño gráfico en su alma mater, Kent State University, desde hace 13 años y desde el 2005 es miembro de la Alliance Graphique Internationale, un grupo internacional que reúne a los mejores diseñadores del planeta.
Este año vino a la Ciudad de México para participar en el AGI Open 2018 con una conferencia magistral titulada Why be a designer? Para él la vida del diseñador está repleta de cuestionamientos, de invenciones, reinvenciones, fracasos y a la larga, una de creación constante. “Creo que como diseñador y aún más como docente, la pregunta de por qué es relevante nuestro trabajo se ha mantenido como una constante”, afirma.
El año pasado Sahre publicó un memoir titulado Two-dimensional Man, que intentaba resolver esa pregunta. “No logré llegar a una respuesta concreta, pero me di cuenta al final que diseñar es una compulsión. Soy un diseñador gráfico cuando como, mientras veo una película, cuando camino por la calle y hasta cuando duermo”, confiesa.
Sahre está casado con Emily Oberman, diseñadora gráfica y socia del prestigioso despacho Pentagram design. Oberman es la mano creadora detrás de las identidades gráficas de Saturday Night Live, Late Night With Jimmy Fallon y la última película de la saga de Harry Potter, Fantastic Beasts and Where to Find Them. Aunque nunca han colaborado, ni planean hacerlo, Sahre admite que a veces le pide a Emily su opinión sobre lo que ha diseñado. “No siempre le hago caso, pero escucho”.
A diferencia de ella, cuyos padres son diseñadores gráficos de formación, en la familia de él no había ningún diseñador o artista mientras crecía. El primero en experimentar con tipografía y jugar con imágenes fue su hermano mayor y fue él quien le contagió un gusto por el diseño gráfico. “Mi hermano es sordo y tiene un problema cognitivo, por lo que sigue viviendo con mis padres. Nunca tomó una sola clase, no tiene una audiencia ni una fecha límite para entregar proyectos, pero no para de crear. No sé si sea genético o aprendido, pero creo que los dos compartimos esa compulsión”.
Como un eterno explorador, Sahre afirma que vivimos en una de las épocas más interesantes para un diseñador, donde internet está abriendo un mundo de posibilidades para experimentar, que las instituciones más consolidadas no permiten.” Lance Wyman, por ejemplo, hizo toda la identidad de los Juegos Olímpicos de México 68 con un equipo igual de pequeño que el mío. ¿Te imaginas eso? Hoy hacer algo de ese tamaño requiere muchísimas personas y está muy controlado. Lo mismo sucedió con las páginas web. Al principio de los años noventa solía hacer cosas muy locas con las páginas web que tras el boom de los dotcoms ya es muy difícil de lograr”, afirma. “Las redes sociales y las nuevas tecnologías, como la realidad virtual, son una gran oportunidad para los diseñadores y debemos de aprovecharla”.
Para él los estímulos para crear están en todas partes y no involucran solamente a los diseñadores profesionales. Basta una caminata por la Ciudad de México para encontrarse de golpe con un aglomerado de rotuladores, herramientas para lettering en papelerías, cientos de murales que anuncian conciertos de bandas, tipografías vernaculares en los puestos de tacos; carteles hechos hace treinta años que se sobreponen unos sobre otros, y diseños co-creados por el clima, la negligencia y la contaminación. “En Nueva York, como en México, el diseño del Metro es muy limpio y claro, y funciona bien por el contraste que hace con el resto de la ciudad. ¿Pero te imaginas si todo lo demás fuera así? Sería miserable”, continúa Sahre. “En esta ciudad caótica y hermosa las imágenes están plagadas de historia”.
*Fotografías vía el sitio oficial de Paul Sahre.
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