Chronic y la muerte digna
Michel Franco dirige a Tim Roth en “Chronic”, una película que reflexiona sobre el suicidio asistido y la comprensión del dolor ajeno.
Cuando una familia se enfrenta a la proximidad de la muerte, también se enfrenta al peso emocional y físico que las circunstancias tienen sobre los hijos, padres, nietos, o parejas de un enfermo terminal. Es una situación que nadie quiere vivir, pero que, de una u otra forma, alcanza a tocarnos a todos. En Chronic: El último paciente, el cineasta mexicano Michel Franco aborda este complicado proceso desde la perspectiva de uno de los apoyos más importantes en una circunstancia como ésa: un enfermero encargado de los cuidados paliativos de los pacientes terminales.
Protagonizada por Tim Roth (600 millas), Chronic sigue la vida de David, un enfermero para pacientes terminales con una vida solitaria y melancólica. Las interacciones de David parecen reducirse a sus pacientes, la familia de estos y, de vez en cuando, sus empleadores, la agencia de enfermería privada que le asigna casos. Su familia se ha alejado de él y, aunque intenta recuperar los lazos con ellos, no parece convencido de que regresar al núcleo familiar sea lo que necesita para renovar su pasión por la vida.
Chronic es la primera producción estadounidense de Michel Franco, quien combina sin problemas su estilo pausado y reflexivo con una historia profunda que toca un tema controvertido: la dignidad en el suicidio asistido. Sin inclinarse por una opinión absoluta en sentido alguno, Franco propone sin juicios las perspectivas de cada parte: el paciente, sus familiares, y la persona que le ofrece una salida a su dolor. La historia de David y sus pacientes plantea más de una pregunta en torno a este tema, pero al igual que hizo en Después de Lucía (2012), Franco se abstiene de responderlas directamente, invitando al público a reaccionar ante lo que ve en pantalla.
Si bien la dirección de Franco es efectiva, quien lleva el peso de la cinta sobre sus hombros es Roth, cuyas recientes alianzas con cineastas mexicanos –esta cinta y 600 millas, de Gabriel Ripstein– lo han llevado a un interesante recorrido por festivales internacionales como Cannes y la Berlinale, respectivamente. Con silencios, diálogos breves y miradas cargadas de significado, Roth interpreta impecablemente a un hombre complejo y multifacético. Para sus pacientes, David es casi otro miembro de la familia: un amigo que no tiene miedo de verlos en sus peores momentos. Para sus colegas, es un hombre profesional y recto. Sin embargo, la relación su familia es una historia distinta, un misterio que pesa sobre sus hombros como una plancha de plomo que amenaza con invadir el resto de su vida. Este dolor es su propio equivalente a un padecimiento terminal, un cáncer, quizá, que se apodera de sus emociones, sus decisiones y su comprensión de la realidad.
Aunque es una cinta que destaca por su contenido temático y su construcción de personajes, por momentos, Chronic se vuelve cansada. Su densidad emocional y el guión de Franco se convierten en obstáculos que la cinta supera, pero que inciden de manera relevante en la experiencia del espectador. Chronic inicia desenrollándose como una madeja consistente, con sus pausas y sus episodios contemplativos, para concluir abruptamente con un cierre efectista que inevitablemente resta importancia al significado de las reflexiones previas.
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