Menos de cinco años fueron suficientes para que Damien Chazelle, joven guionista y realizador de 32 años, conquistara Hollywood. Era el 2014 cuando tomó por sorpresa a la industria con la enérgica Whiplash, sobre un obsesionado joven estudiante y baterista de jazz, cinta con la que se llevaría un Oscar por Mejor Edición y Mejor Sonido, y otro más para J.K. Simmons como Mejor Actor de Reparto.

A pesar de que la premisa de Whiplash tomaba cierta inspiración de la propia experiencia de vida de Chazelle, no se trataba realmente de un proyecto tan personal como sí lo es La La Land, su más reciente filme que lo tiene como el más sólido candidato en varias categorías principales (Mejor Película, Mejor Dirección) para la entrega del Oscar a finales de este mes. Esta cinta encapsula sus dos grandes pasiones: el cine y la música.

“Muchos asumieron que Whiplash tenía como inspiración esta referencia a un antiguo profesor mío del colegio y que yo mismo tuve esa etapa intensa de querer ser baterista, que se trataba de algo significativo en mi vida”, dice en entrevista para Gatopardo, en una habitación del hotel Ritz Carlton durante el Festival Internacional de Cine de Toronto. “La verdad es que la escribí cuando tuve problemas al escribir otro guion por encargo y usé Whiplash como terapia y distracción, y porque quería escribir un guion para mí mismo y no para alguien más”, confiesa.

Emma Stone y Damien Chazelle durante la filmación de «La La Land».

La La Land (con Emma Stone y Ryan Gosling como protagonistas) juega con los terrenos de las producciones de sets grandilocuentes de cuando el musical dominaba la industria hace más de cincuenta años. “Es la película que había querido filmar, que estuve viviendo en mi cabeza desde hace diez años”, agrega.

Hay en Damien Chazelle una intensa pasión por lo que hace que se ve reflejada en su trabajo: una dedicación y estudio profundos del cine. Su aproximación casi académica para estudiar, analizar y entender el uso y funcionamiento de las herramientas del quehacer cinematográfico es admirable.

“Me dediqué a analizar todas esas extraordinarias secuencias de baile de los grandes musicales de la época, su ritmo, edición, el emplazamiento y movimientos de los actores y de la cámara, hasta entender cómo quedábamos enganchados”, dice para comprender esas tomas en las que los actores bailan durante minutos sin corte alguno. La La Land es un homenaje a esa época, a Los Paraguas de Cherburgo de Jacques Demy, modernizándolo, con un lenguaje visual que conecta con nuevas generaciones.

Su homenaje al musical puede ser la película vencedora del Oscar. Y de no darse alguna sorpresa, Damien Chazelle lograría con su tercera película el máximo reconocimiento de la industria hollywoodense. Un mérito mayor.