¿Hay arte y reflexión detrás de la nota roja?

¿Hay arte y reflexión detrás de la nota roja?

El Hombre Que Vio Demasiado, documental de Trisha Ziff, nos acerca a la fascinante historia del fotoperiodista Enrique Metinides.

Tiempo de lectura: 3 minutos

En los primeros minutos del documental El hombre que vio demasiado, de la directora Trisha Ziff, Enrique Metinides, fotógrafo de nota roja por más de 50 años, asegura que ni cree ser un fotógrafo ni cree ser periodista. A pesar de lo que crea, es una realidad que es ambas cosas y mucho más. Metinides es una de esas personas genuinamente talentosas y con una vocación clara y sólida, que parecen creer en ese proverbio que dice “elogio en boca propia es vituperio”.

El hombre que vio demasiado cuenta con comentarios del propio Metinides, colegas fotógrafos y periodistas, así como de curadores, editores, expertos de arte y las hijas del propio sujeto central de la película. El documental dibuja el camino que llevó a Enrique Metinides a convertirse desde su niñez en un reportero visual y las circunstancias que lo dirigieron hacia cubrir la nota roja. También explora la creación de su propio estilo, de la mano del natural morbo y curiosidad por este material fotográfico en diarios a partir de los 60. Incluso, la película llega a muy interesantes y profundas ideas sobre su labor, sobre su experiencia, y las reflexiones que acompañan el observar y registrar eventos y acontecimientos principalmente trágicos y violentos por más de medio siglo.

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Es en ese punto donde El hombre que vio demasiado establece un atractivo nivel de conversación con su audiencia, cuando a través del propio Metinides reflexionamos sobre el rol y reacciones de quienes comienzan a convertirse en los nuevos sujetos de sus fotografías: los curiosos, los que se acercan a mirar, los testigos del momento. Quienes, como compradores de los periódicos que muestran estas sangrientas y violentas imágenes, se sienten curiosamente atraídos a ver de cerca la muerte o la tragedia.

Enrique Metinides no es solo un gran fotógrafo, es un gran observador del comportamiento humano y un reflexivo hombre que ha sabido poner una distancia emocional con lo que ve en su trabajo, para seguir adelante con una vida familiar medianamente normal (como lo relatan sus hijas).

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El hombre que vio demasiado nos lleva a conocer a esta interesante figura del fotoperiodismo mexicano. Y también a asomarnos, hablar y reflexionar, sobre un fenómeno tan importante y actual como es la violencia en nuestro país. Su evolución como herramienta informativa en la prensa, como fenómeno social, como producto de consumo.

Esto no significa que la película no tenga a un personaje central entrañable, no sólo por ciertas características físicas o rasgos particulares sino también por su postura reflexiva e introspectiva, por su personalidad poco protagónica, extremadamente sensata y sencilla.

Al avanzar en esta conversación sobre la violencia y su registro sociológico e histórico, con crudeza documental e innegable talento técnico, es posible también recapacitar alrededor del ejercicio de este oficio. Cómo la realización de una profesión tan vinculada hacia la violencia se puede convertir en algo genuinamente artístico y con una posibilidad de interrelación y significado mucho mayor.

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El documental nos lleva a escuchar las opiniones y reflexiones tanto de colegas fotógrafos y periodistas de nota roja como de curadores de arte, editores y más, quienes hablan sobre ese peculiar personaje detrás de la cámara. Enrique Metinides lleva más de medio siglo observando a nuestra sociedad y registrando una de sus caras más lamentables y vergonzosas de nuestra especie, las más cruentas y más violentas.

El hombre que vio demasiado es la atractiva y admirable historia de un hombre que se ha atrevido a observar el lado más oscuro de nuestra sociedad por un larguísimo tiempo. A pesar de ello, su conversación se siente tranquila, en paz, incisiva, puntual, mordaz y reflexiva, entendiendo la función y relevancia de su trabajo, pero a la vez no dándole demasiada importancia, con ese ánimo de poco protagonismo y de reflexión profunda al mismo tiempo.

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