Exhibición de nota roja en el Museo del Estanquillo
Recorrimos la historia del periodismo en México a través de esta exhibición de nota roja en el Museo del Estanquillo.
“Las imágenes presentadas en esta exposición muestran escenas explícitas de accidentes y violencia que pueden herir su sensibilidad, se recomienda discreción con menores de edad”. Así comienza la exhibición Una Crónica de la Nota Roja en México que el Museo del Estanquillo presenta hasta el 11 de septiembre. Si en esta exhibición se pide discreción con menores y se habla de herir sensibilidades, ¿por qué cada día en las calles de México podemos presenciar imágenes violentas en portadas de periódicos acompañadas de titulares de mofa? Este es el primer interrogante de unos cuantos de esta muestra sobre la violencia física (y la de las imágenes).
En el siglo XIX vimos el auge de lo que hoy en día llamamos “nota roja” de mano de los grandes grabadores y cronistas del país. Aquí surge el nombre de José Guadalupe Posada. Admirado por muchos, Posada hizo de los asesinatos, historietas. Grabó imágenes de padres devorando a sus hijos (1895) o ahorcados en plazas públicas (1864) bajo titulares como “Muy interesante noticia” y puso adjetivos como asombroso, lamentable, espantoso, horrible u horroroso: Posada convirtió los terribles sucesos en hechos de carácter personal, llenos de sentimiento y subjetividad, haciendo de ellos algo público y de interés general, para inaugurar la prensa de la sensación.
Estas noticias, narradas también bajo forma de poesías –nada más lejos de los actuales narcocorridos–y acompañadas de estas “viñetas” semi cómicas, convirtieron lo confidencial en público y la nota roja, que también se llamó “información policiaca”, pasó a ser casi patrimonio nacional.
Con el tiempo, el desarrollo de los medios de comunicación dio paso a la ilustración de estas notas con fotografías e incluso a la recreación de las escenas de los crímenes. Un ejemplo es la portada del asesinato de Trotski en la que se ve a un actor caracterizado del muerto con la boca abierta mientras recibe el falso piolet en la cabeza (Magazine de Policía, 20 de septiembre de 1950).
De los grabados de Posada derivan las ganas de ver a toda costa la escena del crimen, sin tener muy presente que no es lo mismo una ilustración de un grabado que el realismo fotográfico. Lo primero ensambla un acto imaginativo de dos personas, quien dibuja y quien mira, mientras que de la otra forma se deja muy poco a la imaginación y mucho a la crudeza. La necesidad de ver y la curiosidad hicieron que se pasara de los dibujos, los grabados e incluso las maquetas policiales (todo valía para ilustrar el caso) a una especie de prensa del corazón. Magazine de Policía, suplemento de Excélsior, fue la prueba: debajo de su título aclaraba “totalmente ajeno a los cuerpos de seguridad pública” pero se permitía añadir “señalar las lacras de la sociedad es servirla”.
Si tenemos en cuenta esta última frase y que la violencia jamás ha parado en el país, ¿es cierto que la nota roja y sus señalamientos contribuyen a servir a la sociedad? O será que tratando a los asesinos y a sus víctimas como personajes dignos de tinta y portadas, ¿se enaltece la violencia? A pesar de que la exhibición también muestra obras en las que se ven otras caras de la violencia, como la auto infligida (los suicidios) o la otra cara de la moneda, los presos (hoy en día poco común ver estas imágenes por la impunidad general y los sospechosos obstáculos en la búsqueda de culpables), resulta difícil sacar la violencia del cuadro. En especial hacia el final de la exhibición, que retrata la época contemporánea.
Ni cuando se menciona a Enrique Metinides y su gusto por los accidentes se puede sacar el terror de las imágenes. La nota roja lleva siglos de actividad y de nada ha servido poner caras para dejar de ejercer la violencia diariamente. Esta pequeña exhibición cargada de contenido (la nota roja es a día de hoy un tipo de periodismo derivado en fenómeno cultural inconmensurable) tiene una advertencia al principio del recorrido que no se encuentra en las calles. En cierto modo esa sensibilidad que se reclama es la que hemos perdido, en parte, debido a la permisividad de la nota roja y su cuestionable ética. Si algo ha aportado a la historia este género del periodismo es sin duda el aumento y la proliferación de la violencia, sobre lo que Carlos Monsiváis escribió: “la masificación del delito es, también, la deshumanización masiva”. La nota roja es el relato de la historia de la violencia mexicana que no cesa.
Una Crónica de la Nota Roja en México
Museo del Estanquillo
Hasta el 11 de septiembre de 2017
museodelestanquillo.cdmx.gob.mx
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