Fragmentado: Las oscuras maravillas de la mente humana
En «Fragmentado», de M. Night Shyamalan, el escocés James McAvoy interpreta a un personaje perturbador con 23 personalidades distintas.
Fragmentado, el más reciente filme del cineasta hindú M. Night Shyamalan, desarrolla un escabroso thriller protagonizado por James McAvoy (X-Men: Apocalipsis) como Kevin Wendell Crumb, un individuo quien abarca en un mismo cuerpo (y mente) a otros. Crumb padece de trastorno de identidad disociativo, por lo que su psique se ha dividido en 23 distintas personalidades, en pugna por manifestarse y tomar el control. Entre algunas de dichas identidades encontramos al extremadamente pulcro y un tanto pervertido Dennis, a la refinada y dulce Patricia, al extrovertido genio de la moda Barry y al niño de nueve años Hedwig.
Sobre las razones para escoger este tema como eje de su nuevo trabajo, el propio Shyamalan comenta: “La mente me fascina. Me fascina como funciona…” y revela cómo dicha fascinación nació años atrás por una curiosa circunstancia. “Mi esposa tiene un doctorado en psicología. Cuando empecé a salir con ella tuve que tomar cursos de psicología porque quería gustarle (risas). Así fue como me enamoré del tema de la mente, de cómo funciona… es un tema que me parece muy complejo e interesante”.
Sin embargo –y es aquí donde radica la genialidad del autor– varias de las personalidades coexistentes en Kevin pareciesen estar conspirando, fortaleciéndose y tomar repetidamente la batuta para llevar a cabo extraños preparativos en víspera de la llegada de una nueva identidad; la número 24, bautizada como La Bestia, y a la cual reverencian y temen por igual. De esta forma, el creador de producciones como Sexto Sentido (1999) y Señales (2002) introduce el elemento fantástico. “Cuando estaba escribiendo la historia pensé ¿qué pasaría si una de estas personas cree que tiene poderes sobrenaturales?” y añade “Quienes sufren este trastorno de verdad creen que son esos personajes, e incluso su físico sufre transformaciones. La idea detrás del filme es la conexión tan fuerte que existe entre nuestra mente y nuestro cuerpo”.
Shyamalan refiere además que para dar mayor credibilidad al relato, los datos científicos mencionados en la película son verdaderos, e inclusive menciona un caso específico. “Hay una historia documentada de un hombre que estaba en la cárcel y que él se concebía como una persona que pesaba más de 100 kilos, aunque en realidad pesaba la mitad. Pero apaleaba a todo mundo porque realmente se lo creía y de algún modo, se transformaba”.
Varios de los casos y datos sobre dicho trastorno son introducidos en la trama a través de la Doctora Karen Fletcher (Betty Buckley), quien da tratamiento psiquiátrico a Kevin y con la cual este último siente gran confianza, a grado tal que alguna(s) de sus personalidades trata(n) de contactarla para advertirle sobre el inminente peligro que se aproxima. A diferencia de algunos de sus colegas, la Dra. Fletcher cree en lo que sus pacientes le dicen, y comprende (y detalla al espectador) el diagnóstico específico de Kevin, desde un punto de vista no desprovisto de fascinación y asombro que son eco de los propios sentires del cineasta sobre el tema. “Este trastorno en realidad es muy controvertido porque mucha gente realmente no cree que existe. Yo sí creo. No creo que se trate de alguien que finge primero ser un niño y después finge ser otra persona. Es un trastorno fascinante porque le sucede únicamente a personas que sufrieron un abuso muy violento entre las edades de 1 a 15 años. Como su cerebro se está desarrollando en ese período de alguna manera tiene que encontrar la forma de detener ese abuso y de encontrar una nueva personalidad. Es extraordinario porque es el cerebro humano luchando por sobrevivir”.
A la lucha interna de las personalidades de Crumb se suma el secuestro de tres adolescentes, entre las que se encuentra Casey Cook –la talentosa Anya Taylor-Joy, protagonista de The Witch, de Robert Eggers–, quien intenta huir y salvar su vida y las de sus amigas. Es justamente la supervivencia el hilo conductor de la narración, expresada en dos vertientes: de forma externa al presenciar los múltiples y frustrantes esfuerzos de Casey y sus amigas; y a nivel interno. Esta última manifestación se observa el conflicto que se suscita en la mente de Kevin, y también a través de Casey, a quien el estrés producido por esta situación límite detona en su mente recuerdos que revelan un abuso sufrido en su infancia y que es el principal motivo de su carácter retraído y antisocial.
Sobre la participación de Anya Taylor-Joy, Shyamalan comenta que “es maravillosa. Su don es ser muy honesta, no trata de hacer algo fingido. En el momento en que empezaba a actuar yo la detenía y le decía ‘no, no, no, hazlo como tu eres en realidad’. Y así lo hizo”.
Sin embargo, el mayor peso de la obra recae directamente en los hombros del actor escocés James McAvoy, por la complejidad y variedad de personajes que debe interpretar. “Cuando escribí este personaje en realidad pensé que era una locura porque nadie iba a poder interpretarlo”, confiesa el director. “Al hablar con James le dije que cuando tenía que actuar como el niño no tenía que actuar como un hombre tonto, sino que realmente tenía que ser como un niño. Y en realidad son pocos los actores con el perfil para interpretar esta variedad de personajes, porque tenía que ser violento, tenía que ser reprimido, tenía que mostrar pasión. Todo a la vez. Y creo que no había muchos que pudieran hacerlo”.
El cineasta conoció a McAvoy durante una edición de la Comic-Con de San Diego –uno de los máximos eventos en torno a la historieta y la cultura pop que se celebra en Estados Unidos–, cuando este acababa de terminar el rodaje de la más reciente cinta de los X-Men. Ahí se percató de que era el actor apropiado para hacerse cargo del protagónico. “Le mande por mail el guion y me mando un mensaje de regreso preguntándome ‘¿Cuál de esos personajes voy a interpretar?’. Y pensó que estaba bromeando cuando le dije: ‘nada más léelo y después vas a entender’… a lo mejor hay otros actores que tienen lo que yo necesitaba de ellos en términos de actuación, pero también necesitaba que tuvieran suficiente valor para creer en mi”, agrega el cineasta.
Desde luego, una película de Shyamalan no puede estar desprovista de la vuelta de tuerca al final de la historia. Y la incluida al final de Fragmentado es particularmente especial; ya que no solo redimensiona la trama general, sino que abre interesantes perspectivas y un universo de posibilidades en la carrera del director, quien desea que no se revelen detalles para no estropear la sorpresa. “Del final es de lo que quiero que guarden el secreto por favor”, suplica entre sonrisas.
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