Trainspotting 2: Veinte años después
«Trainspotting 2», la secuela de la cinta de Danny Boyle, continúa con aquella conversación generacional que marcó los años noventa: quiénes somos y qué queremos hacer.
Una de las películas que guarda un lugar muy particular dentro del imaginario cinéfilo global es Trainspotting, el trabajo que realizó el británico Danny Boyle en la última década del siglo XX. Desbordante de energía e ideas, y con un uso (en su momento novedoso) de una banda sonora creada con sencillos de Iggy Pop, Brian Eno y Pulp, entre muchos otros, la cinta de 1996 se convirtió rápidamente en un filme de culto.
En el fondo, se trataba de un honesto y desesperanzador retrato de la juventud de los años noventa, basado en la novela homónima del escritor Irvine Welsh que, también por mérito propio, se había convertido en un fenómeno editorial. Era el reflejo de una generación posmoderna, cuyo hábito era cuestionarse todo. El cinismo de saberse atrapados en un sistema y que para proteger su identidad debían romper con el conformismo y las convenciones sociales.
A través de personajes como Renton, Sick Boy, Begbie y Spud, en aquella deprimida Escocía florecían el nihilismo existencial, el hartazgo social, el reconocimiento de una sociedad que limitaba y un futuro desesperanzador. La cinta abordaba a una generación indiferente e indolente. Jóvenes para los que hacer nada lo era todo. No querían cambiar el mundo, lo querían dejar en paz. Y ante una realidad tan poco alentadora, existían las drogas para evadirla.
Ahí, Renton y Sick Boy podían hablar de películas y convertir una conversación sobre Sean Connery en una disertación sobre la realidad, la historia, el arte, la sociedad. La cinta atinó hasta en el peligroso uso de la voz en off. En este caso, para hacer eco de ese leitmotif, un estado mental de paranoia que cuestionaba todo lo que rodeaba a los personajes.
Dos décadas después, Danny Boyle, Ewan McGregor y Jonny Lee Miller, entre muchos integrantes, regresan con esta secuela para saldar algunas cuentas pendientes. Trainspotting 2 retoma ciertas ideas de la novela Porno, del mismo Welsh sin que se trate de una adaptación directa. Qué ha sido de estos personajes, qué eligieron y qué caminos buscan son las interrogantes de esta nueva cinta que nos tiene divididos entre los recuerdos y la nostalgia.
Luego de haber dirigido Slumdog Millionaire o 127 Hours, Boyle ya no es el mismo. Le preocupaba mucho no caer en el exceso de la nostalgia que había alrededor de este título, y sabía que no podía repetirlo aunque fuera algo que muchos esperaran. Y eso es algo que se agradece.
Con una buena dosis de momentos que conectan con escenas de la primera película —para satisfacer a los fans— y el reparto original en perfecta sincronía, Trainspotting 2 continúa con una conversación que marcó a una generación que hoy ronda por los cuarenta años. Entre la ironía y la realidad, es una invitación a elegir.
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