Gatopardo #223 – Invierno 2022: Región de extremos
Los extremismos son folclor sin tierra. Están presentes en las democracias más fuertes y en las más precarias. Luchas colectivas, identitarias, a veces irreconciliables, que se juegan en clave de barras bravas. ¿A dónde van los extremos que vivimos?
Todos vimos aquel video replicarse en redes: una mujer perseguía a un hombre afrodescendiente por las calles de São Paulo, Brasil, mientras le apuntaba con un arma de fuego, hasta que lo acorraló al fondo de un bar. Era el día de las elecciones presidenciales. Poco después sabríamos que ganó Lula da Silva; que la mujer en cuestión es la diputada Carla Zambelli, símbolo del bolsonarismo más radical; que el hombre al que perseguía es un periodista, y que ella había tenido antes un altercado con varias personas en la vía pública, saliendo de un restaurante, por diferencias políticas. Zambelli, en su defensa, aseguró haber sido hostigada por militantes de Lula. “Mandaron a un negro a provocarme”, dijo. Los tuiteros la llamaron “fascista”.
Hay una frase de Walter Lippmann que resuena como nunca: “Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando”. La polarización es folclor sin tierra. Está presente en las democracias más fuertes y en las más precarias. Crea luchas colectivas por ideas que pueden estar equivocadas, pero no hay espacio para la autorreflexión ni para el diálogo. Es un “nosotros” contra “ellos” frente a temas como el derecho a decidir, el matrimonio igualitario, los refugiados o el feminismo, cuestiones ante las que se levantan vallas, surgen negacionistas o se plantean posturas antiderechos; en suma, toda diferencia radicalizada que se cuela en la agenda pública ha logrado incidir en los países de América Latina. Luchas irreconciliables, batallas que se juegan en clave de barras bravas.
Alejandro Legorreta, presidente de Gatopardo, escribe en esta edición que la historia de la humanidad ha estado marcada por la polarización. Sin embargo, la era digital, con todos sus beneficios, ha permitido que los extremismos proliferen en foros en los que se pueden compartir ideas virulentas y radicalizadas desde el anonimato. Nuestro tiempo está marcado por las posibilidades: desarrollamos la tecnología para hacer cirugías robóticas de forma remota o para buscar vida en Marte, mientras la superficie de nuestro planeta es devorada por la deforestación, las teorías de la conspiración avanzan como el fuego, las comunidades más vulnerables son desplazadas y, por no ir más lejos, cada año hay tres millones de niñas en peligro de sufrir mutilación genital. ¿Cómo podemos combatir los extremos que vivimos?, se pregunta Legorreta.
Así iniciamos esta aventura. Invitamos a los mejores periodistas y fotógrafos y a nuestros colaboradores más cercanos a pensar juntos los extremos de la región, en una edición para cerrar 2022. Cientos de ideas llegaron a nuestros correos y nos llevaron por caminos insospechados: el avistamiento de ovnis, las doctrinas sectarias, el asesinato de periodistas, el tráfico de armas. No todas las propuestas lograron encontrar espacio en esta edición en papel, pero, sin duda, marcaron el camino. Este monográfico lo desentrañan —desde la ciencia, el arte contemporáneo y las militancias políticas— Maia F. Miret, Daniel Montero, Eileen Truax, Rafael Rojas, Luis Mendoza Ovando, César Ruiz Galicia, Alejandro Legorreta y Carlos Bravo Regidor, quien, por cierto, entrevista al historiador Federico Finchelstein sobre el fascismo y la derecha, y juntos llegan a conclusiones contundentes.
Desde México, en reportajes de largo aliento, Lisa Pérez Fournier se infiltró a grupos y foros cerrados de Facebook y WhatsApp, donde la gente puede organizarse, reclutar padres y hasta recaudar financiamientos. Conversó con quienes aseguran que hemos vivido en un engaño histórico, que la Tierra es plana. Personas que dudan de los viajes espaciales y hasta de las recientes fotografías del telescopio espacial Hubble. Los creyentes del terraplanismo —que tienen hasta una señal, la mano extendida con la palma hacia abajo— continúan abriendo espacios para estrechar lazos, y sus conversaciones culminan en inesperadas convenciones internacionales, liderados por personajes singulares, como el argentino Iru Landucci.
En lo que respecta a las organizaciones sectarias, Emiliano Ruiz Parra vuelve a estas páginas con las transcripciones de una serie documental bajo el brazo. Una serie con la que los Legionarios de Cristo buscaban limpiar la imagen de su fundador a inicios del milenio y que, por fortuna, no vio la luz. Han pasado veinticinco años desde que aquel grupo de ocho exlegionarios denunciaron que habían sido abusados sexualmente por Marcial Maciel. Ahora, entre el mito y la historia, Ruiz Parra recupera momentos clave de la conformación de aquel emporio, que fue tan cercano al poder, a papas y a presidentes.
Soledad Gago, desde Uruguay, escribe del movimiento antivacunas. En su país hay más de medio millón de personas que no se vacunaron contra el covid-19. Gago entrevistó a las cabezas del movimiento que intentó frenar, con un amparo, la vacunación a los niños uruguayos. Es un grupo conformado por médicos, abogados y filósofos que no se definen como antivacunas, sino como personas a favor de la información y la transparencia, cuya lucha, aseguran, no es contra la sanidad pública, sino contra el sistema. Están indignados por la obediencia absoluta.
Finalmente, cerramos con nuestro reportaje de portada. Cada año, más de 63 000 animales son asesinados en la Ciudad de México sin que se sepa dónde o en qué condiciones. Todos hemos apartado la mirada de las campañas defensoras de los animales o de los camiones que los transportan hacinados en carreteras y cuyo destino, sabemos, es un matadero. Diana Amador, finalista del Premio Gabo 2022, escribe sobre el horror detrás de la carne que comemos. Acompañó a los activistas en su lucha por los animales y acudió a las vigilias, acciones que se realizan afuera de los rastros, adonde van a despedirse, a mostrarles afecto, a pedirles perdón por no poder salvarlos. La revolución por los derechos de los animales será el próximo paradigma. ¿Adónde más van las redes globales de los extremos?
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