Una mirada desde el VHS
Melissa Mota
Fotografía de Fabián Martínez
El Ex Teresa explora la documentación videográfica de su acervo sobre el performance de los noventa.
Desde su aparición, el performance se ha caracterizado por usar el cuerpo propio del artista como soporte artístico, y difuminar las fronteras del teatro, la danza, la música, la pintura o la instalación, con aspectos de la vida cotidiana. Todo esto por medio del libre uso del tiempo y el espacio (público o privado), y posturas que van del carácter político, social y artístico.
El museo Ex Teresa Arte Actual, ubicado en el Centro Histórico, expone desde el pasado verano una muestra con la que desempolva 19 registros videográficos de su centro de documentación, con el fin de visibilizar el rol que el performance tuvo en los años noventa en México. Esto a través de la exposición “Acción/Huella. Muestra videográfica de performance (1993-2001)” —curada por Maribel Escobar—, que reúne las diferentes estrategias creativas, escénicas y discursivas utilizadas por los artistas de este periodo.
Este arte no objetual, de carácter efímero, se puede rastrear desde los años veinte y treinta en el país, con las primeras acciones de conjuntos vanguardistas como el grupo ¡30-30! o los Tés Locos, de Federico Sánchez Fogarty. Pero fue en los sesenta y setenta cuando esto cobró auge con la Generación de los Grupos y, más tarde, en los noventa, que se comenzó a transitar de los espacios independientes a los institucionales, abriendo un campo de especialización.
En esos años, el museo organizó iniciativas como el Festival Internacional de Performance, que significó un fuerte impulso. “El Ex Teresa es de alguna manera un triunfo al haber reunido a diferentes generaciones que estaban comenzándolo a explorar”, dice Escobar sobre la relación estrecha de la institución con el arte performático.
Las obras presentadas en esta muestra dan cuenta del momento convulso por el que atravesaba el país, especialmente tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994, la crisis económica de mediados de la década y la ola de violencia que se desató. Esto se puede ver en piezas como Arrastrando un cuerpo, de Elvira Santamaría, en la que la artista arrastró desde el Ex Teresa hasta el Zócalo el cuerpo desnudo y envuelto en una manta de Eugenia Vargas para generar una reflexión en torno a los actos violentos. O bien, en Ausencia, de Ema Villanueva, con la que buscó movilizar la memoria colectiva al mostrar imágenes y objetos de desaparecidos de la Guerra Sucia.
También están las piezas que buscaban repensar el cuerpo femenino y los conceptos históricos depositados en él, como la fertilidad o la debilidad física, a través de El azote, de María Eugenia Chellet; Día 28, de Katia Tirado; y Comunicación en Re Menor, de Lorena Orozco Quiyona. El recorrido se completa con las obras de otros emblemáticos, como Marcos Kurtycz, Felipe Ehrenberg, Juan José Gurrola, Lorena Wolffer o Roberto de la Torre.
Sin embargo, el tema central yace en el carácter del soporte de documentación videográfica. Desde la segunda mitad del siglo XX, el video se convirtió en una herramienta poderosa para el registro del performance, ya que, a diferencia de la fotografía, permitía captar dos aspectos clave de esta práctica: el movimiento y el sonido. “Buscamos la construcción de la memoria audiovisual. Estamos enfatizando la idea de la reproducción y de la copia, mirar cómo esas imágenes tienen un soporte que fue migrando a otros”, dice la curadora.
“El corte temporal de la muestra (1993 y 2001) son los años en que, al menos en el archivo, empieza a decaer la producción de VHS y Hi8, y se empieza a migrar a otros formatos como el dvd. Esto es importante porque representa una forma de visualidad, de registro, de ver y de preservar”, añade Escobar. Los cortes en los videos, que se podían dar por algo tan simple como porque quizá se acabó la cinta, “hablan de cómo la tecnología determina la forma de acercarnos a un acontecimiento de naturaleza efímera como el performance; es reflexionar sobre cómo se construye y va cambiando nuestra mirada”.
Paralelamente, se proyectan las grabaciones de Arte Acción. Ciclo de mesas redondas —evento organizado por Andrea Ferreyra en el 2000—, una discusión sobre el quehacer del performance en una cantina de la Ciudad de México; voces testimoniales de otros agentes como Maris Bustamante, Mónica Mayer o Pilar Villela.
Esta exposición es resultado del proyecto de colaboración entre el Ex Teresa y el Instituto Hemisférico de Performance y Política de la Universidad de Nueva York, que busca hacer visible documentos históricos sobre este arte en el continente americano mediante una plataforma en línea. La selección podrá consultarse el próximo año en hemisphericinstitute.org
“Acción/Huella” es una reflexión en torno a un periodo crucial del arte en México, al tiempo que indaga en la naturaleza del soporte análogo que obliga al espectador contemporáneo a mirar y experimentar el performance desde las limitaciones tecnológicas, propias de hace casi tres décadas.
Acción Huella. Muestra videográfica de performance (1993-2001)
Ex Teresa Arte Actual
Hasta el 29 de septiembre
Licenciado Verdad 8, Centro Histórico, Ciudad de México
*Fotografía de portada: El Azote de María Eugenia Chellet. Intervencion Gráfica en libro del Bosco. Bosco Archivo personal Chellet. Cortesía Ex Teresa Arte Actual.
Recomendaciones Gatopardo
Más historias que podrían interesarte.