Medir la brecha salarial de género en México

Medir la brecha salarial de género en México

Las feministas llevan décadas exigiendo datos que permitan detectar, diagnosticar y eliminar las desigualdades de género. Que la legislación mexicana no obligue a los centros de trabajo a medir sus brechas salariales ha sido uno de los grandes obstáculos. Intersecta, junto con la Embajada del Reino Unido en México, elaboró la metodología con la que podría llevarse a cabo este desafío.

Tiempo de lectura: 9 minutos

En 2017 el Reino Unido modificó la ley para obligar a los centros de trabajo a medir y hacer pública su brecha salarial de género. Desde entonces, cada empresa privada o institución gubernamental con más de 250 empleados tiene que proporcionar, año con año, una radiografía de lo que les pagan, en promedio, a las mujeres en comparación con los hombres. La información debe estar disponible en sus propios sitios web, así como en el del gobierno, para que cualquier persona pueda consultarla.

Por como está hecha la metodología del Reino Unido, la brecha salarial de género no sólo proporciona información sobre las diferencias entre lo que ganan los hombres y las mujeres. Lo relevante es que permite ver que esta diferencia es producto de una distribución desigual de los puestos de trabajo y, así, acaba sirviendo como una ventana al lugar que ocupan las mujeres en la estructura laboral. Si, por ejemplo, las mujeres están sobrerrepresentadas en los puestos más bajos del organigrama y los hombres aparecen con mucha más frecuencia en los de hasta arriba, se genera, inevitablemente, una brecha salarial.

La brecha puede existir en un lugar donde a los hombres y a las mujeres que desempeñan el mismo trabajo se les paga lo mismo, sin embargo, el tipo de puestos de unos y otras crea y mantiene la diferencia. En suma, puede haber, simultáneamente, igualdad en el papel y desigualdad en la práctica. Es bastante común, de hecho. Es tan común que en la bibliografía sobre el tema por lo general se distingue entre la igualdad formal (el reconocimiento de que las personas tienen los mismos derechos) y la igualdad sustantiva (la garantía de que las personas gozan efectivamente de los mismos derechos).

La pregunta más relevante hoy en día es ¿qué se hace para garantizar la segunda? En México la respuesta es: no mucho.

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