El artista alemán Gregor Schneider expone en el MUAC
Roberto García Hernández
Fotografía de Rodrigo Marmolejo
Famoso por desarrollar series de intervenciones a su propia casa, el artista alemán Gregor Schneider expone en el MUAC: Es su primera exposición en Latinoamérica.
Quién hubiera pensado que entrar a una habitación pudiera tornarse en una experiencia tan extraña y hasta amenazante como sucede con las intervenciones arquitectónicas que Gregor Schneider viene realizando desde hace más de 30 años. Porque la historia del artista alemán (nacido en 1969) es inseparablemente la historia de su casa, en la ciudad de Rheydt, que ha modificado hasta dejarla irreconocible. Schneider tituló este proyecto “Casa u r” (1985-a la fecha), y ha dado la vuelta al mundo.
En la propiedad donde el artista vive desde los 16 años, se construyeron túneles, divisiones, cuartos ocultos o inaccesibles; se simularon horas distintas del día con lámparas y se agregaron paredes, pisos y techos idénticos sobre los ya existentes, lo que redujo las dimensiones de los cuartos. Schneider desarrolló ahí performances que también documentó en fotografías y videos.
Ahora el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) presenta la exposición “Kindergarten”, que llega por primera vez a Latinoamérica. Curada por Virgina Roy, explora dos facetas del artista: la primera incluye varias de las habitaciones de “Casa u r”, fotografías de sus modificaciones a través de los años, esculturas y videos, y la segunda es una instalación hecha específicamente para esta exposición.
“Es un espacio dislocado”, dice Virginia Roy en entrevista para Gatopardo, “es como entender la casa como un cuerpo fragmentado, donde cada habitación forma parte de un engranaje más grande”. A primera vista, las habitaciones presentadas en esta exposición se ven como cualquier otra, pero pronto nos invade la sensación de que algo no está bien. Son habitaciones construidas dentro de otras, por lo que el tamaño es reducido, pero no lo suficiente como para percatarse hasta que se está adentro.
Al entrar a Dormitorio (2004) encontramos una cama y un radiador sobre una gruesa alfombra; da la sensación de que su dueño acaba de abandonar el cuarto y, al mismo tiempo, que estos objetos podrían datar de hace varias décadas. Al entrar a Baño (2004) nos sentimos intimidados por el sonido que indica que la regadera está siendo usada, y aunque encontramos un lavamanos o un retrete, no se sienten familiares. “Es curioso pensar cómo los objetos definen una cultura”, agrega Roy, “al final, los objetos nos hablan de un tipo de uso, un tipo de intimidad y cotidianeidad muy específica”. Es la carencia de esta cotidianidad lo que dota a estas habitaciones de una atmósfera intimidante, como si el tiempo se hubiera detenido en ellas. Otras instalaciones como Cuarto de niños (2008) o Garaje (2002) causan aun más desconcierto al no contar con objetos que indiquen qué es lo que se hace en estos cuartos. “Al estar descontextualizados, pierden el uso que tenían. La dislocación es doble, es espacial y temporal”, comenta Virginia.
En 2013 Schneider pasó una corta temporada en otra casa: en la que nació y creció Joseph Goebbels, quien fuera un ministro de propaganda nazi. El artista descubrió que dicha casa no había sido destruida y se obsesionó con ella hasta que terminó comprándola. Vivió allí para producir una serie de videos en los que grabó sus espacios y realizó actividades cotidianas, como el caso de Comer y Dormir (2014). La incomodidad de estar en ese espacio fue tan grande para Gregor Schneider que decidió destruirlo, como muestra el video Lugar de nacimiento desmantelado (2014), en el que se muestra cómo derruyó toda la casa salvo la fachada. Roy explica que “lo que le interesaba es cómo su pueblo dialogaba con este hecho histórico. Había una continuación de la historia soterrada y ahí creo que podemos hablar de trauma, es un tema que la sociedad alemana no sabía cómo enfrentar”.
En la última sala, Parque (2017) recrea una zona de juegos en los que, de nuevo, algo está mal: pintados en colores brillantes, vemos una resbaladilla sin escalones, un arenero con piedras afiladas o un subibaja que no se eleva. “Todo lo amable que podría ser un parque de juegos infantiles se vuelve un espacio inhóspito”, comenta Roy, “no sabemos cuáles son las reglas”. Schneider deja ver que estos alegres espacios también apelan a un perverso sentido de orden y control. Son espacios de juego, pero también de formación en pos de la productividad moderna.
“Quizá podríamos pensar que hay una decadencia moderna en la exposición”, concluye la curadora, “la casa como espacio íntimo está deconstruida conceptualmente, pero no físicamente, y en el parque de juegos hay un elemento social que parece inoperante”.
Los espacios de Schneider, aunque limpios, cálidos y meticulosamente reconstruidos, no dejan de sentirse enrarecidos, incluso muertos, como si fueran el fantasma de los lugares que el mismo artista ya no recuerda. Y esos son los espacios que Schneider invita a habitar.
Kindergarten
Gregor Schneider
Hasta el 23 de julio de 2017
Museo Universitario de Arte Contemporáneo
Centro Cultural Universitario,
Insurgentes Sur 3000, Ciudad de México
muac.unam.mx
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