Debido al sexismo de su época, la compositora alemana nunca vio sus piezas publicadas.
“Lo que me escribiste en una de tus cartas sobre tus actividades musicales en relación a Felix está tan bien pensado, como lo está escrito. Quizás para él la música se convierta en su profesión, mientras que para ti siempre permanecerá como un ornamento; nunca podrá ni deberá convertirse en la base de tu existencia y vida diaria”, decía la carta que el padre de Fanny Mendelssohn le escribió cuando ella cumplió los quince años de edad. Esta carta, además, la exhortaba a no perder su femineidad que se creía le otorgaban sus prodigiosos conocimientos en piano.
En cambio, cuando Felix Mendelssohn, hermano de Fanny, cumplió 16 años de edad, recibió una carta del escritor alemán, Johann Wolfgang von Goethe felicitándolo por el concierto para cuarteto que le había compuesto. El escritor le mandaba saludos a sus padres, a su maestro y a su “igualmente talentosa hermana”.
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Fanny Mendelssohn-Hensel nació el 14 de noviembre de 1805 y era cinco años más grande que Felix. Los dos fueron educados en el piano por su madre y luego por el maestro Ludwig Berger. Ambos entraron a la sociedad musical en Berlín a muy temprana edad y recibieron educación en teoría y composición musical por parte de Carl Friedric Zelter, el hombre responsable de moldear la escena en Berlín entre 1810 y 1820, y quien introdujo a la familia Mendelssohn con Goethe.
Mientras Fanny vio a su hermano convertirse en director de orquesta –llenar conciertos, conocer a la Reina Victoria y fundar el Conservatorio de Leipzig–, ella, aquejada por el sexismo de su época, se tuvo que limitar a dar conciertos en privado, dirigidos a su familia y conocidos. Ante esta situación, los hermanos Mendelssohn, quienes se admiraban mutuamente debieron optar por una solución que en ese momento benefició a ambos, pero que con el tiempo terminó por perjudicar, durante siglos, la carrera de Fanny: Felix firmaría con su nombre varias de las obras compuestas por Fanny con el fin de sacarlas a la luz.
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La educación musical que recibieron los Medelssohn fue excepcional desde la niñez y fue altamente deseada por músicos como Robert Schumann y Richard Wagner. Los Mendelssohn eran una familia alemana de clase alta, banqueros pudientes que tuvieron acceso a una enseñanza de vanguardia.
Durante sus primeros años de formación, Fanny fue quien recibió más ovaciones: destacaba por su virtuosismo en ejecución musical. Cuando nació, su madre, al estudiar sus manos, dijo que tenía “dedos de fugas de Bach”, afirma la investigadora Sarah Rothenberg en El viaje inconcluso de Fanny Mendelssohn-Hensel. Este augurio, apenas Fanny cumplió trece años, se convirtió en realidad cuando interpretó los preludios completos de El clavecín bien templado y más tarde, a sus 14 años, le dedicó su primera composición a su padre, con motivo de un cumpleaños. Poco tiempo después vino la carta en el que él le haría saber a ella las expectativas familiares que tenían de ella. Se convertiría en esposa, viviría un estilo de vida de clase alta, y dejaría la música de manera pública, pues de lo contrario se le criticaría.
Quien pudo visitar a Goethe fue su hermano Felix en 1821, con quien el escritor alemán entabló una amistad. Fanny sentía envidia de los conocimientos que su hermano adquiriría con el escritor, sin embargo, al siguiente año, ella también pudo visitarlo. Esta vez acompañada por sus padres y demás hermanos, y solo como parte de un viaje que harían hacia Italia. Después del viaje, Fanny le escribió a su prima Marianne una postal sobre los paisajes en Italia, pero parecía que hablaba metafóricamente sobre su inconformidad con tomar el lugar de esposa y ama de casa.
“Al ver la grandiosa naturaleza de Dios, mi corazón tiembla de emoción y veneración, pero cuando mi entusiasmo disminuye, y veo lo que la humanidad considera lo más hermoso y encantador al detenerme en la frontera de Italia, entonces mi destino decreta: ‘Hasta aquí, pero no más lejos’. Nunca, nunca tuve esa sensación. El anhelo por saber lo que había detrás de las montañas parece un objetivo para mi futura vida”, escribió Fanny a sus 17 años de edad.
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Las mujeres en su familia, algunas intelectuales, gozaron de una educación de alto prestigio, sin embargo, ninguna de ellas pudo hacer una exhibición pública de su conocimiento. El género era un obstáculo para Fanny, pero también su clase social. La pianista Clara Schumann, su contemporánea y de clase media, parecía no tener problema con ser públicamente admirada desde niña por ser una música prodigio. Clara aparecía en público en conciertos, viajaba por el continente europeo sin su esposo, y, en algún punto, lo hizo solo con el fin de sostenerse financieramente.
La vida de Fanny en paralelo con la de su hermano coincide en temporalidades. Mientras ella se forjaba una vida de mujer recatada, Felix salía a las salas de conciertos, publicaba sus obras y era elogiado por ellas. En 1829, Felix partió a Londres en donde fue presentado en la sociedad musical inglesa, un evento clave para el éxito en su carrera. Fanny, por su parte, formalizó su compromiso con el pintor Wilhelm Hensel. Un año difícil porque además de decirle adiós a su hermano, con quien tenía una relación de completa fraternidad, le dió la bienvenida al matrimonio.
Hasta entonces los hermanos Mendelssohn habían sido inseparables y uno era el confidente del otro. Felix, después de todo, motivaba a su hermana a continuar su carrera musical aunque fuera en privado.
Ese octubre ella se casó con Wilhelm, aunque Felix se encontraba en Inglaterra. En cartas que intercambió con ambos se puede leer el apego que Fanny tenía con su hermano. “Los amo a los dos de forma tan diferente y al mismo tiempo tan igual, que me parece imposible vivir felizmente sin alguno de los dos”, le escribe Fanny a Wilhelm finalizando la carta pidiendo que ojalá pronto él se sienta en unidad con él, como un equipo.
Mientras Fanny mostraba dependencia hacia su hermano y un anhelo por obtener su constante aprobación en cuestiones musicales, Felix también dejaba en evidencia que vivía bajo la sombra del talento de su hermana, aún cuando ella ni siquiera podía demostrar sus conocimientos musicales en sociedad.
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Al ver la frustración de Fanny de no poder realizarse completamente, Felix y sus padres la exhortaron a abrir las puertas de su casa en un círculo íntimo para que la oyeran tocar. En 1831, los conciertos dominicales se convirtieron en reuniones privilegiadas que contaban con la presencia de músicos del talle de Paganini, Weber, Liszt, Clara Schumann, así como de otros intelectuales de las artes como Goethe, Humboldt y hasta Hegel.
Fanny le mostraba sus obras a Felix. Ella le insistía en que quería publicar sus obras con su propio nombre, pero su hermano se resistía. Las composiciones de Fanny únicamente viajaban entre su casa y la de Felix, quien le mandaba notas o felicitaciones según el caso. En cuestión de creaciones para orquesta, por ejemplo, Felix la desalentó de hacerlo y era compresible, pues pese al talento de Fanny, ella jamás había tenido la experiencia de trabajar con múltiples instrumentistas. Ella escribió más de 400 obras durante su carrera y ninguna fue dada a conocer mientras vivía, aún cuando Hensel aprobó, como se requería en ese entonces entonces, que Fanny Mendelssohn diera a conocer su música.
El acuerdo al que los dos hermanos Mendelssohn llegaron era que seis conciertos de piano escritos por Fanny serían incluidos en las Opus 8 y 9 de Felix, pero al publicar las obras no se le dio el debido crédito a su hermana. Fanny no tuvo problema con ello, porque todavía se sentía insegura de que su nombre apareciera.
En 1842 Felix visitó el Palacio de Buckingham en donde tendría una audiencia con la Reina Victoria y el Príncipe Albert. La reina de Inglaterra le pidió que la oyera cantar la pieza “Italien” incluida en su Opus 8. En la correspondencia de Felix de los días siguientes, él admitió que tuvo que aclararle a la Reina Victoria que la autoría de esa canción era de su hermana Fanny, “lo cual se me dificultó mucho, pero el orgullo debe caer”, confesó a su madre. Después le pidió a la Reina que cantara alguna canción de su autoría.
Esa no fue la única pieza que le fue adjudicada a Felix. La Sonata de Pascuas, escrita por Fanny cuando tenía 23 años, fue presentada a su familia y amigos en su momento, pero no recibió el reconocimiento merecido. Por décadas, se creyó que esta sonata era de Felix aunque a nadie se le atribuye la confusión. En 2010 Angela Mace Christian, una profesora de historia musical en la Universidad de Colorado, viajó a Francia para estudiar el manuscrito de la sonata. Ella sospechaba que el crédito de la pieza era erróneo y después de analizar el manuscrito, cartas y diarios de Fanny, la profesora concluyó que se trataba de un trabajo de la pianista y no de su hermano.
La Sonata de Pascua es una de las piezas que marcaron el final de la educación de Fanny Mendelssohn por ser una obra ambiciosa y que denota su perfección musical. Fanny pensaba publicar toda su obra en 1846 cuando ella tenía 41 años de edad y después de la muerte de su padre. Su trabajo no pudo ser publicado porque ella murió un año después y Felix, quien podría haber contribuido a la correcta curaduría de esta información, falleció seis meses después de su hermana. Hasta 2017, por primera vez, la orquesta del Royal College of Art en Londres ejecutó la Sonata de Pascuas bajo la correcta autoría de Fanny Mendelssohn y fue presentada a un público más amplio que sus amigos cercanos y su familia.
Aunque a veces dejaba por largos periodos la composición, Fanny siempre encontró aliento en sus amistades cercanas. Uno de estos amigos era el diplomático Karl Klingemann a quien conocía desde la adolescencia. En una carta que Fanny le escribe, le agradece que haya alguien en Londres que se interese en sus obras y lamenta la falta de público en Berlín, donde vivía. “Una vez al año, quizás, alguien me copiará una pieza o me pedirá que toque algo especial. Con certeza, no será frecuente”, escribió Fanny sin saber el reconocimiento que adquiriría siglos después. Lejos. Más lejos de lo que creyó ver de las montañas.
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