José Luis Cuevas, uno de los artistas plásticos más importantes del siglo XX, ha fallecido a los 83 años de edad. El artista, nacido en la Ciudad de México en 1934, desafió los estándares estéticos de su generación, haciéndose de un nombre en la escena internacional. En 1965 el New York Times lo llamó el Mexican boy wonder por la complejidad de su obra a pesar de su corta edad.

En retrospectiva, la vida de José Luis Cuevas fue un performance mediático. “Si supieran todos esos que me han entrevistado, que han escrito sobre mí, el bien que me han hecho, a lo mejor no lo hubieran hecho”, contaba sonriente. Cuevas se inventó un personaje para el desarrollo de su carrera artística, alguien que tenía mucho de sí mismo pero que también era diferente. “En aquellos tiempos de juventud concebí a un personaje que destacaba dentro de la plástica y tenía ciertas características que eran las mías”, recordaba. “Debía ser esto, debía de llamar la atención y eso es importante… Lo inventé como un personaje literario”.

“Mi papá es el artista mediático del siglo XX. Lo que hacía con los medios era una suerte de performance. Su día a día era un espectáculo”, dijo Ximena Cuevas, hija del artista en una entrevista para Gatopardo en 2013. Su desafiante estilo para crear –pinturas, esculturas, performances– se combinó con una vida controversial. Junto a Vicente Rojo, Fernando García Ponce y Manuel Felguérez, formó parte de la llamada Generación de la Ruptura, corriente artística que proponía el regreso al caballete, en lugar del aclamado muralismo mexicano.

Las temáticas de sus obras constantemente se acercaban a temas oscuros, el reflejo de las facetas terribles de la condición humana. “A mí no me interesaban los aspectos felices, ni las fiestas ni la vida bella, sino la exaltación de lo horrible, la vida en sus estratos más espantosos”, dijo Cuevas en entrevista.

Las condecoraciones fueron una constante en su vida. Su primer premio lo ganó en la Bienal de Sao Paulo en 1959. En 1981 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes de México, y en los años noventa le fue otorgada la medalla Ordre des Arts et des Lettres por el gobierno francés. En 1992 fue inaugurado el Museo José Luis Cuevas en un antiguo monasterio del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Era la primera vez que un hombre mexicano hablaba de sí mismo y sólo de sí mismo todo el tiempo.

La Zona Rosa de la Ciudad de México no se puede pensar sin la influencia artística de José Luis Cuevas. Incluso, se le atribuye haberle dado el nombre al decir que sus obras tenían temas de “zona roja” y se exponían en esa “zona rosa”, de la colonia Juárez. En múltiples ocasiones, la gente se reunió para presenciar happenings como el del Mural efímero, un dibujo sobre papel de 24 metros que estaría sólo cuatro semanas en exhibición antes de ser quemado, una acción que se leía como una bofetada contra las pretensiones de eternidad del implacable muralismo mexicano.

Uno de los grandes miedos de José Luis Cuevas era la muerte, como contó a Guillermo Sánchez Cervantes. “Las enfermedades y la muerte siguen siendo, porque conforme uno avanza en edad, se va acercando ese momento terrible. A cualquier edad alguien se puede morir, pero cuando llegas a la vejez ya no puedes evitar la muerte”.

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