La incesante agonía del mexicano

La incesante agonía del mexicano

Conversamos con Joshua Gil, director mexicano que debuta con “La maldad”, cinta que estrenó en la Berlinale del 2015.

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Situada en lo que podría ser el punto más olvidado del país, comienza la historia de un par de ancianos, amigos, a los que la soledad ha lastimado y el paso del tiempo no deja descansar. Así se presenta el largometraje La maldad, ópera prima del cineasta mexicano Joshua Gil, que bien podría ser un grito de desesperación ante la situación actual de un país tan lastimado económica, social y políticamente como México. Casi en contraste con lo crudo que puede interpretarse el guión, la historia se acompaña de una notable calidad visual, elementos que le valieron el estreno mundial en la Berlinale de 2015. Tras su recorrido por festivales nacionales e internacionales, llega a la pantalla de la Cineteca Nacional el próximo 27 de enero.

La maldad es un largometraje protagonizado por Rafael Gil Morán –como él mismo–, quien al igual que su vecino Patricio (Raymundo Delgado Muñoz) se enfrenta al difícil proceso de una enfermedad terminal. Sin embargo, cada uno presenta una postura distinta de afrontar los últimos días. Mientras que Patricio se ha dado por vencido al grado de desear poner fin por cuenta propia a su sufrimiento, Rafel hace lo imposible por llevar hasta la Ciudad de México un guión compuesto por 12 canciones escritas por él, en donde cuenta su vida. Esta cinta cercana a una narrativa poética es una propuesta de docuficción en la que no hacen falta más que ligeras intervenciones de diálogo para conectar con el coraje y pesar que viven los personajes.

Raymundo Delgado Muñoz en "La maldad", de Joshua Gil.

Raymundo Delgado Muñoz en “La maldad”, de Joshua Gil.

“La historia nace cuando él [Rafael Gil] regresa a Puebla después de un autoexilio familiar de 20 años,” platicó en entrevista con Gatopardo el guionista, director y productor Joshua Gil. “Mi hermana me notificó que el padre de mi padre había regresado y quería conocerme, ella le dijo que yo era cineasta y él tenía un guión, platicamos, me entregó las canciones y comenzó todo,” dijo Gil. Así fue como de ser un campesino abandonado por su esposa y orillado a alejarse de su familia, Rafael Gil logró que sus canciones se transformaran en película con ayuda de su nieto. Después de estar “en shock” como lo describe Joshua Gil, el guión comenzó a tomar forma y después de tres años de trabajo La maldad se convirtió en un proyecto independiente en donde la muerte, el campo y la política guían al espectador en el ambiente del México contemporáneo.

“Los últimos 15 años han sido decisivos para el cine mexicano, ha crecido la noción de necesidad y del ímpetu para contar historias por parte de los realizadores y en ocasiones el Estado se quiere colgar la medalla,” comentó el director. Pagada con ahorros familiares y el apoyo de la productora Perro Negro, La maldad se grabó en 2012, un periodo en el que México regresaba a ser gobernado por el PRI, situación que derivó en inestabilidad social, elemento clave en la cinta. La maldad se presentó en Berlín, donde tuvo un gran recibimiento por parte de la crítica y la audiencia.

Rafael Gil Morán en "La maldad", de Joshua Gil.

Rafael Gil Morán en “La maldad”, de Joshua Gil.

“La mayor parte del público europeo se iba con sazón de angustia por los temas políticos, sobretodo por lo que se sabía de Ayotzinapa,” contó Joshua Gil. “Había muchas preguntas respecto a saber si en realidad México se estaba convirtiendo en un ‘infiernillo’.” La maldad es una analogía entre la desesperanza de un par de campesinos y el enojo del pueblo mexicano. La fotografía plasma el abandono que sufren el campo y su gente, el contraste que existe cuando esa gente llega a la ciudad y vive un rechazo injusto e innecesario.

El rodaje fue complicado, pues los escenarios de La maldad son locaciones reales, sin embargo el esfuerzo valió la pena. La cinta de Joshua Gil está marcada por la experimentación audiovisual, donde los silencios invitan al espectador a una constante reflexión. Este tipo de cine toma fuerza en México, un trabajo que conecta con la labor social que tienen los cineastas para impactar en el público. “El acercamiento con el público mexicano ha sido muy intenso porque hay gente que ha llorado, que al final termina presentándose mucho en esa angustia en la que sabes que el gobierno está golpeando a los mexicanos, los está matando,” finalizó Joshua Gil.

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