El más reciente proyecto expositivo de Fomento Cultural Citibanamex parece haber encontrado la respuesta en la caballería, en la regia figura del jinete y su caballo, protagonista no sólo de la historia independentista de sus naciones, sino forjadora de su identidad. Bajo la coordinación de Cándida Fernández y con la curaduría de Guadalupe Jiménez Codinach, la exposición América, tierra de jinetes. Del charro al gaucho, siglos XIX al XXI presenta cómo los países americanos construyeron en la imagen e idiosincrasia del caballero un elemento de unidad nacional genuinamente americano.
El jinete es un personaje tan arraigado en la cultura americana y tan presente en su arte —culto y popular—, que a menudo pasa por alto. Para mostrar a esta figura tan emblemática han reunido más de 500 pinturas, esculturas, fotografías, documentos históricos, fragmentos de películas, piezas musicales y, sobre todo, una gran variedad de accesorios ecuestres que dibujan un panorama desde la llegada del caballo a América hasta la conformación de los distintos tipos de jinetes que aparecieron de norte a sur: el cowboy e indio estadounidenses, el charro mexicano, el chalán peruano, el huaso y el mapuche chilenos, el llanero de Venezuela y Colombia, y el gaucho de Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina.
“La exposición tiene un secreto detrás”, explica la curadora, Guadalupe Jiménez Codinach: “Queremos insistir en que América es todo el hemisferio occidental, no sólo un país. Tenemos algo en común y también muchas diferencias, pero hay hilos conductores que nos unen. En la historia no sólo podemos opinar, no podemos hacer nada más modelos teóricos, tenemos que probar con evidencia lo que estamos diciendo, porque la historia está hecha, precisamente, de acciones vivas del ser humano. La historia no está muerta”.
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Desde el rancho californiano hasta la fazenda brasileña, esta cabalgata por la historia de todo un continente luce indomable, y ése es, precisamente, su objetivo: mostrar que se trata de un arte vivo, que siglos de cambios geográficos, sociales, políticos o hasta tecnológicos no han sido capaces de detener el galope. La exposición nos recuerda que esta tradición es más antigua que nuestras mismas naciones y más importante aun que nuestras diferencias, algo de lo que Guadalupe Jiménez Codinach no tiene duda alguna: “Éste es el legado, la historia, de todos nuestros países. Aquí se ve que somos países hermanos, que somos muy parecidos… más de lo que creemos”.
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La más reciente exposición de Fomento Cultural Citibanamex está dedicada a la figura del jinete y su caballo como protagonista de la historia americana.
El más reciente proyecto expositivo de Fomento Cultural Citibanamex parece haber encontrado la respuesta en la caballería, en la regia figura del jinete y su caballo, protagonista no sólo de la historia independentista de sus naciones, sino forjadora de su identidad. Bajo la coordinación de Cándida Fernández y con la curaduría de Guadalupe Jiménez Codinach, la exposición América, tierra de jinetes. Del charro al gaucho, siglos XIX al XXI presenta cómo los países americanos construyeron en la imagen e idiosincrasia del caballero un elemento de unidad nacional genuinamente americano.
El jinete es un personaje tan arraigado en la cultura americana y tan presente en su arte —culto y popular—, que a menudo pasa por alto. Para mostrar a esta figura tan emblemática han reunido más de 500 pinturas, esculturas, fotografías, documentos históricos, fragmentos de películas, piezas musicales y, sobre todo, una gran variedad de accesorios ecuestres que dibujan un panorama desde la llegada del caballo a América hasta la conformación de los distintos tipos de jinetes que aparecieron de norte a sur: el cowboy e indio estadounidenses, el charro mexicano, el chalán peruano, el huaso y el mapuche chilenos, el llanero de Venezuela y Colombia, y el gaucho de Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina.
“La exposición tiene un secreto detrás”, explica la curadora, Guadalupe Jiménez Codinach: “Queremos insistir en que América es todo el hemisferio occidental, no sólo un país. Tenemos algo en común y también muchas diferencias, pero hay hilos conductores que nos unen. En la historia no sólo podemos opinar, no podemos hacer nada más modelos teóricos, tenemos que probar con evidencia lo que estamos diciendo, porque la historia está hecha, precisamente, de acciones vivas del ser humano. La historia no está muerta”.
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La más reciente exposición de Fomento Cultural Citibanamex está dedicada a la figura del jinete y su caballo como protagonista de la historia americana.
El más reciente proyecto expositivo de Fomento Cultural Citibanamex parece haber encontrado la respuesta en la caballería, en la regia figura del jinete y su caballo, protagonista no sólo de la historia independentista de sus naciones, sino forjadora de su identidad. Bajo la coordinación de Cándida Fernández y con la curaduría de Guadalupe Jiménez Codinach, la exposición América, tierra de jinetes. Del charro al gaucho, siglos XIX al XXI presenta cómo los países americanos construyeron en la imagen e idiosincrasia del caballero un elemento de unidad nacional genuinamente americano.
El jinete es un personaje tan arraigado en la cultura americana y tan presente en su arte —culto y popular—, que a menudo pasa por alto. Para mostrar a esta figura tan emblemática han reunido más de 500 pinturas, esculturas, fotografías, documentos históricos, fragmentos de películas, piezas musicales y, sobre todo, una gran variedad de accesorios ecuestres que dibujan un panorama desde la llegada del caballo a América hasta la conformación de los distintos tipos de jinetes que aparecieron de norte a sur: el cowboy e indio estadounidenses, el charro mexicano, el chalán peruano, el huaso y el mapuche chilenos, el llanero de Venezuela y Colombia, y el gaucho de Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina.
“La exposición tiene un secreto detrás”, explica la curadora, Guadalupe Jiménez Codinach: “Queremos insistir en que América es todo el hemisferio occidental, no sólo un país. Tenemos algo en común y también muchas diferencias, pero hay hilos conductores que nos unen. En la historia no sólo podemos opinar, no podemos hacer nada más modelos teóricos, tenemos que probar con evidencia lo que estamos diciendo, porque la historia está hecha, precisamente, de acciones vivas del ser humano. La historia no está muerta”.
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El jinete es un personaje tan arraigado en la cultura americana y tan presente en su arte —culto y popular—, que a menudo pasa por alto. Para mostrar a esta figura tan emblemática han reunido más de 500 pinturas, esculturas, fotografías, documentos históricos, fragmentos de películas, piezas musicales y, sobre todo, una gran variedad de accesorios ecuestres que dibujan un panorama desde la llegada del caballo a América hasta la conformación de los distintos tipos de jinetes que aparecieron de norte a sur: el cowboy e indio estadounidenses, el charro mexicano, el chalán peruano, el huaso y el mapuche chilenos, el llanero de Venezuela y Colombia, y el gaucho de Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina.
“La exposición tiene un secreto detrás”, explica la curadora, Guadalupe Jiménez Codinach: “Queremos insistir en que América es todo el hemisferio occidental, no sólo un país. Tenemos algo en común y también muchas diferencias, pero hay hilos conductores que nos unen. En la historia no sólo podemos opinar, no podemos hacer nada más modelos teóricos, tenemos que probar con evidencia lo que estamos diciendo, porque la historia está hecha, precisamente, de acciones vivas del ser humano. La historia no está muerta”.
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La más reciente exposición de Fomento Cultural Citibanamex está dedicada a la figura del jinete y su caballo como protagonista de la historia americana.
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“La exposición tiene un secreto detrás”, explica la curadora, Guadalupe Jiménez Codinach: “Queremos insistir en que América es todo el hemisferio occidental, no sólo un país. Tenemos algo en común y también muchas diferencias, pero hay hilos conductores que nos unen. En la historia no sólo podemos opinar, no podemos hacer nada más modelos teóricos, tenemos que probar con evidencia lo que estamos diciendo, porque la historia está hecha, precisamente, de acciones vivas del ser humano. La historia no está muerta”.
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