Es común escuchar que vivimos una realidad en la que estamos rodeados de manifestaciones sensoriales de un mundo caótico que exige nuestra atención. Lo que es menos frecuente es encontrar experiencias que se fijen en los sentidos precisamente por pasar inadvertidas, que se disuelven en el momento en que aparecen, dejando más dudas que certezas.
Si alguien sabe de esto es el artista galés Cerith Wyn Evans (Llanelli, 1958), quien, habiendo iniciado su carrera en el mundo del cine, conoce las distintas realidades que ocurren frente a la pantalla y detrás de ella. Con un ánimo similar, ha trasladado ese interés por lo luminoso y lo imperceptible a obras que le han ganado reconocimiento internacional por una extraña combinación entre las grandes dimensiones de sus instalaciones y la sutil inmaterialidad que las rodea. Con una selección de obras de los últimos diez años, Wyn Evans presentó en febrero su primera exposición retrospectiva en México, en el Museo Tamayo.[caption id="attachment_210163" align="aligncenter" width="715"]
"E=C=L=I=P=S=E" (2015), instalación en el patio del Museo Tamayo.[/caption]La obra que recibe al visitante es E=C=L=I=P=S=E (2015), un enorme texto en letras de neón que flota sobre el patio del museo y describe el paso de un eclipse por distintas partes del mundo. La obra no está en una sala oscurecida, sino bajo el intenso sol que entra por el techo, ante el cual, no obstante, brilla. La curadora Pamela Desjardins explica en entrevista que esta obra nació específicamente para este espacio: “A Cerith le interesaba ese diálogo que se genera al hablar del movimiento del sol y del movimiento en el espacio. El patio tiene entradas de luz en diferentes puntos y durante el transcurso del día va cambiando. El recorrido del sol no sólo es en el texto descrito, sino también en la arquitectura”.[caption id="attachment_210162" align="aligncenter" width="315"]
"Neon Forms (after Noh) II" (2015), instalación con luces de neón blanco.[/caption]Las esculturas de la sala principal no son menos desconcertantes. También en neón vemos The Illuminating Gas... (after Oculist Witnesses) (2015) y Neon Forms (after Noh) II y III (2015). Estas líneas blancas flotan sobre el espectador y transforman el espacio alrededor. No obstante, en sus ojos se mantienen como lo que son: un dibujo, luminoso y flotante, pero siempre plano. Lo bidimensional y lo tridimensional se confunden. Por si fuera poco, la obra sonora T=R=A=N=S=F=E=R=E=N=C=E (2009), que emite un leve sonido por la sala, nos hace pensar que percibimos la radiación de la electricidad. “El neón es un medio que se ha usado mucho en el arte contemporáneo”, comenta Desjardins, “aunque él no quiere entrar en ese grupo. Busca generar una experiencia fenomenológica: la luz, el sonido, el espacio y el tiempo son cosas inmateriales, esa experiencia la tiene la persona cuando transita el lugar”.
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Pero no es sólo con los grandes recursos del neón como Wyn Evans es capaz de confundirnos. En S=H=A=D=E (Evacuate) (2017) tomó las páginas del poema “Un coup de dés jamais n'abolira le hasard” de Stéphane Mallarmé y cortó cada bloque de palabras para hacer visible el espacio tras el papel y convirtió estas hojas en umbrales entre el espacio plano y el espacio real. De manera igualmente limitada, en Still Life (in Course of Arrangement...) (2015) Wyn Evans evoca la experiencia del cine con recursos mínimos, con lámparas que arrojan su luz sobre dos palmeras frente al muro. Parecen una decoración, pero las macetas, montadas sobre tornamesas, giran muy lentamente y sus sombras producen el mismo efecto hipnotizante que habrán creado las primeras proyecciones cinematográficas hace un siglo.En contraste con esas lámparas, a unos pasos de ahí penden dos majestuosos candelabros de vidrio de Murano, cuyos focos prenden intermitentemente como si estuvieran descompuestos. Las obras Mantra y Sutra (2017) en realidad están programadas para reaccionar a una composición para piano que sólo poniendo mucha atención somos capaces de oír. “Hay algo que está ahí que no se termina de definir. Eso le interesa mucho a Cerith, ese momento en que el espectador piensa que algo está funcionando mal, que podrías pensar que hay algo que no está sucediendo correctamente”, explica Desjardins.[caption id="attachment_210160" align="aligncenter" width="715"]
Instalaciones "Neon Forms (after Noh) II y III" (2015) y "The Illuminating Gas... (after Oculist Witnesses)" (2015).[/caption]La exposición consta apenas de once obras, no obstante al recorrerla queda la sensación de tratarse de muchas más, que cada una influye en la siguiente y la vuelve aun más compleja. Pamela Desjardins comenta que “al plantearse esta exposición en relación al espacio, se pensó como en una especie de concierto, que las piezas están orquestadas, funcionan como un conjunto; esto está en diálogo con esto, estás viendo una pieza y estás contaminado por el sonido de la que está al lado y la que está allá y la luz del espacio”.Al poner atención a estos murmullos, se descubrirá que el secreto de la fascinación que produce Cerith Wyn Evans es que en realidad ninguna de sus obras son una cosa solamente, todas están en un sutil proceso de transformación de un tipo de experiencia que pasan a otra. Es de ahí —y no sólo de sus brillantes neones— de donde proviene su luz.[caption id="attachment_210161" align="aligncenter" width="357"]
"Still Life (in Course of Arrangement...) II y V" (2015), instalación inspirada en el trabajo cinematográfico del artista.[/caption]Cerith Wyn EvansHasta el 6 de mayoMuseo Tamayo Arte Contemporáneomuseotamayo.org