Honey Boy, una película sobre la traumática infancia de Shia LaBeouf

Honey Boy, una película sobre la traumática infancia de Shia LaBeouf

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03
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20
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

En entrevista, su directora Alma Har'el, habla del largo y catártico proceso creativo detrás de esta violenta historia de amor entre padre e hijo.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

honey boy alma har'el dirigiendo a shia labeouf
Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

honey boy shia labeouf noah jupe
Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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En entrevista, su directora Alma Har'el, habla del largo y catártico proceso creativo detrás de esta violenta historia de amor entre padre e hijo.

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La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

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Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

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Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

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Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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En entrevista, su directora Alma Har'el, habla del largo y catártico proceso creativo detrás de esta violenta historia de amor entre padre e hijo.

La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

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Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

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Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

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Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

honey boy alma har'el dirigiendo a shia labeouf
Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

honey boy shia labeouf noah jupe
Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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Honey Boy, una película sobre la traumática infancia de Shia LaBeouf

Honey Boy, una película sobre la traumática infancia de Shia LaBeouf

06
.
03
.
20
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

En entrevista, su directora Alma Har'el, habla del largo y catártico proceso creativo detrás de esta violenta historia de amor entre padre e hijo.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

honey boy alma har'el dirigiendo a shia labeouf
Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

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Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

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Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

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Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

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Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

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Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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La historia de Honey Boy es una larga travesía de casi una década. En 2011, la directora Alma Har’el hizo Bombay Beach, un documental con un toque surreal sobre una pequeña y pobre ciudad en el Valle Imperial de California, en el que retrató la intimidad de sus curiosos habitantes entre coreografías al ritmo de Bob Dylan y Beirut. Har’el se refiere a esta como la mejor experiencia que ha tenido en su vida. Unos años después, el actor Shia LaBeouf compró por accidente la película e inmediatamente se puso en contacto con Har’el, con quien a partir de entonces inició una amistad. LaBeouf produjo el segundo documental de la directora israelí, titulado LoveTrue, mientras que ella lo incluyó en un video musical que dirigió para Sigur Rós.

Al mismo tiempo, los problemas personales de LaBeouf llegaron al punto en que una orden judicial lo obligó a someterse a un programa de rehabilitación en el que le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático (PTSD por sus siglas en inglés). Como parte de su tratamiento el actor comenzó a escribir un relato autobiográfico sobre la tormentosa relación que tuvo con su padre y maganer durante su infancia, en la que buscaba abrirse camino como actor. El resultado es Honey Boy, mezcla entre autobiografía y terapia fílmica.

“Conocí a Shia siete años antes de hacer Honey Boy, entonces lo conozco mejor que a cualquier personaje de mis documentales”, explica Alma Har’el en entrevista con Gatopardo. Aunque esta es su primera película de ficción, de cierta forma fue un ejercicio similar a sus proyectos anteriores: “Cuando le apuntas a una cámara a una persona, la línea que la separa de un personaje se vuelve borrosa, porque de alguna forma se convierten en intérpretes, aunque estén siendo ellos mismos”.

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Alma Har'el, dirigiendo a Shia Labeouf en el set de Honey Boy / Cortesía de Cine CANÍBAL.

Honey Boy es al mismo tiempo un profundo ejercicio de catarsis y una experiencia de sanación en la que Shia LaBeouf  no se interpreta a sí mismo, sino a su padre, un hombre violento, abusivo y mentalmente inestable. El resto del elenco lo componen Lucas Hedges, quien interpreta a un joven y autodestructivo actor en un centro de rehabilitación, y el pequeño Noah Jupe, quien encarna a su versión juvenil. Otros personajes del reparto incluyen a la artista musical FKA Twigs y el comediante Byron Bowers.

A pesar de que en sus juguetones documentales los sujetos y el estilo artístico de la directora destruyen la línea que separa la realidad de la ficción, ésta es la primera vez que Har’el trabaja con actores. “Muchos directores sólo conocen a sus actores en el set. Eso me pasó durante la filmación y honestamente no me gustó en absoluto”, recuerda la directora. “Por un lado es bueno conocer a las personas a través de su trabajo, pero prefiero hacerlo desde antes, es por eso que con Noah y Lucas pasé mes y medio ensayando previo a la filmación”.

Honey Boy es una historia profundamente personal y de fina manufactura que resultó de un intenso trabajo con los actores. “Llegamos a un punto en el que ellos empezaron a tomar decisiones espontáneas en ciertas escenas y eso nos permitió capturar las acciones como un documental”, explica la directora. “Quería hacer algo que tuviese vida y que el espectador percibiera un riesgo, no tanto por la trama o la visión del director, sino por los personajes mismos”. Har’el trabajó con la cinematógrafa Natalia Baier para lograr un sistema de iluminación que permitiera a los actores moverse con libertad e improvisar.

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Noah Jupe y Shia Labeouf en Honey Boy.

Honey Boy es una historia cargada de energía y emociones y esa libertad creativa viene desde el guión de LaBeouf. “Él fue muy generoso con cada actor que se sumó a la historia y agregó al guión aportaciones de todos”, comparte Har’el con entusiasmo. El personaje de Byron Powers, por ejemplo, que en papel era un guitarrista religioso, en la cinta se convirtió en un primo en prisión con una visión irónica y condescendiente sobre la rehabilitación. “En el set se improvisaba constantemente hasta que fui yo quien se tornó sobreprotectora del guión, porque amé la escritura de Shia y él llegó a insistir en quitar partes que eran muy importantes para mí”.

Esto podría sonar a una simple anécdota de filmación, pero también es parte esencial de la historia que cuenta Honey Boy, donde los duelos entre tensión y cooperación, amor y violencia o rencor y perdón, detonan constantes momentos de catarsis.

Esta una película sobre transformaciones, una de sus frases más significativas es: “una semilla tiene que destruirse completamente antes de ser una flor. "Honey Boy es sobre el perdón como un camino a  la supervivencia. Tienes que seguir adelante y encontrar tu voz, porque si no lo haces, el resentimiento y el dolor te van a matar”, dice la directora. “Mucha gente asocia el perdón con aceptar todos los males cometidos hacia uno y asumirse como víctima, pero yo creo que la compasión es una de las más grandes manifestaciones del amor”, concluye Alma Har’el.

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