El padre de John Baldessari era un católico devoto y su madre, luterana, así que acordaron como punto medio asistir a la iglesia metodista que quedaba cerca de su casa en National City. Desde niño, Baldessari se entusiasmó con los preceptos humanitarios de la iglesia y leyó la biblia tres veces de principio a fin. Tenía la inquietud de ser artista, pero no le parecía que el arte tuviera el poder de ayudar a nadie. Su hermana le sugirió convertirse en maestro y él hizo ambas cosas. Se graduó como artista y empezó a dar clases en escuelas públicas de San Diego. Poco tiempo después lo contrataron para dar un curso en un campamento de menores infractores. Baldessari cree que lo eligieron porque sus dos metros de estatura tenían potencial para mantener a los jóvenes bajo control, pero no fue así. Por suerte, hubo algo más que lo salvó. Cuando tres de sus estudiantes más conflictivos le pidieron que dejara abierto el salón de arte durante las noches, él aceptó hacerlo a cambio de que mejoraran su comportamiento durante el día. Funcionó cual magia. Como le contó a Calvin Tomkins para The New Yorker, ese día entendió que si por alguna razón esos jóvenes criminales necesitaban del arte, era porque algo bueno tenía que aportar a la humanidad.Desde entonces y hasta los años noventa, ya con la barba y el cabello completamente blancos, no dejó dar clases y fue profesor de varias generaciones de artistas, muchos de los cuales, como David Salle, Jack Goldstein y Mike Kelley, se convirtieron en enormes figuras del mundo del arte. Baldessari comenzó en la pintura, al estilo del expresionismo abstracto, comparación que lo incomodaba y lo obligó a replantear su línea de trabajo. Su obra no volvió a parecerse a la de nadie más, pues construyó su propia veta dentro del arte conceptual, que comenzaba a abrirse camino en la década de los sesenta, privilegiando la teoría y las ideas sobre la mano del artista y sus decisiones estéticas o formales. Su interés por el lenguaje y su firme idea de que la palabra y la imagen tienen un mismo peso, ha estado al frente de su producción artística por décadas. Para él, imagen y texto son símbolos intercambiables, piezas que, como en un juego, pueden ordenarse de distintas formas para construir mensajes, y explorar esas variaciones es una obsesión que le ha durado toda la vida.[caption id="attachment_205298" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: cortesía del artista)[/caption]Una de sus pinturas de texto de 1966 se titula Semi-close-up of girl by geranium (soft view) y dice:“Finishes watering it — examines plant to see if it has any signs of growth, finds slight evidence — smiles." (“Termina de regarlo — examina la planta para ver si muestra alguna señal de crecimiento, encuentra ligera evidencia — sonríe.”)Las letras están pintadas en acrílico sobre un lienzo blanco, y las marcó un pintor de rótulos comerciales que Baldessari contrató para ello, pero logran producir en nuestra imaginación una viva escena cinematográfica.
El artista reinventó el conceptualismo a través de un análisis irónico e irreverente del arte mismo, partiendo de que no es algo que deba tomarse demasiado en serio. Baldessari hace arte conceptual al tiempo que se burla de él y de su propia condición de artista, como lo hizo en su serie “Commissioned paintings”, donde tomó fotografías del dedo de un amigo señalando varios lugares y objetos en National City, y después le pidió a una docena de artistas amateur que eligieran una fotografía y la reprodujeran en una pintura realista. Esta fue su respuesta al pintor expresionista Al Held, quien poco tiempo atrás había dicho que al arte conceptual se trataba solamente de “señalar cosas”. En 1970 Baldessari anunció que iba a incinerar todas las pinturas que hizo entre 1953 y 1966 porque ya no correspondían con sus nuevos intereses. Le costó encontrar una funeraria que aceptara cremar pinturas, pero al final lo logró, al igual que obtener un acta notariada que diera fe de ello. En 1971 The Nova Scotia College of Art and Design lo invitó a hacer una exhibición, pero no tenía presupuesto para cubrir sus gastos de viaje o el traslado de la obra. Lo que Baldessari propuso a cambio fue que los estudiantes que así lo desearan, entraran a la galería a escribir “I Will Not Make Any More Boring Art” (No haré más arte aburrido) sobre las paredes y fueron tantos los que acudieron al llamado, que quedaron totalmente cubiertas. Tiempo después la escuela publicó una litografía de la frase y el MoMA la compró. La versión en video de la pieza muestra la mano de Baldessari escribiendo esas mismas palabras durante trece minutos, algo que ha confesado, le parece muy aburrido.[caption id="attachment_205299" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Roberto Marossi)[/caption]“Suele negar que su obra sea deliberadamente humorística, pero a mí me parece de lo más refrescante poder reírme de una obra sin que eso signifique una traición a los ideales del artista”, dijo el inglés Kit Hammonds, nuevo curador del Museo Jumex. Cuando se enteró de que tendría que curar una exhibición que ya había sido programada por la gestión anterior, no lo tomó como una buena noticia; luego se supo que se trataba de una revisión de la obra de Baldessari y le cambió la cara. Accedió con gusto. “Hace que nos demos cuenta que el arte está lejos de ser lo más importante del mundo, pues no tiene nada que ver con la supervivencia. A nivel humano, el que un hombre de 88 años, con su trayectoria, tenga la capacidad de seguir jugando con su obra en vez de sentir que ya lo hizo todo, es algo que no se ve muy seguido”, afirma. A lo largo de su muy larga carrera John Baldessari ha hecho impresiones, libros de artista, instalaciones, películas, videos, montajes fotográficos de escalas monumentales, juegos visuales que piden elegir entre distintas formas de zanahorias, además de collages fotográficos que mezclan stills de películas de serie B o de cine noir con fotos grupales, paisajes, arquitectura urbana, deportes acuáticos, sirenas, referencias de la historia del arte o fantasías surrealistas. Le apostó a lanzar una pelota al aire para tomarle una fotografía en el momento exacto en que, cayendo, pasara frente a su cara cubriéndola por completo, y publicó los mejores intentos. Hizo lo mismo lanzando varias pelotas al cielo en un intento de fotografiarlas formando una línea recta o un cuadrado en el aire. El resultado de esos experimentos produjo varias de las imágenes más emblemáticas de su carrera. Esos mismos círculos de color se trasladaron a largas series de trabajo posteriores en las que aparecen cubriendo en fotografías impresas a gran escala, los rostros de personajes que podrían o no ser importantes, y que gracias a esa intervención cuentan una historia completamente distinta.[caption id="attachment_205300" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Joshua White)[/caption]“La razón por la que Baldessari no es el conceptualista más famoso, pero sí está entre los más respetados, es que su trabajo predijo un cambio cultural donde el texto y la imagen trabajarían juntos”, dice Hammonds. “Pero en un principio nadie comprendió la magnitud que eso iba a tener sobre la forma en que comprendemos el mundo, ni imaginó la forma masiva en la que hoy circulan imágenes a manera de lenguaje”. Baldessari está entre los artistas más influyentes de su generación y de su trabajo se han hecho minuciosas retrospectivas en varios de los museos más importantes del mundo. El reto para Hammonds era encontrar una narrativa distinta, que se alejara de una revisión histórico-temporal a lo largo de los distintos períodos y conceptos que ha recorrido el artista a lo largo de su carrera. Aprendiendo a leer con Baldessari, en el Museo Jumex, fue una exhibición que desde el título, se construyó a partir de los principios del artista. “Creo que le gustó encontrarse con una propuesta curatorial que analiza a profundidad su trabajo, y no la historia de su trabajo”, dice Hammonds. “Así que he estado buscando ciertas imágenes que se repiten a lo largo de su obra, o similitudes entre varias piezas. Eso es algo que, hasta donde sé, no se ha hecho antes.”[caption id="attachment_205301" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Manfredi Gioacchini)[/caption]Baldessari es un artista con una gran conciencia curatorial y ya anteriormente había manifestado su interés por organizar su trabajo partiendo del alfabeto. Uno de los retos de exhibir su trabajo en México es que gran parte del texto y referencias que el artista incluye en su obra, no pueden traducirse sin que pierdan cierta fuerza. La pieza que abre la exhibición es una serie de 26 impresiones donde cada letra del alfabeto aparece junto a una imagen, con el orden de las teclas de un teclado (Qwerty). La A, aparece junto a una hormiga (Por la A de ant, en inglés), y así hasta llegar a la Z. Cada una, asemeja esos juegos de cartas que se utilizan para enseñar a los niños a leer o escribir. Baldessari dijo alguna vez que el arte no debía ser mucho más complicado que una de esas cartas, y aunque su trabajo ciertamente lo es, esta pieza es un gran punto de partida para entrar en su mundo.Aprendiendo a leer con John BaldessariMuseo Jumex11 noviembre, 2017 – 08 abril, 2018
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En la obra del artista californiano, la imagen y el texto son símbolos intercambiables.
El padre de John Baldessari era un católico devoto y su madre, luterana, así que acordaron como punto medio asistir a la iglesia metodista que quedaba cerca de su casa en National City. Desde niño, Baldessari se entusiasmó con los preceptos humanitarios de la iglesia y leyó la biblia tres veces de principio a fin. Tenía la inquietud de ser artista, pero no le parecía que el arte tuviera el poder de ayudar a nadie. Su hermana le sugirió convertirse en maestro y él hizo ambas cosas. Se graduó como artista y empezó a dar clases en escuelas públicas de San Diego. Poco tiempo después lo contrataron para dar un curso en un campamento de menores infractores. Baldessari cree que lo eligieron porque sus dos metros de estatura tenían potencial para mantener a los jóvenes bajo control, pero no fue así. Por suerte, hubo algo más que lo salvó. Cuando tres de sus estudiantes más conflictivos le pidieron que dejara abierto el salón de arte durante las noches, él aceptó hacerlo a cambio de que mejoraran su comportamiento durante el día. Funcionó cual magia. Como le contó a Calvin Tomkins para The New Yorker, ese día entendió que si por alguna razón esos jóvenes criminales necesitaban del arte, era porque algo bueno tenía que aportar a la humanidad.Desde entonces y hasta los años noventa, ya con la barba y el cabello completamente blancos, no dejó dar clases y fue profesor de varias generaciones de artistas, muchos de los cuales, como David Salle, Jack Goldstein y Mike Kelley, se convirtieron en enormes figuras del mundo del arte. Baldessari comenzó en la pintura, al estilo del expresionismo abstracto, comparación que lo incomodaba y lo obligó a replantear su línea de trabajo. Su obra no volvió a parecerse a la de nadie más, pues construyó su propia veta dentro del arte conceptual, que comenzaba a abrirse camino en la década de los sesenta, privilegiando la teoría y las ideas sobre la mano del artista y sus decisiones estéticas o formales. Su interés por el lenguaje y su firme idea de que la palabra y la imagen tienen un mismo peso, ha estado al frente de su producción artística por décadas. Para él, imagen y texto son símbolos intercambiables, piezas que, como en un juego, pueden ordenarse de distintas formas para construir mensajes, y explorar esas variaciones es una obsesión que le ha durado toda la vida.[caption id="attachment_205298" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: cortesía del artista)[/caption]Una de sus pinturas de texto de 1966 se titula Semi-close-up of girl by geranium (soft view) y dice:“Finishes watering it — examines plant to see if it has any signs of growth, finds slight evidence — smiles." (“Termina de regarlo — examina la planta para ver si muestra alguna señal de crecimiento, encuentra ligera evidencia — sonríe.”)Las letras están pintadas en acrílico sobre un lienzo blanco, y las marcó un pintor de rótulos comerciales que Baldessari contrató para ello, pero logran producir en nuestra imaginación una viva escena cinematográfica.
El artista reinventó el conceptualismo a través de un análisis irónico e irreverente del arte mismo, partiendo de que no es algo que deba tomarse demasiado en serio. Baldessari hace arte conceptual al tiempo que se burla de él y de su propia condición de artista, como lo hizo en su serie “Commissioned paintings”, donde tomó fotografías del dedo de un amigo señalando varios lugares y objetos en National City, y después le pidió a una docena de artistas amateur que eligieran una fotografía y la reprodujeran en una pintura realista. Esta fue su respuesta al pintor expresionista Al Held, quien poco tiempo atrás había dicho que al arte conceptual se trataba solamente de “señalar cosas”. En 1970 Baldessari anunció que iba a incinerar todas las pinturas que hizo entre 1953 y 1966 porque ya no correspondían con sus nuevos intereses. Le costó encontrar una funeraria que aceptara cremar pinturas, pero al final lo logró, al igual que obtener un acta notariada que diera fe de ello. En 1971 The Nova Scotia College of Art and Design lo invitó a hacer una exhibición, pero no tenía presupuesto para cubrir sus gastos de viaje o el traslado de la obra. Lo que Baldessari propuso a cambio fue que los estudiantes que así lo desearan, entraran a la galería a escribir “I Will Not Make Any More Boring Art” (No haré más arte aburrido) sobre las paredes y fueron tantos los que acudieron al llamado, que quedaron totalmente cubiertas. Tiempo después la escuela publicó una litografía de la frase y el MoMA la compró. La versión en video de la pieza muestra la mano de Baldessari escribiendo esas mismas palabras durante trece minutos, algo que ha confesado, le parece muy aburrido.[caption id="attachment_205299" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Roberto Marossi)[/caption]“Suele negar que su obra sea deliberadamente humorística, pero a mí me parece de lo más refrescante poder reírme de una obra sin que eso signifique una traición a los ideales del artista”, dijo el inglés Kit Hammonds, nuevo curador del Museo Jumex. Cuando se enteró de que tendría que curar una exhibición que ya había sido programada por la gestión anterior, no lo tomó como una buena noticia; luego se supo que se trataba de una revisión de la obra de Baldessari y le cambió la cara. Accedió con gusto. “Hace que nos demos cuenta que el arte está lejos de ser lo más importante del mundo, pues no tiene nada que ver con la supervivencia. A nivel humano, el que un hombre de 88 años, con su trayectoria, tenga la capacidad de seguir jugando con su obra en vez de sentir que ya lo hizo todo, es algo que no se ve muy seguido”, afirma. A lo largo de su muy larga carrera John Baldessari ha hecho impresiones, libros de artista, instalaciones, películas, videos, montajes fotográficos de escalas monumentales, juegos visuales que piden elegir entre distintas formas de zanahorias, además de collages fotográficos que mezclan stills de películas de serie B o de cine noir con fotos grupales, paisajes, arquitectura urbana, deportes acuáticos, sirenas, referencias de la historia del arte o fantasías surrealistas. Le apostó a lanzar una pelota al aire para tomarle una fotografía en el momento exacto en que, cayendo, pasara frente a su cara cubriéndola por completo, y publicó los mejores intentos. Hizo lo mismo lanzando varias pelotas al cielo en un intento de fotografiarlas formando una línea recta o un cuadrado en el aire. El resultado de esos experimentos produjo varias de las imágenes más emblemáticas de su carrera. Esos mismos círculos de color se trasladaron a largas series de trabajo posteriores en las que aparecen cubriendo en fotografías impresas a gran escala, los rostros de personajes que podrían o no ser importantes, y que gracias a esa intervención cuentan una historia completamente distinta.[caption id="attachment_205300" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Joshua White)[/caption]“La razón por la que Baldessari no es el conceptualista más famoso, pero sí está entre los más respetados, es que su trabajo predijo un cambio cultural donde el texto y la imagen trabajarían juntos”, dice Hammonds. “Pero en un principio nadie comprendió la magnitud que eso iba a tener sobre la forma en que comprendemos el mundo, ni imaginó la forma masiva en la que hoy circulan imágenes a manera de lenguaje”. Baldessari está entre los artistas más influyentes de su generación y de su trabajo se han hecho minuciosas retrospectivas en varios de los museos más importantes del mundo. El reto para Hammonds era encontrar una narrativa distinta, que se alejara de una revisión histórico-temporal a lo largo de los distintos períodos y conceptos que ha recorrido el artista a lo largo de su carrera. Aprendiendo a leer con Baldessari, en el Museo Jumex, fue una exhibición que desde el título, se construyó a partir de los principios del artista. “Creo que le gustó encontrarse con una propuesta curatorial que analiza a profundidad su trabajo, y no la historia de su trabajo”, dice Hammonds. “Así que he estado buscando ciertas imágenes que se repiten a lo largo de su obra, o similitudes entre varias piezas. Eso es algo que, hasta donde sé, no se ha hecho antes.”[caption id="attachment_205301" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Manfredi Gioacchini)[/caption]Baldessari es un artista con una gran conciencia curatorial y ya anteriormente había manifestado su interés por organizar su trabajo partiendo del alfabeto. Uno de los retos de exhibir su trabajo en México es que gran parte del texto y referencias que el artista incluye en su obra, no pueden traducirse sin que pierdan cierta fuerza. La pieza que abre la exhibición es una serie de 26 impresiones donde cada letra del alfabeto aparece junto a una imagen, con el orden de las teclas de un teclado (Qwerty). La A, aparece junto a una hormiga (Por la A de ant, en inglés), y así hasta llegar a la Z. Cada una, asemeja esos juegos de cartas que se utilizan para enseñar a los niños a leer o escribir. Baldessari dijo alguna vez que el arte no debía ser mucho más complicado que una de esas cartas, y aunque su trabajo ciertamente lo es, esta pieza es un gran punto de partida para entrar en su mundo.Aprendiendo a leer con John BaldessariMuseo Jumex11 noviembre, 2017 – 08 abril, 2018
En la obra del artista californiano, la imagen y el texto son símbolos intercambiables.
El padre de John Baldessari era un católico devoto y su madre, luterana, así que acordaron como punto medio asistir a la iglesia metodista que quedaba cerca de su casa en National City. Desde niño, Baldessari se entusiasmó con los preceptos humanitarios de la iglesia y leyó la biblia tres veces de principio a fin. Tenía la inquietud de ser artista, pero no le parecía que el arte tuviera el poder de ayudar a nadie. Su hermana le sugirió convertirse en maestro y él hizo ambas cosas. Se graduó como artista y empezó a dar clases en escuelas públicas de San Diego. Poco tiempo después lo contrataron para dar un curso en un campamento de menores infractores. Baldessari cree que lo eligieron porque sus dos metros de estatura tenían potencial para mantener a los jóvenes bajo control, pero no fue así. Por suerte, hubo algo más que lo salvó. Cuando tres de sus estudiantes más conflictivos le pidieron que dejara abierto el salón de arte durante las noches, él aceptó hacerlo a cambio de que mejoraran su comportamiento durante el día. Funcionó cual magia. Como le contó a Calvin Tomkins para The New Yorker, ese día entendió que si por alguna razón esos jóvenes criminales necesitaban del arte, era porque algo bueno tenía que aportar a la humanidad.Desde entonces y hasta los años noventa, ya con la barba y el cabello completamente blancos, no dejó dar clases y fue profesor de varias generaciones de artistas, muchos de los cuales, como David Salle, Jack Goldstein y Mike Kelley, se convirtieron en enormes figuras del mundo del arte. Baldessari comenzó en la pintura, al estilo del expresionismo abstracto, comparación que lo incomodaba y lo obligó a replantear su línea de trabajo. Su obra no volvió a parecerse a la de nadie más, pues construyó su propia veta dentro del arte conceptual, que comenzaba a abrirse camino en la década de los sesenta, privilegiando la teoría y las ideas sobre la mano del artista y sus decisiones estéticas o formales. Su interés por el lenguaje y su firme idea de que la palabra y la imagen tienen un mismo peso, ha estado al frente de su producción artística por décadas. Para él, imagen y texto son símbolos intercambiables, piezas que, como en un juego, pueden ordenarse de distintas formas para construir mensajes, y explorar esas variaciones es una obsesión que le ha durado toda la vida.[caption id="attachment_205298" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: cortesía del artista)[/caption]Una de sus pinturas de texto de 1966 se titula Semi-close-up of girl by geranium (soft view) y dice:“Finishes watering it — examines plant to see if it has any signs of growth, finds slight evidence — smiles." (“Termina de regarlo — examina la planta para ver si muestra alguna señal de crecimiento, encuentra ligera evidencia — sonríe.”)Las letras están pintadas en acrílico sobre un lienzo blanco, y las marcó un pintor de rótulos comerciales que Baldessari contrató para ello, pero logran producir en nuestra imaginación una viva escena cinematográfica.
El artista reinventó el conceptualismo a través de un análisis irónico e irreverente del arte mismo, partiendo de que no es algo que deba tomarse demasiado en serio. Baldessari hace arte conceptual al tiempo que se burla de él y de su propia condición de artista, como lo hizo en su serie “Commissioned paintings”, donde tomó fotografías del dedo de un amigo señalando varios lugares y objetos en National City, y después le pidió a una docena de artistas amateur que eligieran una fotografía y la reprodujeran en una pintura realista. Esta fue su respuesta al pintor expresionista Al Held, quien poco tiempo atrás había dicho que al arte conceptual se trataba solamente de “señalar cosas”. En 1970 Baldessari anunció que iba a incinerar todas las pinturas que hizo entre 1953 y 1966 porque ya no correspondían con sus nuevos intereses. Le costó encontrar una funeraria que aceptara cremar pinturas, pero al final lo logró, al igual que obtener un acta notariada que diera fe de ello. En 1971 The Nova Scotia College of Art and Design lo invitó a hacer una exhibición, pero no tenía presupuesto para cubrir sus gastos de viaje o el traslado de la obra. Lo que Baldessari propuso a cambio fue que los estudiantes que así lo desearan, entraran a la galería a escribir “I Will Not Make Any More Boring Art” (No haré más arte aburrido) sobre las paredes y fueron tantos los que acudieron al llamado, que quedaron totalmente cubiertas. Tiempo después la escuela publicó una litografía de la frase y el MoMA la compró. La versión en video de la pieza muestra la mano de Baldessari escribiendo esas mismas palabras durante trece minutos, algo que ha confesado, le parece muy aburrido.[caption id="attachment_205299" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Roberto Marossi)[/caption]“Suele negar que su obra sea deliberadamente humorística, pero a mí me parece de lo más refrescante poder reírme de una obra sin que eso signifique una traición a los ideales del artista”, dijo el inglés Kit Hammonds, nuevo curador del Museo Jumex. Cuando se enteró de que tendría que curar una exhibición que ya había sido programada por la gestión anterior, no lo tomó como una buena noticia; luego se supo que se trataba de una revisión de la obra de Baldessari y le cambió la cara. Accedió con gusto. “Hace que nos demos cuenta que el arte está lejos de ser lo más importante del mundo, pues no tiene nada que ver con la supervivencia. A nivel humano, el que un hombre de 88 años, con su trayectoria, tenga la capacidad de seguir jugando con su obra en vez de sentir que ya lo hizo todo, es algo que no se ve muy seguido”, afirma. A lo largo de su muy larga carrera John Baldessari ha hecho impresiones, libros de artista, instalaciones, películas, videos, montajes fotográficos de escalas monumentales, juegos visuales que piden elegir entre distintas formas de zanahorias, además de collages fotográficos que mezclan stills de películas de serie B o de cine noir con fotos grupales, paisajes, arquitectura urbana, deportes acuáticos, sirenas, referencias de la historia del arte o fantasías surrealistas. Le apostó a lanzar una pelota al aire para tomarle una fotografía en el momento exacto en que, cayendo, pasara frente a su cara cubriéndola por completo, y publicó los mejores intentos. Hizo lo mismo lanzando varias pelotas al cielo en un intento de fotografiarlas formando una línea recta o un cuadrado en el aire. El resultado de esos experimentos produjo varias de las imágenes más emblemáticas de su carrera. Esos mismos círculos de color se trasladaron a largas series de trabajo posteriores en las que aparecen cubriendo en fotografías impresas a gran escala, los rostros de personajes que podrían o no ser importantes, y que gracias a esa intervención cuentan una historia completamente distinta.[caption id="attachment_205300" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Joshua White)[/caption]“La razón por la que Baldessari no es el conceptualista más famoso, pero sí está entre los más respetados, es que su trabajo predijo un cambio cultural donde el texto y la imagen trabajarían juntos”, dice Hammonds. “Pero en un principio nadie comprendió la magnitud que eso iba a tener sobre la forma en que comprendemos el mundo, ni imaginó la forma masiva en la que hoy circulan imágenes a manera de lenguaje”. Baldessari está entre los artistas más influyentes de su generación y de su trabajo se han hecho minuciosas retrospectivas en varios de los museos más importantes del mundo. El reto para Hammonds era encontrar una narrativa distinta, que se alejara de una revisión histórico-temporal a lo largo de los distintos períodos y conceptos que ha recorrido el artista a lo largo de su carrera. Aprendiendo a leer con Baldessari, en el Museo Jumex, fue una exhibición que desde el título, se construyó a partir de los principios del artista. “Creo que le gustó encontrarse con una propuesta curatorial que analiza a profundidad su trabajo, y no la historia de su trabajo”, dice Hammonds. “Así que he estado buscando ciertas imágenes que se repiten a lo largo de su obra, o similitudes entre varias piezas. Eso es algo que, hasta donde sé, no se ha hecho antes.”[caption id="attachment_205301" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Manfredi Gioacchini)[/caption]Baldessari es un artista con una gran conciencia curatorial y ya anteriormente había manifestado su interés por organizar su trabajo partiendo del alfabeto. Uno de los retos de exhibir su trabajo en México es que gran parte del texto y referencias que el artista incluye en su obra, no pueden traducirse sin que pierdan cierta fuerza. La pieza que abre la exhibición es una serie de 26 impresiones donde cada letra del alfabeto aparece junto a una imagen, con el orden de las teclas de un teclado (Qwerty). La A, aparece junto a una hormiga (Por la A de ant, en inglés), y así hasta llegar a la Z. Cada una, asemeja esos juegos de cartas que se utilizan para enseñar a los niños a leer o escribir. Baldessari dijo alguna vez que el arte no debía ser mucho más complicado que una de esas cartas, y aunque su trabajo ciertamente lo es, esta pieza es un gran punto de partida para entrar en su mundo.Aprendiendo a leer con John BaldessariMuseo Jumex11 noviembre, 2017 – 08 abril, 2018
En la obra del artista californiano, la imagen y el texto son símbolos intercambiables.
El padre de John Baldessari era un católico devoto y su madre, luterana, así que acordaron como punto medio asistir a la iglesia metodista que quedaba cerca de su casa en National City. Desde niño, Baldessari se entusiasmó con los preceptos humanitarios de la iglesia y leyó la biblia tres veces de principio a fin. Tenía la inquietud de ser artista, pero no le parecía que el arte tuviera el poder de ayudar a nadie. Su hermana le sugirió convertirse en maestro y él hizo ambas cosas. Se graduó como artista y empezó a dar clases en escuelas públicas de San Diego. Poco tiempo después lo contrataron para dar un curso en un campamento de menores infractores. Baldessari cree que lo eligieron porque sus dos metros de estatura tenían potencial para mantener a los jóvenes bajo control, pero no fue así. Por suerte, hubo algo más que lo salvó. Cuando tres de sus estudiantes más conflictivos le pidieron que dejara abierto el salón de arte durante las noches, él aceptó hacerlo a cambio de que mejoraran su comportamiento durante el día. Funcionó cual magia. Como le contó a Calvin Tomkins para The New Yorker, ese día entendió que si por alguna razón esos jóvenes criminales necesitaban del arte, era porque algo bueno tenía que aportar a la humanidad.Desde entonces y hasta los años noventa, ya con la barba y el cabello completamente blancos, no dejó dar clases y fue profesor de varias generaciones de artistas, muchos de los cuales, como David Salle, Jack Goldstein y Mike Kelley, se convirtieron en enormes figuras del mundo del arte. Baldessari comenzó en la pintura, al estilo del expresionismo abstracto, comparación que lo incomodaba y lo obligó a replantear su línea de trabajo. Su obra no volvió a parecerse a la de nadie más, pues construyó su propia veta dentro del arte conceptual, que comenzaba a abrirse camino en la década de los sesenta, privilegiando la teoría y las ideas sobre la mano del artista y sus decisiones estéticas o formales. Su interés por el lenguaje y su firme idea de que la palabra y la imagen tienen un mismo peso, ha estado al frente de su producción artística por décadas. Para él, imagen y texto son símbolos intercambiables, piezas que, como en un juego, pueden ordenarse de distintas formas para construir mensajes, y explorar esas variaciones es una obsesión que le ha durado toda la vida.[caption id="attachment_205298" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: cortesía del artista)[/caption]Una de sus pinturas de texto de 1966 se titula Semi-close-up of girl by geranium (soft view) y dice:“Finishes watering it — examines plant to see if it has any signs of growth, finds slight evidence — smiles." (“Termina de regarlo — examina la planta para ver si muestra alguna señal de crecimiento, encuentra ligera evidencia — sonríe.”)Las letras están pintadas en acrílico sobre un lienzo blanco, y las marcó un pintor de rótulos comerciales que Baldessari contrató para ello, pero logran producir en nuestra imaginación una viva escena cinematográfica.
El artista reinventó el conceptualismo a través de un análisis irónico e irreverente del arte mismo, partiendo de que no es algo que deba tomarse demasiado en serio. Baldessari hace arte conceptual al tiempo que se burla de él y de su propia condición de artista, como lo hizo en su serie “Commissioned paintings”, donde tomó fotografías del dedo de un amigo señalando varios lugares y objetos en National City, y después le pidió a una docena de artistas amateur que eligieran una fotografía y la reprodujeran en una pintura realista. Esta fue su respuesta al pintor expresionista Al Held, quien poco tiempo atrás había dicho que al arte conceptual se trataba solamente de “señalar cosas”. En 1970 Baldessari anunció que iba a incinerar todas las pinturas que hizo entre 1953 y 1966 porque ya no correspondían con sus nuevos intereses. Le costó encontrar una funeraria que aceptara cremar pinturas, pero al final lo logró, al igual que obtener un acta notariada que diera fe de ello. En 1971 The Nova Scotia College of Art and Design lo invitó a hacer una exhibición, pero no tenía presupuesto para cubrir sus gastos de viaje o el traslado de la obra. Lo que Baldessari propuso a cambio fue que los estudiantes que así lo desearan, entraran a la galería a escribir “I Will Not Make Any More Boring Art” (No haré más arte aburrido) sobre las paredes y fueron tantos los que acudieron al llamado, que quedaron totalmente cubiertas. Tiempo después la escuela publicó una litografía de la frase y el MoMA la compró. La versión en video de la pieza muestra la mano de Baldessari escribiendo esas mismas palabras durante trece minutos, algo que ha confesado, le parece muy aburrido.[caption id="attachment_205299" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Roberto Marossi)[/caption]“Suele negar que su obra sea deliberadamente humorística, pero a mí me parece de lo más refrescante poder reírme de una obra sin que eso signifique una traición a los ideales del artista”, dijo el inglés Kit Hammonds, nuevo curador del Museo Jumex. Cuando se enteró de que tendría que curar una exhibición que ya había sido programada por la gestión anterior, no lo tomó como una buena noticia; luego se supo que se trataba de una revisión de la obra de Baldessari y le cambió la cara. Accedió con gusto. “Hace que nos demos cuenta que el arte está lejos de ser lo más importante del mundo, pues no tiene nada que ver con la supervivencia. A nivel humano, el que un hombre de 88 años, con su trayectoria, tenga la capacidad de seguir jugando con su obra en vez de sentir que ya lo hizo todo, es algo que no se ve muy seguido”, afirma. A lo largo de su muy larga carrera John Baldessari ha hecho impresiones, libros de artista, instalaciones, películas, videos, montajes fotográficos de escalas monumentales, juegos visuales que piden elegir entre distintas formas de zanahorias, además de collages fotográficos que mezclan stills de películas de serie B o de cine noir con fotos grupales, paisajes, arquitectura urbana, deportes acuáticos, sirenas, referencias de la historia del arte o fantasías surrealistas. Le apostó a lanzar una pelota al aire para tomarle una fotografía en el momento exacto en que, cayendo, pasara frente a su cara cubriéndola por completo, y publicó los mejores intentos. Hizo lo mismo lanzando varias pelotas al cielo en un intento de fotografiarlas formando una línea recta o un cuadrado en el aire. El resultado de esos experimentos produjo varias de las imágenes más emblemáticas de su carrera. Esos mismos círculos de color se trasladaron a largas series de trabajo posteriores en las que aparecen cubriendo en fotografías impresas a gran escala, los rostros de personajes que podrían o no ser importantes, y que gracias a esa intervención cuentan una historia completamente distinta.[caption id="attachment_205300" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Joshua White)[/caption]“La razón por la que Baldessari no es el conceptualista más famoso, pero sí está entre los más respetados, es que su trabajo predijo un cambio cultural donde el texto y la imagen trabajarían juntos”, dice Hammonds. “Pero en un principio nadie comprendió la magnitud que eso iba a tener sobre la forma en que comprendemos el mundo, ni imaginó la forma masiva en la que hoy circulan imágenes a manera de lenguaje”. Baldessari está entre los artistas más influyentes de su generación y de su trabajo se han hecho minuciosas retrospectivas en varios de los museos más importantes del mundo. El reto para Hammonds era encontrar una narrativa distinta, que se alejara de una revisión histórico-temporal a lo largo de los distintos períodos y conceptos que ha recorrido el artista a lo largo de su carrera. Aprendiendo a leer con Baldessari, en el Museo Jumex, fue una exhibición que desde el título, se construyó a partir de los principios del artista. “Creo que le gustó encontrarse con una propuesta curatorial que analiza a profundidad su trabajo, y no la historia de su trabajo”, dice Hammonds. “Así que he estado buscando ciertas imágenes que se repiten a lo largo de su obra, o similitudes entre varias piezas. Eso es algo que, hasta donde sé, no se ha hecho antes.”[caption id="attachment_205301" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Manfredi Gioacchini)[/caption]Baldessari es un artista con una gran conciencia curatorial y ya anteriormente había manifestado su interés por organizar su trabajo partiendo del alfabeto. Uno de los retos de exhibir su trabajo en México es que gran parte del texto y referencias que el artista incluye en su obra, no pueden traducirse sin que pierdan cierta fuerza. La pieza que abre la exhibición es una serie de 26 impresiones donde cada letra del alfabeto aparece junto a una imagen, con el orden de las teclas de un teclado (Qwerty). La A, aparece junto a una hormiga (Por la A de ant, en inglés), y así hasta llegar a la Z. Cada una, asemeja esos juegos de cartas que se utilizan para enseñar a los niños a leer o escribir. Baldessari dijo alguna vez que el arte no debía ser mucho más complicado que una de esas cartas, y aunque su trabajo ciertamente lo es, esta pieza es un gran punto de partida para entrar en su mundo.Aprendiendo a leer con John BaldessariMuseo Jumex11 noviembre, 2017 – 08 abril, 2018
En la obra del artista californiano, la imagen y el texto son símbolos intercambiables.
El padre de John Baldessari era un católico devoto y su madre, luterana, así que acordaron como punto medio asistir a la iglesia metodista que quedaba cerca de su casa en National City. Desde niño, Baldessari se entusiasmó con los preceptos humanitarios de la iglesia y leyó la biblia tres veces de principio a fin. Tenía la inquietud de ser artista, pero no le parecía que el arte tuviera el poder de ayudar a nadie. Su hermana le sugirió convertirse en maestro y él hizo ambas cosas. Se graduó como artista y empezó a dar clases en escuelas públicas de San Diego. Poco tiempo después lo contrataron para dar un curso en un campamento de menores infractores. Baldessari cree que lo eligieron porque sus dos metros de estatura tenían potencial para mantener a los jóvenes bajo control, pero no fue así. Por suerte, hubo algo más que lo salvó. Cuando tres de sus estudiantes más conflictivos le pidieron que dejara abierto el salón de arte durante las noches, él aceptó hacerlo a cambio de que mejoraran su comportamiento durante el día. Funcionó cual magia. Como le contó a Calvin Tomkins para The New Yorker, ese día entendió que si por alguna razón esos jóvenes criminales necesitaban del arte, era porque algo bueno tenía que aportar a la humanidad.Desde entonces y hasta los años noventa, ya con la barba y el cabello completamente blancos, no dejó dar clases y fue profesor de varias generaciones de artistas, muchos de los cuales, como David Salle, Jack Goldstein y Mike Kelley, se convirtieron en enormes figuras del mundo del arte. Baldessari comenzó en la pintura, al estilo del expresionismo abstracto, comparación que lo incomodaba y lo obligó a replantear su línea de trabajo. Su obra no volvió a parecerse a la de nadie más, pues construyó su propia veta dentro del arte conceptual, que comenzaba a abrirse camino en la década de los sesenta, privilegiando la teoría y las ideas sobre la mano del artista y sus decisiones estéticas o formales. Su interés por el lenguaje y su firme idea de que la palabra y la imagen tienen un mismo peso, ha estado al frente de su producción artística por décadas. Para él, imagen y texto son símbolos intercambiables, piezas que, como en un juego, pueden ordenarse de distintas formas para construir mensajes, y explorar esas variaciones es una obsesión que le ha durado toda la vida.[caption id="attachment_205298" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: cortesía del artista)[/caption]Una de sus pinturas de texto de 1966 se titula Semi-close-up of girl by geranium (soft view) y dice:“Finishes watering it — examines plant to see if it has any signs of growth, finds slight evidence — smiles." (“Termina de regarlo — examina la planta para ver si muestra alguna señal de crecimiento, encuentra ligera evidencia — sonríe.”)Las letras están pintadas en acrílico sobre un lienzo blanco, y las marcó un pintor de rótulos comerciales que Baldessari contrató para ello, pero logran producir en nuestra imaginación una viva escena cinematográfica.
El artista reinventó el conceptualismo a través de un análisis irónico e irreverente del arte mismo, partiendo de que no es algo que deba tomarse demasiado en serio. Baldessari hace arte conceptual al tiempo que se burla de él y de su propia condición de artista, como lo hizo en su serie “Commissioned paintings”, donde tomó fotografías del dedo de un amigo señalando varios lugares y objetos en National City, y después le pidió a una docena de artistas amateur que eligieran una fotografía y la reprodujeran en una pintura realista. Esta fue su respuesta al pintor expresionista Al Held, quien poco tiempo atrás había dicho que al arte conceptual se trataba solamente de “señalar cosas”. En 1970 Baldessari anunció que iba a incinerar todas las pinturas que hizo entre 1953 y 1966 porque ya no correspondían con sus nuevos intereses. Le costó encontrar una funeraria que aceptara cremar pinturas, pero al final lo logró, al igual que obtener un acta notariada que diera fe de ello. En 1971 The Nova Scotia College of Art and Design lo invitó a hacer una exhibición, pero no tenía presupuesto para cubrir sus gastos de viaje o el traslado de la obra. Lo que Baldessari propuso a cambio fue que los estudiantes que así lo desearan, entraran a la galería a escribir “I Will Not Make Any More Boring Art” (No haré más arte aburrido) sobre las paredes y fueron tantos los que acudieron al llamado, que quedaron totalmente cubiertas. Tiempo después la escuela publicó una litografía de la frase y el MoMA la compró. La versión en video de la pieza muestra la mano de Baldessari escribiendo esas mismas palabras durante trece minutos, algo que ha confesado, le parece muy aburrido.[caption id="attachment_205299" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Roberto Marossi)[/caption]“Suele negar que su obra sea deliberadamente humorística, pero a mí me parece de lo más refrescante poder reírme de una obra sin que eso signifique una traición a los ideales del artista”, dijo el inglés Kit Hammonds, nuevo curador del Museo Jumex. Cuando se enteró de que tendría que curar una exhibición que ya había sido programada por la gestión anterior, no lo tomó como una buena noticia; luego se supo que se trataba de una revisión de la obra de Baldessari y le cambió la cara. Accedió con gusto. “Hace que nos demos cuenta que el arte está lejos de ser lo más importante del mundo, pues no tiene nada que ver con la supervivencia. A nivel humano, el que un hombre de 88 años, con su trayectoria, tenga la capacidad de seguir jugando con su obra en vez de sentir que ya lo hizo todo, es algo que no se ve muy seguido”, afirma. A lo largo de su muy larga carrera John Baldessari ha hecho impresiones, libros de artista, instalaciones, películas, videos, montajes fotográficos de escalas monumentales, juegos visuales que piden elegir entre distintas formas de zanahorias, además de collages fotográficos que mezclan stills de películas de serie B o de cine noir con fotos grupales, paisajes, arquitectura urbana, deportes acuáticos, sirenas, referencias de la historia del arte o fantasías surrealistas. Le apostó a lanzar una pelota al aire para tomarle una fotografía en el momento exacto en que, cayendo, pasara frente a su cara cubriéndola por completo, y publicó los mejores intentos. Hizo lo mismo lanzando varias pelotas al cielo en un intento de fotografiarlas formando una línea recta o un cuadrado en el aire. El resultado de esos experimentos produjo varias de las imágenes más emblemáticas de su carrera. Esos mismos círculos de color se trasladaron a largas series de trabajo posteriores en las que aparecen cubriendo en fotografías impresas a gran escala, los rostros de personajes que podrían o no ser importantes, y que gracias a esa intervención cuentan una historia completamente distinta.[caption id="attachment_205300" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Joshua White)[/caption]“La razón por la que Baldessari no es el conceptualista más famoso, pero sí está entre los más respetados, es que su trabajo predijo un cambio cultural donde el texto y la imagen trabajarían juntos”, dice Hammonds. “Pero en un principio nadie comprendió la magnitud que eso iba a tener sobre la forma en que comprendemos el mundo, ni imaginó la forma masiva en la que hoy circulan imágenes a manera de lenguaje”. Baldessari está entre los artistas más influyentes de su generación y de su trabajo se han hecho minuciosas retrospectivas en varios de los museos más importantes del mundo. El reto para Hammonds era encontrar una narrativa distinta, que se alejara de una revisión histórico-temporal a lo largo de los distintos períodos y conceptos que ha recorrido el artista a lo largo de su carrera. Aprendiendo a leer con Baldessari, en el Museo Jumex, fue una exhibición que desde el título, se construyó a partir de los principios del artista. “Creo que le gustó encontrarse con una propuesta curatorial que analiza a profundidad su trabajo, y no la historia de su trabajo”, dice Hammonds. “Así que he estado buscando ciertas imágenes que se repiten a lo largo de su obra, o similitudes entre varias piezas. Eso es algo que, hasta donde sé, no se ha hecho antes.”[caption id="attachment_205301" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Manfredi Gioacchini)[/caption]Baldessari es un artista con una gran conciencia curatorial y ya anteriormente había manifestado su interés por organizar su trabajo partiendo del alfabeto. Uno de los retos de exhibir su trabajo en México es que gran parte del texto y referencias que el artista incluye en su obra, no pueden traducirse sin que pierdan cierta fuerza. La pieza que abre la exhibición es una serie de 26 impresiones donde cada letra del alfabeto aparece junto a una imagen, con el orden de las teclas de un teclado (Qwerty). La A, aparece junto a una hormiga (Por la A de ant, en inglés), y así hasta llegar a la Z. Cada una, asemeja esos juegos de cartas que se utilizan para enseñar a los niños a leer o escribir. Baldessari dijo alguna vez que el arte no debía ser mucho más complicado que una de esas cartas, y aunque su trabajo ciertamente lo es, esta pieza es un gran punto de partida para entrar en su mundo.Aprendiendo a leer con John BaldessariMuseo Jumex11 noviembre, 2017 – 08 abril, 2018
El padre de John Baldessari era un católico devoto y su madre, luterana, así que acordaron como punto medio asistir a la iglesia metodista que quedaba cerca de su casa en National City. Desde niño, Baldessari se entusiasmó con los preceptos humanitarios de la iglesia y leyó la biblia tres veces de principio a fin. Tenía la inquietud de ser artista, pero no le parecía que el arte tuviera el poder de ayudar a nadie. Su hermana le sugirió convertirse en maestro y él hizo ambas cosas. Se graduó como artista y empezó a dar clases en escuelas públicas de San Diego. Poco tiempo después lo contrataron para dar un curso en un campamento de menores infractores. Baldessari cree que lo eligieron porque sus dos metros de estatura tenían potencial para mantener a los jóvenes bajo control, pero no fue así. Por suerte, hubo algo más que lo salvó. Cuando tres de sus estudiantes más conflictivos le pidieron que dejara abierto el salón de arte durante las noches, él aceptó hacerlo a cambio de que mejoraran su comportamiento durante el día. Funcionó cual magia. Como le contó a Calvin Tomkins para The New Yorker, ese día entendió que si por alguna razón esos jóvenes criminales necesitaban del arte, era porque algo bueno tenía que aportar a la humanidad.Desde entonces y hasta los años noventa, ya con la barba y el cabello completamente blancos, no dejó dar clases y fue profesor de varias generaciones de artistas, muchos de los cuales, como David Salle, Jack Goldstein y Mike Kelley, se convirtieron en enormes figuras del mundo del arte. Baldessari comenzó en la pintura, al estilo del expresionismo abstracto, comparación que lo incomodaba y lo obligó a replantear su línea de trabajo. Su obra no volvió a parecerse a la de nadie más, pues construyó su propia veta dentro del arte conceptual, que comenzaba a abrirse camino en la década de los sesenta, privilegiando la teoría y las ideas sobre la mano del artista y sus decisiones estéticas o formales. Su interés por el lenguaje y su firme idea de que la palabra y la imagen tienen un mismo peso, ha estado al frente de su producción artística por décadas. Para él, imagen y texto son símbolos intercambiables, piezas que, como en un juego, pueden ordenarse de distintas formas para construir mensajes, y explorar esas variaciones es una obsesión que le ha durado toda la vida.[caption id="attachment_205298" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: cortesía del artista)[/caption]Una de sus pinturas de texto de 1966 se titula Semi-close-up of girl by geranium (soft view) y dice:“Finishes watering it — examines plant to see if it has any signs of growth, finds slight evidence — smiles." (“Termina de regarlo — examina la planta para ver si muestra alguna señal de crecimiento, encuentra ligera evidencia — sonríe.”)Las letras están pintadas en acrílico sobre un lienzo blanco, y las marcó un pintor de rótulos comerciales que Baldessari contrató para ello, pero logran producir en nuestra imaginación una viva escena cinematográfica.
El artista reinventó el conceptualismo a través de un análisis irónico e irreverente del arte mismo, partiendo de que no es algo que deba tomarse demasiado en serio. Baldessari hace arte conceptual al tiempo que se burla de él y de su propia condición de artista, como lo hizo en su serie “Commissioned paintings”, donde tomó fotografías del dedo de un amigo señalando varios lugares y objetos en National City, y después le pidió a una docena de artistas amateur que eligieran una fotografía y la reprodujeran en una pintura realista. Esta fue su respuesta al pintor expresionista Al Held, quien poco tiempo atrás había dicho que al arte conceptual se trataba solamente de “señalar cosas”. En 1970 Baldessari anunció que iba a incinerar todas las pinturas que hizo entre 1953 y 1966 porque ya no correspondían con sus nuevos intereses. Le costó encontrar una funeraria que aceptara cremar pinturas, pero al final lo logró, al igual que obtener un acta notariada que diera fe de ello. En 1971 The Nova Scotia College of Art and Design lo invitó a hacer una exhibición, pero no tenía presupuesto para cubrir sus gastos de viaje o el traslado de la obra. Lo que Baldessari propuso a cambio fue que los estudiantes que así lo desearan, entraran a la galería a escribir “I Will Not Make Any More Boring Art” (No haré más arte aburrido) sobre las paredes y fueron tantos los que acudieron al llamado, que quedaron totalmente cubiertas. Tiempo después la escuela publicó una litografía de la frase y el MoMA la compró. La versión en video de la pieza muestra la mano de Baldessari escribiendo esas mismas palabras durante trece minutos, algo que ha confesado, le parece muy aburrido.[caption id="attachment_205299" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Roberto Marossi)[/caption]“Suele negar que su obra sea deliberadamente humorística, pero a mí me parece de lo más refrescante poder reírme de una obra sin que eso signifique una traición a los ideales del artista”, dijo el inglés Kit Hammonds, nuevo curador del Museo Jumex. Cuando se enteró de que tendría que curar una exhibición que ya había sido programada por la gestión anterior, no lo tomó como una buena noticia; luego se supo que se trataba de una revisión de la obra de Baldessari y le cambió la cara. Accedió con gusto. “Hace que nos demos cuenta que el arte está lejos de ser lo más importante del mundo, pues no tiene nada que ver con la supervivencia. A nivel humano, el que un hombre de 88 años, con su trayectoria, tenga la capacidad de seguir jugando con su obra en vez de sentir que ya lo hizo todo, es algo que no se ve muy seguido”, afirma. A lo largo de su muy larga carrera John Baldessari ha hecho impresiones, libros de artista, instalaciones, películas, videos, montajes fotográficos de escalas monumentales, juegos visuales que piden elegir entre distintas formas de zanahorias, además de collages fotográficos que mezclan stills de películas de serie B o de cine noir con fotos grupales, paisajes, arquitectura urbana, deportes acuáticos, sirenas, referencias de la historia del arte o fantasías surrealistas. Le apostó a lanzar una pelota al aire para tomarle una fotografía en el momento exacto en que, cayendo, pasara frente a su cara cubriéndola por completo, y publicó los mejores intentos. Hizo lo mismo lanzando varias pelotas al cielo en un intento de fotografiarlas formando una línea recta o un cuadrado en el aire. El resultado de esos experimentos produjo varias de las imágenes más emblemáticas de su carrera. Esos mismos círculos de color se trasladaron a largas series de trabajo posteriores en las que aparecen cubriendo en fotografías impresas a gran escala, los rostros de personajes que podrían o no ser importantes, y que gracias a esa intervención cuentan una historia completamente distinta.[caption id="attachment_205300" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Joshua White)[/caption]“La razón por la que Baldessari no es el conceptualista más famoso, pero sí está entre los más respetados, es que su trabajo predijo un cambio cultural donde el texto y la imagen trabajarían juntos”, dice Hammonds. “Pero en un principio nadie comprendió la magnitud que eso iba a tener sobre la forma en que comprendemos el mundo, ni imaginó la forma masiva en la que hoy circulan imágenes a manera de lenguaje”. Baldessari está entre los artistas más influyentes de su generación y de su trabajo se han hecho minuciosas retrospectivas en varios de los museos más importantes del mundo. El reto para Hammonds era encontrar una narrativa distinta, que se alejara de una revisión histórico-temporal a lo largo de los distintos períodos y conceptos que ha recorrido el artista a lo largo de su carrera. Aprendiendo a leer con Baldessari, en el Museo Jumex, fue una exhibición que desde el título, se construyó a partir de los principios del artista. “Creo que le gustó encontrarse con una propuesta curatorial que analiza a profundidad su trabajo, y no la historia de su trabajo”, dice Hammonds. “Así que he estado buscando ciertas imágenes que se repiten a lo largo de su obra, o similitudes entre varias piezas. Eso es algo que, hasta donde sé, no se ha hecho antes.”[caption id="attachment_205301" align="aligncenter" width="715"]
(Imagen: Manfredi Gioacchini)[/caption]Baldessari es un artista con una gran conciencia curatorial y ya anteriormente había manifestado su interés por organizar su trabajo partiendo del alfabeto. Uno de los retos de exhibir su trabajo en México es que gran parte del texto y referencias que el artista incluye en su obra, no pueden traducirse sin que pierdan cierta fuerza. La pieza que abre la exhibición es una serie de 26 impresiones donde cada letra del alfabeto aparece junto a una imagen, con el orden de las teclas de un teclado (Qwerty). La A, aparece junto a una hormiga (Por la A de ant, en inglés), y así hasta llegar a la Z. Cada una, asemeja esos juegos de cartas que se utilizan para enseñar a los niños a leer o escribir. Baldessari dijo alguna vez que el arte no debía ser mucho más complicado que una de esas cartas, y aunque su trabajo ciertamente lo es, esta pieza es un gran punto de partida para entrar en su mundo.Aprendiendo a leer con John BaldessariMuseo Jumex11 noviembre, 2017 – 08 abril, 2018
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