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La periodista y escritora Lydia Cacho publica su tercer libro infantil: <i>El día que invadieron mi planeta</i> (Alfaguara, 2024), una historia que narra el horror de la guerra desde la mirada de niñas y niños ucranianos.
Sofía tiene 11 años. Es una niña común, con una infancia normal, hasta que un día un “pájaro de metal” comienza a vomitar bombas sobre Urkai, el planeta donde vive. El culpable es Brutus Robaplanetas, un villano que invade Urkai para arrebatar los cinco tesoros que se esconden en él. Sofía afrontará este horrible acontecimiento junto con su abuela Babu, su primo Andréi y su perrita Cora, intentando sobrevivir a la invasión de su hogar.
Esta es la historia que la escritora y periodista Lydia Cacho cuenta en su nuevo libro El día que invadieron mi planeta. La guerra narrada desde la mirada mágica de una niña (Alfaguara, 2024), en el que muestra los horrores de la guerra entre Rusia y Ucrania, a partir del testimonio de niñas y niños ucranianos , el cual utiliza como trama para crear un cuento infantil.
“Este libro está relacionado con mi experiencia previa con Ucrania. A lo largo de los años he viajado a Europa del Este investigando trata de personas, particularmente de niñas, para publicar mi libro Esclavas del poder (Grijalbo, 2010), entonces mantuve relación con activistas, periodistas; tuve que comprender la situación bien compleja de esa zona; he viajado muchas veces y conozco bastante bien la historia de Ucrania”, explica en entrevista para Gatopardo.
Con esta experiencia y conocimiento previos, Lydia Cacho decidió escribir un libro, luego de que el 24 de febrero de 2022 Rusia comenzó una invasión militar a Ucrania con ataques a gran escala que han causado miles de muertos y heridos, así como la destrucción de casas, edificios, hospitales y escuelas. Según información de la ONU, más de 18 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Ucrania, más de 7 millones han huido del país y 6 millones han sido desplazados internamente.
Conocer el epicentro de la guerra
Para escribir el libro, con ilustraciones de la artista mexicana Esteli Meza, Cacho se trasladó a la zona de guerra, volando a Polonia y llegando a Ucrania en automóvil. Viajó al país en varias ocasiones desde España, donde vive en exilio forzado desde 2019, luego de recibir amenazas de muerte y ser víctima de tortura y privación ilegal de la libertad, tras denunciar una red de trata y explotación sexual de niñas y niños en la que estaban involucrados el exgobernador de Puebla, Mario Marín, y el empresario Kamel Nacif Borge.
En su viaje a Ucrania estuvo en lugares como Mariúpol, una zona tomada por los rusos. Quería escribir sobre la experiencia infantil de la guerra, aunque en un inicio pensó que se trataría de una obra dirigida a un público adulto, idea que se modificó con el tiempo.
“Me tocó estar en uno de los bombardeos, acompañar a familias que tenían muchísimos niños, que estaban en un bunker, comencé a hablar con ellos, a entrevistarles. Era muy importante conocer su mirada sobre la guerra, sobre la invasión; me encontré una mirada que tiene una mezcla entre fantástica e hiperrealista”, cuenta.
Esa mirada infantil, que mezclaba fantasía y realidad, hizo que el libro dedicado a informar sobre los niños y niñas ucranianos se convirtiera en un cuento infantil. El reto fue tratar de explicar un tema complejo como la realidad ucraniana de una manera más sencilla, pero sustentada en una investigación rigurosa.
“Platicando con mis editores de Random House, el editor de Alfaguara niños me dijo: ‘Yo no entiendo nada de Ucrania, por favor explícame como si fuera un niño’. Y empecé a contarle lo que los niños me dijeron. ‘Por fin estoy entendiendo algo, ¿por qué no haces ese libro? Quiero ese libro’, recuerda.}
Lydia Cacho es periodista, escritora y defensora de los derechos de las mujeres e infancias. Ha publicado libros como Los demonios del edén (Debolsillo, 2005), Memorias de una infamia (Debate, 2008), Con mi hij@ no (Debolsillo, 2009). Aunque buena parte de su carrera la ha dedicado al periodismo, El día que invadieron mi planeta no es su primera obra infantil, ya que antes había publicado otros dos libros: En busca de Kayla (Sexto piso, 2015) y Ciberespías al rescate: en busca de Sam (Alfaguara, 2017); estos libros abordan la importancia de la amistad, la valentía, la compasión y la solidaridad.
Para la autora, este libro representó un reto, como periodista y escritora, ya que las infancias son siempre las víctimas más afectadas en conflictos bélicos.
“Por un lado fue un proceso que viví como reportera porque entrevistar a niños es mucho más complejo de lo que parece: apareces en medio de la guerra, en un lugar donde están cayendo misiles, donde los abuelos ya les contaron a esos niños y niñas por qué Rusia se quiere robar a su país, por qué ya llevan tantas décadas y décadas intentando destruir a su país”, explica.
“Entrevistas a una niña o a un niño que está mirando todo el tiempo hacia arriba para ver si va a caer un misil sobre su cara, sobre su casa, sobre la casa de sus abuelos, sobre su escuela. Y te lo están recordando todo el tiempo”.
Por situaciones así, describe a El día que invadieron mi planeta como un libro curioso y complejo. “Es muy periodístico en el sentido de que se basa en entrevistas realizadas en Ucrania, en diferentes lugares. Hay un proceso emocional profundo y eso tiene un efecto en la escritura, tiene que ver con la lealtad a la imaginación de las niñas y los niños. Hay una parte de fantasía que era necesaria para poder contar el viaje de estos niños y niñas”, dice.
(D)escribir la guerra desde la mirada infantil
Algo que observó Lydia fue que muchos de los niños mencionan videojuegos para intentar describir la guerra de la que son víctimas, pues son las referencias que tienen, la forma de explicarse el mundo. Ese tipo de detalles intentó respetarlos y plasmarlos en su nuevo libro.
“Traté de ser muy honesta en términos de la escritura. De ‘esto es lo que me contaron, así lo cuentan, este es el tono que utiliza para narrar’. El reto fue cómo le doy forma para que una persona en México, en Argentina, en Colombia. en Guatemala, entienda exactamente cómo se sienten estas niñas y niños; por qué recurrimos los seres humanos a cierto grado de fantasía cuando estamos viviendo violencia extrema, algo necesario porque si no, no sobreviviríamos”, agrega la periodista.
Si bien El día que invadieron mi planeta retrata la situación de niñas y niños que son sometidos a la violencia bélica en Ucrania, la autora también busca que sea el reflejo de lo que está sucediendo en muchas otras partes del mundo, como en Sudán, Congo, Siria, Palestina o México.
“Desde que empecé a hacer entrevistas con niñas y niños, desde [hace] 25 años, cuando comencé a abordar el tema de los derechos de la niñez, me di cuenta de algo muy curioso: su percepción es muy distinta de las personas adultas; lo que sucede con las niñas y los niños víctimas de violencia, tanto sexuales como violencia en contexto de guerra, es que justamente siguen manteniendo la inocencia por un lado; por otro lado son forzados a madurar a golpe de terror; es decir, se les exige actúen de una manera determinada, en la que no puedan divertirse, jugar, entretenerse”, declara la autora.
Es necesario, considera, no dejar de preguntar ¿qué les está pasando a los niños de Ucrania?, ¿qué les está pasando a los niños de Palestina? Ya no solamente son víctimas de violencia, sino que muchos de ellos quedan huérfanos, y algo que lamentablemente está sucediendo en el contexto de la masacre al pueblo palestino.
“Hay muchos niños que se graban recostados sobre la tumba de su madre, de su padre, de su abuela y dicen ‘lo que quiero es morir’. Niños de 9 años, de 10 años. ¿Qué está haciendo el mundo?, ¿qué estamos haciendo?”, comenta.
El día que invadieron mi planeta es un homenaje a esas niñas y niños que viven bajo el asedio de la guerra y sueñan con el día en que dejarán de preocuparse porque “un pájaro de metal” pueda destruir su casa, su escuela o la casa de sus abuelos.
“España es el tercer país donde más niñas y niños ucranianos refugiados hay en este momento. Tuve la oportunidad de estar con un grupo de ellos, que ya han aprendido español, aunque les cuesta trabajo porque es muy difícil. Les conté el libro, se los enseñé, leyeron fragmentos, me dijeron que eso era verdad, que así era lo que estaba sucediendo”, recuerda sobre la recepción de su libro.
También viajó a Ucrania para presentar el libro. Recuerda que en el evento, un niño se levantó, se acercó a Lydia y se sentó en sus piernas. Comenzó a contar su historia. Luego le dijo: “Gracias porque ahora todo el continente de América sabe lo que nos está pasando”. “Claro, estos 50 niños, que estaban en la presentación del libro, piensan que publiqué dos millones de libros y que los están leyendo dos millones de niños latinoamericanos”, dice ahora Cacho, intentando contener la emoción.
Para ella es importante continuar siendo empáticos: “Es esencial preservar la inocencia, no ser voluntariamente cruel, intencionadamente cruel, estratégicamente cruel”.
“La verdad esa es una de las cosas por la que siento que vale la pena ser periodista toda la vida. Cuando una persona a la que entrevistaste siente que su historia ha sido reivindicada, que es escuchada y que es validada su vida por un lector o una lectora de otro país. Esa, creo, es la gran misión que tenemos en el periodismo: que nuestro trabajo tenga ese efecto, esa emoción, en la persona que te contó su historia”, finaliza.
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Ser empáticos con las infancias es importante para Lydia Cacho: “Es esencial preservar la inocencia, no ser voluntariamente cruel, intencionadamente cruel, estratégicamente cruel”.
La periodista y escritora Lydia Cacho publica su tercer libro infantil: <i>El día que invadieron mi planeta</i> (Alfaguara, 2024), una historia que narra el horror de la guerra desde la mirada de niñas y niños ucranianos.
Sofía tiene 11 años. Es una niña común, con una infancia normal, hasta que un día un “pájaro de metal” comienza a vomitar bombas sobre Urkai, el planeta donde vive. El culpable es Brutus Robaplanetas, un villano que invade Urkai para arrebatar los cinco tesoros que se esconden en él. Sofía afrontará este horrible acontecimiento junto con su abuela Babu, su primo Andréi y su perrita Cora, intentando sobrevivir a la invasión de su hogar.
Esta es la historia que la escritora y periodista Lydia Cacho cuenta en su nuevo libro El día que invadieron mi planeta. La guerra narrada desde la mirada mágica de una niña (Alfaguara, 2024), en el que muestra los horrores de la guerra entre Rusia y Ucrania, a partir del testimonio de niñas y niños ucranianos , el cual utiliza como trama para crear un cuento infantil.
“Este libro está relacionado con mi experiencia previa con Ucrania. A lo largo de los años he viajado a Europa del Este investigando trata de personas, particularmente de niñas, para publicar mi libro Esclavas del poder (Grijalbo, 2010), entonces mantuve relación con activistas, periodistas; tuve que comprender la situación bien compleja de esa zona; he viajado muchas veces y conozco bastante bien la historia de Ucrania”, explica en entrevista para Gatopardo.
Con esta experiencia y conocimiento previos, Lydia Cacho decidió escribir un libro, luego de que el 24 de febrero de 2022 Rusia comenzó una invasión militar a Ucrania con ataques a gran escala que han causado miles de muertos y heridos, así como la destrucción de casas, edificios, hospitales y escuelas. Según información de la ONU, más de 18 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Ucrania, más de 7 millones han huido del país y 6 millones han sido desplazados internamente.
Conocer el epicentro de la guerra
Para escribir el libro, con ilustraciones de la artista mexicana Esteli Meza, Cacho se trasladó a la zona de guerra, volando a Polonia y llegando a Ucrania en automóvil. Viajó al país en varias ocasiones desde España, donde vive en exilio forzado desde 2019, luego de recibir amenazas de muerte y ser víctima de tortura y privación ilegal de la libertad, tras denunciar una red de trata y explotación sexual de niñas y niños en la que estaban involucrados el exgobernador de Puebla, Mario Marín, y el empresario Kamel Nacif Borge.
En su viaje a Ucrania estuvo en lugares como Mariúpol, una zona tomada por los rusos. Quería escribir sobre la experiencia infantil de la guerra, aunque en un inicio pensó que se trataría de una obra dirigida a un público adulto, idea que se modificó con el tiempo.
“Me tocó estar en uno de los bombardeos, acompañar a familias que tenían muchísimos niños, que estaban en un bunker, comencé a hablar con ellos, a entrevistarles. Era muy importante conocer su mirada sobre la guerra, sobre la invasión; me encontré una mirada que tiene una mezcla entre fantástica e hiperrealista”, cuenta.
Esa mirada infantil, que mezclaba fantasía y realidad, hizo que el libro dedicado a informar sobre los niños y niñas ucranianos se convirtiera en un cuento infantil. El reto fue tratar de explicar un tema complejo como la realidad ucraniana de una manera más sencilla, pero sustentada en una investigación rigurosa.
“Platicando con mis editores de Random House, el editor de Alfaguara niños me dijo: ‘Yo no entiendo nada de Ucrania, por favor explícame como si fuera un niño’. Y empecé a contarle lo que los niños me dijeron. ‘Por fin estoy entendiendo algo, ¿por qué no haces ese libro? Quiero ese libro’, recuerda.}
Lydia Cacho es periodista, escritora y defensora de los derechos de las mujeres e infancias. Ha publicado libros como Los demonios del edén (Debolsillo, 2005), Memorias de una infamia (Debate, 2008), Con mi hij@ no (Debolsillo, 2009). Aunque buena parte de su carrera la ha dedicado al periodismo, El día que invadieron mi planeta no es su primera obra infantil, ya que antes había publicado otros dos libros: En busca de Kayla (Sexto piso, 2015) y Ciberespías al rescate: en busca de Sam (Alfaguara, 2017); estos libros abordan la importancia de la amistad, la valentía, la compasión y la solidaridad.
Para la autora, este libro representó un reto, como periodista y escritora, ya que las infancias son siempre las víctimas más afectadas en conflictos bélicos.
“Por un lado fue un proceso que viví como reportera porque entrevistar a niños es mucho más complejo de lo que parece: apareces en medio de la guerra, en un lugar donde están cayendo misiles, donde los abuelos ya les contaron a esos niños y niñas por qué Rusia se quiere robar a su país, por qué ya llevan tantas décadas y décadas intentando destruir a su país”, explica.
“Entrevistas a una niña o a un niño que está mirando todo el tiempo hacia arriba para ver si va a caer un misil sobre su cara, sobre su casa, sobre la casa de sus abuelos, sobre su escuela. Y te lo están recordando todo el tiempo”.
Por situaciones así, describe a El día que invadieron mi planeta como un libro curioso y complejo. “Es muy periodístico en el sentido de que se basa en entrevistas realizadas en Ucrania, en diferentes lugares. Hay un proceso emocional profundo y eso tiene un efecto en la escritura, tiene que ver con la lealtad a la imaginación de las niñas y los niños. Hay una parte de fantasía que era necesaria para poder contar el viaje de estos niños y niñas”, dice.
(D)escribir la guerra desde la mirada infantil
Algo que observó Lydia fue que muchos de los niños mencionan videojuegos para intentar describir la guerra de la que son víctimas, pues son las referencias que tienen, la forma de explicarse el mundo. Ese tipo de detalles intentó respetarlos y plasmarlos en su nuevo libro.
“Traté de ser muy honesta en términos de la escritura. De ‘esto es lo que me contaron, así lo cuentan, este es el tono que utiliza para narrar’. El reto fue cómo le doy forma para que una persona en México, en Argentina, en Colombia. en Guatemala, entienda exactamente cómo se sienten estas niñas y niños; por qué recurrimos los seres humanos a cierto grado de fantasía cuando estamos viviendo violencia extrema, algo necesario porque si no, no sobreviviríamos”, agrega la periodista.
Si bien El día que invadieron mi planeta retrata la situación de niñas y niños que son sometidos a la violencia bélica en Ucrania, la autora también busca que sea el reflejo de lo que está sucediendo en muchas otras partes del mundo, como en Sudán, Congo, Siria, Palestina o México.
“Desde que empecé a hacer entrevistas con niñas y niños, desde [hace] 25 años, cuando comencé a abordar el tema de los derechos de la niñez, me di cuenta de algo muy curioso: su percepción es muy distinta de las personas adultas; lo que sucede con las niñas y los niños víctimas de violencia, tanto sexuales como violencia en contexto de guerra, es que justamente siguen manteniendo la inocencia por un lado; por otro lado son forzados a madurar a golpe de terror; es decir, se les exige actúen de una manera determinada, en la que no puedan divertirse, jugar, entretenerse”, declara la autora.
Es necesario, considera, no dejar de preguntar ¿qué les está pasando a los niños de Ucrania?, ¿qué les está pasando a los niños de Palestina? Ya no solamente son víctimas de violencia, sino que muchos de ellos quedan huérfanos, y algo que lamentablemente está sucediendo en el contexto de la masacre al pueblo palestino.
“Hay muchos niños que se graban recostados sobre la tumba de su madre, de su padre, de su abuela y dicen ‘lo que quiero es morir’. Niños de 9 años, de 10 años. ¿Qué está haciendo el mundo?, ¿qué estamos haciendo?”, comenta.
El día que invadieron mi planeta es un homenaje a esas niñas y niños que viven bajo el asedio de la guerra y sueñan con el día en que dejarán de preocuparse porque “un pájaro de metal” pueda destruir su casa, su escuela o la casa de sus abuelos.
“España es el tercer país donde más niñas y niños ucranianos refugiados hay en este momento. Tuve la oportunidad de estar con un grupo de ellos, que ya han aprendido español, aunque les cuesta trabajo porque es muy difícil. Les conté el libro, se los enseñé, leyeron fragmentos, me dijeron que eso era verdad, que así era lo que estaba sucediendo”, recuerda sobre la recepción de su libro.
También viajó a Ucrania para presentar el libro. Recuerda que en el evento, un niño se levantó, se acercó a Lydia y se sentó en sus piernas. Comenzó a contar su historia. Luego le dijo: “Gracias porque ahora todo el continente de América sabe lo que nos está pasando”. “Claro, estos 50 niños, que estaban en la presentación del libro, piensan que publiqué dos millones de libros y que los están leyendo dos millones de niños latinoamericanos”, dice ahora Cacho, intentando contener la emoción.
Para ella es importante continuar siendo empáticos: “Es esencial preservar la inocencia, no ser voluntariamente cruel, intencionadamente cruel, estratégicamente cruel”.
“La verdad esa es una de las cosas por la que siento que vale la pena ser periodista toda la vida. Cuando una persona a la que entrevistaste siente que su historia ha sido reivindicada, que es escuchada y que es validada su vida por un lector o una lectora de otro país. Esa, creo, es la gran misión que tenemos en el periodismo: que nuestro trabajo tenga ese efecto, esa emoción, en la persona que te contó su historia”, finaliza.
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La periodista y escritora Lydia Cacho publica su tercer libro infantil: <i>El día que invadieron mi planeta</i> (Alfaguara, 2024), una historia que narra el horror de la guerra desde la mirada de niñas y niños ucranianos.
Sofía tiene 11 años. Es una niña común, con una infancia normal, hasta que un día un “pájaro de metal” comienza a vomitar bombas sobre Urkai, el planeta donde vive. El culpable es Brutus Robaplanetas, un villano que invade Urkai para arrebatar los cinco tesoros que se esconden en él. Sofía afrontará este horrible acontecimiento junto con su abuela Babu, su primo Andréi y su perrita Cora, intentando sobrevivir a la invasión de su hogar.
Esta es la historia que la escritora y periodista Lydia Cacho cuenta en su nuevo libro El día que invadieron mi planeta. La guerra narrada desde la mirada mágica de una niña (Alfaguara, 2024), en el que muestra los horrores de la guerra entre Rusia y Ucrania, a partir del testimonio de niñas y niños ucranianos , el cual utiliza como trama para crear un cuento infantil.
“Este libro está relacionado con mi experiencia previa con Ucrania. A lo largo de los años he viajado a Europa del Este investigando trata de personas, particularmente de niñas, para publicar mi libro Esclavas del poder (Grijalbo, 2010), entonces mantuve relación con activistas, periodistas; tuve que comprender la situación bien compleja de esa zona; he viajado muchas veces y conozco bastante bien la historia de Ucrania”, explica en entrevista para Gatopardo.
Con esta experiencia y conocimiento previos, Lydia Cacho decidió escribir un libro, luego de que el 24 de febrero de 2022 Rusia comenzó una invasión militar a Ucrania con ataques a gran escala que han causado miles de muertos y heridos, así como la destrucción de casas, edificios, hospitales y escuelas. Según información de la ONU, más de 18 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Ucrania, más de 7 millones han huido del país y 6 millones han sido desplazados internamente.
Conocer el epicentro de la guerra
Para escribir el libro, con ilustraciones de la artista mexicana Esteli Meza, Cacho se trasladó a la zona de guerra, volando a Polonia y llegando a Ucrania en automóvil. Viajó al país en varias ocasiones desde España, donde vive en exilio forzado desde 2019, luego de recibir amenazas de muerte y ser víctima de tortura y privación ilegal de la libertad, tras denunciar una red de trata y explotación sexual de niñas y niños en la que estaban involucrados el exgobernador de Puebla, Mario Marín, y el empresario Kamel Nacif Borge.
En su viaje a Ucrania estuvo en lugares como Mariúpol, una zona tomada por los rusos. Quería escribir sobre la experiencia infantil de la guerra, aunque en un inicio pensó que se trataría de una obra dirigida a un público adulto, idea que se modificó con el tiempo.
“Me tocó estar en uno de los bombardeos, acompañar a familias que tenían muchísimos niños, que estaban en un bunker, comencé a hablar con ellos, a entrevistarles. Era muy importante conocer su mirada sobre la guerra, sobre la invasión; me encontré una mirada que tiene una mezcla entre fantástica e hiperrealista”, cuenta.
Esa mirada infantil, que mezclaba fantasía y realidad, hizo que el libro dedicado a informar sobre los niños y niñas ucranianos se convirtiera en un cuento infantil. El reto fue tratar de explicar un tema complejo como la realidad ucraniana de una manera más sencilla, pero sustentada en una investigación rigurosa.
“Platicando con mis editores de Random House, el editor de Alfaguara niños me dijo: ‘Yo no entiendo nada de Ucrania, por favor explícame como si fuera un niño’. Y empecé a contarle lo que los niños me dijeron. ‘Por fin estoy entendiendo algo, ¿por qué no haces ese libro? Quiero ese libro’, recuerda.}
Lydia Cacho es periodista, escritora y defensora de los derechos de las mujeres e infancias. Ha publicado libros como Los demonios del edén (Debolsillo, 2005), Memorias de una infamia (Debate, 2008), Con mi hij@ no (Debolsillo, 2009). Aunque buena parte de su carrera la ha dedicado al periodismo, El día que invadieron mi planeta no es su primera obra infantil, ya que antes había publicado otros dos libros: En busca de Kayla (Sexto piso, 2015) y Ciberespías al rescate: en busca de Sam (Alfaguara, 2017); estos libros abordan la importancia de la amistad, la valentía, la compasión y la solidaridad.
Para la autora, este libro representó un reto, como periodista y escritora, ya que las infancias son siempre las víctimas más afectadas en conflictos bélicos.
“Por un lado fue un proceso que viví como reportera porque entrevistar a niños es mucho más complejo de lo que parece: apareces en medio de la guerra, en un lugar donde están cayendo misiles, donde los abuelos ya les contaron a esos niños y niñas por qué Rusia se quiere robar a su país, por qué ya llevan tantas décadas y décadas intentando destruir a su país”, explica.
“Entrevistas a una niña o a un niño que está mirando todo el tiempo hacia arriba para ver si va a caer un misil sobre su cara, sobre su casa, sobre la casa de sus abuelos, sobre su escuela. Y te lo están recordando todo el tiempo”.
Por situaciones así, describe a El día que invadieron mi planeta como un libro curioso y complejo. “Es muy periodístico en el sentido de que se basa en entrevistas realizadas en Ucrania, en diferentes lugares. Hay un proceso emocional profundo y eso tiene un efecto en la escritura, tiene que ver con la lealtad a la imaginación de las niñas y los niños. Hay una parte de fantasía que era necesaria para poder contar el viaje de estos niños y niñas”, dice.
(D)escribir la guerra desde la mirada infantil
Algo que observó Lydia fue que muchos de los niños mencionan videojuegos para intentar describir la guerra de la que son víctimas, pues son las referencias que tienen, la forma de explicarse el mundo. Ese tipo de detalles intentó respetarlos y plasmarlos en su nuevo libro.
“Traté de ser muy honesta en términos de la escritura. De ‘esto es lo que me contaron, así lo cuentan, este es el tono que utiliza para narrar’. El reto fue cómo le doy forma para que una persona en México, en Argentina, en Colombia. en Guatemala, entienda exactamente cómo se sienten estas niñas y niños; por qué recurrimos los seres humanos a cierto grado de fantasía cuando estamos viviendo violencia extrema, algo necesario porque si no, no sobreviviríamos”, agrega la periodista.
Si bien El día que invadieron mi planeta retrata la situación de niñas y niños que son sometidos a la violencia bélica en Ucrania, la autora también busca que sea el reflejo de lo que está sucediendo en muchas otras partes del mundo, como en Sudán, Congo, Siria, Palestina o México.
“Desde que empecé a hacer entrevistas con niñas y niños, desde [hace] 25 años, cuando comencé a abordar el tema de los derechos de la niñez, me di cuenta de algo muy curioso: su percepción es muy distinta de las personas adultas; lo que sucede con las niñas y los niños víctimas de violencia, tanto sexuales como violencia en contexto de guerra, es que justamente siguen manteniendo la inocencia por un lado; por otro lado son forzados a madurar a golpe de terror; es decir, se les exige actúen de una manera determinada, en la que no puedan divertirse, jugar, entretenerse”, declara la autora.
Es necesario, considera, no dejar de preguntar ¿qué les está pasando a los niños de Ucrania?, ¿qué les está pasando a los niños de Palestina? Ya no solamente son víctimas de violencia, sino que muchos de ellos quedan huérfanos, y algo que lamentablemente está sucediendo en el contexto de la masacre al pueblo palestino.
“Hay muchos niños que se graban recostados sobre la tumba de su madre, de su padre, de su abuela y dicen ‘lo que quiero es morir’. Niños de 9 años, de 10 años. ¿Qué está haciendo el mundo?, ¿qué estamos haciendo?”, comenta.
El día que invadieron mi planeta es un homenaje a esas niñas y niños que viven bajo el asedio de la guerra y sueñan con el día en que dejarán de preocuparse porque “un pájaro de metal” pueda destruir su casa, su escuela o la casa de sus abuelos.
“España es el tercer país donde más niñas y niños ucranianos refugiados hay en este momento. Tuve la oportunidad de estar con un grupo de ellos, que ya han aprendido español, aunque les cuesta trabajo porque es muy difícil. Les conté el libro, se los enseñé, leyeron fragmentos, me dijeron que eso era verdad, que así era lo que estaba sucediendo”, recuerda sobre la recepción de su libro.
También viajó a Ucrania para presentar el libro. Recuerda que en el evento, un niño se levantó, se acercó a Lydia y se sentó en sus piernas. Comenzó a contar su historia. Luego le dijo: “Gracias porque ahora todo el continente de América sabe lo que nos está pasando”. “Claro, estos 50 niños, que estaban en la presentación del libro, piensan que publiqué dos millones de libros y que los están leyendo dos millones de niños latinoamericanos”, dice ahora Cacho, intentando contener la emoción.
Para ella es importante continuar siendo empáticos: “Es esencial preservar la inocencia, no ser voluntariamente cruel, intencionadamente cruel, estratégicamente cruel”.
“La verdad esa es una de las cosas por la que siento que vale la pena ser periodista toda la vida. Cuando una persona a la que entrevistaste siente que su historia ha sido reivindicada, que es escuchada y que es validada su vida por un lector o una lectora de otro país. Esa, creo, es la gran misión que tenemos en el periodismo: que nuestro trabajo tenga ese efecto, esa emoción, en la persona que te contó su historia”, finaliza.
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Ser empáticos con las infancias es importante para Lydia Cacho: “Es esencial preservar la inocencia, no ser voluntariamente cruel, intencionadamente cruel, estratégicamente cruel”.
La periodista y escritora Lydia Cacho publica su tercer libro infantil: <i>El día que invadieron mi planeta</i> (Alfaguara, 2024), una historia que narra el horror de la guerra desde la mirada de niñas y niños ucranianos.
Sofía tiene 11 años. Es una niña común, con una infancia normal, hasta que un día un “pájaro de metal” comienza a vomitar bombas sobre Urkai, el planeta donde vive. El culpable es Brutus Robaplanetas, un villano que invade Urkai para arrebatar los cinco tesoros que se esconden en él. Sofía afrontará este horrible acontecimiento junto con su abuela Babu, su primo Andréi y su perrita Cora, intentando sobrevivir a la invasión de su hogar.
Esta es la historia que la escritora y periodista Lydia Cacho cuenta en su nuevo libro El día que invadieron mi planeta. La guerra narrada desde la mirada mágica de una niña (Alfaguara, 2024), en el que muestra los horrores de la guerra entre Rusia y Ucrania, a partir del testimonio de niñas y niños ucranianos , el cual utiliza como trama para crear un cuento infantil.
“Este libro está relacionado con mi experiencia previa con Ucrania. A lo largo de los años he viajado a Europa del Este investigando trata de personas, particularmente de niñas, para publicar mi libro Esclavas del poder (Grijalbo, 2010), entonces mantuve relación con activistas, periodistas; tuve que comprender la situación bien compleja de esa zona; he viajado muchas veces y conozco bastante bien la historia de Ucrania”, explica en entrevista para Gatopardo.
Con esta experiencia y conocimiento previos, Lydia Cacho decidió escribir un libro, luego de que el 24 de febrero de 2022 Rusia comenzó una invasión militar a Ucrania con ataques a gran escala que han causado miles de muertos y heridos, así como la destrucción de casas, edificios, hospitales y escuelas. Según información de la ONU, más de 18 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Ucrania, más de 7 millones han huido del país y 6 millones han sido desplazados internamente.
Conocer el epicentro de la guerra
Para escribir el libro, con ilustraciones de la artista mexicana Esteli Meza, Cacho se trasladó a la zona de guerra, volando a Polonia y llegando a Ucrania en automóvil. Viajó al país en varias ocasiones desde España, donde vive en exilio forzado desde 2019, luego de recibir amenazas de muerte y ser víctima de tortura y privación ilegal de la libertad, tras denunciar una red de trata y explotación sexual de niñas y niños en la que estaban involucrados el exgobernador de Puebla, Mario Marín, y el empresario Kamel Nacif Borge.
En su viaje a Ucrania estuvo en lugares como Mariúpol, una zona tomada por los rusos. Quería escribir sobre la experiencia infantil de la guerra, aunque en un inicio pensó que se trataría de una obra dirigida a un público adulto, idea que se modificó con el tiempo.
“Me tocó estar en uno de los bombardeos, acompañar a familias que tenían muchísimos niños, que estaban en un bunker, comencé a hablar con ellos, a entrevistarles. Era muy importante conocer su mirada sobre la guerra, sobre la invasión; me encontré una mirada que tiene una mezcla entre fantástica e hiperrealista”, cuenta.
Esa mirada infantil, que mezclaba fantasía y realidad, hizo que el libro dedicado a informar sobre los niños y niñas ucranianos se convirtiera en un cuento infantil. El reto fue tratar de explicar un tema complejo como la realidad ucraniana de una manera más sencilla, pero sustentada en una investigación rigurosa.
“Platicando con mis editores de Random House, el editor de Alfaguara niños me dijo: ‘Yo no entiendo nada de Ucrania, por favor explícame como si fuera un niño’. Y empecé a contarle lo que los niños me dijeron. ‘Por fin estoy entendiendo algo, ¿por qué no haces ese libro? Quiero ese libro’, recuerda.}
Lydia Cacho es periodista, escritora y defensora de los derechos de las mujeres e infancias. Ha publicado libros como Los demonios del edén (Debolsillo, 2005), Memorias de una infamia (Debate, 2008), Con mi hij@ no (Debolsillo, 2009). Aunque buena parte de su carrera la ha dedicado al periodismo, El día que invadieron mi planeta no es su primera obra infantil, ya que antes había publicado otros dos libros: En busca de Kayla (Sexto piso, 2015) y Ciberespías al rescate: en busca de Sam (Alfaguara, 2017); estos libros abordan la importancia de la amistad, la valentía, la compasión y la solidaridad.
Para la autora, este libro representó un reto, como periodista y escritora, ya que las infancias son siempre las víctimas más afectadas en conflictos bélicos.
“Por un lado fue un proceso que viví como reportera porque entrevistar a niños es mucho más complejo de lo que parece: apareces en medio de la guerra, en un lugar donde están cayendo misiles, donde los abuelos ya les contaron a esos niños y niñas por qué Rusia se quiere robar a su país, por qué ya llevan tantas décadas y décadas intentando destruir a su país”, explica.
“Entrevistas a una niña o a un niño que está mirando todo el tiempo hacia arriba para ver si va a caer un misil sobre su cara, sobre su casa, sobre la casa de sus abuelos, sobre su escuela. Y te lo están recordando todo el tiempo”.
Por situaciones así, describe a El día que invadieron mi planeta como un libro curioso y complejo. “Es muy periodístico en el sentido de que se basa en entrevistas realizadas en Ucrania, en diferentes lugares. Hay un proceso emocional profundo y eso tiene un efecto en la escritura, tiene que ver con la lealtad a la imaginación de las niñas y los niños. Hay una parte de fantasía que era necesaria para poder contar el viaje de estos niños y niñas”, dice.
(D)escribir la guerra desde la mirada infantil
Algo que observó Lydia fue que muchos de los niños mencionan videojuegos para intentar describir la guerra de la que son víctimas, pues son las referencias que tienen, la forma de explicarse el mundo. Ese tipo de detalles intentó respetarlos y plasmarlos en su nuevo libro.
“Traté de ser muy honesta en términos de la escritura. De ‘esto es lo que me contaron, así lo cuentan, este es el tono que utiliza para narrar’. El reto fue cómo le doy forma para que una persona en México, en Argentina, en Colombia. en Guatemala, entienda exactamente cómo se sienten estas niñas y niños; por qué recurrimos los seres humanos a cierto grado de fantasía cuando estamos viviendo violencia extrema, algo necesario porque si no, no sobreviviríamos”, agrega la periodista.
Si bien El día que invadieron mi planeta retrata la situación de niñas y niños que son sometidos a la violencia bélica en Ucrania, la autora también busca que sea el reflejo de lo que está sucediendo en muchas otras partes del mundo, como en Sudán, Congo, Siria, Palestina o México.
“Desde que empecé a hacer entrevistas con niñas y niños, desde [hace] 25 años, cuando comencé a abordar el tema de los derechos de la niñez, me di cuenta de algo muy curioso: su percepción es muy distinta de las personas adultas; lo que sucede con las niñas y los niños víctimas de violencia, tanto sexuales como violencia en contexto de guerra, es que justamente siguen manteniendo la inocencia por un lado; por otro lado son forzados a madurar a golpe de terror; es decir, se les exige actúen de una manera determinada, en la que no puedan divertirse, jugar, entretenerse”, declara la autora.
Es necesario, considera, no dejar de preguntar ¿qué les está pasando a los niños de Ucrania?, ¿qué les está pasando a los niños de Palestina? Ya no solamente son víctimas de violencia, sino que muchos de ellos quedan huérfanos, y algo que lamentablemente está sucediendo en el contexto de la masacre al pueblo palestino.
“Hay muchos niños que se graban recostados sobre la tumba de su madre, de su padre, de su abuela y dicen ‘lo que quiero es morir’. Niños de 9 años, de 10 años. ¿Qué está haciendo el mundo?, ¿qué estamos haciendo?”, comenta.
El día que invadieron mi planeta es un homenaje a esas niñas y niños que viven bajo el asedio de la guerra y sueñan con el día en que dejarán de preocuparse porque “un pájaro de metal” pueda destruir su casa, su escuela o la casa de sus abuelos.
“España es el tercer país donde más niñas y niños ucranianos refugiados hay en este momento. Tuve la oportunidad de estar con un grupo de ellos, que ya han aprendido español, aunque les cuesta trabajo porque es muy difícil. Les conté el libro, se los enseñé, leyeron fragmentos, me dijeron que eso era verdad, que así era lo que estaba sucediendo”, recuerda sobre la recepción de su libro.
También viajó a Ucrania para presentar el libro. Recuerda que en el evento, un niño se levantó, se acercó a Lydia y se sentó en sus piernas. Comenzó a contar su historia. Luego le dijo: “Gracias porque ahora todo el continente de América sabe lo que nos está pasando”. “Claro, estos 50 niños, que estaban en la presentación del libro, piensan que publiqué dos millones de libros y que los están leyendo dos millones de niños latinoamericanos”, dice ahora Cacho, intentando contener la emoción.
Para ella es importante continuar siendo empáticos: “Es esencial preservar la inocencia, no ser voluntariamente cruel, intencionadamente cruel, estratégicamente cruel”.
“La verdad esa es una de las cosas por la que siento que vale la pena ser periodista toda la vida. Cuando una persona a la que entrevistaste siente que su historia ha sido reivindicada, que es escuchada y que es validada su vida por un lector o una lectora de otro país. Esa, creo, es la gran misión que tenemos en el periodismo: que nuestro trabajo tenga ese efecto, esa emoción, en la persona que te contó su historia”, finaliza.
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La periodista y escritora Lydia Cacho publica su tercer libro infantil: <i>El día que invadieron mi planeta</i> (Alfaguara, 2024), una historia que narra el horror de la guerra desde la mirada de niñas y niños ucranianos.
Sofía tiene 11 años. Es una niña común, con una infancia normal, hasta que un día un “pájaro de metal” comienza a vomitar bombas sobre Urkai, el planeta donde vive. El culpable es Brutus Robaplanetas, un villano que invade Urkai para arrebatar los cinco tesoros que se esconden en él. Sofía afrontará este horrible acontecimiento junto con su abuela Babu, su primo Andréi y su perrita Cora, intentando sobrevivir a la invasión de su hogar.
Esta es la historia que la escritora y periodista Lydia Cacho cuenta en su nuevo libro El día que invadieron mi planeta. La guerra narrada desde la mirada mágica de una niña (Alfaguara, 2024), en el que muestra los horrores de la guerra entre Rusia y Ucrania, a partir del testimonio de niñas y niños ucranianos , el cual utiliza como trama para crear un cuento infantil.
“Este libro está relacionado con mi experiencia previa con Ucrania. A lo largo de los años he viajado a Europa del Este investigando trata de personas, particularmente de niñas, para publicar mi libro Esclavas del poder (Grijalbo, 2010), entonces mantuve relación con activistas, periodistas; tuve que comprender la situación bien compleja de esa zona; he viajado muchas veces y conozco bastante bien la historia de Ucrania”, explica en entrevista para Gatopardo.
Con esta experiencia y conocimiento previos, Lydia Cacho decidió escribir un libro, luego de que el 24 de febrero de 2022 Rusia comenzó una invasión militar a Ucrania con ataques a gran escala que han causado miles de muertos y heridos, así como la destrucción de casas, edificios, hospitales y escuelas. Según información de la ONU, más de 18 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Ucrania, más de 7 millones han huido del país y 6 millones han sido desplazados internamente.
Conocer el epicentro de la guerra
Para escribir el libro, con ilustraciones de la artista mexicana Esteli Meza, Cacho se trasladó a la zona de guerra, volando a Polonia y llegando a Ucrania en automóvil. Viajó al país en varias ocasiones desde España, donde vive en exilio forzado desde 2019, luego de recibir amenazas de muerte y ser víctima de tortura y privación ilegal de la libertad, tras denunciar una red de trata y explotación sexual de niñas y niños en la que estaban involucrados el exgobernador de Puebla, Mario Marín, y el empresario Kamel Nacif Borge.
En su viaje a Ucrania estuvo en lugares como Mariúpol, una zona tomada por los rusos. Quería escribir sobre la experiencia infantil de la guerra, aunque en un inicio pensó que se trataría de una obra dirigida a un público adulto, idea que se modificó con el tiempo.
“Me tocó estar en uno de los bombardeos, acompañar a familias que tenían muchísimos niños, que estaban en un bunker, comencé a hablar con ellos, a entrevistarles. Era muy importante conocer su mirada sobre la guerra, sobre la invasión; me encontré una mirada que tiene una mezcla entre fantástica e hiperrealista”, cuenta.
Esa mirada infantil, que mezclaba fantasía y realidad, hizo que el libro dedicado a informar sobre los niños y niñas ucranianos se convirtiera en un cuento infantil. El reto fue tratar de explicar un tema complejo como la realidad ucraniana de una manera más sencilla, pero sustentada en una investigación rigurosa.
“Platicando con mis editores de Random House, el editor de Alfaguara niños me dijo: ‘Yo no entiendo nada de Ucrania, por favor explícame como si fuera un niño’. Y empecé a contarle lo que los niños me dijeron. ‘Por fin estoy entendiendo algo, ¿por qué no haces ese libro? Quiero ese libro’, recuerda.}
Lydia Cacho es periodista, escritora y defensora de los derechos de las mujeres e infancias. Ha publicado libros como Los demonios del edén (Debolsillo, 2005), Memorias de una infamia (Debate, 2008), Con mi hij@ no (Debolsillo, 2009). Aunque buena parte de su carrera la ha dedicado al periodismo, El día que invadieron mi planeta no es su primera obra infantil, ya que antes había publicado otros dos libros: En busca de Kayla (Sexto piso, 2015) y Ciberespías al rescate: en busca de Sam (Alfaguara, 2017); estos libros abordan la importancia de la amistad, la valentía, la compasión y la solidaridad.
Para la autora, este libro representó un reto, como periodista y escritora, ya que las infancias son siempre las víctimas más afectadas en conflictos bélicos.
“Por un lado fue un proceso que viví como reportera porque entrevistar a niños es mucho más complejo de lo que parece: apareces en medio de la guerra, en un lugar donde están cayendo misiles, donde los abuelos ya les contaron a esos niños y niñas por qué Rusia se quiere robar a su país, por qué ya llevan tantas décadas y décadas intentando destruir a su país”, explica.
“Entrevistas a una niña o a un niño que está mirando todo el tiempo hacia arriba para ver si va a caer un misil sobre su cara, sobre su casa, sobre la casa de sus abuelos, sobre su escuela. Y te lo están recordando todo el tiempo”.
Por situaciones así, describe a El día que invadieron mi planeta como un libro curioso y complejo. “Es muy periodístico en el sentido de que se basa en entrevistas realizadas en Ucrania, en diferentes lugares. Hay un proceso emocional profundo y eso tiene un efecto en la escritura, tiene que ver con la lealtad a la imaginación de las niñas y los niños. Hay una parte de fantasía que era necesaria para poder contar el viaje de estos niños y niñas”, dice.
(D)escribir la guerra desde la mirada infantil
Algo que observó Lydia fue que muchos de los niños mencionan videojuegos para intentar describir la guerra de la que son víctimas, pues son las referencias que tienen, la forma de explicarse el mundo. Ese tipo de detalles intentó respetarlos y plasmarlos en su nuevo libro.
“Traté de ser muy honesta en términos de la escritura. De ‘esto es lo que me contaron, así lo cuentan, este es el tono que utiliza para narrar’. El reto fue cómo le doy forma para que una persona en México, en Argentina, en Colombia. en Guatemala, entienda exactamente cómo se sienten estas niñas y niños; por qué recurrimos los seres humanos a cierto grado de fantasía cuando estamos viviendo violencia extrema, algo necesario porque si no, no sobreviviríamos”, agrega la periodista.
Si bien El día que invadieron mi planeta retrata la situación de niñas y niños que son sometidos a la violencia bélica en Ucrania, la autora también busca que sea el reflejo de lo que está sucediendo en muchas otras partes del mundo, como en Sudán, Congo, Siria, Palestina o México.
“Desde que empecé a hacer entrevistas con niñas y niños, desde [hace] 25 años, cuando comencé a abordar el tema de los derechos de la niñez, me di cuenta de algo muy curioso: su percepción es muy distinta de las personas adultas; lo que sucede con las niñas y los niños víctimas de violencia, tanto sexuales como violencia en contexto de guerra, es que justamente siguen manteniendo la inocencia por un lado; por otro lado son forzados a madurar a golpe de terror; es decir, se les exige actúen de una manera determinada, en la que no puedan divertirse, jugar, entretenerse”, declara la autora.
Es necesario, considera, no dejar de preguntar ¿qué les está pasando a los niños de Ucrania?, ¿qué les está pasando a los niños de Palestina? Ya no solamente son víctimas de violencia, sino que muchos de ellos quedan huérfanos, y algo que lamentablemente está sucediendo en el contexto de la masacre al pueblo palestino.
“Hay muchos niños que se graban recostados sobre la tumba de su madre, de su padre, de su abuela y dicen ‘lo que quiero es morir’. Niños de 9 años, de 10 años. ¿Qué está haciendo el mundo?, ¿qué estamos haciendo?”, comenta.
El día que invadieron mi planeta es un homenaje a esas niñas y niños que viven bajo el asedio de la guerra y sueñan con el día en que dejarán de preocuparse porque “un pájaro de metal” pueda destruir su casa, su escuela o la casa de sus abuelos.
“España es el tercer país donde más niñas y niños ucranianos refugiados hay en este momento. Tuve la oportunidad de estar con un grupo de ellos, que ya han aprendido español, aunque les cuesta trabajo porque es muy difícil. Les conté el libro, se los enseñé, leyeron fragmentos, me dijeron que eso era verdad, que así era lo que estaba sucediendo”, recuerda sobre la recepción de su libro.
También viajó a Ucrania para presentar el libro. Recuerda que en el evento, un niño se levantó, se acercó a Lydia y se sentó en sus piernas. Comenzó a contar su historia. Luego le dijo: “Gracias porque ahora todo el continente de América sabe lo que nos está pasando”. “Claro, estos 50 niños, que estaban en la presentación del libro, piensan que publiqué dos millones de libros y que los están leyendo dos millones de niños latinoamericanos”, dice ahora Cacho, intentando contener la emoción.
Para ella es importante continuar siendo empáticos: “Es esencial preservar la inocencia, no ser voluntariamente cruel, intencionadamente cruel, estratégicamente cruel”.
“La verdad esa es una de las cosas por la que siento que vale la pena ser periodista toda la vida. Cuando una persona a la que entrevistaste siente que su historia ha sido reivindicada, que es escuchada y que es validada su vida por un lector o una lectora de otro país. Esa, creo, es la gran misión que tenemos en el periodismo: que nuestro trabajo tenga ese efecto, esa emoción, en la persona que te contó su historia”, finaliza.
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Ser empáticos con las infancias es importante para Lydia Cacho: “Es esencial preservar la inocencia, no ser voluntariamente cruel, intencionadamente cruel, estratégicamente cruel”.
La periodista y escritora Lydia Cacho publica su tercer libro infantil: <i>El día que invadieron mi planeta</i> (Alfaguara, 2024), una historia que narra el horror de la guerra desde la mirada de niñas y niños ucranianos.
Sofía tiene 11 años. Es una niña común, con una infancia normal, hasta que un día un “pájaro de metal” comienza a vomitar bombas sobre Urkai, el planeta donde vive. El culpable es Brutus Robaplanetas, un villano que invade Urkai para arrebatar los cinco tesoros que se esconden en él. Sofía afrontará este horrible acontecimiento junto con su abuela Babu, su primo Andréi y su perrita Cora, intentando sobrevivir a la invasión de su hogar.
Esta es la historia que la escritora y periodista Lydia Cacho cuenta en su nuevo libro El día que invadieron mi planeta. La guerra narrada desde la mirada mágica de una niña (Alfaguara, 2024), en el que muestra los horrores de la guerra entre Rusia y Ucrania, a partir del testimonio de niñas y niños ucranianos , el cual utiliza como trama para crear un cuento infantil.
“Este libro está relacionado con mi experiencia previa con Ucrania. A lo largo de los años he viajado a Europa del Este investigando trata de personas, particularmente de niñas, para publicar mi libro Esclavas del poder (Grijalbo, 2010), entonces mantuve relación con activistas, periodistas; tuve que comprender la situación bien compleja de esa zona; he viajado muchas veces y conozco bastante bien la historia de Ucrania”, explica en entrevista para Gatopardo.
Con esta experiencia y conocimiento previos, Lydia Cacho decidió escribir un libro, luego de que el 24 de febrero de 2022 Rusia comenzó una invasión militar a Ucrania con ataques a gran escala que han causado miles de muertos y heridos, así como la destrucción de casas, edificios, hospitales y escuelas. Según información de la ONU, más de 18 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Ucrania, más de 7 millones han huido del país y 6 millones han sido desplazados internamente.
Conocer el epicentro de la guerra
Para escribir el libro, con ilustraciones de la artista mexicana Esteli Meza, Cacho se trasladó a la zona de guerra, volando a Polonia y llegando a Ucrania en automóvil. Viajó al país en varias ocasiones desde España, donde vive en exilio forzado desde 2019, luego de recibir amenazas de muerte y ser víctima de tortura y privación ilegal de la libertad, tras denunciar una red de trata y explotación sexual de niñas y niños en la que estaban involucrados el exgobernador de Puebla, Mario Marín, y el empresario Kamel Nacif Borge.
En su viaje a Ucrania estuvo en lugares como Mariúpol, una zona tomada por los rusos. Quería escribir sobre la experiencia infantil de la guerra, aunque en un inicio pensó que se trataría de una obra dirigida a un público adulto, idea que se modificó con el tiempo.
“Me tocó estar en uno de los bombardeos, acompañar a familias que tenían muchísimos niños, que estaban en un bunker, comencé a hablar con ellos, a entrevistarles. Era muy importante conocer su mirada sobre la guerra, sobre la invasión; me encontré una mirada que tiene una mezcla entre fantástica e hiperrealista”, cuenta.
Esa mirada infantil, que mezclaba fantasía y realidad, hizo que el libro dedicado a informar sobre los niños y niñas ucranianos se convirtiera en un cuento infantil. El reto fue tratar de explicar un tema complejo como la realidad ucraniana de una manera más sencilla, pero sustentada en una investigación rigurosa.
“Platicando con mis editores de Random House, el editor de Alfaguara niños me dijo: ‘Yo no entiendo nada de Ucrania, por favor explícame como si fuera un niño’. Y empecé a contarle lo que los niños me dijeron. ‘Por fin estoy entendiendo algo, ¿por qué no haces ese libro? Quiero ese libro’, recuerda.}
Lydia Cacho es periodista, escritora y defensora de los derechos de las mujeres e infancias. Ha publicado libros como Los demonios del edén (Debolsillo, 2005), Memorias de una infamia (Debate, 2008), Con mi hij@ no (Debolsillo, 2009). Aunque buena parte de su carrera la ha dedicado al periodismo, El día que invadieron mi planeta no es su primera obra infantil, ya que antes había publicado otros dos libros: En busca de Kayla (Sexto piso, 2015) y Ciberespías al rescate: en busca de Sam (Alfaguara, 2017); estos libros abordan la importancia de la amistad, la valentía, la compasión y la solidaridad.
Para la autora, este libro representó un reto, como periodista y escritora, ya que las infancias son siempre las víctimas más afectadas en conflictos bélicos.
“Por un lado fue un proceso que viví como reportera porque entrevistar a niños es mucho más complejo de lo que parece: apareces en medio de la guerra, en un lugar donde están cayendo misiles, donde los abuelos ya les contaron a esos niños y niñas por qué Rusia se quiere robar a su país, por qué ya llevan tantas décadas y décadas intentando destruir a su país”, explica.
“Entrevistas a una niña o a un niño que está mirando todo el tiempo hacia arriba para ver si va a caer un misil sobre su cara, sobre su casa, sobre la casa de sus abuelos, sobre su escuela. Y te lo están recordando todo el tiempo”.
Por situaciones así, describe a El día que invadieron mi planeta como un libro curioso y complejo. “Es muy periodístico en el sentido de que se basa en entrevistas realizadas en Ucrania, en diferentes lugares. Hay un proceso emocional profundo y eso tiene un efecto en la escritura, tiene que ver con la lealtad a la imaginación de las niñas y los niños. Hay una parte de fantasía que era necesaria para poder contar el viaje de estos niños y niñas”, dice.
(D)escribir la guerra desde la mirada infantil
Algo que observó Lydia fue que muchos de los niños mencionan videojuegos para intentar describir la guerra de la que son víctimas, pues son las referencias que tienen, la forma de explicarse el mundo. Ese tipo de detalles intentó respetarlos y plasmarlos en su nuevo libro.
“Traté de ser muy honesta en términos de la escritura. De ‘esto es lo que me contaron, así lo cuentan, este es el tono que utiliza para narrar’. El reto fue cómo le doy forma para que una persona en México, en Argentina, en Colombia. en Guatemala, entienda exactamente cómo se sienten estas niñas y niños; por qué recurrimos los seres humanos a cierto grado de fantasía cuando estamos viviendo violencia extrema, algo necesario porque si no, no sobreviviríamos”, agrega la periodista.
Si bien El día que invadieron mi planeta retrata la situación de niñas y niños que son sometidos a la violencia bélica en Ucrania, la autora también busca que sea el reflejo de lo que está sucediendo en muchas otras partes del mundo, como en Sudán, Congo, Siria, Palestina o México.
“Desde que empecé a hacer entrevistas con niñas y niños, desde [hace] 25 años, cuando comencé a abordar el tema de los derechos de la niñez, me di cuenta de algo muy curioso: su percepción es muy distinta de las personas adultas; lo que sucede con las niñas y los niños víctimas de violencia, tanto sexuales como violencia en contexto de guerra, es que justamente siguen manteniendo la inocencia por un lado; por otro lado son forzados a madurar a golpe de terror; es decir, se les exige actúen de una manera determinada, en la que no puedan divertirse, jugar, entretenerse”, declara la autora.
Es necesario, considera, no dejar de preguntar ¿qué les está pasando a los niños de Ucrania?, ¿qué les está pasando a los niños de Palestina? Ya no solamente son víctimas de violencia, sino que muchos de ellos quedan huérfanos, y algo que lamentablemente está sucediendo en el contexto de la masacre al pueblo palestino.
“Hay muchos niños que se graban recostados sobre la tumba de su madre, de su padre, de su abuela y dicen ‘lo que quiero es morir’. Niños de 9 años, de 10 años. ¿Qué está haciendo el mundo?, ¿qué estamos haciendo?”, comenta.
El día que invadieron mi planeta es un homenaje a esas niñas y niños que viven bajo el asedio de la guerra y sueñan con el día en que dejarán de preocuparse porque “un pájaro de metal” pueda destruir su casa, su escuela o la casa de sus abuelos.
“España es el tercer país donde más niñas y niños ucranianos refugiados hay en este momento. Tuve la oportunidad de estar con un grupo de ellos, que ya han aprendido español, aunque les cuesta trabajo porque es muy difícil. Les conté el libro, se los enseñé, leyeron fragmentos, me dijeron que eso era verdad, que así era lo que estaba sucediendo”, recuerda sobre la recepción de su libro.
También viajó a Ucrania para presentar el libro. Recuerda que en el evento, un niño se levantó, se acercó a Lydia y se sentó en sus piernas. Comenzó a contar su historia. Luego le dijo: “Gracias porque ahora todo el continente de América sabe lo que nos está pasando”. “Claro, estos 50 niños, que estaban en la presentación del libro, piensan que publiqué dos millones de libros y que los están leyendo dos millones de niños latinoamericanos”, dice ahora Cacho, intentando contener la emoción.
Para ella es importante continuar siendo empáticos: “Es esencial preservar la inocencia, no ser voluntariamente cruel, intencionadamente cruel, estratégicamente cruel”.
“La verdad esa es una de las cosas por la que siento que vale la pena ser periodista toda la vida. Cuando una persona a la que entrevistaste siente que su historia ha sido reivindicada, que es escuchada y que es validada su vida por un lector o una lectora de otro país. Esa, creo, es la gran misión que tenemos en el periodismo: que nuestro trabajo tenga ese efecto, esa emoción, en la persona que te contó su historia”, finaliza.
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