La justicia literaria de Jorge Volpi

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Indignaron al mundo las irregularidades del caso Florence Cassez. Ahora Jorge Volpi retoma esta historia bajo una novela documental, ganadora del Premio Alfaguara 2018.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

* * *

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

jorge volpi novela florence cassez, int

Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Indignaron al mundo las irregularidades del caso Florence Cassez. Ahora Jorge Volpi retoma esta historia bajo una novela documental, ganadora del Premio Alfaguara 2018.

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Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

* * *

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

jorge volpi novela florence cassez, int

Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

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La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

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Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

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La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

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Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

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La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

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Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

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La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

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Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

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Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

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La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

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Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Indignaron al mundo las irregularidades del caso Florence Cassez. Ahora Jorge Volpi retoma esta historia bajo una novela documental, ganadora del Premio Alfaguara 2018.

Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

* * *

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

jorge volpi novela florence cassez, int

Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Indignaron al mundo las irregularidades del caso Florence Cassez. Ahora Jorge Volpi retoma esta historia bajo una novela documental, ganadora del Premio Alfaguara 2018.

Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

* * *

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

jorge volpi novela florence cassez, int

Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Indignaron al mundo las irregularidades del caso Florence Cassez. Ahora Jorge Volpi retoma esta historia bajo una novela documental, ganadora del Premio Alfaguara 2018.

Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

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La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

jorge volpi novela florence cassez, int

Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

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La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

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Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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Jorge Volpi visitó a Israel Vallarta, acusado de secuestro junto con Florence Cassez en 2005, varias veces en el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez. Lo describe ahí caminando por un patio de cemento que no tiene ni un milímetro de verde hacia la última reja de esa prisión; este hombre que no mira ni una sola vez hacia atrás, y que, parafraseándolo, frente a él sólo se extiende “la polvareda de la tarde”. Si bien la justicia mexicana le falló a ambos, Cassez y Vallarta, ésta se ha ensañado con él. Es una de las tesis de Una novela criminal, una novela documental o novela sin ficción, como el autor la denomina.

Cuando se desató el escándalo del montaje por parte de Televisa y Tv Azteca, quienes transmitieron en vivo una falsa detención, Volpi no vivía en México. Seguía el caso a la distancia: leía sobre la confrontación del gobierno mexicano con el expresidente Nicolas Sarkozy, y de las irregularidades del caso que detallaban los artículos de Guillermo Osorno, en Gatopardo, y Héctor de Mauleón, en Nexos. “Ahí me empieza a parecer que Florence tenía que estar libre. Pero realmente no es sino hasta que leí el libro de Emmanuelle Stiles sobre la familia Vallarta que me pareció todo tan escandaloso que fue en ese momento cuando decidí escribir.”

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La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la liberación de Cassez, con mayoría de tres votos a favor y dos en contra. Uno imagina el rostro de Volpi, casi inexpresivo, quizá con súbito rubor, cuando escucha las palabras “un tipo de justicia para una french poodle […] y otra para un perro callejero”, de boca del ministro José Ramón Cossío, uno de los que votó contra la liberación de Cassez por el “efecto corruptor” que tuvo en el proceso el montaje televisivo de su captura.“Parecería que hay dos tipos de justicia: la de Florence, que merecía salir, que tuvo el apoyo completo de su país, que consiguió al mejor abogado francés, que a su vez pudo contratar al mejor abogado mexicano posible y a tener una defensa que finalmente convenció a la Suprema Corte de liberarla”, dice en entrevista para Gatopardo, sentado en la sala de juntas contigua a su oficina en la Coordinación de Difusión Cultural de la unam, de la que es titular. “Mientras que la familia de Vallarta no tenía recursos, sólo un abogado de oficio y todas las condiciones del sistema que hacen que se prolongue su situación, completamente absurda, de tenerlo 12 años en la cárcel sin haber sido sentenciado y en una prisión de máxima seguridad.”

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Luego de conocer a varios miembros de la familia Vallarta, algunos también encarcelados bajo cargos inventados por Genaro García Luna, ex Secretario de Seguridad Pública, Volpi ha desarrollado empatía por ellos, en especial por Israel y por su hermana Guadalupe—a quien llama Hermana Coraje haciendo alusión a la obra de Bertolt Brecht—, quizá una situación del tipo de la de Emmanuel Carrère y Jean-Claude Romand, el asesino al que convirtió en protagonista de El adversario (aunque en aquel caso no había duda de la culpabilidad de Romand).“Estoy convencido de que, de lo que se le acusa, está todo lleno de irregularidades. Pero independientemente de que uno pueda creer que haya un lado oscuro o no, e incluso de la culpabilidad, Israel y Florence, y la familia de Israel, son víctimas del poder en México. Y si Florence salió, por supuesto que los que quedan de la familia, que son Israel, un hermano y un sobrino, deben de estar fuera de la cárcel”, asegura golpeando con el dedo índice la mesa ante la que está sentado.Una novela criminal es una obra que se parece enormemente a la afamada novela de Volpi, En busca de Klingsor. Aunque aquélla sea ficción y su reciente entrega, ganadora del Premio Alfaguara 2018, una novela sin ficción, ambos libros en realidad tratan sobre la búsqueda de la verdad.

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