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Al igual que Arturo, Carmen participa en el plantón porque quiere “dejarle un mejor país a sus hijos y nietos” y piensa que “AMLO vive en el pasado, mientras que el presente se le va de las manos”.
El pasado 18 de septiembre en la Ciudad de México, integrantes del Frente Nacional Anti AMLO (FRENA) se reunieron en el Monumento a la Revolución con la intención de marchar e instalar un plantón indefinido en el Zócalo. Sin embargo, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana desplegaron un cerco frente al Palacio de Bellas Artes y sobre las avenidas Balderas e Hidalgo para impedir su paso. Como resultado, los integrantes de FRENA decidieron plantarse en la esquina de avenida Juárez y Paseo de la Reforma, donde permanecieron durante varios días ocupando el espacio con tiendas de campaña, muchas de ellas, vacías. El 23 de septiembre, casi una semana después, Gilberto Lozano, uno de los fundadores de FRENA y el líder más visible del movimiento, informó que había logrado obtener dos amparos de juzgados de la Ciudad de México que ordenaban al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, permitirles avanzar. Ese mismo día, alrededor de las 17:30 de la tarde, el movimiento anunció su llegada al Zócalo en su cuenta oficial de Twitter.Los amparos fueron emitidos por el titular del Juzgado Octavo de Distrito en Materia Administrativa y les permitieron el libre tránsito “sin subordinar a las disposiciones sanitarias que aplican al Zócalo capitalino”. [read more]
A partir de ese momento, el grupo logró instalarse frente al Palacio Nacional con el objetivo de quedarse ahí hasta que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador renuncie. Sin embargo, no parece que ninguna de las dos partes vaya a ceder pronto.El primer día que FRENA amaneció en el Zócalo pintaba tranquilo. Por la mañana, la mayoría de los participantes del plantón estaban desayunando, algunos otros rezando o acomodando sus tiendas. Los elementos de seguridad rodeaban todo el espacio, pero mantenían su distancia. La tranquilidad comenzó a desvanecerse antes del mediodía, cuando las calles alrededor de la Plaza de la Constitución comenzaron a llenarse de otros grupos que acudían al centro de la ciudad para alzar la voz sobre distintos temas.
Entre estos grupos se encontraban los integrantes de la Confederación Nacional de Industriales de Metales y Recicladores, que llegaron hasta el Zócalo para pedir que no se limitaran o cancelaran las concesiones de residuos sólidos urbanos en el país. Sin embargo, este colectivo no logró demasiado, pues el cerco policial que se encontraba cuidando la zona les negó el acceso. En las esquinas de otras calles cercanas se formaron grupos más pequeños de familias que siguen esperando a que se reconstruyan sus casas, tres años después del temblor que las dañó. Parados en las calles, esperaban atraer miradas con letreros creados para visibilizar su problema y la urgencia que tienen de resolverlo. Si algo tienen en común todas las personas que se encontraban manifestándose en el Zócalo ese día por la mañana, es el descontento social, un fenómeno bien conocido por los mexicanos.
***
“No somos los primeros aquí, cada rato hay personas haciendo plantones por alguna causa, porque la situación del país nos está afectando a todos”, dijo Grisel Bley, una integrante de FRENA que amaneció ese 24 de septiembre en el Zócalo. Es una mujer de 57 años que dejó temporalmente su casa en el Estado de México para participar en la protesta. Ella, como el resto de los presentes, dice que teme por el futuro del país. “Estamos viviendo un terror que nunca antes se había visto. Siempre han habido gobiernos aprovechados y abusivos, pero hoy estamos enfrentando la destrucción total de la cultura, la moral, la familia, los valores… eso es lo más doloroso”, dijo molesta. “La labor diaria de AMLO es dividirnos. Cuando llama a un periodista 'vendido', a unos médicos, 'usureros', o se refiere a otras personas como 'fifís', forma un discurso de odio que separa más a un país que, de por sí, ya estaba dividido”. Carmen Barrera también se sumó a FRENA. Al principio no quería dar entrevistas, porque “otros medios estaban distorsionando las cosas que decían”. Al igual que Arturo, Carmen decidió participar en el plantón porque quiere “dejarle un mejor país a sus hijos y nietos” y piensa que “AMLO vive en el pasado, mientras que el presente se le va de las manos”. Aunque la página oficial del movimiento indica que FRENA sólo tiene una ideología, “la mejora del país en su economía, salud, seguridad, empleo, crecimiento, bienestar, etc.” y que “no son ni de izquierda, centro o derecha”, las afirmaciones de varios integrantes revelan algo distinto.
“AMLO no es cualquier presidente, es uno que tiene muchas características que no son fáciles de vencer. Sólo con la mano poderosa de Dios podremos vencerlo. Estamos siendo gobernados por un Luciferiano, alguien que se siente apoyado por Lucifer”. Así describió a López Obrador otra mujer en el Zócalo, que prefirió permanecer anónima. Muchos otros simpatizantes de este movimiento usan, como ella, argumentos religiosos al explicar su postura.Mientras los movimientos de extrema derecha adquieren una voz cada vez más poderosa en varios países del mundo (en Brasil con Bolsonaro, en Francia con Jean-Marie Le Pen y en Estados Unidos con Donald Trump, entre muchos otros), México no parece ser la excepción. En el Zócalo, Arturo Salcedo me hablaba de su admiración por Trump. “A pesar de que sea un loco, él sí defiende a su patria, está luchando por su país, para que no haya aborto y en defensa del matrimonio heterosexual. Lo admiro y a nuestro presidente, lo detesto”. Grisel Bley se sumó al argumento diciendo que AMLO le ha permitido la entrada a muchos centroamericanos y que eso la hace sentir insegura. También mencionó que la ideología de género era, a su forma de verlo, un ataque contra los “valores de la familia”. En su columna de opinión para La Jornada, Bernardo Barranco habla de lo que él define como “la nueva derecha”. Observa, tanto aquí como en otros países del mundo, la expansión de un movimiento que “exalta la identidad local, evoca con nostalgia el pasado, promueve una atmósfera negativa hacia los extranjeros. [Una ideología que] en suma, es misógina, patriarcal y racista. Es nostálgica por lo sagrado, sea religioso o moral”.Entre las voces de quienes forman FRENA, hay argumentos que respaldan esa forma de pensar, pero también hay personas que simplemente llegaron hasta aquí arrastrados por la desesperación provocada por la crisis que enfrenta el país y como fruto de un creciente descontento social con cada vez más frentes.
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Al igual que Arturo, Carmen participa en el plantón porque quiere “dejarle un mejor país a sus hijos y nietos” y piensa que “AMLO vive en el pasado, mientras que el presente se le va de las manos”.
El pasado 18 de septiembre en la Ciudad de México, integrantes del Frente Nacional Anti AMLO (FRENA) se reunieron en el Monumento a la Revolución con la intención de marchar e instalar un plantón indefinido en el Zócalo. Sin embargo, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana desplegaron un cerco frente al Palacio de Bellas Artes y sobre las avenidas Balderas e Hidalgo para impedir su paso. Como resultado, los integrantes de FRENA decidieron plantarse en la esquina de avenida Juárez y Paseo de la Reforma, donde permanecieron durante varios días ocupando el espacio con tiendas de campaña, muchas de ellas, vacías. El 23 de septiembre, casi una semana después, Gilberto Lozano, uno de los fundadores de FRENA y el líder más visible del movimiento, informó que había logrado obtener dos amparos de juzgados de la Ciudad de México que ordenaban al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, permitirles avanzar. Ese mismo día, alrededor de las 17:30 de la tarde, el movimiento anunció su llegada al Zócalo en su cuenta oficial de Twitter.Los amparos fueron emitidos por el titular del Juzgado Octavo de Distrito en Materia Administrativa y les permitieron el libre tránsito “sin subordinar a las disposiciones sanitarias que aplican al Zócalo capitalino”. [read more]
A partir de ese momento, el grupo logró instalarse frente al Palacio Nacional con el objetivo de quedarse ahí hasta que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador renuncie. Sin embargo, no parece que ninguna de las dos partes vaya a ceder pronto.El primer día que FRENA amaneció en el Zócalo pintaba tranquilo. Por la mañana, la mayoría de los participantes del plantón estaban desayunando, algunos otros rezando o acomodando sus tiendas. Los elementos de seguridad rodeaban todo el espacio, pero mantenían su distancia. La tranquilidad comenzó a desvanecerse antes del mediodía, cuando las calles alrededor de la Plaza de la Constitución comenzaron a llenarse de otros grupos que acudían al centro de la ciudad para alzar la voz sobre distintos temas.
Entre estos grupos se encontraban los integrantes de la Confederación Nacional de Industriales de Metales y Recicladores, que llegaron hasta el Zócalo para pedir que no se limitaran o cancelaran las concesiones de residuos sólidos urbanos en el país. Sin embargo, este colectivo no logró demasiado, pues el cerco policial que se encontraba cuidando la zona les negó el acceso. En las esquinas de otras calles cercanas se formaron grupos más pequeños de familias que siguen esperando a que se reconstruyan sus casas, tres años después del temblor que las dañó. Parados en las calles, esperaban atraer miradas con letreros creados para visibilizar su problema y la urgencia que tienen de resolverlo. Si algo tienen en común todas las personas que se encontraban manifestándose en el Zócalo ese día por la mañana, es el descontento social, un fenómeno bien conocido por los mexicanos.
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“No somos los primeros aquí, cada rato hay personas haciendo plantones por alguna causa, porque la situación del país nos está afectando a todos”, dijo Grisel Bley, una integrante de FRENA que amaneció ese 24 de septiembre en el Zócalo. Es una mujer de 57 años que dejó temporalmente su casa en el Estado de México para participar en la protesta. Ella, como el resto de los presentes, dice que teme por el futuro del país. “Estamos viviendo un terror que nunca antes se había visto. Siempre han habido gobiernos aprovechados y abusivos, pero hoy estamos enfrentando la destrucción total de la cultura, la moral, la familia, los valores… eso es lo más doloroso”, dijo molesta. “La labor diaria de AMLO es dividirnos. Cuando llama a un periodista 'vendido', a unos médicos, 'usureros', o se refiere a otras personas como 'fifís', forma un discurso de odio que separa más a un país que, de por sí, ya estaba dividido”. Carmen Barrera también se sumó a FRENA. Al principio no quería dar entrevistas, porque “otros medios estaban distorsionando las cosas que decían”. Al igual que Arturo, Carmen decidió participar en el plantón porque quiere “dejarle un mejor país a sus hijos y nietos” y piensa que “AMLO vive en el pasado, mientras que el presente se le va de las manos”. Aunque la página oficial del movimiento indica que FRENA sólo tiene una ideología, “la mejora del país en su economía, salud, seguridad, empleo, crecimiento, bienestar, etc.” y que “no son ni de izquierda, centro o derecha”, las afirmaciones de varios integrantes revelan algo distinto.
“AMLO no es cualquier presidente, es uno que tiene muchas características que no son fáciles de vencer. Sólo con la mano poderosa de Dios podremos vencerlo. Estamos siendo gobernados por un Luciferiano, alguien que se siente apoyado por Lucifer”. Así describió a López Obrador otra mujer en el Zócalo, que prefirió permanecer anónima. Muchos otros simpatizantes de este movimiento usan, como ella, argumentos religiosos al explicar su postura.Mientras los movimientos de extrema derecha adquieren una voz cada vez más poderosa en varios países del mundo (en Brasil con Bolsonaro, en Francia con Jean-Marie Le Pen y en Estados Unidos con Donald Trump, entre muchos otros), México no parece ser la excepción. En el Zócalo, Arturo Salcedo me hablaba de su admiración por Trump. “A pesar de que sea un loco, él sí defiende a su patria, está luchando por su país, para que no haya aborto y en defensa del matrimonio heterosexual. Lo admiro y a nuestro presidente, lo detesto”. Grisel Bley se sumó al argumento diciendo que AMLO le ha permitido la entrada a muchos centroamericanos y que eso la hace sentir insegura. También mencionó que la ideología de género era, a su forma de verlo, un ataque contra los “valores de la familia”. En su columna de opinión para La Jornada, Bernardo Barranco habla de lo que él define como “la nueva derecha”. Observa, tanto aquí como en otros países del mundo, la expansión de un movimiento que “exalta la identidad local, evoca con nostalgia el pasado, promueve una atmósfera negativa hacia los extranjeros. [Una ideología que] en suma, es misógina, patriarcal y racista. Es nostálgica por lo sagrado, sea religioso o moral”.Entre las voces de quienes forman FRENA, hay argumentos que respaldan esa forma de pensar, pero también hay personas que simplemente llegaron hasta aquí arrastrados por la desesperación provocada por la crisis que enfrenta el país y como fruto de un creciente descontento social con cada vez más frentes.
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Al igual que Arturo, Carmen participa en el plantón porque quiere “dejarle un mejor país a sus hijos y nietos” y piensa que “AMLO vive en el pasado, mientras que el presente se le va de las manos”.
El pasado 18 de septiembre en la Ciudad de México, integrantes del Frente Nacional Anti AMLO (FRENA) se reunieron en el Monumento a la Revolución con la intención de marchar e instalar un plantón indefinido en el Zócalo. Sin embargo, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana desplegaron un cerco frente al Palacio de Bellas Artes y sobre las avenidas Balderas e Hidalgo para impedir su paso. Como resultado, los integrantes de FRENA decidieron plantarse en la esquina de avenida Juárez y Paseo de la Reforma, donde permanecieron durante varios días ocupando el espacio con tiendas de campaña, muchas de ellas, vacías. El 23 de septiembre, casi una semana después, Gilberto Lozano, uno de los fundadores de FRENA y el líder más visible del movimiento, informó que había logrado obtener dos amparos de juzgados de la Ciudad de México que ordenaban al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, permitirles avanzar. Ese mismo día, alrededor de las 17:30 de la tarde, el movimiento anunció su llegada al Zócalo en su cuenta oficial de Twitter.Los amparos fueron emitidos por el titular del Juzgado Octavo de Distrito en Materia Administrativa y les permitieron el libre tránsito “sin subordinar a las disposiciones sanitarias que aplican al Zócalo capitalino”. [read more]
A partir de ese momento, el grupo logró instalarse frente al Palacio Nacional con el objetivo de quedarse ahí hasta que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador renuncie. Sin embargo, no parece que ninguna de las dos partes vaya a ceder pronto.El primer día que FRENA amaneció en el Zócalo pintaba tranquilo. Por la mañana, la mayoría de los participantes del plantón estaban desayunando, algunos otros rezando o acomodando sus tiendas. Los elementos de seguridad rodeaban todo el espacio, pero mantenían su distancia. La tranquilidad comenzó a desvanecerse antes del mediodía, cuando las calles alrededor de la Plaza de la Constitución comenzaron a llenarse de otros grupos que acudían al centro de la ciudad para alzar la voz sobre distintos temas.
Entre estos grupos se encontraban los integrantes de la Confederación Nacional de Industriales de Metales y Recicladores, que llegaron hasta el Zócalo para pedir que no se limitaran o cancelaran las concesiones de residuos sólidos urbanos en el país. Sin embargo, este colectivo no logró demasiado, pues el cerco policial que se encontraba cuidando la zona les negó el acceso. En las esquinas de otras calles cercanas se formaron grupos más pequeños de familias que siguen esperando a que se reconstruyan sus casas, tres años después del temblor que las dañó. Parados en las calles, esperaban atraer miradas con letreros creados para visibilizar su problema y la urgencia que tienen de resolverlo. Si algo tienen en común todas las personas que se encontraban manifestándose en el Zócalo ese día por la mañana, es el descontento social, un fenómeno bien conocido por los mexicanos.
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“No somos los primeros aquí, cada rato hay personas haciendo plantones por alguna causa, porque la situación del país nos está afectando a todos”, dijo Grisel Bley, una integrante de FRENA que amaneció ese 24 de septiembre en el Zócalo. Es una mujer de 57 años que dejó temporalmente su casa en el Estado de México para participar en la protesta. Ella, como el resto de los presentes, dice que teme por el futuro del país. “Estamos viviendo un terror que nunca antes se había visto. Siempre han habido gobiernos aprovechados y abusivos, pero hoy estamos enfrentando la destrucción total de la cultura, la moral, la familia, los valores… eso es lo más doloroso”, dijo molesta. “La labor diaria de AMLO es dividirnos. Cuando llama a un periodista 'vendido', a unos médicos, 'usureros', o se refiere a otras personas como 'fifís', forma un discurso de odio que separa más a un país que, de por sí, ya estaba dividido”. Carmen Barrera también se sumó a FRENA. Al principio no quería dar entrevistas, porque “otros medios estaban distorsionando las cosas que decían”. Al igual que Arturo, Carmen decidió participar en el plantón porque quiere “dejarle un mejor país a sus hijos y nietos” y piensa que “AMLO vive en el pasado, mientras que el presente se le va de las manos”. Aunque la página oficial del movimiento indica que FRENA sólo tiene una ideología, “la mejora del país en su economía, salud, seguridad, empleo, crecimiento, bienestar, etc.” y que “no son ni de izquierda, centro o derecha”, las afirmaciones de varios integrantes revelan algo distinto.
“AMLO no es cualquier presidente, es uno que tiene muchas características que no son fáciles de vencer. Sólo con la mano poderosa de Dios podremos vencerlo. Estamos siendo gobernados por un Luciferiano, alguien que se siente apoyado por Lucifer”. Así describió a López Obrador otra mujer en el Zócalo, que prefirió permanecer anónima. Muchos otros simpatizantes de este movimiento usan, como ella, argumentos religiosos al explicar su postura.Mientras los movimientos de extrema derecha adquieren una voz cada vez más poderosa en varios países del mundo (en Brasil con Bolsonaro, en Francia con Jean-Marie Le Pen y en Estados Unidos con Donald Trump, entre muchos otros), México no parece ser la excepción. En el Zócalo, Arturo Salcedo me hablaba de su admiración por Trump. “A pesar de que sea un loco, él sí defiende a su patria, está luchando por su país, para que no haya aborto y en defensa del matrimonio heterosexual. Lo admiro y a nuestro presidente, lo detesto”. Grisel Bley se sumó al argumento diciendo que AMLO le ha permitido la entrada a muchos centroamericanos y que eso la hace sentir insegura. También mencionó que la ideología de género era, a su forma de verlo, un ataque contra los “valores de la familia”. En su columna de opinión para La Jornada, Bernardo Barranco habla de lo que él define como “la nueva derecha”. Observa, tanto aquí como en otros países del mundo, la expansión de un movimiento que “exalta la identidad local, evoca con nostalgia el pasado, promueve una atmósfera negativa hacia los extranjeros. [Una ideología que] en suma, es misógina, patriarcal y racista. Es nostálgica por lo sagrado, sea religioso o moral”.Entre las voces de quienes forman FRENA, hay argumentos que respaldan esa forma de pensar, pero también hay personas que simplemente llegaron hasta aquí arrastrados por la desesperación provocada por la crisis que enfrenta el país y como fruto de un creciente descontento social con cada vez más frentes.
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Al igual que Arturo, Carmen participa en el plantón porque quiere “dejarle un mejor país a sus hijos y nietos” y piensa que “AMLO vive en el pasado, mientras que el presente se le va de las manos”.
El pasado 18 de septiembre en la Ciudad de México, integrantes del Frente Nacional Anti AMLO (FRENA) se reunieron en el Monumento a la Revolución con la intención de marchar e instalar un plantón indefinido en el Zócalo. Sin embargo, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana desplegaron un cerco frente al Palacio de Bellas Artes y sobre las avenidas Balderas e Hidalgo para impedir su paso. Como resultado, los integrantes de FRENA decidieron plantarse en la esquina de avenida Juárez y Paseo de la Reforma, donde permanecieron durante varios días ocupando el espacio con tiendas de campaña, muchas de ellas, vacías. El 23 de septiembre, casi una semana después, Gilberto Lozano, uno de los fundadores de FRENA y el líder más visible del movimiento, informó que había logrado obtener dos amparos de juzgados de la Ciudad de México que ordenaban al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, permitirles avanzar. Ese mismo día, alrededor de las 17:30 de la tarde, el movimiento anunció su llegada al Zócalo en su cuenta oficial de Twitter.Los amparos fueron emitidos por el titular del Juzgado Octavo de Distrito en Materia Administrativa y les permitieron el libre tránsito “sin subordinar a las disposiciones sanitarias que aplican al Zócalo capitalino”. [read more]
A partir de ese momento, el grupo logró instalarse frente al Palacio Nacional con el objetivo de quedarse ahí hasta que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador renuncie. Sin embargo, no parece que ninguna de las dos partes vaya a ceder pronto.El primer día que FRENA amaneció en el Zócalo pintaba tranquilo. Por la mañana, la mayoría de los participantes del plantón estaban desayunando, algunos otros rezando o acomodando sus tiendas. Los elementos de seguridad rodeaban todo el espacio, pero mantenían su distancia. La tranquilidad comenzó a desvanecerse antes del mediodía, cuando las calles alrededor de la Plaza de la Constitución comenzaron a llenarse de otros grupos que acudían al centro de la ciudad para alzar la voz sobre distintos temas.
Entre estos grupos se encontraban los integrantes de la Confederación Nacional de Industriales de Metales y Recicladores, que llegaron hasta el Zócalo para pedir que no se limitaran o cancelaran las concesiones de residuos sólidos urbanos en el país. Sin embargo, este colectivo no logró demasiado, pues el cerco policial que se encontraba cuidando la zona les negó el acceso. En las esquinas de otras calles cercanas se formaron grupos más pequeños de familias que siguen esperando a que se reconstruyan sus casas, tres años después del temblor que las dañó. Parados en las calles, esperaban atraer miradas con letreros creados para visibilizar su problema y la urgencia que tienen de resolverlo. Si algo tienen en común todas las personas que se encontraban manifestándose en el Zócalo ese día por la mañana, es el descontento social, un fenómeno bien conocido por los mexicanos.
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“No somos los primeros aquí, cada rato hay personas haciendo plantones por alguna causa, porque la situación del país nos está afectando a todos”, dijo Grisel Bley, una integrante de FRENA que amaneció ese 24 de septiembre en el Zócalo. Es una mujer de 57 años que dejó temporalmente su casa en el Estado de México para participar en la protesta. Ella, como el resto de los presentes, dice que teme por el futuro del país. “Estamos viviendo un terror que nunca antes se había visto. Siempre han habido gobiernos aprovechados y abusivos, pero hoy estamos enfrentando la destrucción total de la cultura, la moral, la familia, los valores… eso es lo más doloroso”, dijo molesta. “La labor diaria de AMLO es dividirnos. Cuando llama a un periodista 'vendido', a unos médicos, 'usureros', o se refiere a otras personas como 'fifís', forma un discurso de odio que separa más a un país que, de por sí, ya estaba dividido”. Carmen Barrera también se sumó a FRENA. Al principio no quería dar entrevistas, porque “otros medios estaban distorsionando las cosas que decían”. Al igual que Arturo, Carmen decidió participar en el plantón porque quiere “dejarle un mejor país a sus hijos y nietos” y piensa que “AMLO vive en el pasado, mientras que el presente se le va de las manos”. Aunque la página oficial del movimiento indica que FRENA sólo tiene una ideología, “la mejora del país en su economía, salud, seguridad, empleo, crecimiento, bienestar, etc.” y que “no son ni de izquierda, centro o derecha”, las afirmaciones de varios integrantes revelan algo distinto.
“AMLO no es cualquier presidente, es uno que tiene muchas características que no son fáciles de vencer. Sólo con la mano poderosa de Dios podremos vencerlo. Estamos siendo gobernados por un Luciferiano, alguien que se siente apoyado por Lucifer”. Así describió a López Obrador otra mujer en el Zócalo, que prefirió permanecer anónima. Muchos otros simpatizantes de este movimiento usan, como ella, argumentos religiosos al explicar su postura.Mientras los movimientos de extrema derecha adquieren una voz cada vez más poderosa en varios países del mundo (en Brasil con Bolsonaro, en Francia con Jean-Marie Le Pen y en Estados Unidos con Donald Trump, entre muchos otros), México no parece ser la excepción. En el Zócalo, Arturo Salcedo me hablaba de su admiración por Trump. “A pesar de que sea un loco, él sí defiende a su patria, está luchando por su país, para que no haya aborto y en defensa del matrimonio heterosexual. Lo admiro y a nuestro presidente, lo detesto”. Grisel Bley se sumó al argumento diciendo que AMLO le ha permitido la entrada a muchos centroamericanos y que eso la hace sentir insegura. También mencionó que la ideología de género era, a su forma de verlo, un ataque contra los “valores de la familia”. En su columna de opinión para La Jornada, Bernardo Barranco habla de lo que él define como “la nueva derecha”. Observa, tanto aquí como en otros países del mundo, la expansión de un movimiento que “exalta la identidad local, evoca con nostalgia el pasado, promueve una atmósfera negativa hacia los extranjeros. [Una ideología que] en suma, es misógina, patriarcal y racista. Es nostálgica por lo sagrado, sea religioso o moral”.Entre las voces de quienes forman FRENA, hay argumentos que respaldan esa forma de pensar, pero también hay personas que simplemente llegaron hasta aquí arrastrados por la desesperación provocada por la crisis que enfrenta el país y como fruto de un creciente descontento social con cada vez más frentes.
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El pasado 18 de septiembre en la Ciudad de México, integrantes del Frente Nacional Anti AMLO (FRENA) se reunieron en el Monumento a la Revolución con la intención de marchar e instalar un plantón indefinido en el Zócalo. Sin embargo, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana desplegaron un cerco frente al Palacio de Bellas Artes y sobre las avenidas Balderas e Hidalgo para impedir su paso. Como resultado, los integrantes de FRENA decidieron plantarse en la esquina de avenida Juárez y Paseo de la Reforma, donde permanecieron durante varios días ocupando el espacio con tiendas de campaña, muchas de ellas, vacías. El 23 de septiembre, casi una semana después, Gilberto Lozano, uno de los fundadores de FRENA y el líder más visible del movimiento, informó que había logrado obtener dos amparos de juzgados de la Ciudad de México que ordenaban al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, permitirles avanzar. Ese mismo día, alrededor de las 17:30 de la tarde, el movimiento anunció su llegada al Zócalo en su cuenta oficial de Twitter.Los amparos fueron emitidos por el titular del Juzgado Octavo de Distrito en Materia Administrativa y les permitieron el libre tránsito “sin subordinar a las disposiciones sanitarias que aplican al Zócalo capitalino”. [read more]
A partir de ese momento, el grupo logró instalarse frente al Palacio Nacional con el objetivo de quedarse ahí hasta que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador renuncie. Sin embargo, no parece que ninguna de las dos partes vaya a ceder pronto.El primer día que FRENA amaneció en el Zócalo pintaba tranquilo. Por la mañana, la mayoría de los participantes del plantón estaban desayunando, algunos otros rezando o acomodando sus tiendas. Los elementos de seguridad rodeaban todo el espacio, pero mantenían su distancia. La tranquilidad comenzó a desvanecerse antes del mediodía, cuando las calles alrededor de la Plaza de la Constitución comenzaron a llenarse de otros grupos que acudían al centro de la ciudad para alzar la voz sobre distintos temas.
Entre estos grupos se encontraban los integrantes de la Confederación Nacional de Industriales de Metales y Recicladores, que llegaron hasta el Zócalo para pedir que no se limitaran o cancelaran las concesiones de residuos sólidos urbanos en el país. Sin embargo, este colectivo no logró demasiado, pues el cerco policial que se encontraba cuidando la zona les negó el acceso. En las esquinas de otras calles cercanas se formaron grupos más pequeños de familias que siguen esperando a que se reconstruyan sus casas, tres años después del temblor que las dañó. Parados en las calles, esperaban atraer miradas con letreros creados para visibilizar su problema y la urgencia que tienen de resolverlo. Si algo tienen en común todas las personas que se encontraban manifestándose en el Zócalo ese día por la mañana, es el descontento social, un fenómeno bien conocido por los mexicanos.
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“No somos los primeros aquí, cada rato hay personas haciendo plantones por alguna causa, porque la situación del país nos está afectando a todos”, dijo Grisel Bley, una integrante de FRENA que amaneció ese 24 de septiembre en el Zócalo. Es una mujer de 57 años que dejó temporalmente su casa en el Estado de México para participar en la protesta. Ella, como el resto de los presentes, dice que teme por el futuro del país. “Estamos viviendo un terror que nunca antes se había visto. Siempre han habido gobiernos aprovechados y abusivos, pero hoy estamos enfrentando la destrucción total de la cultura, la moral, la familia, los valores… eso es lo más doloroso”, dijo molesta. “La labor diaria de AMLO es dividirnos. Cuando llama a un periodista 'vendido', a unos médicos, 'usureros', o se refiere a otras personas como 'fifís', forma un discurso de odio que separa más a un país que, de por sí, ya estaba dividido”. Carmen Barrera también se sumó a FRENA. Al principio no quería dar entrevistas, porque “otros medios estaban distorsionando las cosas que decían”. Al igual que Arturo, Carmen decidió participar en el plantón porque quiere “dejarle un mejor país a sus hijos y nietos” y piensa que “AMLO vive en el pasado, mientras que el presente se le va de las manos”. Aunque la página oficial del movimiento indica que FRENA sólo tiene una ideología, “la mejora del país en su economía, salud, seguridad, empleo, crecimiento, bienestar, etc.” y que “no son ni de izquierda, centro o derecha”, las afirmaciones de varios integrantes revelan algo distinto.
“AMLO no es cualquier presidente, es uno que tiene muchas características que no son fáciles de vencer. Sólo con la mano poderosa de Dios podremos vencerlo. Estamos siendo gobernados por un Luciferiano, alguien que se siente apoyado por Lucifer”. Así describió a López Obrador otra mujer en el Zócalo, que prefirió permanecer anónima. Muchos otros simpatizantes de este movimiento usan, como ella, argumentos religiosos al explicar su postura.Mientras los movimientos de extrema derecha adquieren una voz cada vez más poderosa en varios países del mundo (en Brasil con Bolsonaro, en Francia con Jean-Marie Le Pen y en Estados Unidos con Donald Trump, entre muchos otros), México no parece ser la excepción. En el Zócalo, Arturo Salcedo me hablaba de su admiración por Trump. “A pesar de que sea un loco, él sí defiende a su patria, está luchando por su país, para que no haya aborto y en defensa del matrimonio heterosexual. Lo admiro y a nuestro presidente, lo detesto”. Grisel Bley se sumó al argumento diciendo que AMLO le ha permitido la entrada a muchos centroamericanos y que eso la hace sentir insegura. También mencionó que la ideología de género era, a su forma de verlo, un ataque contra los “valores de la familia”. En su columna de opinión para La Jornada, Bernardo Barranco habla de lo que él define como “la nueva derecha”. Observa, tanto aquí como en otros países del mundo, la expansión de un movimiento que “exalta la identidad local, evoca con nostalgia el pasado, promueve una atmósfera negativa hacia los extranjeros. [Una ideología que] en suma, es misógina, patriarcal y racista. Es nostálgica por lo sagrado, sea religioso o moral”.Entre las voces de quienes forman FRENA, hay argumentos que respaldan esa forma de pensar, pero también hay personas que simplemente llegaron hasta aquí arrastrados por la desesperación provocada por la crisis que enfrenta el país y como fruto de un creciente descontento social con cada vez más frentes.
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