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Rica, famosa y política: el ascenso de una influencer al poder en Monterrey

Rica, famosa y política: el ascenso de una influencer al poder en Monterrey

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No es secreto para nadie que el carisma y la capacidad de penetración que tiene la influencer Mariana Rodríguez son parte del poderoso capital de Samuel García, actual gobernador de Nuevo León. Los millones de views en Twitter, TikTok e Instagram, a sus veintiocho años, son reflejo de su habilidad para influir.

Una Suburban de color negro se acomoda en el estacionamiento de una tienda de productos chinos abandonada, en una de las colonias más pobres de Monterrey, Nuevo León. En cuanto se detiene, unas treinta personas, en su mayoría adolescentes y señoras de mediana edad, se agolpan alrededor de la camioneta. “¡Mariana!, ¡Mariana!”, gritan mientras se empujan y recuperan el equilibrio, agarrándose como pueden del chasís. El chofer baja para hacerse paso y tratar de abrir la puerta trasera para que la conocida influencer Mariana Rodríguez salga del vehículo.

Su cabeza se divisa apenas entre el gentío, pero eso no evita que su equipo se repliegue junto a ella. Unas veinte personas vestidas con sudaderas impecables, naranjas y fosforescentes, comienzan a grabarla con el celular y dos fotógrafos la rodean como los depredadores en los documentales de naturaleza. Sin embargo, ella se mueve como si el staff no estuviera ahí, se acerca a quienes la están esperando y abraza fuerte a las mujeres que quieren tomarse una fotografía con ella.

—¡Va a ganar y va a estar bien asesorada por su esposo! —me jura y perjura la señora Martha, una vecina de la colonia San Bernabé, donde está ocurriendo este acto de precampaña, en una de las esquinas del cruce de las avenidas Solidaridad y Raúl Rangel Frías. Pronto, a pie de calle, la guerra electoral en Monterrey se torna auditiva. Los cláxones del tráfico de la tarde se entremezclan con una batucada y los jingles de campaña de Movimiento Ciudadano (MC).

El esposo al que hace referencia esta vecina es nada más y nada menos que el gobernador Samuel García. Uno de los personajes centrales de MC, tercera fuerza política en México y, también, uno de los políticos más jóvenes en la escena nacional: a los treinta años llegó al Senado; a los 33, a la gubernatura de Nuevo León, y a los 35 soñaba con ganar la presidencia de México y estaba dispuesto a todo. Sin embargo, ese anhelo último le fue negado por una difícil relación con los partidos de oposición locales —el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN)—, lo cual provocó una crisis de gobernabilidad en el estado: García quería imponer a un gobernador interino, pese a que la ley marca que el Congreso debe designarlo. Tras diez días de precampaña presidencial, dos intervenciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dos cartas de las cámaras empresariales más importantes del país solicitando que resolvieran el conflicto político y una atención mediática que alcanzó los periódicos internacionales, García tuvo que regresarse a su cargo como titular del Poder Ejecutivo en Nuevo León.

Una transmisión en vivo, a través de un teléfono celular, de un acto político llevado a cabo por Mariana Rodríguez, entonces precandidata del partido Movimiento Ciudadano.

Para ese momento, la opinión pública nacional lo tildaba de ser un político berrinchudo y derrotado, pero en menos de dos semanas él y Rodríguez lograron darle la vuelta a la historia. Sacaron un video musical cantando juntos “El futuro es brillante” para dar un anuncio que nadie esperaba: Rodríguez, con tan solo veintiocho años, sería candidata en 2024 para buscar la alcaldía de la ciudad de Monterrey: el municipio más importante y poblado del estado, con casi 1.2 millones de habitantes.

Aquí, en los “pegoteos”, como llaman a estos eventos de precampaña en los que pegan calcomanías a los vehículos, la falta de experiencia que le adjudican desde la oposición no hace mella. Una veintena de carros están haciendo fila con la esperanza de que Rodríguez les estampe una calcomanía con publicidad en el vidrio trasero y se tome una foto con ellos. En cada selfie entrega una sonrisa blanca y perfecta que potencia con un chicle que no para de masticar, y hace un gesto que resalta la mandíbula. Va a la siguiente camioneta y la mujer que conduce le extiende los brazos para recibir un abrazo de ella y otra vez es captada en el teléfono de una extraña. Se toma una selfie cada cinco segundos, y esas fotos se traducirán en cientos de historias en Instagram que serán compartidas, una y otra vez, desde la cuenta @marianardzcantu, a sus más de 3.6 millones de followers en la red social. Las ganas de ser reposteada por la influencer llevan a una chica de cabello chino, brackets y anteojos a esperar, desbordada de emoción, en el carro que conduce su madre, para tomarse una foto con Rodríguez y recibir una calcomanía. Está por cumplir los dieciocho años y participar en su primera elección como votante.

—Voy a votar por Mariana, por todo lo que ha hecho por los niños y por Monterrey —dice, refiriéndose al trabajo de Rodríguez en el Centro DIF Capullos de Nuevo León, donde viven niños que no tienen padres o fueron abandonados por ellos, y a todas las stories que la influencer ha subido, muchas veces mostrando el rostro de los niños (algo que no debería hacer), contando sus historias, jugando con ellos y también pidiendo, con mucho éxito, donaciones en especie para los pequeños.

En su momento más viral en relación con Capullos, Rodríguez se cortó su larga cabellera rubia, hasta que le quedó a la altura de las orejas, como muestra de solidaridad con un niño que iba a empezar su tratamiento contra la leucemia. La experiencia de apenas dos años y medio en las oficinas locales del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral para la Familia (DIF), que vela por la niñez mexicana, quizás no alcanza para justificar un proyecto municipal, pero sí para consolidarla como un perfil cercano a la ciudadanía, y eso se nota cuando ella está en la calle. Más tarde, en otro evento de pega de calcomanías, en la colonia Cumbres, una ciudadana, Celia, se acerca grabando y, con la voz al borde del quebranto, le exige:

Rodríguez, entonces precandidata por la alcaldía de Monterrey realiza una pega de calcomanías durante un acto propagandístico, en la colonia San Bernabé.

—¡Mariana!, ¡que no sea solo el mes rosa, sino todo el año! —dice, aludiendo a las campañas para luchar contra el cáncer de mama; acto seguido, para registro de su propio celular y de los demás que graban, la ciudadana toma su cabello largo, negro y lacio y se lo retira, revelando que lleva en realidad una peluca.

—¿Cómo vas? —le pregunta la precandidata, la mirada, de pronto, seria.

Se abrazan y el mar de celulares las envuelve en un círculo hasta casi ahogarlas.

—Yo voy a ayudar, pero te necesito también —le contesta Rodríguez a Celia.

Ambas se yerguen costado a costado y sonríen abrazadas frente al montón de celulares que continúan con la sesión fotográfica.

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“En Monterrey, el influencer tiene un componente de vanidad, fama y figura pública, sería esta persona que tiene una credibilidad y autoridad en cierto tema y que puede influenciar a una audiencia a través de redes sociales, más que todo, para comprar algo”, dice el periodista Maximiliano Torres, quien recientemente ha creado un exitoso proyecto de newsletter, Regios will be regios, que busca, en sus propias palabras, “entender qué es el regio contemporáneo si le quitas la carne asada, el Cerro de la Silla, la industria, el emprendimiento y el futbol”.

Para entender el arquetipo, basta buscar “influencers regias” en Google y ver que existen centenares de notas dedicadas a explicar a quién debes seguir y por cuáles razones. Las cuentas sugeridas suelen ser de mujeres jóvenes, blancas y rubias, cuyo contenido, en un inicio, por allá de 2017, se trataba de la ropa que usaban, los viajes que hacían, las citas que tenían con su novio. Ahora concentran sus publicaciones en lo que comen, lo que hacen con sus hijos, la forma en que tratan a su esposo. Mariana Rodríguez sigue también ese patrón, aunque añade el trabajo político que hace sola y con Samuel García. Con el fenómeno influencer, dice Torres, la élite regiomontana ha vivido “una forma de democratización de las páginas de sociales” de suplementos como Sierra Madre, del periódico El Norte, o Chic, de Milenio; han sido desplazados por la posibilidad de registrar y exponer su vida por cuenta propia.

Para entender el arquetipo, basta buscar “influencers regias” en Google y ver que existen centenares de notas dedicadas a explicar a quién debes seguir y por cuáles razones. Mujeres jóvenes, blancas y rubias, cuyo contenido, en un inicio, se trataba de la ropa que usaban, los viajes, las citas con su novio. Ahora concentran sus publicaciones en lo que comen, lo que hacen con sus hijos, la forma en que tratan a su esposo.

Esta “democratización” permite entender a Rodríguez como una persona que es, además, tema de conversación; es decir, que haya vivido en San Pedro Garza García —el municipio más rico del estado—, y estudiado la preparatoria en la American School Foundation of Monterrey, alcanza para ser élite, pero no necesariamente para construirse un aura de realeza regiomontana. Para lograr eso último es preciso tener un vínculo familiar con una de las diez familias más ricas de Nuevo León, y en algunos casos de México, que son las que están relacionadas con el cemento, el vidrio, el acero, la cerveza, los refrescos, y que fueron las que fundaron el mito industrial de la ciudad regia. Sin embargo, aun sin eso, Rodríguez pudo lograr —a fuerza de likes— que sus seguidores y los medios de comunicación la compararan con Lady Di.

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La entonces precandidata Mariana Rodríguez se toma selfies con sus seguidores durante un evento político que se llevó a cabo en la colonia San Bernabé.

En noviembre de 2023 se publicó en Instagram una larga entrevista que Rodríguez le dio a Mariana Chávez, “la Chávez”, otra influencer, analista de política, que además contendió como candidata suplente a una diputación local por MC en 2021. La pieza es notable porque una conversación así, con Rodríguez, es muy difícil de conseguir. Aun en campaña, sus interacciones con periodistas se reducen a entrevistas rápidas en la calle, que alcanzan apenas una o dos preguntas. Rodríguez le cuenta que decidió intentar ser influencer en 2016 imitando lo que hacían chicas estadounidenses muy famosas, ya que en Monterrey no existía todavía ese fenómeno. En aquel entonces, Rodríguez tenía solo veintiún años, comenzaba su noviazgo con García, no había terminado aún su carrera de Psicología Organizacional en el Tec de Monterrey y contaba con menos de diez mil seguidores. Se grababa en Instagram haciendo sus rutinas de maquillaje e invitaba a comprar los cosméticos que ella usaba. Poco a poco, las marcas comenzaron a buscarla para regalarle cosas, y tiempo después empezó a cobrar por las colaboraciones una cantidad francamente simbólica: quinientos pesos por publicación.

—¿Y qué sentías? —le pregunta la Chávez con un marcado acento sampetrino con relación a su primer tutorial de maquillaje.

—¡Pues qué osooo! —responde y más adelante agrega—: Empezó todo esto, y Samuel me corta porque decía: “Yo no estoy de acuerdo, no sé qué estás haciendo” […], y yo le dije: “Yo no estoy haciendo daño a nadie” […] yo estaba feliz, estaba haciendo un negocio y sabía que él iba a regresar.

García sí regresó con ella, y ese comportamiento que le parecía vergonzoso es clave para entender su éxito político.

En la campaña al Senado en 2018 ya tenían un noviazgo que era retratado con frecuencia en las redes. Las stories que hablaban de maquillaje se intercalaban con fotos de ambos juntos en actos campaña e incluso con videos en los que ella misma explicaba las propuestas de García. Además, Rodríguez comenzó a grabar a los taqueros y demás dueños de negocios pequeños que iban encontrando en la calle y a promoverlos en sus redes, y eso hacía que señoras, principalmente, quienes vendían joyería, pasteles u otros productos hechos por ellas mismas, la buscaran para tener publicidad. Eso permitió que, por primera vez, el 1 de julio de 2018, ganara las elecciones al Senado un partido que no fuera ni el PRI ni el PAN. Víctor Fuentes, quien quedó en segundo lugar al contender por el PAN, intentó armar un caso legal para que ese apoyo digital se sumara al gasto de campaña de García y que, al rebasar el tope, se anulara su candidatura. Sin embargo, no tuvo éxito.

Tres años después, cuando García buscó la gubernatura de Nuevo León, Rodríguez aplicó la misma fórmula de 2018: usar sus redes sociales para explicar la campaña, grabarse en forma festiva en los actos proselitistas y hacer una sólida promoción de pequeños comerciantes. Esto último tuvo aún más auge en el contexto de la campaña a la gubernatura, pues, ante la pandemia, muchas mujeres —conocidas como “nenis”— se volvieron una fuerza de trabajo fundamental mediante la venta de productos en línea. No obstante, los meses previos a la campaña habían sido muy malos para la percepción pública de la pareja.

En la campaña al Senado en 2018 ya tenían un noviazgo que era retratado con frecuencia en las redes. Las stories que hablaban de maquillaje se intercalaban con fotos de ambos juntos en actos campaña e incluso con videos en los que ella misma explicaba las propuestas de García.

Por un lado, su boda, celebrada en secreto en marzo de 2020, en pleno confinamiento por el covid-19, fue vista con malos ojos por la opinión pública tras filtrarse al periódico Reforma unas fotos de la ceremonia. Al día siguiente, el gobernador respondió en su Instagram: “Por eso hoy no hubo invitados ni fiesta. Porque el país no está para pensar en eso y porque el amor no tiene que ver con eso”. Encima, al mes siguiente, Rodríguez anunció en un post que estaba embarazada, y en mayo publicó otro en el que varios pares de calcetines de bebé, chupones de colores y dos mamelucos, uno rosa y otro azul, lucían sobre una cama. “Sin saber cómo empezar, pero con mucho dolor y mucha tristeza, tengo que compartir con ustedes que mi bebé decidió no venir al mundo y quedarse con Dios”, escribió.

El año 2020 siguió siendo cuesta arriba para Rodríguez. En agosto se hizo viral una pelea en la que la pareja se encontraba cenando costillas barbecue en una transmisión en vivo desde la cuenta de Rodríguez, y García le pide que cambie la forma en que está sentada porque estaba “enseñando mucha pierna”, y le insiste: “Me casé contigo pa mí”. La reacción pública fue de rechazo por la actitud machista, y él tuvo que pedir una disculpa pública.

Samuel García y Mariana Rodríguez, un día después de las elecciones intermedias, durante una celebración en la Macroplaza de Monterrey, el 7 de junio de 2021. Reuters/Daniel Becerril

Aunque la imagen pública de la pareja se había deteriorado, un video de Rodríguez los puso de vuelta en tendencia. Era octubre de 2020 y Samuel hacía viajes al interior de Nuevo León con el pretexto de rendir cuentas como senador, pero también como forma de campaña hacia la gubernatura. Rodríguez lo graba para una historia en sus redes y, en el video, García enlista los pueblos que van a visitar: “Santiago, Allende, Montemorelos y cerramos en Terán, ¿cómo ves, bebecini?”, le dice a su esposa. Rodríguez voltea la cámara hacia sí y, cambiando de tema, solo con testa: “¿Quieren ver mis tenis?”. Y muestra unos tenis naranjas y resplandecientes: “¿Qué tal? Fosfo fosfo”. El video se convirtió en un meme porque era francamente gracioso ver que ni a Rodríguez le interesaba la política de García. “¿Quieren ver mis tenis?” se hizo viral en internet como una forma de cambiar de manera abrupta una conversación que aburre. Rodríguez comenzó a grabarse riendo de los memes que la gente hacía y capitalizó la penetración del “fosfo fosfo” como un símbolo no solo de la campaña de García, sino de todo MC.

—Cuando empezamos la campaña, […] le decían a Samuel “no la metas” —cuenta Rodríguez a la Chávez—. Y un día antes de la campaña yo le dije: “¿Qué hacemos?” […] y me dijo: “Sí quiero que vengas conmigo”. Nos fuimos a un crucero y recuerdo que nadie nos hacía caso ni bajaba el vidrio del carro: éramos Samuel y yo con una bocina cargada al hombro.

El “efecto Mariana” —como los medios titularon su presencia en campaña— dio frutos, y García ganó la elección del 6 de junio de 2021, con casi nueve puntos arriba del candidato del PRI, Adrián de la Garza.

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El video en el que Mariana pregunta a sus seguidores "¿Quieren ver mis tenis?", ignorando a su esposo, se volvió viral en internet y en un emblema del partido.[/caption]

Como ocurrió en la elección al Senado, los partidos que perdieron acudieron a las autoridades electorales para exigir que se sumara el apoyo de la influencer a García como un gasto de campaña. El Instituto Nacional Electoral valuó las 1 300 historias y 45 fotos de la pareja en un apoyo de 27.8 millones de pesos. “Una vez más la vieja política me denunció, esta vez para prohibirme hacer campaña con Samuel porque, según ellos, el apoyo a mi esposo tiene un precio y mi presencia se tiene que contabilizar como gasto de campaña”, escribió Rodríguez en su Instagram, en una publicación acompañada de un video que alcanzó 1.3 millones de reproducciones. Al final, el Tribunal Federal Electoral desechó la multa.

El “efecto Mariana” dio frutos, y García ganó la elección del 6 de junio de 2021, con casi nueve puntos arriba del candidato del PRI, Adrián de la Garza. Como ocurrió en la elección al Senado, los partidos que perdieron acudieron a las autoridades electorales para exigir que se sumara el apoyo de la influencer a García como un gasto de campaña.

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Una de las primeras acciones de Samuel García fue replantear la estructura del Ejecutivo estatal. Gracias a eso se crearon la Secretaría de las Mujeres o la de Participación Ciudadana, pero también una especialmente para su esposa: la oficina Amar a Nuevo León. En entrevista para el suplemento Vida, del periódico El Norte, Mariana Rodríguez explica que ella no será presidenta del DIF: “El ser presidenta honoraria del DIF es un puesto muy tradicional que se le designa a la esposa del gobernador, como para darle algo, y yo creo que tengo más capacidad y mucho más que dar que solo ser la presidenta del DIF”, declaró cuando García apenas estaba por tomar control del gobierno estatal.

Ese “mucho más que dar” se sintetizó en diez prioridades que ella misma compartió con el periódico y que tenían que ver con salud mental, migrantes, adopciones, pobreza en el Nuevo León rural, violencia obstétrica, maltrato animal, entre otras. Amar a Nuevo León se volvió una oficina transversal que podía hablar de tú a tú con prácticamente el resto de las secretarías, y además le permitía a Rodríguez operar con mucha libertad, pues no contaba con un presupuesto asignado y su rol era definido como el de funcionaria honoraria. De ese modo podía seguir, entre otras cosas, utilizando sus redes para sus negocios sin que estas fueran entendidas solo como un canal de comunicación social.

Su paso por Amar a Nuevo León tuvo, quizás, como logro más grande la renovación de las instalaciones del Centro DIF Capullos con un plan maestro que plantea una inversión de trescientos millones de pesos en tres etapas. En la primera, su trabajo consistió en demoler y reconstruir la mitad de las villas donde duermen los niños, porque el centro no había recibido mantenimiento adecuado en veinte años. Además, la visibilidad de Rodríguez en torno al DIF permitió que la gente más rica de la ciudad se preocupara por los pequeños sin padres ni hogar. Sin embargo, abrió discusiones que vale la pena analizar: si puede permitírsele a alguien en el gobierno exponer la privacidad de los niños al grabar sus rostros y contar la historia de sus familias o, el caso más polémico, la extracción de un menor de cinco meses de Capullos para que viviera un fin de semana con ella y con García. Rodríguez, como de costumbre, subió fotos con el niño y desató críticas de la sociedad civil. “Si mis formas no comulgan contigo, lo respeto y te invito a hacer las cosas como tú crees que deban ser, como sea, pero ayuda”, escribió en una historia para sus redes sociales e insistió en que contaba con los documentos que probaban que el egreso del niño había sido legal y apegado a protocolo. No obstante, la Comisión Estatal de Derechos Humanos revisó el caso y emitió una recomendación solicitando una reparación económica al menor por el daño causado.

Una simpatizante de Movimiento Ciudadano ondea una bandera en un acto de precampaña por la alcaldía de Monterrey.

El trabajo público de Rodríguez está marcado por esta mezcla entre los aciertos por su arrojo y los errores por su inexperiencia. Sin embargo, ¿hay algo más que explique su éxito? “Mariana era un personaje que cabalgaba entre lo ingenuo y lo maquiavélico. Además, creo que es verdad que a nosotros [en la capital] nos da mucha curiosidad porque es un arquetipo ultrarregiomontano y nos acerca a eso que no conocemos. A ver, la gente en la Ciudad de México no se arregla para ir al cine como hacen en Monterrey —dice entre risas Ana Sofía Rodríguez Everaert, historiadora y periodista que perfiló a Mariana para la revista Nexos en 2021—. En ese sentido, ella es un éxito narrativo”. Ese éxito no solo vive en Rodríguez, sino que se encuentra en ficciones como la de Cindy la Regia, una tira cómica que encarna el arquetipo de la joven de San Pedro y que, recientemente, fue adaptada en una serie de Netflix.

No obstante, hay una lectura de su éxito menos “romántica”, pero que es preciso colocar en la ecuación: hablar de Rodríguez beneficia a los medios de comunicación. “A mí me tocó como editor web ver la fascinación que producen personajes como Mariana Rodríguez, y para los medios cada vez es menos importante si un tema es noticioso o relevante, sino que están más orientados a que sus métricas suban”, dice César Cepeda, quien fue editor en uno de los primeros medios digitales del país, Reporte Índigo, y ahora además de periodista es, en cierto modo, un influencer en Twitter por sus coberturas de política local.

Lo dicho se sustenta en herramientas como Google Trends, que muestran que entre el 22 de octubre de 2023 y el 22 de enero de 2024 el interés promedio de búsqueda de Mariana Rodríguez es el doble que el que se tiene de Xóchitl Gálvez, candidata de la alianza PRI-PAN-PRD, pese a que la primera contiende por un puesto municipal y la segunda por la presidencia.

“Hay una tensión desmedida por parte de todos los portales de noticias por cubrir a personajes como Mariana, y eso hace que un tema ligado a ella lo vuelvan noticioso, aunque no lo sea necesariamente”, agrega Cepeda.

“Mariana era un personaje que cabalgaba entre lo ingenuo y lo maquiavélico. Además, creo que es verdad que a nosotros [en la capital] nos da mucha curiosidad porque es un arquetipo ultrarregiomontano y nos acerca a eso que no conocemos. A ver, la gente en la Ciudad de México no se arregla para ir al cine como hacen en Monterrey —dice entre risas Ana Sofía Rodríguez Everaert, historiadora y periodista que perfiló a Mariana para la revista Nexos—. En ese sentido, ella es un éxito narrativo”.

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En 1988, Teresa García de Madero fue la primera mujer en contender por el PAN a la alcaldía de Monterrey. Su campaña fue un mosaico de las trampas y agresiones con las que el PRI operaba en la ficcionada democracia de nuestro país: la cubrían poco en medios locales, y las coberturas resaltaban atributos superficiales, narrando lo que le hacía de cenar a su esposo; llegaron a apedrearla a ella y a sus simpatizantes, la seguían patrullas estatales a todos lados y, al final, pese a haber ganado por 1 080 votos, le robaron la elección y se desataron protestas. Ahora bien, García de Madero no es una mujer que entre en el arquetipo de la luchadora social, y constato esa obviedad al sentarme a hablar con ella en la hermosa biblioteca con techo a doble altura que tiene en su casa en el municipio de San Pedro. Tampoco es una política particularmente feminista ni mucho menos progresista, pero eso no evitó que, como diputada local, en 1985 se sentara con la bancada comunista y la independiente a escribir el primer boceto de reforma electoral para el estado de Nuevo León. Asimismo, es y fue cercana a otras mujeres clave en la democratización del estado, como María Elena Chapa, Lucilda Pérez Salazar o Liliana Flores Benavides. “Todas estábamos luchando por lo mismo, distintas ideas, si tú quieres, pero nos interesaba, y nos interesa todavía a las que seguimos con vida, lo que sucede en el país. Nuestra prioridad no son solamente los niños, sino todos los ciudadanos”, dice enérgica. Lo que revela su biografía y la de otras mujeres de su generación es que tenían una aspiración política clara desde el inicio, y quizás por eso atina a compartirme una duda que creo que es clave para terminar de entender a Mariana Rodríguez: ¿quiere ella entrar a la política o está entrando a la política porque quiere ayudar a Samuel García?

Una persona sostiene una pancarta de Samuel García, en noviembre de 2023, cuando se había hecho público que buscaría la presidencia de México, lo que provocó una fuerte crisis interna en Nuevo León. Reuters/Daniel Becerril

En diciembre de 2023, apenas unos días después de que García viera truncada su aspiración presidencial, Rodríguez anunció su intención de contender por la alcaldía de Monterrey en relevo de Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del candidato presidencial que fue asesinado en plena campaña en 1994. Pese a la carga histórica de Colosio Riojas dentro del mismo partido, MC, existe la idea, al menos entre ciudadanos de a pie y algunos consultores políticos, de que desistir de la reelección se debe a que Rodríguez podría tener un mejor desempeño en las elecciones que él. Es claro que Rodríguez es una influencer y política hábil, que entiende y amplifica su impacto al entablar contacto físico y comunicación directa con las personas a pie de calle. También es notoria su falta de experiencia en la función pública y el costo que acarrea su curva de aprendizaje, pero quizá la falta más notoria en torno a su nueva apuesta política sea que no sabemos por qué quiere ser alcaldesa de una ciudad como Monterrey ni para qué.

Cuando Ana Sofía Rodríguez Everaert habló con Rodríguez para hacerle un perfil, no había una ambición por construir una carrera política propia:

“A ella lo que le interesaba era acompañar a Samuel, hacer una labor de pedagogía política, traducirle a sus audiencias lo que hace el gobierno y hablar los temas que le han interesado desde el inicio, como los niños o los embarazos adolescentes, pero no una presencia política más allá de eso, aunque no sé si eso haya cambiado en tres años”.

Un año después de aquella conversación, no había tampoco indicios de un proyecto político. En abril de 2022, Rodríguez ofreció una entrevista a la revista Quién, en la que le preguntaron si buscaría un puesto de elección popular. “Ahora no. Creo que mi rol es bonito. Estoy haciendo lo más que puedo, aun sin recursos. Y creo que lo estoy haciendo bien. Quiero dejar un verdadero legado con programas que duren e impacten”, respondió, y añadió que le gustaría tener hijos durante la gestión de García porque “me gustaría ser una mamá muy presente, como lo fue la mía. Yo no soy la gobernadora, es Samuel”.

Tampoco es claro qué piensa Rodríguez en términos políticos. Sobre el feminismo, en varias entrevistas ha mostrado que le molestó que, en las protestas de 2022, las manifestantes feministas le gritaran: “¡Mariana no es aliada, es privilegiada!”. Por otro lado, cuando estaba cerca de los procesos de adopción en el Centro DIF Capullos, en la misma entrevista de Quién, el reportero le preguntó qué opinaba de la adopción homoparental y respondió: “No me toca definir a mí ese tema: es un tema legislativo. Yo busco gente que quiera dar amor, literal, porque a esos niños los va a cambiar el amor, así que bienvenidos todos”.

Aunque siga siendo una interrogante por qué y para qué quiere ser alcaldesa, es cierto que ya vendrá el momento en que la ley le permita mostrar un proyecto claro y detallado; falta ver si toma esa oportunidad. También es importante repetirlo: la carrera política de Rodríguez apenas comienza. Por su corta edad y sus posibilidades de ganar puede ser este el punto de partida de una carrera distinta para ella: en la que no tenga que “jugar” en torno a si usa o es usada por García, sino en la que su presencia política se juegue por sí sola.

Más sobre la edición impresa #228: «Desafiar los límites».

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No es secreto para nadie que el carisma y la capacidad de penetración que tiene la influencer Mariana Rodríguez son parte del poderoso capital de Samuel García, actual gobernador de Nuevo León. Los millones de views en Twitter, TikTok e Instagram, a sus veintiocho años, son reflejo de su habilidad para influir.

Una Suburban de color negro se acomoda en el estacionamiento de una tienda de productos chinos abandonada, en una de las colonias más pobres de Monterrey, Nuevo León. En cuanto se detiene, unas treinta personas, en su mayoría adolescentes y señoras de mediana edad, se agolpan alrededor de la camioneta. “¡Mariana!, ¡Mariana!”, gritan mientras se empujan y recuperan el equilibrio, agarrándose como pueden del chasís. El chofer baja para hacerse paso y tratar de abrir la puerta trasera para que la conocida influencer Mariana Rodríguez salga del vehículo.

Su cabeza se divisa apenas entre el gentío, pero eso no evita que su equipo se repliegue junto a ella. Unas veinte personas vestidas con sudaderas impecables, naranjas y fosforescentes, comienzan a grabarla con el celular y dos fotógrafos la rodean como los depredadores en los documentales de naturaleza. Sin embargo, ella se mueve como si el staff no estuviera ahí, se acerca a quienes la están esperando y abraza fuerte a las mujeres que quieren tomarse una fotografía con ella.

—¡Va a ganar y va a estar bien asesorada por su esposo! —me jura y perjura la señora Martha, una vecina de la colonia San Bernabé, donde está ocurriendo este acto de precampaña, en una de las esquinas del cruce de las avenidas Solidaridad y Raúl Rangel Frías. Pronto, a pie de calle, la guerra electoral en Monterrey se torna auditiva. Los cláxones del tráfico de la tarde se entremezclan con una batucada y los jingles de campaña de Movimiento Ciudadano (MC).

El esposo al que hace referencia esta vecina es nada más y nada menos que el gobernador Samuel García. Uno de los personajes centrales de MC, tercera fuerza política en México y, también, uno de los políticos más jóvenes en la escena nacional: a los treinta años llegó al Senado; a los 33, a la gubernatura de Nuevo León, y a los 35 soñaba con ganar la presidencia de México y estaba dispuesto a todo. Sin embargo, ese anhelo último le fue negado por una difícil relación con los partidos de oposición locales —el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN)—, lo cual provocó una crisis de gobernabilidad en el estado: García quería imponer a un gobernador interino, pese a que la ley marca que el Congreso debe designarlo. Tras diez días de precampaña presidencial, dos intervenciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dos cartas de las cámaras empresariales más importantes del país solicitando que resolvieran el conflicto político y una atención mediática que alcanzó los periódicos internacionales, García tuvo que regresarse a su cargo como titular del Poder Ejecutivo en Nuevo León.

Una transmisión en vivo, a través de un teléfono celular, de un acto político llevado a cabo por Mariana Rodríguez, entonces precandidata del partido Movimiento Ciudadano.

Para ese momento, la opinión pública nacional lo tildaba de ser un político berrinchudo y derrotado, pero en menos de dos semanas él y Rodríguez lograron darle la vuelta a la historia. Sacaron un video musical cantando juntos “El futuro es brillante” para dar un anuncio que nadie esperaba: Rodríguez, con tan solo veintiocho años, sería candidata en 2024 para buscar la alcaldía de la ciudad de Monterrey: el municipio más importante y poblado del estado, con casi 1.2 millones de habitantes.

Aquí, en los “pegoteos”, como llaman a estos eventos de precampaña en los que pegan calcomanías a los vehículos, la falta de experiencia que le adjudican desde la oposición no hace mella. Una veintena de carros están haciendo fila con la esperanza de que Rodríguez les estampe una calcomanía con publicidad en el vidrio trasero y se tome una foto con ellos. En cada selfie entrega una sonrisa blanca y perfecta que potencia con un chicle que no para de masticar, y hace un gesto que resalta la mandíbula. Va a la siguiente camioneta y la mujer que conduce le extiende los brazos para recibir un abrazo de ella y otra vez es captada en el teléfono de una extraña. Se toma una selfie cada cinco segundos, y esas fotos se traducirán en cientos de historias en Instagram que serán compartidas, una y otra vez, desde la cuenta @marianardzcantu, a sus más de 3.6 millones de followers en la red social. Las ganas de ser reposteada por la influencer llevan a una chica de cabello chino, brackets y anteojos a esperar, desbordada de emoción, en el carro que conduce su madre, para tomarse una foto con Rodríguez y recibir una calcomanía. Está por cumplir los dieciocho años y participar en su primera elección como votante.

—Voy a votar por Mariana, por todo lo que ha hecho por los niños y por Monterrey —dice, refiriéndose al trabajo de Rodríguez en el Centro DIF Capullos de Nuevo León, donde viven niños que no tienen padres o fueron abandonados por ellos, y a todas las stories que la influencer ha subido, muchas veces mostrando el rostro de los niños (algo que no debería hacer), contando sus historias, jugando con ellos y también pidiendo, con mucho éxito, donaciones en especie para los pequeños.

En su momento más viral en relación con Capullos, Rodríguez se cortó su larga cabellera rubia, hasta que le quedó a la altura de las orejas, como muestra de solidaridad con un niño que iba a empezar su tratamiento contra la leucemia. La experiencia de apenas dos años y medio en las oficinas locales del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral para la Familia (DIF), que vela por la niñez mexicana, quizás no alcanza para justificar un proyecto municipal, pero sí para consolidarla como un perfil cercano a la ciudadanía, y eso se nota cuando ella está en la calle. Más tarde, en otro evento de pega de calcomanías, en la colonia Cumbres, una ciudadana, Celia, se acerca grabando y, con la voz al borde del quebranto, le exige:

Rodríguez, entonces precandidata por la alcaldía de Monterrey realiza una pega de calcomanías durante un acto propagandístico, en la colonia San Bernabé.

—¡Mariana!, ¡que no sea solo el mes rosa, sino todo el año! —dice, aludiendo a las campañas para luchar contra el cáncer de mama; acto seguido, para registro de su propio celular y de los demás que graban, la ciudadana toma su cabello largo, negro y lacio y se lo retira, revelando que lleva en realidad una peluca.

—¿Cómo vas? —le pregunta la precandidata, la mirada, de pronto, seria.

Se abrazan y el mar de celulares las envuelve en un círculo hasta casi ahogarlas.

—Yo voy a ayudar, pero te necesito también —le contesta Rodríguez a Celia.

Ambas se yerguen costado a costado y sonríen abrazadas frente al montón de celulares que continúan con la sesión fotográfica.

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“En Monterrey, el influencer tiene un componente de vanidad, fama y figura pública, sería esta persona que tiene una credibilidad y autoridad en cierto tema y que puede influenciar a una audiencia a través de redes sociales, más que todo, para comprar algo”, dice el periodista Maximiliano Torres, quien recientemente ha creado un exitoso proyecto de newsletter, Regios will be regios, que busca, en sus propias palabras, “entender qué es el regio contemporáneo si le quitas la carne asada, el Cerro de la Silla, la industria, el emprendimiento y el futbol”.

Para entender el arquetipo, basta buscar “influencers regias” en Google y ver que existen centenares de notas dedicadas a explicar a quién debes seguir y por cuáles razones. Las cuentas sugeridas suelen ser de mujeres jóvenes, blancas y rubias, cuyo contenido, en un inicio, por allá de 2017, se trataba de la ropa que usaban, los viajes que hacían, las citas que tenían con su novio. Ahora concentran sus publicaciones en lo que comen, lo que hacen con sus hijos, la forma en que tratan a su esposo. Mariana Rodríguez sigue también ese patrón, aunque añade el trabajo político que hace sola y con Samuel García. Con el fenómeno influencer, dice Torres, la élite regiomontana ha vivido “una forma de democratización de las páginas de sociales” de suplementos como Sierra Madre, del periódico El Norte, o Chic, de Milenio; han sido desplazados por la posibilidad de registrar y exponer su vida por cuenta propia.

Para entender el arquetipo, basta buscar “influencers regias” en Google y ver que existen centenares de notas dedicadas a explicar a quién debes seguir y por cuáles razones. Mujeres jóvenes, blancas y rubias, cuyo contenido, en un inicio, se trataba de la ropa que usaban, los viajes, las citas con su novio. Ahora concentran sus publicaciones en lo que comen, lo que hacen con sus hijos, la forma en que tratan a su esposo.

Esta “democratización” permite entender a Rodríguez como una persona que es, además, tema de conversación; es decir, que haya vivido en San Pedro Garza García —el municipio más rico del estado—, y estudiado la preparatoria en la American School Foundation of Monterrey, alcanza para ser élite, pero no necesariamente para construirse un aura de realeza regiomontana. Para lograr eso último es preciso tener un vínculo familiar con una de las diez familias más ricas de Nuevo León, y en algunos casos de México, que son las que están relacionadas con el cemento, el vidrio, el acero, la cerveza, los refrescos, y que fueron las que fundaron el mito industrial de la ciudad regia. Sin embargo, aun sin eso, Rodríguez pudo lograr —a fuerza de likes— que sus seguidores y los medios de comunicación la compararan con Lady Di.

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La entonces precandidata Mariana Rodríguez se toma selfies con sus seguidores durante un evento político que se llevó a cabo en la colonia San Bernabé.

En noviembre de 2023 se publicó en Instagram una larga entrevista que Rodríguez le dio a Mariana Chávez, “la Chávez”, otra influencer, analista de política, que además contendió como candidata suplente a una diputación local por MC en 2021. La pieza es notable porque una conversación así, con Rodríguez, es muy difícil de conseguir. Aun en campaña, sus interacciones con periodistas se reducen a entrevistas rápidas en la calle, que alcanzan apenas una o dos preguntas. Rodríguez le cuenta que decidió intentar ser influencer en 2016 imitando lo que hacían chicas estadounidenses muy famosas, ya que en Monterrey no existía todavía ese fenómeno. En aquel entonces, Rodríguez tenía solo veintiún años, comenzaba su noviazgo con García, no había terminado aún su carrera de Psicología Organizacional en el Tec de Monterrey y contaba con menos de diez mil seguidores. Se grababa en Instagram haciendo sus rutinas de maquillaje e invitaba a comprar los cosméticos que ella usaba. Poco a poco, las marcas comenzaron a buscarla para regalarle cosas, y tiempo después empezó a cobrar por las colaboraciones una cantidad francamente simbólica: quinientos pesos por publicación.

—¿Y qué sentías? —le pregunta la Chávez con un marcado acento sampetrino con relación a su primer tutorial de maquillaje.

—¡Pues qué osooo! —responde y más adelante agrega—: Empezó todo esto, y Samuel me corta porque decía: “Yo no estoy de acuerdo, no sé qué estás haciendo” […], y yo le dije: “Yo no estoy haciendo daño a nadie” […] yo estaba feliz, estaba haciendo un negocio y sabía que él iba a regresar.

García sí regresó con ella, y ese comportamiento que le parecía vergonzoso es clave para entender su éxito político.

En la campaña al Senado en 2018 ya tenían un noviazgo que era retratado con frecuencia en las redes. Las stories que hablaban de maquillaje se intercalaban con fotos de ambos juntos en actos campaña e incluso con videos en los que ella misma explicaba las propuestas de García. Además, Rodríguez comenzó a grabar a los taqueros y demás dueños de negocios pequeños que iban encontrando en la calle y a promoverlos en sus redes, y eso hacía que señoras, principalmente, quienes vendían joyería, pasteles u otros productos hechos por ellas mismas, la buscaran para tener publicidad. Eso permitió que, por primera vez, el 1 de julio de 2018, ganara las elecciones al Senado un partido que no fuera ni el PRI ni el PAN. Víctor Fuentes, quien quedó en segundo lugar al contender por el PAN, intentó armar un caso legal para que ese apoyo digital se sumara al gasto de campaña de García y que, al rebasar el tope, se anulara su candidatura. Sin embargo, no tuvo éxito.

Tres años después, cuando García buscó la gubernatura de Nuevo León, Rodríguez aplicó la misma fórmula de 2018: usar sus redes sociales para explicar la campaña, grabarse en forma festiva en los actos proselitistas y hacer una sólida promoción de pequeños comerciantes. Esto último tuvo aún más auge en el contexto de la campaña a la gubernatura, pues, ante la pandemia, muchas mujeres —conocidas como “nenis”— se volvieron una fuerza de trabajo fundamental mediante la venta de productos en línea. No obstante, los meses previos a la campaña habían sido muy malos para la percepción pública de la pareja.

En la campaña al Senado en 2018 ya tenían un noviazgo que era retratado con frecuencia en las redes. Las stories que hablaban de maquillaje se intercalaban con fotos de ambos juntos en actos campaña e incluso con videos en los que ella misma explicaba las propuestas de García.

Por un lado, su boda, celebrada en secreto en marzo de 2020, en pleno confinamiento por el covid-19, fue vista con malos ojos por la opinión pública tras filtrarse al periódico Reforma unas fotos de la ceremonia. Al día siguiente, el gobernador respondió en su Instagram: “Por eso hoy no hubo invitados ni fiesta. Porque el país no está para pensar en eso y porque el amor no tiene que ver con eso”. Encima, al mes siguiente, Rodríguez anunció en un post que estaba embarazada, y en mayo publicó otro en el que varios pares de calcetines de bebé, chupones de colores y dos mamelucos, uno rosa y otro azul, lucían sobre una cama. “Sin saber cómo empezar, pero con mucho dolor y mucha tristeza, tengo que compartir con ustedes que mi bebé decidió no venir al mundo y quedarse con Dios”, escribió.

El año 2020 siguió siendo cuesta arriba para Rodríguez. En agosto se hizo viral una pelea en la que la pareja se encontraba cenando costillas barbecue en una transmisión en vivo desde la cuenta de Rodríguez, y García le pide que cambie la forma en que está sentada porque estaba “enseñando mucha pierna”, y le insiste: “Me casé contigo pa mí”. La reacción pública fue de rechazo por la actitud machista, y él tuvo que pedir una disculpa pública.

Samuel García y Mariana Rodríguez, un día después de las elecciones intermedias, durante una celebración en la Macroplaza de Monterrey, el 7 de junio de 2021. Reuters/Daniel Becerril

Aunque la imagen pública de la pareja se había deteriorado, un video de Rodríguez los puso de vuelta en tendencia. Era octubre de 2020 y Samuel hacía viajes al interior de Nuevo León con el pretexto de rendir cuentas como senador, pero también como forma de campaña hacia la gubernatura. Rodríguez lo graba para una historia en sus redes y, en el video, García enlista los pueblos que van a visitar: “Santiago, Allende, Montemorelos y cerramos en Terán, ¿cómo ves, bebecini?”, le dice a su esposa. Rodríguez voltea la cámara hacia sí y, cambiando de tema, solo con testa: “¿Quieren ver mis tenis?”. Y muestra unos tenis naranjas y resplandecientes: “¿Qué tal? Fosfo fosfo”. El video se convirtió en un meme porque era francamente gracioso ver que ni a Rodríguez le interesaba la política de García. “¿Quieren ver mis tenis?” se hizo viral en internet como una forma de cambiar de manera abrupta una conversación que aburre. Rodríguez comenzó a grabarse riendo de los memes que la gente hacía y capitalizó la penetración del “fosfo fosfo” como un símbolo no solo de la campaña de García, sino de todo MC.

—Cuando empezamos la campaña, […] le decían a Samuel “no la metas” —cuenta Rodríguez a la Chávez—. Y un día antes de la campaña yo le dije: “¿Qué hacemos?” […] y me dijo: “Sí quiero que vengas conmigo”. Nos fuimos a un crucero y recuerdo que nadie nos hacía caso ni bajaba el vidrio del carro: éramos Samuel y yo con una bocina cargada al hombro.

El “efecto Mariana” —como los medios titularon su presencia en campaña— dio frutos, y García ganó la elección del 6 de junio de 2021, con casi nueve puntos arriba del candidato del PRI, Adrián de la Garza.

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El video en el que Mariana pregunta a sus seguidores "¿Quieren ver mis tenis?", ignorando a su esposo, se volvió viral en internet y en un emblema del partido.[/caption]

Como ocurrió en la elección al Senado, los partidos que perdieron acudieron a las autoridades electorales para exigir que se sumara el apoyo de la influencer a García como un gasto de campaña. El Instituto Nacional Electoral valuó las 1 300 historias y 45 fotos de la pareja en un apoyo de 27.8 millones de pesos. “Una vez más la vieja política me denunció, esta vez para prohibirme hacer campaña con Samuel porque, según ellos, el apoyo a mi esposo tiene un precio y mi presencia se tiene que contabilizar como gasto de campaña”, escribió Rodríguez en su Instagram, en una publicación acompañada de un video que alcanzó 1.3 millones de reproducciones. Al final, el Tribunal Federal Electoral desechó la multa.

El “efecto Mariana” dio frutos, y García ganó la elección del 6 de junio de 2021, con casi nueve puntos arriba del candidato del PRI, Adrián de la Garza. Como ocurrió en la elección al Senado, los partidos que perdieron acudieron a las autoridades electorales para exigir que se sumara el apoyo de la influencer a García como un gasto de campaña.

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Una de las primeras acciones de Samuel García fue replantear la estructura del Ejecutivo estatal. Gracias a eso se crearon la Secretaría de las Mujeres o la de Participación Ciudadana, pero también una especialmente para su esposa: la oficina Amar a Nuevo León. En entrevista para el suplemento Vida, del periódico El Norte, Mariana Rodríguez explica que ella no será presidenta del DIF: “El ser presidenta honoraria del DIF es un puesto muy tradicional que se le designa a la esposa del gobernador, como para darle algo, y yo creo que tengo más capacidad y mucho más que dar que solo ser la presidenta del DIF”, declaró cuando García apenas estaba por tomar control del gobierno estatal.

Ese “mucho más que dar” se sintetizó en diez prioridades que ella misma compartió con el periódico y que tenían que ver con salud mental, migrantes, adopciones, pobreza en el Nuevo León rural, violencia obstétrica, maltrato animal, entre otras. Amar a Nuevo León se volvió una oficina transversal que podía hablar de tú a tú con prácticamente el resto de las secretarías, y además le permitía a Rodríguez operar con mucha libertad, pues no contaba con un presupuesto asignado y su rol era definido como el de funcionaria honoraria. De ese modo podía seguir, entre otras cosas, utilizando sus redes para sus negocios sin que estas fueran entendidas solo como un canal de comunicación social.

Su paso por Amar a Nuevo León tuvo, quizás, como logro más grande la renovación de las instalaciones del Centro DIF Capullos con un plan maestro que plantea una inversión de trescientos millones de pesos en tres etapas. En la primera, su trabajo consistió en demoler y reconstruir la mitad de las villas donde duermen los niños, porque el centro no había recibido mantenimiento adecuado en veinte años. Además, la visibilidad de Rodríguez en torno al DIF permitió que la gente más rica de la ciudad se preocupara por los pequeños sin padres ni hogar. Sin embargo, abrió discusiones que vale la pena analizar: si puede permitírsele a alguien en el gobierno exponer la privacidad de los niños al grabar sus rostros y contar la historia de sus familias o, el caso más polémico, la extracción de un menor de cinco meses de Capullos para que viviera un fin de semana con ella y con García. Rodríguez, como de costumbre, subió fotos con el niño y desató críticas de la sociedad civil. “Si mis formas no comulgan contigo, lo respeto y te invito a hacer las cosas como tú crees que deban ser, como sea, pero ayuda”, escribió en una historia para sus redes sociales e insistió en que contaba con los documentos que probaban que el egreso del niño había sido legal y apegado a protocolo. No obstante, la Comisión Estatal de Derechos Humanos revisó el caso y emitió una recomendación solicitando una reparación económica al menor por el daño causado.

Una simpatizante de Movimiento Ciudadano ondea una bandera en un acto de precampaña por la alcaldía de Monterrey.

El trabajo público de Rodríguez está marcado por esta mezcla entre los aciertos por su arrojo y los errores por su inexperiencia. Sin embargo, ¿hay algo más que explique su éxito? “Mariana era un personaje que cabalgaba entre lo ingenuo y lo maquiavélico. Además, creo que es verdad que a nosotros [en la capital] nos da mucha curiosidad porque es un arquetipo ultrarregiomontano y nos acerca a eso que no conocemos. A ver, la gente en la Ciudad de México no se arregla para ir al cine como hacen en Monterrey —dice entre risas Ana Sofía Rodríguez Everaert, historiadora y periodista que perfiló a Mariana para la revista Nexos en 2021—. En ese sentido, ella es un éxito narrativo”. Ese éxito no solo vive en Rodríguez, sino que se encuentra en ficciones como la de Cindy la Regia, una tira cómica que encarna el arquetipo de la joven de San Pedro y que, recientemente, fue adaptada en una serie de Netflix.

No obstante, hay una lectura de su éxito menos “romántica”, pero que es preciso colocar en la ecuación: hablar de Rodríguez beneficia a los medios de comunicación. “A mí me tocó como editor web ver la fascinación que producen personajes como Mariana Rodríguez, y para los medios cada vez es menos importante si un tema es noticioso o relevante, sino que están más orientados a que sus métricas suban”, dice César Cepeda, quien fue editor en uno de los primeros medios digitales del país, Reporte Índigo, y ahora además de periodista es, en cierto modo, un influencer en Twitter por sus coberturas de política local.

Lo dicho se sustenta en herramientas como Google Trends, que muestran que entre el 22 de octubre de 2023 y el 22 de enero de 2024 el interés promedio de búsqueda de Mariana Rodríguez es el doble que el que se tiene de Xóchitl Gálvez, candidata de la alianza PRI-PAN-PRD, pese a que la primera contiende por un puesto municipal y la segunda por la presidencia.

“Hay una tensión desmedida por parte de todos los portales de noticias por cubrir a personajes como Mariana, y eso hace que un tema ligado a ella lo vuelvan noticioso, aunque no lo sea necesariamente”, agrega Cepeda.

“Mariana era un personaje que cabalgaba entre lo ingenuo y lo maquiavélico. Además, creo que es verdad que a nosotros [en la capital] nos da mucha curiosidad porque es un arquetipo ultrarregiomontano y nos acerca a eso que no conocemos. A ver, la gente en la Ciudad de México no se arregla para ir al cine como hacen en Monterrey —dice entre risas Ana Sofía Rodríguez Everaert, historiadora y periodista que perfiló a Mariana para la revista Nexos—. En ese sentido, ella es un éxito narrativo”.

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En 1988, Teresa García de Madero fue la primera mujer en contender por el PAN a la alcaldía de Monterrey. Su campaña fue un mosaico de las trampas y agresiones con las que el PRI operaba en la ficcionada democracia de nuestro país: la cubrían poco en medios locales, y las coberturas resaltaban atributos superficiales, narrando lo que le hacía de cenar a su esposo; llegaron a apedrearla a ella y a sus simpatizantes, la seguían patrullas estatales a todos lados y, al final, pese a haber ganado por 1 080 votos, le robaron la elección y se desataron protestas. Ahora bien, García de Madero no es una mujer que entre en el arquetipo de la luchadora social, y constato esa obviedad al sentarme a hablar con ella en la hermosa biblioteca con techo a doble altura que tiene en su casa en el municipio de San Pedro. Tampoco es una política particularmente feminista ni mucho menos progresista, pero eso no evitó que, como diputada local, en 1985 se sentara con la bancada comunista y la independiente a escribir el primer boceto de reforma electoral para el estado de Nuevo León. Asimismo, es y fue cercana a otras mujeres clave en la democratización del estado, como María Elena Chapa, Lucilda Pérez Salazar o Liliana Flores Benavides. “Todas estábamos luchando por lo mismo, distintas ideas, si tú quieres, pero nos interesaba, y nos interesa todavía a las que seguimos con vida, lo que sucede en el país. Nuestra prioridad no son solamente los niños, sino todos los ciudadanos”, dice enérgica. Lo que revela su biografía y la de otras mujeres de su generación es que tenían una aspiración política clara desde el inicio, y quizás por eso atina a compartirme una duda que creo que es clave para terminar de entender a Mariana Rodríguez: ¿quiere ella entrar a la política o está entrando a la política porque quiere ayudar a Samuel García?

Una persona sostiene una pancarta de Samuel García, en noviembre de 2023, cuando se había hecho público que buscaría la presidencia de México, lo que provocó una fuerte crisis interna en Nuevo León. Reuters/Daniel Becerril

En diciembre de 2023, apenas unos días después de que García viera truncada su aspiración presidencial, Rodríguez anunció su intención de contender por la alcaldía de Monterrey en relevo de Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del candidato presidencial que fue asesinado en plena campaña en 1994. Pese a la carga histórica de Colosio Riojas dentro del mismo partido, MC, existe la idea, al menos entre ciudadanos de a pie y algunos consultores políticos, de que desistir de la reelección se debe a que Rodríguez podría tener un mejor desempeño en las elecciones que él. Es claro que Rodríguez es una influencer y política hábil, que entiende y amplifica su impacto al entablar contacto físico y comunicación directa con las personas a pie de calle. También es notoria su falta de experiencia en la función pública y el costo que acarrea su curva de aprendizaje, pero quizá la falta más notoria en torno a su nueva apuesta política sea que no sabemos por qué quiere ser alcaldesa de una ciudad como Monterrey ni para qué.

Cuando Ana Sofía Rodríguez Everaert habló con Rodríguez para hacerle un perfil, no había una ambición por construir una carrera política propia:

“A ella lo que le interesaba era acompañar a Samuel, hacer una labor de pedagogía política, traducirle a sus audiencias lo que hace el gobierno y hablar los temas que le han interesado desde el inicio, como los niños o los embarazos adolescentes, pero no una presencia política más allá de eso, aunque no sé si eso haya cambiado en tres años”.

Un año después de aquella conversación, no había tampoco indicios de un proyecto político. En abril de 2022, Rodríguez ofreció una entrevista a la revista Quién, en la que le preguntaron si buscaría un puesto de elección popular. “Ahora no. Creo que mi rol es bonito. Estoy haciendo lo más que puedo, aun sin recursos. Y creo que lo estoy haciendo bien. Quiero dejar un verdadero legado con programas que duren e impacten”, respondió, y añadió que le gustaría tener hijos durante la gestión de García porque “me gustaría ser una mamá muy presente, como lo fue la mía. Yo no soy la gobernadora, es Samuel”.

Tampoco es claro qué piensa Rodríguez en términos políticos. Sobre el feminismo, en varias entrevistas ha mostrado que le molestó que, en las protestas de 2022, las manifestantes feministas le gritaran: “¡Mariana no es aliada, es privilegiada!”. Por otro lado, cuando estaba cerca de los procesos de adopción en el Centro DIF Capullos, en la misma entrevista de Quién, el reportero le preguntó qué opinaba de la adopción homoparental y respondió: “No me toca definir a mí ese tema: es un tema legislativo. Yo busco gente que quiera dar amor, literal, porque a esos niños los va a cambiar el amor, así que bienvenidos todos”.

Aunque siga siendo una interrogante por qué y para qué quiere ser alcaldesa, es cierto que ya vendrá el momento en que la ley le permita mostrar un proyecto claro y detallado; falta ver si toma esa oportunidad. También es importante repetirlo: la carrera política de Rodríguez apenas comienza. Por su corta edad y sus posibilidades de ganar puede ser este el punto de partida de una carrera distinta para ella: en la que no tenga que “jugar” en torno a si usa o es usada por García, sino en la que su presencia política se juegue por sí sola.

Más sobre la edición impresa #228: «Desafiar los límites».

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Rica, famosa y política: el ascenso de una influencer al poder en Monterrey

Rica, famosa y política: el ascenso de una influencer al poder en Monterrey

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No es secreto para nadie que el carisma y la capacidad de penetración que tiene la influencer Mariana Rodríguez son parte del poderoso capital de Samuel García, actual gobernador de Nuevo León. Los millones de views en Twitter, TikTok e Instagram, a sus veintiocho años, son reflejo de su habilidad para influir.

Una Suburban de color negro se acomoda en el estacionamiento de una tienda de productos chinos abandonada, en una de las colonias más pobres de Monterrey, Nuevo León. En cuanto se detiene, unas treinta personas, en su mayoría adolescentes y señoras de mediana edad, se agolpan alrededor de la camioneta. “¡Mariana!, ¡Mariana!”, gritan mientras se empujan y recuperan el equilibrio, agarrándose como pueden del chasís. El chofer baja para hacerse paso y tratar de abrir la puerta trasera para que la conocida influencer Mariana Rodríguez salga del vehículo.

Su cabeza se divisa apenas entre el gentío, pero eso no evita que su equipo se repliegue junto a ella. Unas veinte personas vestidas con sudaderas impecables, naranjas y fosforescentes, comienzan a grabarla con el celular y dos fotógrafos la rodean como los depredadores en los documentales de naturaleza. Sin embargo, ella se mueve como si el staff no estuviera ahí, se acerca a quienes la están esperando y abraza fuerte a las mujeres que quieren tomarse una fotografía con ella.

—¡Va a ganar y va a estar bien asesorada por su esposo! —me jura y perjura la señora Martha, una vecina de la colonia San Bernabé, donde está ocurriendo este acto de precampaña, en una de las esquinas del cruce de las avenidas Solidaridad y Raúl Rangel Frías. Pronto, a pie de calle, la guerra electoral en Monterrey se torna auditiva. Los cláxones del tráfico de la tarde se entremezclan con una batucada y los jingles de campaña de Movimiento Ciudadano (MC).

El esposo al que hace referencia esta vecina es nada más y nada menos que el gobernador Samuel García. Uno de los personajes centrales de MC, tercera fuerza política en México y, también, uno de los políticos más jóvenes en la escena nacional: a los treinta años llegó al Senado; a los 33, a la gubernatura de Nuevo León, y a los 35 soñaba con ganar la presidencia de México y estaba dispuesto a todo. Sin embargo, ese anhelo último le fue negado por una difícil relación con los partidos de oposición locales —el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN)—, lo cual provocó una crisis de gobernabilidad en el estado: García quería imponer a un gobernador interino, pese a que la ley marca que el Congreso debe designarlo. Tras diez días de precampaña presidencial, dos intervenciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dos cartas de las cámaras empresariales más importantes del país solicitando que resolvieran el conflicto político y una atención mediática que alcanzó los periódicos internacionales, García tuvo que regresarse a su cargo como titular del Poder Ejecutivo en Nuevo León.

Una transmisión en vivo, a través de un teléfono celular, de un acto político llevado a cabo por Mariana Rodríguez, entonces precandidata del partido Movimiento Ciudadano.

Para ese momento, la opinión pública nacional lo tildaba de ser un político berrinchudo y derrotado, pero en menos de dos semanas él y Rodríguez lograron darle la vuelta a la historia. Sacaron un video musical cantando juntos “El futuro es brillante” para dar un anuncio que nadie esperaba: Rodríguez, con tan solo veintiocho años, sería candidata en 2024 para buscar la alcaldía de la ciudad de Monterrey: el municipio más importante y poblado del estado, con casi 1.2 millones de habitantes.

Aquí, en los “pegoteos”, como llaman a estos eventos de precampaña en los que pegan calcomanías a los vehículos, la falta de experiencia que le adjudican desde la oposición no hace mella. Una veintena de carros están haciendo fila con la esperanza de que Rodríguez les estampe una calcomanía con publicidad en el vidrio trasero y se tome una foto con ellos. En cada selfie entrega una sonrisa blanca y perfecta que potencia con un chicle que no para de masticar, y hace un gesto que resalta la mandíbula. Va a la siguiente camioneta y la mujer que conduce le extiende los brazos para recibir un abrazo de ella y otra vez es captada en el teléfono de una extraña. Se toma una selfie cada cinco segundos, y esas fotos se traducirán en cientos de historias en Instagram que serán compartidas, una y otra vez, desde la cuenta @marianardzcantu, a sus más de 3.6 millones de followers en la red social. Las ganas de ser reposteada por la influencer llevan a una chica de cabello chino, brackets y anteojos a esperar, desbordada de emoción, en el carro que conduce su madre, para tomarse una foto con Rodríguez y recibir una calcomanía. Está por cumplir los dieciocho años y participar en su primera elección como votante.

—Voy a votar por Mariana, por todo lo que ha hecho por los niños y por Monterrey —dice, refiriéndose al trabajo de Rodríguez en el Centro DIF Capullos de Nuevo León, donde viven niños que no tienen padres o fueron abandonados por ellos, y a todas las stories que la influencer ha subido, muchas veces mostrando el rostro de los niños (algo que no debería hacer), contando sus historias, jugando con ellos y también pidiendo, con mucho éxito, donaciones en especie para los pequeños.

En su momento más viral en relación con Capullos, Rodríguez se cortó su larga cabellera rubia, hasta que le quedó a la altura de las orejas, como muestra de solidaridad con un niño que iba a empezar su tratamiento contra la leucemia. La experiencia de apenas dos años y medio en las oficinas locales del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral para la Familia (DIF), que vela por la niñez mexicana, quizás no alcanza para justificar un proyecto municipal, pero sí para consolidarla como un perfil cercano a la ciudadanía, y eso se nota cuando ella está en la calle. Más tarde, en otro evento de pega de calcomanías, en la colonia Cumbres, una ciudadana, Celia, se acerca grabando y, con la voz al borde del quebranto, le exige:

Rodríguez, entonces precandidata por la alcaldía de Monterrey realiza una pega de calcomanías durante un acto propagandístico, en la colonia San Bernabé.

—¡Mariana!, ¡que no sea solo el mes rosa, sino todo el año! —dice, aludiendo a las campañas para luchar contra el cáncer de mama; acto seguido, para registro de su propio celular y de los demás que graban, la ciudadana toma su cabello largo, negro y lacio y se lo retira, revelando que lleva en realidad una peluca.

—¿Cómo vas? —le pregunta la precandidata, la mirada, de pronto, seria.

Se abrazan y el mar de celulares las envuelve en un círculo hasta casi ahogarlas.

—Yo voy a ayudar, pero te necesito también —le contesta Rodríguez a Celia.

Ambas se yerguen costado a costado y sonríen abrazadas frente al montón de celulares que continúan con la sesión fotográfica.

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“En Monterrey, el influencer tiene un componente de vanidad, fama y figura pública, sería esta persona que tiene una credibilidad y autoridad en cierto tema y que puede influenciar a una audiencia a través de redes sociales, más que todo, para comprar algo”, dice el periodista Maximiliano Torres, quien recientemente ha creado un exitoso proyecto de newsletter, Regios will be regios, que busca, en sus propias palabras, “entender qué es el regio contemporáneo si le quitas la carne asada, el Cerro de la Silla, la industria, el emprendimiento y el futbol”.

Para entender el arquetipo, basta buscar “influencers regias” en Google y ver que existen centenares de notas dedicadas a explicar a quién debes seguir y por cuáles razones. Las cuentas sugeridas suelen ser de mujeres jóvenes, blancas y rubias, cuyo contenido, en un inicio, por allá de 2017, se trataba de la ropa que usaban, los viajes que hacían, las citas que tenían con su novio. Ahora concentran sus publicaciones en lo que comen, lo que hacen con sus hijos, la forma en que tratan a su esposo. Mariana Rodríguez sigue también ese patrón, aunque añade el trabajo político que hace sola y con Samuel García. Con el fenómeno influencer, dice Torres, la élite regiomontana ha vivido “una forma de democratización de las páginas de sociales” de suplementos como Sierra Madre, del periódico El Norte, o Chic, de Milenio; han sido desplazados por la posibilidad de registrar y exponer su vida por cuenta propia.

Para entender el arquetipo, basta buscar “influencers regias” en Google y ver que existen centenares de notas dedicadas a explicar a quién debes seguir y por cuáles razones. Mujeres jóvenes, blancas y rubias, cuyo contenido, en un inicio, se trataba de la ropa que usaban, los viajes, las citas con su novio. Ahora concentran sus publicaciones en lo que comen, lo que hacen con sus hijos, la forma en que tratan a su esposo.

Esta “democratización” permite entender a Rodríguez como una persona que es, además, tema de conversación; es decir, que haya vivido en San Pedro Garza García —el municipio más rico del estado—, y estudiado la preparatoria en la American School Foundation of Monterrey, alcanza para ser élite, pero no necesariamente para construirse un aura de realeza regiomontana. Para lograr eso último es preciso tener un vínculo familiar con una de las diez familias más ricas de Nuevo León, y en algunos casos de México, que son las que están relacionadas con el cemento, el vidrio, el acero, la cerveza, los refrescos, y que fueron las que fundaron el mito industrial de la ciudad regia. Sin embargo, aun sin eso, Rodríguez pudo lograr —a fuerza de likes— que sus seguidores y los medios de comunicación la compararan con Lady Di.

Te recomendamos leer: "Las locuras del gobernador Samuel".

La entonces precandidata Mariana Rodríguez se toma selfies con sus seguidores durante un evento político que se llevó a cabo en la colonia San Bernabé.

En noviembre de 2023 se publicó en Instagram una larga entrevista que Rodríguez le dio a Mariana Chávez, “la Chávez”, otra influencer, analista de política, que además contendió como candidata suplente a una diputación local por MC en 2021. La pieza es notable porque una conversación así, con Rodríguez, es muy difícil de conseguir. Aun en campaña, sus interacciones con periodistas se reducen a entrevistas rápidas en la calle, que alcanzan apenas una o dos preguntas. Rodríguez le cuenta que decidió intentar ser influencer en 2016 imitando lo que hacían chicas estadounidenses muy famosas, ya que en Monterrey no existía todavía ese fenómeno. En aquel entonces, Rodríguez tenía solo veintiún años, comenzaba su noviazgo con García, no había terminado aún su carrera de Psicología Organizacional en el Tec de Monterrey y contaba con menos de diez mil seguidores. Se grababa en Instagram haciendo sus rutinas de maquillaje e invitaba a comprar los cosméticos que ella usaba. Poco a poco, las marcas comenzaron a buscarla para regalarle cosas, y tiempo después empezó a cobrar por las colaboraciones una cantidad francamente simbólica: quinientos pesos por publicación.

—¿Y qué sentías? —le pregunta la Chávez con un marcado acento sampetrino con relación a su primer tutorial de maquillaje.

—¡Pues qué osooo! —responde y más adelante agrega—: Empezó todo esto, y Samuel me corta porque decía: “Yo no estoy de acuerdo, no sé qué estás haciendo” […], y yo le dije: “Yo no estoy haciendo daño a nadie” […] yo estaba feliz, estaba haciendo un negocio y sabía que él iba a regresar.

García sí regresó con ella, y ese comportamiento que le parecía vergonzoso es clave para entender su éxito político.

En la campaña al Senado en 2018 ya tenían un noviazgo que era retratado con frecuencia en las redes. Las stories que hablaban de maquillaje se intercalaban con fotos de ambos juntos en actos campaña e incluso con videos en los que ella misma explicaba las propuestas de García. Además, Rodríguez comenzó a grabar a los taqueros y demás dueños de negocios pequeños que iban encontrando en la calle y a promoverlos en sus redes, y eso hacía que señoras, principalmente, quienes vendían joyería, pasteles u otros productos hechos por ellas mismas, la buscaran para tener publicidad. Eso permitió que, por primera vez, el 1 de julio de 2018, ganara las elecciones al Senado un partido que no fuera ni el PRI ni el PAN. Víctor Fuentes, quien quedó en segundo lugar al contender por el PAN, intentó armar un caso legal para que ese apoyo digital se sumara al gasto de campaña de García y que, al rebasar el tope, se anulara su candidatura. Sin embargo, no tuvo éxito.

Tres años después, cuando García buscó la gubernatura de Nuevo León, Rodríguez aplicó la misma fórmula de 2018: usar sus redes sociales para explicar la campaña, grabarse en forma festiva en los actos proselitistas y hacer una sólida promoción de pequeños comerciantes. Esto último tuvo aún más auge en el contexto de la campaña a la gubernatura, pues, ante la pandemia, muchas mujeres —conocidas como “nenis”— se volvieron una fuerza de trabajo fundamental mediante la venta de productos en línea. No obstante, los meses previos a la campaña habían sido muy malos para la percepción pública de la pareja.

En la campaña al Senado en 2018 ya tenían un noviazgo que era retratado con frecuencia en las redes. Las stories que hablaban de maquillaje se intercalaban con fotos de ambos juntos en actos campaña e incluso con videos en los que ella misma explicaba las propuestas de García.

Por un lado, su boda, celebrada en secreto en marzo de 2020, en pleno confinamiento por el covid-19, fue vista con malos ojos por la opinión pública tras filtrarse al periódico Reforma unas fotos de la ceremonia. Al día siguiente, el gobernador respondió en su Instagram: “Por eso hoy no hubo invitados ni fiesta. Porque el país no está para pensar en eso y porque el amor no tiene que ver con eso”. Encima, al mes siguiente, Rodríguez anunció en un post que estaba embarazada, y en mayo publicó otro en el que varios pares de calcetines de bebé, chupones de colores y dos mamelucos, uno rosa y otro azul, lucían sobre una cama. “Sin saber cómo empezar, pero con mucho dolor y mucha tristeza, tengo que compartir con ustedes que mi bebé decidió no venir al mundo y quedarse con Dios”, escribió.

El año 2020 siguió siendo cuesta arriba para Rodríguez. En agosto se hizo viral una pelea en la que la pareja se encontraba cenando costillas barbecue en una transmisión en vivo desde la cuenta de Rodríguez, y García le pide que cambie la forma en que está sentada porque estaba “enseñando mucha pierna”, y le insiste: “Me casé contigo pa mí”. La reacción pública fue de rechazo por la actitud machista, y él tuvo que pedir una disculpa pública.

Samuel García y Mariana Rodríguez, un día después de las elecciones intermedias, durante una celebración en la Macroplaza de Monterrey, el 7 de junio de 2021. Reuters/Daniel Becerril

Aunque la imagen pública de la pareja se había deteriorado, un video de Rodríguez los puso de vuelta en tendencia. Era octubre de 2020 y Samuel hacía viajes al interior de Nuevo León con el pretexto de rendir cuentas como senador, pero también como forma de campaña hacia la gubernatura. Rodríguez lo graba para una historia en sus redes y, en el video, García enlista los pueblos que van a visitar: “Santiago, Allende, Montemorelos y cerramos en Terán, ¿cómo ves, bebecini?”, le dice a su esposa. Rodríguez voltea la cámara hacia sí y, cambiando de tema, solo con testa: “¿Quieren ver mis tenis?”. Y muestra unos tenis naranjas y resplandecientes: “¿Qué tal? Fosfo fosfo”. El video se convirtió en un meme porque era francamente gracioso ver que ni a Rodríguez le interesaba la política de García. “¿Quieren ver mis tenis?” se hizo viral en internet como una forma de cambiar de manera abrupta una conversación que aburre. Rodríguez comenzó a grabarse riendo de los memes que la gente hacía y capitalizó la penetración del “fosfo fosfo” como un símbolo no solo de la campaña de García, sino de todo MC.

—Cuando empezamos la campaña, […] le decían a Samuel “no la metas” —cuenta Rodríguez a la Chávez—. Y un día antes de la campaña yo le dije: “¿Qué hacemos?” […] y me dijo: “Sí quiero que vengas conmigo”. Nos fuimos a un crucero y recuerdo que nadie nos hacía caso ni bajaba el vidrio del carro: éramos Samuel y yo con una bocina cargada al hombro.

El “efecto Mariana” —como los medios titularon su presencia en campaña— dio frutos, y García ganó la elección del 6 de junio de 2021, con casi nueve puntos arriba del candidato del PRI, Adrián de la Garza.

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El video en el que Mariana pregunta a sus seguidores "¿Quieren ver mis tenis?", ignorando a su esposo, se volvió viral en internet y en un emblema del partido.[/caption]

Como ocurrió en la elección al Senado, los partidos que perdieron acudieron a las autoridades electorales para exigir que se sumara el apoyo de la influencer a García como un gasto de campaña. El Instituto Nacional Electoral valuó las 1 300 historias y 45 fotos de la pareja en un apoyo de 27.8 millones de pesos. “Una vez más la vieja política me denunció, esta vez para prohibirme hacer campaña con Samuel porque, según ellos, el apoyo a mi esposo tiene un precio y mi presencia se tiene que contabilizar como gasto de campaña”, escribió Rodríguez en su Instagram, en una publicación acompañada de un video que alcanzó 1.3 millones de reproducciones. Al final, el Tribunal Federal Electoral desechó la multa.

El “efecto Mariana” dio frutos, y García ganó la elección del 6 de junio de 2021, con casi nueve puntos arriba del candidato del PRI, Adrián de la Garza. Como ocurrió en la elección al Senado, los partidos que perdieron acudieron a las autoridades electorales para exigir que se sumara el apoyo de la influencer a García como un gasto de campaña.

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Una de las primeras acciones de Samuel García fue replantear la estructura del Ejecutivo estatal. Gracias a eso se crearon la Secretaría de las Mujeres o la de Participación Ciudadana, pero también una especialmente para su esposa: la oficina Amar a Nuevo León. En entrevista para el suplemento Vida, del periódico El Norte, Mariana Rodríguez explica que ella no será presidenta del DIF: “El ser presidenta honoraria del DIF es un puesto muy tradicional que se le designa a la esposa del gobernador, como para darle algo, y yo creo que tengo más capacidad y mucho más que dar que solo ser la presidenta del DIF”, declaró cuando García apenas estaba por tomar control del gobierno estatal.

Ese “mucho más que dar” se sintetizó en diez prioridades que ella misma compartió con el periódico y que tenían que ver con salud mental, migrantes, adopciones, pobreza en el Nuevo León rural, violencia obstétrica, maltrato animal, entre otras. Amar a Nuevo León se volvió una oficina transversal que podía hablar de tú a tú con prácticamente el resto de las secretarías, y además le permitía a Rodríguez operar con mucha libertad, pues no contaba con un presupuesto asignado y su rol era definido como el de funcionaria honoraria. De ese modo podía seguir, entre otras cosas, utilizando sus redes para sus negocios sin que estas fueran entendidas solo como un canal de comunicación social.

Su paso por Amar a Nuevo León tuvo, quizás, como logro más grande la renovación de las instalaciones del Centro DIF Capullos con un plan maestro que plantea una inversión de trescientos millones de pesos en tres etapas. En la primera, su trabajo consistió en demoler y reconstruir la mitad de las villas donde duermen los niños, porque el centro no había recibido mantenimiento adecuado en veinte años. Además, la visibilidad de Rodríguez en torno al DIF permitió que la gente más rica de la ciudad se preocupara por los pequeños sin padres ni hogar. Sin embargo, abrió discusiones que vale la pena analizar: si puede permitírsele a alguien en el gobierno exponer la privacidad de los niños al grabar sus rostros y contar la historia de sus familias o, el caso más polémico, la extracción de un menor de cinco meses de Capullos para que viviera un fin de semana con ella y con García. Rodríguez, como de costumbre, subió fotos con el niño y desató críticas de la sociedad civil. “Si mis formas no comulgan contigo, lo respeto y te invito a hacer las cosas como tú crees que deban ser, como sea, pero ayuda”, escribió en una historia para sus redes sociales e insistió en que contaba con los documentos que probaban que el egreso del niño había sido legal y apegado a protocolo. No obstante, la Comisión Estatal de Derechos Humanos revisó el caso y emitió una recomendación solicitando una reparación económica al menor por el daño causado.

Una simpatizante de Movimiento Ciudadano ondea una bandera en un acto de precampaña por la alcaldía de Monterrey.

El trabajo público de Rodríguez está marcado por esta mezcla entre los aciertos por su arrojo y los errores por su inexperiencia. Sin embargo, ¿hay algo más que explique su éxito? “Mariana era un personaje que cabalgaba entre lo ingenuo y lo maquiavélico. Además, creo que es verdad que a nosotros [en la capital] nos da mucha curiosidad porque es un arquetipo ultrarregiomontano y nos acerca a eso que no conocemos. A ver, la gente en la Ciudad de México no se arregla para ir al cine como hacen en Monterrey —dice entre risas Ana Sofía Rodríguez Everaert, historiadora y periodista que perfiló a Mariana para la revista Nexos en 2021—. En ese sentido, ella es un éxito narrativo”. Ese éxito no solo vive en Rodríguez, sino que se encuentra en ficciones como la de Cindy la Regia, una tira cómica que encarna el arquetipo de la joven de San Pedro y que, recientemente, fue adaptada en una serie de Netflix.

No obstante, hay una lectura de su éxito menos “romántica”, pero que es preciso colocar en la ecuación: hablar de Rodríguez beneficia a los medios de comunicación. “A mí me tocó como editor web ver la fascinación que producen personajes como Mariana Rodríguez, y para los medios cada vez es menos importante si un tema es noticioso o relevante, sino que están más orientados a que sus métricas suban”, dice César Cepeda, quien fue editor en uno de los primeros medios digitales del país, Reporte Índigo, y ahora además de periodista es, en cierto modo, un influencer en Twitter por sus coberturas de política local.

Lo dicho se sustenta en herramientas como Google Trends, que muestran que entre el 22 de octubre de 2023 y el 22 de enero de 2024 el interés promedio de búsqueda de Mariana Rodríguez es el doble que el que se tiene de Xóchitl Gálvez, candidata de la alianza PRI-PAN-PRD, pese a que la primera contiende por un puesto municipal y la segunda por la presidencia.

“Hay una tensión desmedida por parte de todos los portales de noticias por cubrir a personajes como Mariana, y eso hace que un tema ligado a ella lo vuelvan noticioso, aunque no lo sea necesariamente”, agrega Cepeda.

“Mariana era un personaje que cabalgaba entre lo ingenuo y lo maquiavélico. Además, creo que es verdad que a nosotros [en la capital] nos da mucha curiosidad porque es un arquetipo ultrarregiomontano y nos acerca a eso que no conocemos. A ver, la gente en la Ciudad de México no se arregla para ir al cine como hacen en Monterrey —dice entre risas Ana Sofía Rodríguez Everaert, historiadora y periodista que perfiló a Mariana para la revista Nexos—. En ese sentido, ella es un éxito narrativo”.

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En 1988, Teresa García de Madero fue la primera mujer en contender por el PAN a la alcaldía de Monterrey. Su campaña fue un mosaico de las trampas y agresiones con las que el PRI operaba en la ficcionada democracia de nuestro país: la cubrían poco en medios locales, y las coberturas resaltaban atributos superficiales, narrando lo que le hacía de cenar a su esposo; llegaron a apedrearla a ella y a sus simpatizantes, la seguían patrullas estatales a todos lados y, al final, pese a haber ganado por 1 080 votos, le robaron la elección y se desataron protestas. Ahora bien, García de Madero no es una mujer que entre en el arquetipo de la luchadora social, y constato esa obviedad al sentarme a hablar con ella en la hermosa biblioteca con techo a doble altura que tiene en su casa en el municipio de San Pedro. Tampoco es una política particularmente feminista ni mucho menos progresista, pero eso no evitó que, como diputada local, en 1985 se sentara con la bancada comunista y la independiente a escribir el primer boceto de reforma electoral para el estado de Nuevo León. Asimismo, es y fue cercana a otras mujeres clave en la democratización del estado, como María Elena Chapa, Lucilda Pérez Salazar o Liliana Flores Benavides. “Todas estábamos luchando por lo mismo, distintas ideas, si tú quieres, pero nos interesaba, y nos interesa todavía a las que seguimos con vida, lo que sucede en el país. Nuestra prioridad no son solamente los niños, sino todos los ciudadanos”, dice enérgica. Lo que revela su biografía y la de otras mujeres de su generación es que tenían una aspiración política clara desde el inicio, y quizás por eso atina a compartirme una duda que creo que es clave para terminar de entender a Mariana Rodríguez: ¿quiere ella entrar a la política o está entrando a la política porque quiere ayudar a Samuel García?

Una persona sostiene una pancarta de Samuel García, en noviembre de 2023, cuando se había hecho público que buscaría la presidencia de México, lo que provocó una fuerte crisis interna en Nuevo León. Reuters/Daniel Becerril

En diciembre de 2023, apenas unos días después de que García viera truncada su aspiración presidencial, Rodríguez anunció su intención de contender por la alcaldía de Monterrey en relevo de Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del candidato presidencial que fue asesinado en plena campaña en 1994. Pese a la carga histórica de Colosio Riojas dentro del mismo partido, MC, existe la idea, al menos entre ciudadanos de a pie y algunos consultores políticos, de que desistir de la reelección se debe a que Rodríguez podría tener un mejor desempeño en las elecciones que él. Es claro que Rodríguez es una influencer y política hábil, que entiende y amplifica su impacto al entablar contacto físico y comunicación directa con las personas a pie de calle. También es notoria su falta de experiencia en la función pública y el costo que acarrea su curva de aprendizaje, pero quizá la falta más notoria en torno a su nueva apuesta política sea que no sabemos por qué quiere ser alcaldesa de una ciudad como Monterrey ni para qué.

Cuando Ana Sofía Rodríguez Everaert habló con Rodríguez para hacerle un perfil, no había una ambición por construir una carrera política propia:

“A ella lo que le interesaba era acompañar a Samuel, hacer una labor de pedagogía política, traducirle a sus audiencias lo que hace el gobierno y hablar los temas que le han interesado desde el inicio, como los niños o los embarazos adolescentes, pero no una presencia política más allá de eso, aunque no sé si eso haya cambiado en tres años”.

Un año después de aquella conversación, no había tampoco indicios de un proyecto político. En abril de 2022, Rodríguez ofreció una entrevista a la revista Quién, en la que le preguntaron si buscaría un puesto de elección popular. “Ahora no. Creo que mi rol es bonito. Estoy haciendo lo más que puedo, aun sin recursos. Y creo que lo estoy haciendo bien. Quiero dejar un verdadero legado con programas que duren e impacten”, respondió, y añadió que le gustaría tener hijos durante la gestión de García porque “me gustaría ser una mamá muy presente, como lo fue la mía. Yo no soy la gobernadora, es Samuel”.

Tampoco es claro qué piensa Rodríguez en términos políticos. Sobre el feminismo, en varias entrevistas ha mostrado que le molestó que, en las protestas de 2022, las manifestantes feministas le gritaran: “¡Mariana no es aliada, es privilegiada!”. Por otro lado, cuando estaba cerca de los procesos de adopción en el Centro DIF Capullos, en la misma entrevista de Quién, el reportero le preguntó qué opinaba de la adopción homoparental y respondió: “No me toca definir a mí ese tema: es un tema legislativo. Yo busco gente que quiera dar amor, literal, porque a esos niños los va a cambiar el amor, así que bienvenidos todos”.

Aunque siga siendo una interrogante por qué y para qué quiere ser alcaldesa, es cierto que ya vendrá el momento en que la ley le permita mostrar un proyecto claro y detallado; falta ver si toma esa oportunidad. También es importante repetirlo: la carrera política de Rodríguez apenas comienza. Por su corta edad y sus posibilidades de ganar puede ser este el punto de partida de una carrera distinta para ella: en la que no tenga que “jugar” en torno a si usa o es usada por García, sino en la que su presencia política se juegue por sí sola.

Más sobre la edición impresa #228: «Desafiar los límites».

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Rica, famosa y política: el ascenso de una influencer al poder en Monterrey

Rica, famosa y política: el ascenso de una influencer al poder en Monterrey

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2024
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No es secreto para nadie que el carisma y la capacidad de penetración que tiene la influencer Mariana Rodríguez son parte del poderoso capital de Samuel García, actual gobernador de Nuevo León. Los millones de views en Twitter, TikTok e Instagram, a sus veintiocho años, son reflejo de su habilidad para influir.

Una Suburban de color negro se acomoda en el estacionamiento de una tienda de productos chinos abandonada, en una de las colonias más pobres de Monterrey, Nuevo León. En cuanto se detiene, unas treinta personas, en su mayoría adolescentes y señoras de mediana edad, se agolpan alrededor de la camioneta. “¡Mariana!, ¡Mariana!”, gritan mientras se empujan y recuperan el equilibrio, agarrándose como pueden del chasís. El chofer baja para hacerse paso y tratar de abrir la puerta trasera para que la conocida influencer Mariana Rodríguez salga del vehículo.

Su cabeza se divisa apenas entre el gentío, pero eso no evita que su equipo se repliegue junto a ella. Unas veinte personas vestidas con sudaderas impecables, naranjas y fosforescentes, comienzan a grabarla con el celular y dos fotógrafos la rodean como los depredadores en los documentales de naturaleza. Sin embargo, ella se mueve como si el staff no estuviera ahí, se acerca a quienes la están esperando y abraza fuerte a las mujeres que quieren tomarse una fotografía con ella.

—¡Va a ganar y va a estar bien asesorada por su esposo! —me jura y perjura la señora Martha, una vecina de la colonia San Bernabé, donde está ocurriendo este acto de precampaña, en una de las esquinas del cruce de las avenidas Solidaridad y Raúl Rangel Frías. Pronto, a pie de calle, la guerra electoral en Monterrey se torna auditiva. Los cláxones del tráfico de la tarde se entremezclan con una batucada y los jingles de campaña de Movimiento Ciudadano (MC).

El esposo al que hace referencia esta vecina es nada más y nada menos que el gobernador Samuel García. Uno de los personajes centrales de MC, tercera fuerza política en México y, también, uno de los políticos más jóvenes en la escena nacional: a los treinta años llegó al Senado; a los 33, a la gubernatura de Nuevo León, y a los 35 soñaba con ganar la presidencia de México y estaba dispuesto a todo. Sin embargo, ese anhelo último le fue negado por una difícil relación con los partidos de oposición locales —el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN)—, lo cual provocó una crisis de gobernabilidad en el estado: García quería imponer a un gobernador interino, pese a que la ley marca que el Congreso debe designarlo. Tras diez días de precampaña presidencial, dos intervenciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dos cartas de las cámaras empresariales más importantes del país solicitando que resolvieran el conflicto político y una atención mediática que alcanzó los periódicos internacionales, García tuvo que regresarse a su cargo como titular del Poder Ejecutivo en Nuevo León.

Una transmisión en vivo, a través de un teléfono celular, de un acto político llevado a cabo por Mariana Rodríguez, entonces precandidata del partido Movimiento Ciudadano.

Para ese momento, la opinión pública nacional lo tildaba de ser un político berrinchudo y derrotado, pero en menos de dos semanas él y Rodríguez lograron darle la vuelta a la historia. Sacaron un video musical cantando juntos “El futuro es brillante” para dar un anuncio que nadie esperaba: Rodríguez, con tan solo veintiocho años, sería candidata en 2024 para buscar la alcaldía de la ciudad de Monterrey: el municipio más importante y poblado del estado, con casi 1.2 millones de habitantes.

Aquí, en los “pegoteos”, como llaman a estos eventos de precampaña en los que pegan calcomanías a los vehículos, la falta de experiencia que le adjudican desde la oposición no hace mella. Una veintena de carros están haciendo fila con la esperanza de que Rodríguez les estampe una calcomanía con publicidad en el vidrio trasero y se tome una foto con ellos. En cada selfie entrega una sonrisa blanca y perfecta que potencia con un chicle que no para de masticar, y hace un gesto que resalta la mandíbula. Va a la siguiente camioneta y la mujer que conduce le extiende los brazos para recibir un abrazo de ella y otra vez es captada en el teléfono de una extraña. Se toma una selfie cada cinco segundos, y esas fotos se traducirán en cientos de historias en Instagram que serán compartidas, una y otra vez, desde la cuenta @marianardzcantu, a sus más de 3.6 millones de followers en la red social. Las ganas de ser reposteada por la influencer llevan a una chica de cabello chino, brackets y anteojos a esperar, desbordada de emoción, en el carro que conduce su madre, para tomarse una foto con Rodríguez y recibir una calcomanía. Está por cumplir los dieciocho años y participar en su primera elección como votante.

—Voy a votar por Mariana, por todo lo que ha hecho por los niños y por Monterrey —dice, refiriéndose al trabajo de Rodríguez en el Centro DIF Capullos de Nuevo León, donde viven niños que no tienen padres o fueron abandonados por ellos, y a todas las stories que la influencer ha subido, muchas veces mostrando el rostro de los niños (algo que no debería hacer), contando sus historias, jugando con ellos y también pidiendo, con mucho éxito, donaciones en especie para los pequeños.

En su momento más viral en relación con Capullos, Rodríguez se cortó su larga cabellera rubia, hasta que le quedó a la altura de las orejas, como muestra de solidaridad con un niño que iba a empezar su tratamiento contra la leucemia. La experiencia de apenas dos años y medio en las oficinas locales del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral para la Familia (DIF), que vela por la niñez mexicana, quizás no alcanza para justificar un proyecto municipal, pero sí para consolidarla como un perfil cercano a la ciudadanía, y eso se nota cuando ella está en la calle. Más tarde, en otro evento de pega de calcomanías, en la colonia Cumbres, una ciudadana, Celia, se acerca grabando y, con la voz al borde del quebranto, le exige:

Rodríguez, entonces precandidata por la alcaldía de Monterrey realiza una pega de calcomanías durante un acto propagandístico, en la colonia San Bernabé.

—¡Mariana!, ¡que no sea solo el mes rosa, sino todo el año! —dice, aludiendo a las campañas para luchar contra el cáncer de mama; acto seguido, para registro de su propio celular y de los demás que graban, la ciudadana toma su cabello largo, negro y lacio y se lo retira, revelando que lleva en realidad una peluca.

—¿Cómo vas? —le pregunta la precandidata, la mirada, de pronto, seria.

Se abrazan y el mar de celulares las envuelve en un círculo hasta casi ahogarlas.

—Yo voy a ayudar, pero te necesito también —le contesta Rodríguez a Celia.

Ambas se yerguen costado a costado y sonríen abrazadas frente al montón de celulares que continúan con la sesión fotográfica.

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“En Monterrey, el influencer tiene un componente de vanidad, fama y figura pública, sería esta persona que tiene una credibilidad y autoridad en cierto tema y que puede influenciar a una audiencia a través de redes sociales, más que todo, para comprar algo”, dice el periodista Maximiliano Torres, quien recientemente ha creado un exitoso proyecto de newsletter, Regios will be regios, que busca, en sus propias palabras, “entender qué es el regio contemporáneo si le quitas la carne asada, el Cerro de la Silla, la industria, el emprendimiento y el futbol”.

Para entender el arquetipo, basta buscar “influencers regias” en Google y ver que existen centenares de notas dedicadas a explicar a quién debes seguir y por cuáles razones. Las cuentas sugeridas suelen ser de mujeres jóvenes, blancas y rubias, cuyo contenido, en un inicio, por allá de 2017, se trataba de la ropa que usaban, los viajes que hacían, las citas que tenían con su novio. Ahora concentran sus publicaciones en lo que comen, lo que hacen con sus hijos, la forma en que tratan a su esposo. Mariana Rodríguez sigue también ese patrón, aunque añade el trabajo político que hace sola y con Samuel García. Con el fenómeno influencer, dice Torres, la élite regiomontana ha vivido “una forma de democratización de las páginas de sociales” de suplementos como Sierra Madre, del periódico El Norte, o Chic, de Milenio; han sido desplazados por la posibilidad de registrar y exponer su vida por cuenta propia.

Para entender el arquetipo, basta buscar “influencers regias” en Google y ver que existen centenares de notas dedicadas a explicar a quién debes seguir y por cuáles razones. Mujeres jóvenes, blancas y rubias, cuyo contenido, en un inicio, se trataba de la ropa que usaban, los viajes, las citas con su novio. Ahora concentran sus publicaciones en lo que comen, lo que hacen con sus hijos, la forma en que tratan a su esposo.

Esta “democratización” permite entender a Rodríguez como una persona que es, además, tema de conversación; es decir, que haya vivido en San Pedro Garza García —el municipio más rico del estado—, y estudiado la preparatoria en la American School Foundation of Monterrey, alcanza para ser élite, pero no necesariamente para construirse un aura de realeza regiomontana. Para lograr eso último es preciso tener un vínculo familiar con una de las diez familias más ricas de Nuevo León, y en algunos casos de México, que son las que están relacionadas con el cemento, el vidrio, el acero, la cerveza, los refrescos, y que fueron las que fundaron el mito industrial de la ciudad regia. Sin embargo, aun sin eso, Rodríguez pudo lograr —a fuerza de likes— que sus seguidores y los medios de comunicación la compararan con Lady Di.

Te recomendamos leer: "Las locuras del gobernador Samuel".

La entonces precandidata Mariana Rodríguez se toma selfies con sus seguidores durante un evento político que se llevó a cabo en la colonia San Bernabé.

En noviembre de 2023 se publicó en Instagram una larga entrevista que Rodríguez le dio a Mariana Chávez, “la Chávez”, otra influencer, analista de política, que además contendió como candidata suplente a una diputación local por MC en 2021. La pieza es notable porque una conversación así, con Rodríguez, es muy difícil de conseguir. Aun en campaña, sus interacciones con periodistas se reducen a entrevistas rápidas en la calle, que alcanzan apenas una o dos preguntas. Rodríguez le cuenta que decidió intentar ser influencer en 2016 imitando lo que hacían chicas estadounidenses muy famosas, ya que en Monterrey no existía todavía ese fenómeno. En aquel entonces, Rodríguez tenía solo veintiún años, comenzaba su noviazgo con García, no había terminado aún su carrera de Psicología Organizacional en el Tec de Monterrey y contaba con menos de diez mil seguidores. Se grababa en Instagram haciendo sus rutinas de maquillaje e invitaba a comprar los cosméticos que ella usaba. Poco a poco, las marcas comenzaron a buscarla para regalarle cosas, y tiempo después empezó a cobrar por las colaboraciones una cantidad francamente simbólica: quinientos pesos por publicación.

—¿Y qué sentías? —le pregunta la Chávez con un marcado acento sampetrino con relación a su primer tutorial de maquillaje.

—¡Pues qué osooo! —responde y más adelante agrega—: Empezó todo esto, y Samuel me corta porque decía: “Yo no estoy de acuerdo, no sé qué estás haciendo” […], y yo le dije: “Yo no estoy haciendo daño a nadie” […] yo estaba feliz, estaba haciendo un negocio y sabía que él iba a regresar.

García sí regresó con ella, y ese comportamiento que le parecía vergonzoso es clave para entender su éxito político.

En la campaña al Senado en 2018 ya tenían un noviazgo que era retratado con frecuencia en las redes. Las stories que hablaban de maquillaje se intercalaban con fotos de ambos juntos en actos campaña e incluso con videos en los que ella misma explicaba las propuestas de García. Además, Rodríguez comenzó a grabar a los taqueros y demás dueños de negocios pequeños que iban encontrando en la calle y a promoverlos en sus redes, y eso hacía que señoras, principalmente, quienes vendían joyería, pasteles u otros productos hechos por ellas mismas, la buscaran para tener publicidad. Eso permitió que, por primera vez, el 1 de julio de 2018, ganara las elecciones al Senado un partido que no fuera ni el PRI ni el PAN. Víctor Fuentes, quien quedó en segundo lugar al contender por el PAN, intentó armar un caso legal para que ese apoyo digital se sumara al gasto de campaña de García y que, al rebasar el tope, se anulara su candidatura. Sin embargo, no tuvo éxito.

Tres años después, cuando García buscó la gubernatura de Nuevo León, Rodríguez aplicó la misma fórmula de 2018: usar sus redes sociales para explicar la campaña, grabarse en forma festiva en los actos proselitistas y hacer una sólida promoción de pequeños comerciantes. Esto último tuvo aún más auge en el contexto de la campaña a la gubernatura, pues, ante la pandemia, muchas mujeres —conocidas como “nenis”— se volvieron una fuerza de trabajo fundamental mediante la venta de productos en línea. No obstante, los meses previos a la campaña habían sido muy malos para la percepción pública de la pareja.

En la campaña al Senado en 2018 ya tenían un noviazgo que era retratado con frecuencia en las redes. Las stories que hablaban de maquillaje se intercalaban con fotos de ambos juntos en actos campaña e incluso con videos en los que ella misma explicaba las propuestas de García.

Por un lado, su boda, celebrada en secreto en marzo de 2020, en pleno confinamiento por el covid-19, fue vista con malos ojos por la opinión pública tras filtrarse al periódico Reforma unas fotos de la ceremonia. Al día siguiente, el gobernador respondió en su Instagram: “Por eso hoy no hubo invitados ni fiesta. Porque el país no está para pensar en eso y porque el amor no tiene que ver con eso”. Encima, al mes siguiente, Rodríguez anunció en un post que estaba embarazada, y en mayo publicó otro en el que varios pares de calcetines de bebé, chupones de colores y dos mamelucos, uno rosa y otro azul, lucían sobre una cama. “Sin saber cómo empezar, pero con mucho dolor y mucha tristeza, tengo que compartir con ustedes que mi bebé decidió no venir al mundo y quedarse con Dios”, escribió.

El año 2020 siguió siendo cuesta arriba para Rodríguez. En agosto se hizo viral una pelea en la que la pareja se encontraba cenando costillas barbecue en una transmisión en vivo desde la cuenta de Rodríguez, y García le pide que cambie la forma en que está sentada porque estaba “enseñando mucha pierna”, y le insiste: “Me casé contigo pa mí”. La reacción pública fue de rechazo por la actitud machista, y él tuvo que pedir una disculpa pública.

Samuel García y Mariana Rodríguez, un día después de las elecciones intermedias, durante una celebración en la Macroplaza de Monterrey, el 7 de junio de 2021. Reuters/Daniel Becerril

Aunque la imagen pública de la pareja se había deteriorado, un video de Rodríguez los puso de vuelta en tendencia. Era octubre de 2020 y Samuel hacía viajes al interior de Nuevo León con el pretexto de rendir cuentas como senador, pero también como forma de campaña hacia la gubernatura. Rodríguez lo graba para una historia en sus redes y, en el video, García enlista los pueblos que van a visitar: “Santiago, Allende, Montemorelos y cerramos en Terán, ¿cómo ves, bebecini?”, le dice a su esposa. Rodríguez voltea la cámara hacia sí y, cambiando de tema, solo con testa: “¿Quieren ver mis tenis?”. Y muestra unos tenis naranjas y resplandecientes: “¿Qué tal? Fosfo fosfo”. El video se convirtió en un meme porque era francamente gracioso ver que ni a Rodríguez le interesaba la política de García. “¿Quieren ver mis tenis?” se hizo viral en internet como una forma de cambiar de manera abrupta una conversación que aburre. Rodríguez comenzó a grabarse riendo de los memes que la gente hacía y capitalizó la penetración del “fosfo fosfo” como un símbolo no solo de la campaña de García, sino de todo MC.

—Cuando empezamos la campaña, […] le decían a Samuel “no la metas” —cuenta Rodríguez a la Chávez—. Y un día antes de la campaña yo le dije: “¿Qué hacemos?” […] y me dijo: “Sí quiero que vengas conmigo”. Nos fuimos a un crucero y recuerdo que nadie nos hacía caso ni bajaba el vidrio del carro: éramos Samuel y yo con una bocina cargada al hombro.

El “efecto Mariana” —como los medios titularon su presencia en campaña— dio frutos, y García ganó la elección del 6 de junio de 2021, con casi nueve puntos arriba del candidato del PRI, Adrián de la Garza.

Te podría interesar el reportaje "Las pioneras de Fem".

El video en el que Mariana pregunta a sus seguidores "¿Quieren ver mis tenis?", ignorando a su esposo, se volvió viral en internet y en un emblema del partido.[/caption]

Como ocurrió en la elección al Senado, los partidos que perdieron acudieron a las autoridades electorales para exigir que se sumara el apoyo de la influencer a García como un gasto de campaña. El Instituto Nacional Electoral valuó las 1 300 historias y 45 fotos de la pareja en un apoyo de 27.8 millones de pesos. “Una vez más la vieja política me denunció, esta vez para prohibirme hacer campaña con Samuel porque, según ellos, el apoyo a mi esposo tiene un precio y mi presencia se tiene que contabilizar como gasto de campaña”, escribió Rodríguez en su Instagram, en una publicación acompañada de un video que alcanzó 1.3 millones de reproducciones. Al final, el Tribunal Federal Electoral desechó la multa.

El “efecto Mariana” dio frutos, y García ganó la elección del 6 de junio de 2021, con casi nueve puntos arriba del candidato del PRI, Adrián de la Garza. Como ocurrió en la elección al Senado, los partidos que perdieron acudieron a las autoridades electorales para exigir que se sumara el apoyo de la influencer a García como un gasto de campaña.

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Una de las primeras acciones de Samuel García fue replantear la estructura del Ejecutivo estatal. Gracias a eso se crearon la Secretaría de las Mujeres o la de Participación Ciudadana, pero también una especialmente para su esposa: la oficina Amar a Nuevo León. En entrevista para el suplemento Vida, del periódico El Norte, Mariana Rodríguez explica que ella no será presidenta del DIF: “El ser presidenta honoraria del DIF es un puesto muy tradicional que se le designa a la esposa del gobernador, como para darle algo, y yo creo que tengo más capacidad y mucho más que dar que solo ser la presidenta del DIF”, declaró cuando García apenas estaba por tomar control del gobierno estatal.

Ese “mucho más que dar” se sintetizó en diez prioridades que ella misma compartió con el periódico y que tenían que ver con salud mental, migrantes, adopciones, pobreza en el Nuevo León rural, violencia obstétrica, maltrato animal, entre otras. Amar a Nuevo León se volvió una oficina transversal que podía hablar de tú a tú con prácticamente el resto de las secretarías, y además le permitía a Rodríguez operar con mucha libertad, pues no contaba con un presupuesto asignado y su rol era definido como el de funcionaria honoraria. De ese modo podía seguir, entre otras cosas, utilizando sus redes para sus negocios sin que estas fueran entendidas solo como un canal de comunicación social.

Su paso por Amar a Nuevo León tuvo, quizás, como logro más grande la renovación de las instalaciones del Centro DIF Capullos con un plan maestro que plantea una inversión de trescientos millones de pesos en tres etapas. En la primera, su trabajo consistió en demoler y reconstruir la mitad de las villas donde duermen los niños, porque el centro no había recibido mantenimiento adecuado en veinte años. Además, la visibilidad de Rodríguez en torno al DIF permitió que la gente más rica de la ciudad se preocupara por los pequeños sin padres ni hogar. Sin embargo, abrió discusiones que vale la pena analizar: si puede permitírsele a alguien en el gobierno exponer la privacidad de los niños al grabar sus rostros y contar la historia de sus familias o, el caso más polémico, la extracción de un menor de cinco meses de Capullos para que viviera un fin de semana con ella y con García. Rodríguez, como de costumbre, subió fotos con el niño y desató críticas de la sociedad civil. “Si mis formas no comulgan contigo, lo respeto y te invito a hacer las cosas como tú crees que deban ser, como sea, pero ayuda”, escribió en una historia para sus redes sociales e insistió en que contaba con los documentos que probaban que el egreso del niño había sido legal y apegado a protocolo. No obstante, la Comisión Estatal de Derechos Humanos revisó el caso y emitió una recomendación solicitando una reparación económica al menor por el daño causado.

Una simpatizante de Movimiento Ciudadano ondea una bandera en un acto de precampaña por la alcaldía de Monterrey.

El trabajo público de Rodríguez está marcado por esta mezcla entre los aciertos por su arrojo y los errores por su inexperiencia. Sin embargo, ¿hay algo más que explique su éxito? “Mariana era un personaje que cabalgaba entre lo ingenuo y lo maquiavélico. Además, creo que es verdad que a nosotros [en la capital] nos da mucha curiosidad porque es un arquetipo ultrarregiomontano y nos acerca a eso que no conocemos. A ver, la gente en la Ciudad de México no se arregla para ir al cine como hacen en Monterrey —dice entre risas Ana Sofía Rodríguez Everaert, historiadora y periodista que perfiló a Mariana para la revista Nexos en 2021—. En ese sentido, ella es un éxito narrativo”. Ese éxito no solo vive en Rodríguez, sino que se encuentra en ficciones como la de Cindy la Regia, una tira cómica que encarna el arquetipo de la joven de San Pedro y que, recientemente, fue adaptada en una serie de Netflix.

No obstante, hay una lectura de su éxito menos “romántica”, pero que es preciso colocar en la ecuación: hablar de Rodríguez beneficia a los medios de comunicación. “A mí me tocó como editor web ver la fascinación que producen personajes como Mariana Rodríguez, y para los medios cada vez es menos importante si un tema es noticioso o relevante, sino que están más orientados a que sus métricas suban”, dice César Cepeda, quien fue editor en uno de los primeros medios digitales del país, Reporte Índigo, y ahora además de periodista es, en cierto modo, un influencer en Twitter por sus coberturas de política local.

Lo dicho se sustenta en herramientas como Google Trends, que muestran que entre el 22 de octubre de 2023 y el 22 de enero de 2024 el interés promedio de búsqueda de Mariana Rodríguez es el doble que el que se tiene de Xóchitl Gálvez, candidata de la alianza PRI-PAN-PRD, pese a que la primera contiende por un puesto municipal y la segunda por la presidencia.

“Hay una tensión desmedida por parte de todos los portales de noticias por cubrir a personajes como Mariana, y eso hace que un tema ligado a ella lo vuelvan noticioso, aunque no lo sea necesariamente”, agrega Cepeda.

“Mariana era un personaje que cabalgaba entre lo ingenuo y lo maquiavélico. Además, creo que es verdad que a nosotros [en la capital] nos da mucha curiosidad porque es un arquetipo ultrarregiomontano y nos acerca a eso que no conocemos. A ver, la gente en la Ciudad de México no se arregla para ir al cine como hacen en Monterrey —dice entre risas Ana Sofía Rodríguez Everaert, historiadora y periodista que perfiló a Mariana para la revista Nexos—. En ese sentido, ella es un éxito narrativo”.

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En 1988, Teresa García de Madero fue la primera mujer en contender por el PAN a la alcaldía de Monterrey. Su campaña fue un mosaico de las trampas y agresiones con las que el PRI operaba en la ficcionada democracia de nuestro país: la cubrían poco en medios locales, y las coberturas resaltaban atributos superficiales, narrando lo que le hacía de cenar a su esposo; llegaron a apedrearla a ella y a sus simpatizantes, la seguían patrullas estatales a todos lados y, al final, pese a haber ganado por 1 080 votos, le robaron la elección y se desataron protestas. Ahora bien, García de Madero no es una mujer que entre en el arquetipo de la luchadora social, y constato esa obviedad al sentarme a hablar con ella en la hermosa biblioteca con techo a doble altura que tiene en su casa en el municipio de San Pedro. Tampoco es una política particularmente feminista ni mucho menos progresista, pero eso no evitó que, como diputada local, en 1985 se sentara con la bancada comunista y la independiente a escribir el primer boceto de reforma electoral para el estado de Nuevo León. Asimismo, es y fue cercana a otras mujeres clave en la democratización del estado, como María Elena Chapa, Lucilda Pérez Salazar o Liliana Flores Benavides. “Todas estábamos luchando por lo mismo, distintas ideas, si tú quieres, pero nos interesaba, y nos interesa todavía a las que seguimos con vida, lo que sucede en el país. Nuestra prioridad no son solamente los niños, sino todos los ciudadanos”, dice enérgica. Lo que revela su biografía y la de otras mujeres de su generación es que tenían una aspiración política clara desde el inicio, y quizás por eso atina a compartirme una duda que creo que es clave para terminar de entender a Mariana Rodríguez: ¿quiere ella entrar a la política o está entrando a la política porque quiere ayudar a Samuel García?

Una persona sostiene una pancarta de Samuel García, en noviembre de 2023, cuando se había hecho público que buscaría la presidencia de México, lo que provocó una fuerte crisis interna en Nuevo León. Reuters/Daniel Becerril

En diciembre de 2023, apenas unos días después de que García viera truncada su aspiración presidencial, Rodríguez anunció su intención de contender por la alcaldía de Monterrey en relevo de Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del candidato presidencial que fue asesinado en plena campaña en 1994. Pese a la carga histórica de Colosio Riojas dentro del mismo partido, MC, existe la idea, al menos entre ciudadanos de a pie y algunos consultores políticos, de que desistir de la reelección se debe a que Rodríguez podría tener un mejor desempeño en las elecciones que él. Es claro que Rodríguez es una influencer y política hábil, que entiende y amplifica su impacto al entablar contacto físico y comunicación directa con las personas a pie de calle. También es notoria su falta de experiencia en la función pública y el costo que acarrea su curva de aprendizaje, pero quizá la falta más notoria en torno a su nueva apuesta política sea que no sabemos por qué quiere ser alcaldesa de una ciudad como Monterrey ni para qué.

Cuando Ana Sofía Rodríguez Everaert habló con Rodríguez para hacerle un perfil, no había una ambición por construir una carrera política propia:

“A ella lo que le interesaba era acompañar a Samuel, hacer una labor de pedagogía política, traducirle a sus audiencias lo que hace el gobierno y hablar los temas que le han interesado desde el inicio, como los niños o los embarazos adolescentes, pero no una presencia política más allá de eso, aunque no sé si eso haya cambiado en tres años”.

Un año después de aquella conversación, no había tampoco indicios de un proyecto político. En abril de 2022, Rodríguez ofreció una entrevista a la revista Quién, en la que le preguntaron si buscaría un puesto de elección popular. “Ahora no. Creo que mi rol es bonito. Estoy haciendo lo más que puedo, aun sin recursos. Y creo que lo estoy haciendo bien. Quiero dejar un verdadero legado con programas que duren e impacten”, respondió, y añadió que le gustaría tener hijos durante la gestión de García porque “me gustaría ser una mamá muy presente, como lo fue la mía. Yo no soy la gobernadora, es Samuel”.

Tampoco es claro qué piensa Rodríguez en términos políticos. Sobre el feminismo, en varias entrevistas ha mostrado que le molestó que, en las protestas de 2022, las manifestantes feministas le gritaran: “¡Mariana no es aliada, es privilegiada!”. Por otro lado, cuando estaba cerca de los procesos de adopción en el Centro DIF Capullos, en la misma entrevista de Quién, el reportero le preguntó qué opinaba de la adopción homoparental y respondió: “No me toca definir a mí ese tema: es un tema legislativo. Yo busco gente que quiera dar amor, literal, porque a esos niños los va a cambiar el amor, así que bienvenidos todos”.

Aunque siga siendo una interrogante por qué y para qué quiere ser alcaldesa, es cierto que ya vendrá el momento en que la ley le permita mostrar un proyecto claro y detallado; falta ver si toma esa oportunidad. También es importante repetirlo: la carrera política de Rodríguez apenas comienza. Por su corta edad y sus posibilidades de ganar puede ser este el punto de partida de una carrera distinta para ella: en la que no tenga que “jugar” en torno a si usa o es usada por García, sino en la que su presencia política se juegue por sí sola.

Más sobre la edición impresa #228: «Desafiar los límites».

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Rica, famosa y política: el ascenso de una influencer al poder en Monterrey

Rica, famosa y política: el ascenso de una influencer al poder en Monterrey

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No es secreto para nadie que el carisma y la capacidad de penetración que tiene la influencer Mariana Rodríguez son parte del poderoso capital de Samuel García, actual gobernador de Nuevo León. Los millones de views en Twitter, TikTok e Instagram, a sus veintiocho años, son reflejo de su habilidad para influir.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Una Suburban de color negro se acomoda en el estacionamiento de una tienda de productos chinos abandonada, en una de las colonias más pobres de Monterrey, Nuevo León. En cuanto se detiene, unas treinta personas, en su mayoría adolescentes y señoras de mediana edad, se agolpan alrededor de la camioneta. “¡Mariana!, ¡Mariana!”, gritan mientras se empujan y recuperan el equilibrio, agarrándose como pueden del chasís. El chofer baja para hacerse paso y tratar de abrir la puerta trasera para que la conocida influencer Mariana Rodríguez salga del vehículo.

Su cabeza se divisa apenas entre el gentío, pero eso no evita que su equipo se repliegue junto a ella. Unas veinte personas vestidas con sudaderas impecables, naranjas y fosforescentes, comienzan a grabarla con el celular y dos fotógrafos la rodean como los depredadores en los documentales de naturaleza. Sin embargo, ella se mueve como si el staff no estuviera ahí, se acerca a quienes la están esperando y abraza fuerte a las mujeres que quieren tomarse una fotografía con ella.

—¡Va a ganar y va a estar bien asesorada por su esposo! —me jura y perjura la señora Martha, una vecina de la colonia San Bernabé, donde está ocurriendo este acto de precampaña, en una de las esquinas del cruce de las avenidas Solidaridad y Raúl Rangel Frías. Pronto, a pie de calle, la guerra electoral en Monterrey se torna auditiva. Los cláxones del tráfico de la tarde se entremezclan con una batucada y los jingles de campaña de Movimiento Ciudadano (MC).

El esposo al que hace referencia esta vecina es nada más y nada menos que el gobernador Samuel García. Uno de los personajes centrales de MC, tercera fuerza política en México y, también, uno de los políticos más jóvenes en la escena nacional: a los treinta años llegó al Senado; a los 33, a la gubernatura de Nuevo León, y a los 35 soñaba con ganar la presidencia de México y estaba dispuesto a todo. Sin embargo, ese anhelo último le fue negado por una difícil relación con los partidos de oposición locales —el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN)—, lo cual provocó una crisis de gobernabilidad en el estado: García quería imponer a un gobernador interino, pese a que la ley marca que el Congreso debe designarlo. Tras diez días de precampaña presidencial, dos intervenciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dos cartas de las cámaras empresariales más importantes del país solicitando que resolvieran el conflicto político y una atención mediática que alcanzó los periódicos internacionales, García tuvo que regresarse a su cargo como titular del Poder Ejecutivo en Nuevo León.

Una transmisión en vivo, a través de un teléfono celular, de un acto político llevado a cabo por Mariana Rodríguez, entonces precandidata del partido Movimiento Ciudadano.

Para ese momento, la opinión pública nacional lo tildaba de ser un político berrinchudo y derrotado, pero en menos de dos semanas él y Rodríguez lograron darle la vuelta a la historia. Sacaron un video musical cantando juntos “El futuro es brillante” para dar un anuncio que nadie esperaba: Rodríguez, con tan solo veintiocho años, sería candidata en 2024 para buscar la alcaldía de la ciudad de Monterrey: el municipio más importante y poblado del estado, con casi 1.2 millones de habitantes.

Aquí, en los “pegoteos”, como llaman a estos eventos de precampaña en los que pegan calcomanías a los vehículos, la falta de experiencia que le adjudican desde la oposición no hace mella. Una veintena de carros están haciendo fila con la esperanza de que Rodríguez les estampe una calcomanía con publicidad en el vidrio trasero y se tome una foto con ellos. En cada selfie entrega una sonrisa blanca y perfecta que potencia con un chicle que no para de masticar, y hace un gesto que resalta la mandíbula. Va a la siguiente camioneta y la mujer que conduce le extiende los brazos para recibir un abrazo de ella y otra vez es captada en el teléfono de una extraña. Se toma una selfie cada cinco segundos, y esas fotos se traducirán en cientos de historias en Instagram que serán compartidas, una y otra vez, desde la cuenta @marianardzcantu, a sus más de 3.6 millones de followers en la red social. Las ganas de ser reposteada por la influencer llevan a una chica de cabello chino, brackets y anteojos a esperar, desbordada de emoción, en el carro que conduce su madre, para tomarse una foto con Rodríguez y recibir una calcomanía. Está por cumplir los dieciocho años y participar en su primera elección como votante.

—Voy a votar por Mariana, por todo lo que ha hecho por los niños y por Monterrey —dice, refiriéndose al trabajo de Rodríguez en el Centro DIF Capullos de Nuevo León, donde viven niños que no tienen padres o fueron abandonados por ellos, y a todas las stories que la influencer ha subido, muchas veces mostrando el rostro de los niños (algo que no debería hacer), contando sus historias, jugando con ellos y también pidiendo, con mucho éxito, donaciones en especie para los pequeños.

En su momento más viral en relación con Capullos, Rodríguez se cortó su larga cabellera rubia, hasta que le quedó a la altura de las orejas, como muestra de solidaridad con un niño que iba a empezar su tratamiento contra la leucemia. La experiencia de apenas dos años y medio en las oficinas locales del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral para la Familia (DIF), que vela por la niñez mexicana, quizás no alcanza para justificar un proyecto municipal, pero sí para consolidarla como un perfil cercano a la ciudadanía, y eso se nota cuando ella está en la calle. Más tarde, en otro evento de pega de calcomanías, en la colonia Cumbres, una ciudadana, Celia, se acerca grabando y, con la voz al borde del quebranto, le exige:

Rodríguez, entonces precandidata por la alcaldía de Monterrey realiza una pega de calcomanías durante un acto propagandístico, en la colonia San Bernabé.

—¡Mariana!, ¡que no sea solo el mes rosa, sino todo el año! —dice, aludiendo a las campañas para luchar contra el cáncer de mama; acto seguido, para registro de su propio celular y de los demás que graban, la ciudadana toma su cabello largo, negro y lacio y se lo retira, revelando que lleva en realidad una peluca.

—¿Cómo vas? —le pregunta la precandidata, la mirada, de pronto, seria.

Se abrazan y el mar de celulares las envuelve en un círculo hasta casi ahogarlas.

—Yo voy a ayudar, pero te necesito también —le contesta Rodríguez a Celia.

Ambas se yerguen costado a costado y sonríen abrazadas frente al montón de celulares que continúan con la sesión fotográfica.

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“En Monterrey, el influencer tiene un componente de vanidad, fama y figura pública, sería esta persona que tiene una credibilidad y autoridad en cierto tema y que puede influenciar a una audiencia a través de redes sociales, más que todo, para comprar algo”, dice el periodista Maximiliano Torres, quien recientemente ha creado un exitoso proyecto de newsletter, Regios will be regios, que busca, en sus propias palabras, “entender qué es el regio contemporáneo si le quitas la carne asada, el Cerro de la Silla, la industria, el emprendimiento y el futbol”.

Para entender el arquetipo, basta buscar “influencers regias” en Google y ver que existen centenares de notas dedicadas a explicar a quién debes seguir y por cuáles razones. Las cuentas sugeridas suelen ser de mujeres jóvenes, blancas y rubias, cuyo contenido, en un inicio, por allá de 2017, se trataba de la ropa que usaban, los viajes que hacían, las citas que tenían con su novio. Ahora concentran sus publicaciones en lo que comen, lo que hacen con sus hijos, la forma en que tratan a su esposo. Mariana Rodríguez sigue también ese patrón, aunque añade el trabajo político que hace sola y con Samuel García. Con el fenómeno influencer, dice Torres, la élite regiomontana ha vivido “una forma de democratización de las páginas de sociales” de suplementos como Sierra Madre, del periódico El Norte, o Chic, de Milenio; han sido desplazados por la posibilidad de registrar y exponer su vida por cuenta propia.

Para entender el arquetipo, basta buscar “influencers regias” en Google y ver que existen centenares de notas dedicadas a explicar a quién debes seguir y por cuáles razones. Mujeres jóvenes, blancas y rubias, cuyo contenido, en un inicio, se trataba de la ropa que usaban, los viajes, las citas con su novio. Ahora concentran sus publicaciones en lo que comen, lo que hacen con sus hijos, la forma en que tratan a su esposo.

Esta “democratización” permite entender a Rodríguez como una persona que es, además, tema de conversación; es decir, que haya vivido en San Pedro Garza García —el municipio más rico del estado—, y estudiado la preparatoria en la American School Foundation of Monterrey, alcanza para ser élite, pero no necesariamente para construirse un aura de realeza regiomontana. Para lograr eso último es preciso tener un vínculo familiar con una de las diez familias más ricas de Nuevo León, y en algunos casos de México, que son las que están relacionadas con el cemento, el vidrio, el acero, la cerveza, los refrescos, y que fueron las que fundaron el mito industrial de la ciudad regia. Sin embargo, aun sin eso, Rodríguez pudo lograr —a fuerza de likes— que sus seguidores y los medios de comunicación la compararan con Lady Di.

Te recomendamos leer: "Las locuras del gobernador Samuel".

La entonces precandidata Mariana Rodríguez se toma selfies con sus seguidores durante un evento político que se llevó a cabo en la colonia San Bernabé.

En noviembre de 2023 se publicó en Instagram una larga entrevista que Rodríguez le dio a Mariana Chávez, “la Chávez”, otra influencer, analista de política, que además contendió como candidata suplente a una diputación local por MC en 2021. La pieza es notable porque una conversación así, con Rodríguez, es muy difícil de conseguir. Aun en campaña, sus interacciones con periodistas se reducen a entrevistas rápidas en la calle, que alcanzan apenas una o dos preguntas. Rodríguez le cuenta que decidió intentar ser influencer en 2016 imitando lo que hacían chicas estadounidenses muy famosas, ya que en Monterrey no existía todavía ese fenómeno. En aquel entonces, Rodríguez tenía solo veintiún años, comenzaba su noviazgo con García, no había terminado aún su carrera de Psicología Organizacional en el Tec de Monterrey y contaba con menos de diez mil seguidores. Se grababa en Instagram haciendo sus rutinas de maquillaje e invitaba a comprar los cosméticos que ella usaba. Poco a poco, las marcas comenzaron a buscarla para regalarle cosas, y tiempo después empezó a cobrar por las colaboraciones una cantidad francamente simbólica: quinientos pesos por publicación.

—¿Y qué sentías? —le pregunta la Chávez con un marcado acento sampetrino con relación a su primer tutorial de maquillaje.

—¡Pues qué osooo! —responde y más adelante agrega—: Empezó todo esto, y Samuel me corta porque decía: “Yo no estoy de acuerdo, no sé qué estás haciendo” […], y yo le dije: “Yo no estoy haciendo daño a nadie” […] yo estaba feliz, estaba haciendo un negocio y sabía que él iba a regresar.

García sí regresó con ella, y ese comportamiento que le parecía vergonzoso es clave para entender su éxito político.

En la campaña al Senado en 2018 ya tenían un noviazgo que era retratado con frecuencia en las redes. Las stories que hablaban de maquillaje se intercalaban con fotos de ambos juntos en actos campaña e incluso con videos en los que ella misma explicaba las propuestas de García. Además, Rodríguez comenzó a grabar a los taqueros y demás dueños de negocios pequeños que iban encontrando en la calle y a promoverlos en sus redes, y eso hacía que señoras, principalmente, quienes vendían joyería, pasteles u otros productos hechos por ellas mismas, la buscaran para tener publicidad. Eso permitió que, por primera vez, el 1 de julio de 2018, ganara las elecciones al Senado un partido que no fuera ni el PRI ni el PAN. Víctor Fuentes, quien quedó en segundo lugar al contender por el PAN, intentó armar un caso legal para que ese apoyo digital se sumara al gasto de campaña de García y que, al rebasar el tope, se anulara su candidatura. Sin embargo, no tuvo éxito.

Tres años después, cuando García buscó la gubernatura de Nuevo León, Rodríguez aplicó la misma fórmula de 2018: usar sus redes sociales para explicar la campaña, grabarse en forma festiva en los actos proselitistas y hacer una sólida promoción de pequeños comerciantes. Esto último tuvo aún más auge en el contexto de la campaña a la gubernatura, pues, ante la pandemia, muchas mujeres —conocidas como “nenis”— se volvieron una fuerza de trabajo fundamental mediante la venta de productos en línea. No obstante, los meses previos a la campaña habían sido muy malos para la percepción pública de la pareja.

En la campaña al Senado en 2018 ya tenían un noviazgo que era retratado con frecuencia en las redes. Las stories que hablaban de maquillaje se intercalaban con fotos de ambos juntos en actos campaña e incluso con videos en los que ella misma explicaba las propuestas de García.

Por un lado, su boda, celebrada en secreto en marzo de 2020, en pleno confinamiento por el covid-19, fue vista con malos ojos por la opinión pública tras filtrarse al periódico Reforma unas fotos de la ceremonia. Al día siguiente, el gobernador respondió en su Instagram: “Por eso hoy no hubo invitados ni fiesta. Porque el país no está para pensar en eso y porque el amor no tiene que ver con eso”. Encima, al mes siguiente, Rodríguez anunció en un post que estaba embarazada, y en mayo publicó otro en el que varios pares de calcetines de bebé, chupones de colores y dos mamelucos, uno rosa y otro azul, lucían sobre una cama. “Sin saber cómo empezar, pero con mucho dolor y mucha tristeza, tengo que compartir con ustedes que mi bebé decidió no venir al mundo y quedarse con Dios”, escribió.

El año 2020 siguió siendo cuesta arriba para Rodríguez. En agosto se hizo viral una pelea en la que la pareja se encontraba cenando costillas barbecue en una transmisión en vivo desde la cuenta de Rodríguez, y García le pide que cambie la forma en que está sentada porque estaba “enseñando mucha pierna”, y le insiste: “Me casé contigo pa mí”. La reacción pública fue de rechazo por la actitud machista, y él tuvo que pedir una disculpa pública.

Samuel García y Mariana Rodríguez, un día después de las elecciones intermedias, durante una celebración en la Macroplaza de Monterrey, el 7 de junio de 2021. Reuters/Daniel Becerril

Aunque la imagen pública de la pareja se había deteriorado, un video de Rodríguez los puso de vuelta en tendencia. Era octubre de 2020 y Samuel hacía viajes al interior de Nuevo León con el pretexto de rendir cuentas como senador, pero también como forma de campaña hacia la gubernatura. Rodríguez lo graba para una historia en sus redes y, en el video, García enlista los pueblos que van a visitar: “Santiago, Allende, Montemorelos y cerramos en Terán, ¿cómo ves, bebecini?”, le dice a su esposa. Rodríguez voltea la cámara hacia sí y, cambiando de tema, solo con testa: “¿Quieren ver mis tenis?”. Y muestra unos tenis naranjas y resplandecientes: “¿Qué tal? Fosfo fosfo”. El video se convirtió en un meme porque era francamente gracioso ver que ni a Rodríguez le interesaba la política de García. “¿Quieren ver mis tenis?” se hizo viral en internet como una forma de cambiar de manera abrupta una conversación que aburre. Rodríguez comenzó a grabarse riendo de los memes que la gente hacía y capitalizó la penetración del “fosfo fosfo” como un símbolo no solo de la campaña de García, sino de todo MC.

—Cuando empezamos la campaña, […] le decían a Samuel “no la metas” —cuenta Rodríguez a la Chávez—. Y un día antes de la campaña yo le dije: “¿Qué hacemos?” […] y me dijo: “Sí quiero que vengas conmigo”. Nos fuimos a un crucero y recuerdo que nadie nos hacía caso ni bajaba el vidrio del carro: éramos Samuel y yo con una bocina cargada al hombro.

El “efecto Mariana” —como los medios titularon su presencia en campaña— dio frutos, y García ganó la elección del 6 de junio de 2021, con casi nueve puntos arriba del candidato del PRI, Adrián de la Garza.

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El video en el que Mariana pregunta a sus seguidores "¿Quieren ver mis tenis?", ignorando a su esposo, se volvió viral en internet y en un emblema del partido.[/caption]

Como ocurrió en la elección al Senado, los partidos que perdieron acudieron a las autoridades electorales para exigir que se sumara el apoyo de la influencer a García como un gasto de campaña. El Instituto Nacional Electoral valuó las 1 300 historias y 45 fotos de la pareja en un apoyo de 27.8 millones de pesos. “Una vez más la vieja política me denunció, esta vez para prohibirme hacer campaña con Samuel porque, según ellos, el apoyo a mi esposo tiene un precio y mi presencia se tiene que contabilizar como gasto de campaña”, escribió Rodríguez en su Instagram, en una publicación acompañada de un video que alcanzó 1.3 millones de reproducciones. Al final, el Tribunal Federal Electoral desechó la multa.

El “efecto Mariana” dio frutos, y García ganó la elección del 6 de junio de 2021, con casi nueve puntos arriba del candidato del PRI, Adrián de la Garza. Como ocurrió en la elección al Senado, los partidos que perdieron acudieron a las autoridades electorales para exigir que se sumara el apoyo de la influencer a García como un gasto de campaña.

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Una de las primeras acciones de Samuel García fue replantear la estructura del Ejecutivo estatal. Gracias a eso se crearon la Secretaría de las Mujeres o la de Participación Ciudadana, pero también una especialmente para su esposa: la oficina Amar a Nuevo León. En entrevista para el suplemento Vida, del periódico El Norte, Mariana Rodríguez explica que ella no será presidenta del DIF: “El ser presidenta honoraria del DIF es un puesto muy tradicional que se le designa a la esposa del gobernador, como para darle algo, y yo creo que tengo más capacidad y mucho más que dar que solo ser la presidenta del DIF”, declaró cuando García apenas estaba por tomar control del gobierno estatal.

Ese “mucho más que dar” se sintetizó en diez prioridades que ella misma compartió con el periódico y que tenían que ver con salud mental, migrantes, adopciones, pobreza en el Nuevo León rural, violencia obstétrica, maltrato animal, entre otras. Amar a Nuevo León se volvió una oficina transversal que podía hablar de tú a tú con prácticamente el resto de las secretarías, y además le permitía a Rodríguez operar con mucha libertad, pues no contaba con un presupuesto asignado y su rol era definido como el de funcionaria honoraria. De ese modo podía seguir, entre otras cosas, utilizando sus redes para sus negocios sin que estas fueran entendidas solo como un canal de comunicación social.

Su paso por Amar a Nuevo León tuvo, quizás, como logro más grande la renovación de las instalaciones del Centro DIF Capullos con un plan maestro que plantea una inversión de trescientos millones de pesos en tres etapas. En la primera, su trabajo consistió en demoler y reconstruir la mitad de las villas donde duermen los niños, porque el centro no había recibido mantenimiento adecuado en veinte años. Además, la visibilidad de Rodríguez en torno al DIF permitió que la gente más rica de la ciudad se preocupara por los pequeños sin padres ni hogar. Sin embargo, abrió discusiones que vale la pena analizar: si puede permitírsele a alguien en el gobierno exponer la privacidad de los niños al grabar sus rostros y contar la historia de sus familias o, el caso más polémico, la extracción de un menor de cinco meses de Capullos para que viviera un fin de semana con ella y con García. Rodríguez, como de costumbre, subió fotos con el niño y desató críticas de la sociedad civil. “Si mis formas no comulgan contigo, lo respeto y te invito a hacer las cosas como tú crees que deban ser, como sea, pero ayuda”, escribió en una historia para sus redes sociales e insistió en que contaba con los documentos que probaban que el egreso del niño había sido legal y apegado a protocolo. No obstante, la Comisión Estatal de Derechos Humanos revisó el caso y emitió una recomendación solicitando una reparación económica al menor por el daño causado.

Una simpatizante de Movimiento Ciudadano ondea una bandera en un acto de precampaña por la alcaldía de Monterrey.

El trabajo público de Rodríguez está marcado por esta mezcla entre los aciertos por su arrojo y los errores por su inexperiencia. Sin embargo, ¿hay algo más que explique su éxito? “Mariana era un personaje que cabalgaba entre lo ingenuo y lo maquiavélico. Además, creo que es verdad que a nosotros [en la capital] nos da mucha curiosidad porque es un arquetipo ultrarregiomontano y nos acerca a eso que no conocemos. A ver, la gente en la Ciudad de México no se arregla para ir al cine como hacen en Monterrey —dice entre risas Ana Sofía Rodríguez Everaert, historiadora y periodista que perfiló a Mariana para la revista Nexos en 2021—. En ese sentido, ella es un éxito narrativo”. Ese éxito no solo vive en Rodríguez, sino que se encuentra en ficciones como la de Cindy la Regia, una tira cómica que encarna el arquetipo de la joven de San Pedro y que, recientemente, fue adaptada en una serie de Netflix.

No obstante, hay una lectura de su éxito menos “romántica”, pero que es preciso colocar en la ecuación: hablar de Rodríguez beneficia a los medios de comunicación. “A mí me tocó como editor web ver la fascinación que producen personajes como Mariana Rodríguez, y para los medios cada vez es menos importante si un tema es noticioso o relevante, sino que están más orientados a que sus métricas suban”, dice César Cepeda, quien fue editor en uno de los primeros medios digitales del país, Reporte Índigo, y ahora además de periodista es, en cierto modo, un influencer en Twitter por sus coberturas de política local.

Lo dicho se sustenta en herramientas como Google Trends, que muestran que entre el 22 de octubre de 2023 y el 22 de enero de 2024 el interés promedio de búsqueda de Mariana Rodríguez es el doble que el que se tiene de Xóchitl Gálvez, candidata de la alianza PRI-PAN-PRD, pese a que la primera contiende por un puesto municipal y la segunda por la presidencia.

“Hay una tensión desmedida por parte de todos los portales de noticias por cubrir a personajes como Mariana, y eso hace que un tema ligado a ella lo vuelvan noticioso, aunque no lo sea necesariamente”, agrega Cepeda.

“Mariana era un personaje que cabalgaba entre lo ingenuo y lo maquiavélico. Además, creo que es verdad que a nosotros [en la capital] nos da mucha curiosidad porque es un arquetipo ultrarregiomontano y nos acerca a eso que no conocemos. A ver, la gente en la Ciudad de México no se arregla para ir al cine como hacen en Monterrey —dice entre risas Ana Sofía Rodríguez Everaert, historiadora y periodista que perfiló a Mariana para la revista Nexos—. En ese sentido, ella es un éxito narrativo”.

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En 1988, Teresa García de Madero fue la primera mujer en contender por el PAN a la alcaldía de Monterrey. Su campaña fue un mosaico de las trampas y agresiones con las que el PRI operaba en la ficcionada democracia de nuestro país: la cubrían poco en medios locales, y las coberturas resaltaban atributos superficiales, narrando lo que le hacía de cenar a su esposo; llegaron a apedrearla a ella y a sus simpatizantes, la seguían patrullas estatales a todos lados y, al final, pese a haber ganado por 1 080 votos, le robaron la elección y se desataron protestas. Ahora bien, García de Madero no es una mujer que entre en el arquetipo de la luchadora social, y constato esa obviedad al sentarme a hablar con ella en la hermosa biblioteca con techo a doble altura que tiene en su casa en el municipio de San Pedro. Tampoco es una política particularmente feminista ni mucho menos progresista, pero eso no evitó que, como diputada local, en 1985 se sentara con la bancada comunista y la independiente a escribir el primer boceto de reforma electoral para el estado de Nuevo León. Asimismo, es y fue cercana a otras mujeres clave en la democratización del estado, como María Elena Chapa, Lucilda Pérez Salazar o Liliana Flores Benavides. “Todas estábamos luchando por lo mismo, distintas ideas, si tú quieres, pero nos interesaba, y nos interesa todavía a las que seguimos con vida, lo que sucede en el país. Nuestra prioridad no son solamente los niños, sino todos los ciudadanos”, dice enérgica. Lo que revela su biografía y la de otras mujeres de su generación es que tenían una aspiración política clara desde el inicio, y quizás por eso atina a compartirme una duda que creo que es clave para terminar de entender a Mariana Rodríguez: ¿quiere ella entrar a la política o está entrando a la política porque quiere ayudar a Samuel García?

Una persona sostiene una pancarta de Samuel García, en noviembre de 2023, cuando se había hecho público que buscaría la presidencia de México, lo que provocó una fuerte crisis interna en Nuevo León. Reuters/Daniel Becerril

En diciembre de 2023, apenas unos días después de que García viera truncada su aspiración presidencial, Rodríguez anunció su intención de contender por la alcaldía de Monterrey en relevo de Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del candidato presidencial que fue asesinado en plena campaña en 1994. Pese a la carga histórica de Colosio Riojas dentro del mismo partido, MC, existe la idea, al menos entre ciudadanos de a pie y algunos consultores políticos, de que desistir de la reelección se debe a que Rodríguez podría tener un mejor desempeño en las elecciones que él. Es claro que Rodríguez es una influencer y política hábil, que entiende y amplifica su impacto al entablar contacto físico y comunicación directa con las personas a pie de calle. También es notoria su falta de experiencia en la función pública y el costo que acarrea su curva de aprendizaje, pero quizá la falta más notoria en torno a su nueva apuesta política sea que no sabemos por qué quiere ser alcaldesa de una ciudad como Monterrey ni para qué.

Cuando Ana Sofía Rodríguez Everaert habló con Rodríguez para hacerle un perfil, no había una ambición por construir una carrera política propia:

“A ella lo que le interesaba era acompañar a Samuel, hacer una labor de pedagogía política, traducirle a sus audiencias lo que hace el gobierno y hablar los temas que le han interesado desde el inicio, como los niños o los embarazos adolescentes, pero no una presencia política más allá de eso, aunque no sé si eso haya cambiado en tres años”.

Un año después de aquella conversación, no había tampoco indicios de un proyecto político. En abril de 2022, Rodríguez ofreció una entrevista a la revista Quién, en la que le preguntaron si buscaría un puesto de elección popular. “Ahora no. Creo que mi rol es bonito. Estoy haciendo lo más que puedo, aun sin recursos. Y creo que lo estoy haciendo bien. Quiero dejar un verdadero legado con programas que duren e impacten”, respondió, y añadió que le gustaría tener hijos durante la gestión de García porque “me gustaría ser una mamá muy presente, como lo fue la mía. Yo no soy la gobernadora, es Samuel”.

Tampoco es claro qué piensa Rodríguez en términos políticos. Sobre el feminismo, en varias entrevistas ha mostrado que le molestó que, en las protestas de 2022, las manifestantes feministas le gritaran: “¡Mariana no es aliada, es privilegiada!”. Por otro lado, cuando estaba cerca de los procesos de adopción en el Centro DIF Capullos, en la misma entrevista de Quién, el reportero le preguntó qué opinaba de la adopción homoparental y respondió: “No me toca definir a mí ese tema: es un tema legislativo. Yo busco gente que quiera dar amor, literal, porque a esos niños los va a cambiar el amor, así que bienvenidos todos”.

Aunque siga siendo una interrogante por qué y para qué quiere ser alcaldesa, es cierto que ya vendrá el momento en que la ley le permita mostrar un proyecto claro y detallado; falta ver si toma esa oportunidad. También es importante repetirlo: la carrera política de Rodríguez apenas comienza. Por su corta edad y sus posibilidades de ganar puede ser este el punto de partida de una carrera distinta para ella: en la que no tenga que “jugar” en torno a si usa o es usada por García, sino en la que su presencia política se juegue por sí sola.

Más sobre la edición impresa #228: «Desafiar los límites».

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