"Iowa tiene una habilidad extraordinaria para hacer historia", dijo Pete Buttigieg, exalcalde de South Bend, Indiana, frente a cientos de simpatizantes durante un mitin en la ciudad de Ankeny. Tres días después, el 3 de febrero, en ese mismo estado se llevaron a cabo las asambleas de partidos, conocidas como caucus, la primera y más visible prueba de apoyo a los aspirantes de de los partidos Demócrata y Republicano rumbo a la elección presidencial del próximo mes de noviembre.
El demócrata no se equivocaba. Iowa, un pequeño estado ubicado en el medio oeste de Estados Unidos, el cual cuenta con una abrumadora mayoría de población blanca y cuya actividad principal es la agricultura, es una de las piezas clave para entender los procesos electorales de ese país desde 1972. Aquel año se implementó por primera vez el sistema de elección de delegados y desde entonces, cada cuatro años se vive ahí la etapa primaria en la que ambos partidos deciden quién de sus aspirantes los representará en la carrera por la presidencia.
Del lado republicano, las cosas fueron sencillas. A través de una votación secreta, los electores de Iowa le dieron la victoria al presidente Donald Trump. En cuanto a los demócratas el proceso se complicó y los resultados no se dieron a conocer sino hasta cuatro días después. Fue así que, ignorando toda predicción y encuesta, con el 26.2% de los votos, Pete Buttigieg, de 38 años, se convirtió en el ganador del caucus de Iowa. El senador por Vermont, Bernie Sanders, quedó en un sorpresivo segundo lugar al obtener 26,1%.
La historia muestra que la decisión de este estado suele marcar el rumbo que seguirá el resto de la nación. Jimmy Carter comenzó la tradición en 1976 cuando pasó de ser un candidato relativamente desconocido a ganar Iowa, obtener la nominación del partido y posteriormente ganar la presidencia. Desde entonces la historia se repite y todo aquel que ha resultado ganador en ese estado, durante los siguientes meses se hace de la nominación demócrata.
El expresidente Barack Obama lo hizo en 2008 con el 37.6% de los votos y en 2012 con el 51.99%. Mientras que Hillary Clinton conquistó el 49,9% de los votos en 2016, dejando a Sanders también en segundo lugar. Sin embargo, lo de Buttigieg fue una noticia tan sorpresiva que incluso llevó al presidente del Comité Nacional Demócrata, Tom Pérez, a solicitar una revisión de los votos y el recuento de cada papeleta "para garantizar la precisión". Y es que hasta ahora, el joven aspirante se había mantenido detrás de Sanders, la senadora Elizabeth Warren y el ex vicepresidente Joe Biden.
Hasta hace un año, Pete Buttigieg era desconocido en el panorama de la política estadounidense a nivel nacional, pero de un momento a otro pasó a enfrentar a candidatos más experimentados y que lo duplican en edad. Se trata de uno de los líderes más jóvenes del partido y eso le ha permitido prometer un sano relevo generacional en la política de Estados Unidos. Su carisma ha logrado cooptar a una gran cantidad de seguidores, posicionándose incluso como uno de los recaudadores de fondos más sólidos dentro del partido demócrata.
Su carrera política empezó a llamar la atención en enero de 2012 cuando se convirtió en alcalde de South Bend en Indiana, donde trabajó por dos periodos, hasta el el 1 de enero de 2020. Previo a eso se licenció en Historia y Literatura en Harvard en 2004 y luego en Oxford con una beca Rhodes. Además sirvió como oficial de inteligencia en la Reserva de la Marina en la guerra de Afganistán, una experiencia que suele ganar puntos en un electorado como el estadounidense. Por otro lado, aunque no se trata del candidato más experimentado, se ha presentado como uno con ideología de izquierda y ha hecho todo lo posible por diferenciar su plataforma de la de Sanders y Warren.
Para hacer frente a Donald Trump, los demócratas buscan un un líder que inteligente y ecuánime. Los estadounidenses afines al partido buscan un presidente que pueda representar a grupos subrepresentados y con Pete Buttigieg, al menos en apariencia, pare satisfacer esas demandas. El exalcalde es un liberal que logra ser percibido como moderado. Está casado desde 2018 con Chasten Glezman, un hombre a quien conoció en 2015 en una aplicación de citas y quien hasta ahora se presenta como su más grande apoyo. Su matrimonio también ha propiciado una imagen nueva en la política del país.
"Definitivamente soy el único veterano estadounidense de izquierda, episcopal y gay, pero creo que el perfil es sólo un primer vistazo", dijo Buttigieg en una entrevista para The New York Times.