Mezcal Unión: Jugo de la tierra
Mezcal Unión contribuye a preservar el oficio artesanal detrás de esta bebida y a mejorar la calidad de vida de quienes participan en su elaboración.
Alejandro Champion llegó a la Ciudad de México hace ocho años. A pesar de ser arquitecto de formación, había hecho una carrera en torno al marketing y la publicidad. Un día, José Islas, Antonio Viches y José Bezaury lo invitaron a sumarse a un nuevo proyecto bajo el sello de Archipiélago. Esta vez se trataba de una marca de mezcal. Sin pensarlo demasiado, Champion renunció a su trabajo y ha dedicado los últimos años de su vida a Mezcal Unión.
“Decidí renunciar porque quería sumarme a proyectos que representaran a México e hicieran una diferencia. Había que construir una marca que, más allá de ser un negocio, se tratara de generar progreso y trascender”, dijo.
Inició entonces el proceso de investigación por la sierra de Oaxaca. El reto era, primero, comprender el contexto en el que se produce mezcal en México. Visitaron distintos pueblos como Ejutla, San Baltazar Chichicapam y Santana del Río. A lo largo del recorrido, Champion y sus socios le preguntaban a las familias productoras cuáles eran sus mayores necesidades para que, partiendo de ellas, pensaran en un plan de trabajo que contribuyera al crecimiento de estas comunidades. “Pero nos empezamos a sentir muy frustrados porque nos dimos cuenta de que les hacía falta todo”, recuerda. “Lamentablemente las comunidades indígenas son las más ricas en cultura y las más pobres del país, abandonadas por el gobierno y por el resto de los mexicanos.”
Tras muchas conversaciones, encontraron a un maestro mezcalero que les dio la clave que se convertiría en la identidad de su marca. “Nos hizo entender que lo que más les hacía falta para progresar era la unión. Nos explicó que las familias trabajaban individualmente y que no estaban acostumbradas a hacerlo en equipo. Nos hizo ver que si lográbamos unirlas, íbamos a contribuir a preservar el oficio artesanal y a mejorar su calidad de vida”, dice Champion.
Hoy son una cooperativa de alrededor de 40 familias, trabajan con siete destilerías y le compran agave a veinte ranchos, todo bajo las reglas del comercio justo. Mezcal Unión, que comenzó distribuyéndose en las colonias Roma y Condesa, hoy se vende en siete ciudades de Estados Unidos, París, tres provincias de Canadá y 16 ciudades de México. Además, tienen planes de extenderse rumbo a Londres, Berlín y Sudamérica.
Unión tiene dos expresiones, el Joven, un ensamble de agave Espadín y Cirial, que es un mezcal dulce, afrutado, herbal, terrenal y ligeramente ahumado. Su sabor es suave, pero con carácter 100% artesanal. El Viejo, es un ensamble de agave Espadín y Tobalá, con sabores a mantequilla, mango, canela y menta, con una mayor graduación alcohólica y tintes ahumados con aromas de la tierra, las piedras y el fuego que están detrás de su proceso. El Viejo, ha ganado la medalla de oro dos años consecutivos en la San Francisco World Spirits Competition, y está vinculado a un proceso de reforestación de agaves silvestres, para regresarle a la tierra algo de lo que nos brinda.
“Cuando tomas un mezcal artesanal estás probando el jugo de nuestra tierra. Los agaves son plantas que, como esponjas, absorben el terruño de donde vienen: el clima, el sol, la lluvia, la humedad, los minerales, la tierra, la vegetación, la flora, etc. Si tú quieres probar México, tienes que tomar mezcal”, concluye.
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