Nadie olvida a Charlie Parker
La leyenda del jazz cumpliría hoy 98 años y su sax suena más fuerte nunca.
Julio Cortázar escribió en 1967 “El perseguidor“, uno de sus más célebres cuentos, inspirado en la desesperada figura del saxofonista Charlie Parker. El músico es considerado por muchos críticos como el jazzista más importante del siglo XX. En una de las líneas de este cuento, Cortázar lo describe como: “un pobre diablo enfermo y vicioso y sin voluntad y lleno de poesía y de talento”. Así era Charlie Parker.
El saxofón, objeto de su mayor virtuosismo, sonaba a poesía cuando lo tomaba en sus manos. Su más grande desgracia fue encontrarse con la heroína y el alcohol, que lo hundieron en un laberinto que acabó con su vida a los 34 años de edad. Muchos dicen que el apodo de Birdie se lo ganó por su talento natural para tocar el sax. Parecía hacerlo sin ningún esfuerzo, como si hubiera nacido con él; como un pájaro que solamente necesita llenar sus pulmones de aire para cantar en lo más alto sin fallar una sola nota. Otros dicen que el apodo le vino por su amor al pollo frito. La primera se apega más a la leyenda de un hombre que marcó la historia de la música.
Charlie Parker nació en Kansas al sur de Estados Unidos —el 29 de agosto de 1920— donde nacieron también Count Basie y Lester Young, dos de sus primeras influencias musicales. En esa misma ciudad y a los 16 años, se caso con Rebecca Ruffin, que era cuatro años mayor que él, y tuvieron un hijo.
Durante esos años se ganó la vida con el mismo saxofón que le regaló su madre Addie Parker, y que aprendió a tocar de manera autodidacta practicando hasta 15 horas diarias. Así conquistó los cabarets y clubes nocturnos de Kansas. Cuándo se dio cuenta que no había más que conquistar en esa ciudad, se traslado a Chicago y más tarde a Nueva York, donde empezó a labrar su nombre como un ícono de la música a lado de otros jazzistas, entre ellos Art Tatum.
Mientras lavaba platos en Harlem, al norte de Manhattan, tocó con las grandes bandas que dominaron el paisaje musical durante la Segunda Guerra Mundial. Eran épocas de swing, un género aprendido, apropiado y transformado por Parker. La crítica no tardó en llamar be-bop a este tipo de jazz que tenía a la improvisación y el ritmo frenético como elementos sustanciales.
En 1942 se divorció y volvió a casarse, ahora con una mujer llamada Geraldine Scott. Sus biógrafos cuentan que pasó una buena parte de su vida a bordo de los icónicos taxis amarillos de Nueva York, que usaba como oficina y, a veces, como hotel. Durante esos años, además de continuar con su adicción a la heroína, se volvió adicto a la comida, y podía consumir más de veinte hamburguesas al día. El alcohol lo acompañaba siempre mientras tocaba en centros nocturnos, al igual que sus muchas amantes. Charlie Parker también era adicto al sexo. Antes de James Dean, Birdie forjó en genio y figura la filosofía del “life fast, die young”.
Ese ritmo de vida lo llevó al psiquiátrico en Los Ángeles, donde fue internado en 1947. Mientras su carrera se balanceaba entre las adicciones y los problemas maritales, los albums que grabó con las disqueras Savoy, Verve y Dial, se vendían como pan caliente en ambas costas del Atlántico. Las cifras de sus ventas parecen pequeñas comparadas con las que logró Dinah Shore y Nat King Cole ese año; pero en el jazz los acetatos se imprimen en cantidades reducidas, y es por eso algunas grabaciones originales se convierten con el tiempo en tesoros de coleccionistas y aficionados.
Relativamente rehabilitado, Birdie volvió a Nueva York a finales del 1947, donde se encontró con el rechazo de la comunidad musical local. Decidió partir a Los Ángeles a lado de Dizzy Gillespie, con quien emprendió una gira por Europa, que no hizo más que alimentar su éxito. Su nombre se volvió sinónimo de jazz con Ornithology, y su prodigiosa progresión de acordes. Esta canción le valió a Parker la entrada al salón de la fama en los Grammys de 1989. Años más tarde, John Coltrane imitaría esa forma de tocar.
En 1948 Parker volvió a las adicciones, sufrió un derrame cerebral, se divorcio de nuevo y se casó una vez más. Parker marcó para siempre año con algunas de sus grabaciones más importantes, entre ellas el disco firmado por OJC América que se tituló, nada más y nada menos: El mejor concierto de jazz jamás grabado (The Greatest Jazz Concert Ever).
Durante esos años nadie logró quitarle el trono a Birdie, quien logró rehacer y mantener una banda con otros grandes del género como Miles Davis, Charles Mingus y Bud Powell, quien aseguró que la versión de Lover Man que hizo con Parker fue una de las mejores grabaciones de su vida.
A pesar de ser una leyenda en vida, los problemas económicos y familiares lo siguieron siempre. En 1954 su hija murió por una neumonía mal atendida, y esto lo sumió en una depresión que lo llevó a un intento de suicidio. Durante sus últimos años Charlie Parker se casó una última vez y tuvo dos hijos más.
El ícono del jazz murió de la forma menos esperada. Según el relato de amigos y de su biógrafa Whitney Balliett, tras beber un vaso de agua fría en un bar, Parker comenzó a vomitar sangre. El informe médico atribuyó el episodio a una úlcera gástrica. Sus amigos, preocupados, intentaron llevarlo al hospital, pero él se negó. Lo llevaron a su departamento donde dos días más tarde y visiblemente más estable, cayó fulminado en una silla tras el ataque de risa que le provocó un programa de televisión.
Charlie Parker murió así, a los 34 años —el 12 de marzo de 1955— entre la risa, la úlcera, una neumonía y un fallo cardiaco.
En 1988 Clint Eastwood filmó una película biográfica de Charlie Parker llamada Bird, con Forrest Whitaker en el papel principal. Recientemente, en la película Whiplash, dirigida por Damien Chazelle es nombrado varias veces como evidencia de que los genios no nacen, se hacen. No importa cuanto tiempo pase, la lista de reverencias en el cine, la música, la cultura y la historia, a Parker, no se le acabaran nunca.
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