El dolor de la búsqueda y la necesidad de defensa
En Guerrero, el documentalista francés Ludovic Bonleux retrata tres historias de acción social ante la impunidad que se vive en el país.
La mañana inicia en el municipio de Huitzuco de los Figueroa, una de las 81 entidades que conforman el estado de Guerrero, en el suroeste de México. De una de sus casas sale todas las mañanas Mario, equipado solo con una mochila que cuelga en su espalda y un par de botas desgastadas. El hombre, junto con un notable número de personas que conforman la Brigada Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas, dedicarán el día a escarbar en presuntas fosas comunes de la sierra guerrerense para encontrar a sus familiares desaparecidos.
La labor de Mario, líder y fundador del colectivo Los otros desaparecidos de Iguala, inició en el verano de 2012 tras la desaparición de su hermano Tomás, de 41 años. Desde entonces, su familia ha hecho todo lo posible por encontrarlo con vida o al menos recuperar sus restos. “Salgo todos los días con la esperanza de que no encuentre a mi hermano en una fosa clandestina y él regrese algún día caminando a casa, pero lo que está pasando en México da miedo”, cuenta Mario durante la presentación del documental Guerrero, donde su historia es uno de los ejes narrativos que conforman un testimonio de acciones sociales emprendidas frente a la impunidad que impera en el país.
Vale la pena recordar que, según el Índice Global de Impunidad México 2018, el 99.3% de los delitos realizados en el territorio nacional permanecen sin castigo.
En el largometraje el director francés Ludovic Bonleux, sigue el trabajo de tres grupos de activistas específicos que operan en las zonas rurales de la zona de Guerrero. Además de Mario, el realizador francés también resalta el trabajo de Coni López, integrante la policía comunitaria Frente Unido para la Seguridad y el Desarrollo del Estado de Guerrero (FUSDEG) y las acciones de resistencia emprendidas por la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG), representadas por el maestro normalista Juan López.
“Decidí filmar a los activistas que luchaban contra la impunidad. Me interesaba más registrar sus dudas –si se tienen que sacrificar por la causa o no- que sus certezas”, explica el realizador europeo en un comunicado de prensa, “A lo largo de estos años he conocido a numerosos activistas, y muchos de ellos están desaparecidos, en la cárcel o muertos. Guerrero es un homenaje a todos ellos”.
Tomando como punto arranque la desaparición de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, Bonleux presenta cómo la sociedad civil se organiza y responde ante la incapacidad del Estado mexicano por garantizar seguridad y justicia a sus gobernados. Durante los 114 minutos que conforman el documental, la cámara del cineasta galo establecido en Guerrero desde 2002 captura momentos que se han convertido en cotidianos durante los últimos años para la población mexicana: los constantes enfrentamientos con las autoridades, el debate público para buscar acciones de resistencia y defensa que beneficien a la comunidad -quizá mejor ejemplificado con la policía comunitaria de Chilpancingo que en el caso de los normalistas de Tlapa-, la amenaza asfixiante del crimen organizado y el descubrimiento de cuerpos mutilados y abandonados a la mitad de la sierra.
Con el conocimiento que solo puede dar años de seguir y documentar las injusticias y violaciones a los derechos humanos en el estado de Guerrero, uno de los estados del país con mayor desigualdad e índices de violencia, el documentalista se mantiene en una línea narrativa que el cine mexicano ha explorado en últimas fechas. Al igual que Tatiana Huezo en Tempestad o Everardo González en La libertad del diablo, Ludovic Bonleaux se aleja del morbo y presenta un testimonio fílmico que, por un lado, da voz a las víctimas de la situación del país y, por otro, muestra los sacrificios que implican sus respectivas luchas.
“Guerrero recupera la narrativa de quienes son, en el México de hoy, los héroes cívicos, quienes no se han resignado al fatalismo, quienes no han caído en el cinismo y por el contrario, imbuidos en una gran capacidad de indignarse están tomando medidas y acciones”, declara Alan García, coordinador de la Unidad Legal y de Análisis de la Oficina en México del Alto Comisionado de la ONU, quien además destaca el uso del documental como una plataforma para transmitir realidades y llegar a otras audiencias,
Al respecto, Bonleux reconoce que el género puede ayudar a la creación de un expediente en la memoria de quienes desconocen la situación que atraviesa el país; “Mucha gente no quiere ver lo que está pasando con los desaparecidos… Los documentales nos permiten viajar en el espacio y tiempo, y ese registro nos ayuda a hacer memoria. Creo mucho en esa función del cine documental”, concluye.
También podría interesarte:
[VIDEO] Rumbo a la elección 2018: Desaparición forzada
Everardo González retrata al diablo del narcotráfico en México
Recomendaciones Gatopardo
Más historias que podrían interesarte.