Fahrenheit 451: Ciencia ficción inteligente
Michael B. Jordan protagoniza la más reciente adaptación del clásico de Ray Bradbury “Fahrenheit 451”, producida por HBO.
Los ojos de Guy Montag son dos brasas ardiendo. Su mirada refleja la profunda convicción de que ha tomado todas las decisiones correctas hasta ese momento. Entonces la mujer frente a él se prende fuego a sí misma y rompe el suelo sobre el que se sostiene el mundo de Montag. La supuesta criminal da la vida por los precisos objetos que el joven bombero ha dedicado la suya a calcinar: libros. Se trata de una escena de Fahrenheit 451, la más reciente adaptación de la novela escrita en 1953 por Ray Bradbury. En manos del cineasta estadounidense Ramin Bahrani (99 Homes), está película es una advertencia cautelar sobre un futuro cada día más probable.
Fahrenheit 451 está situada en Cleveland, Ohio. Bajo el lema “Quemen por América otra vez” (“Burn for America again”), los escuadrones de bomberos se han convertido en guardianes de la paz: su trabajo no es extinguir fuegos, sino iniciarlos. El comandante Beatty y su mano derecha, el bombero Montag –una celebridad local cuyos números en redes sociales están por las nubes–, dedican su vida a destruir libros, artículos prohibidos que dañan a la sociedad. Sin embargo, un encuentro con una mujer que se inmola por su enorme biblioteca clandestina sacude la moral de Montag, quien comienza a dudar de su rol en esta sociedad. Con ayuda de la informante Clarisse McClellan –quien carga con la culpa de entregar a algunos rebeldes conocidos como “anguilas”–, Montag se involucra con la resistencia y pone en riesgo su vida y su relación filial con el comandante Beatty.
Los 100 minutos de duración de la cinta impiden un desarrollo más profundo de las motivaciones de sus protagonistas. Sin embargo, los dilemas internos de sus tres personajes principales mantienen el interés de la audiencia en una historia que abiertamente solicita su participación intelectual. Liderado por Michael B. Jordan (Creed) como Montag; Michael Shannon (La forma del agua) como el comandante Beatty; y Sofia Boutella (La momia) como Clarisse McClellan, el elenco de Fahrenheit 451 es una de sus mayores fortalezas.
Ramin Bahrani adaptó personalmente este guión junto con el cineasta iraní Amir Naderi. Su versión de Fahrenheit 451 actualiza una historia futurista para un presente que está cada día menos lejos de las terribles posibilidades que plantea la novela original. Ningún gobierno construyó este mundo ignorante, donde quedan apenas un puñado de idiomas y donde la lectura es básicamente un delito federal. La humanidad puso la primera piedra al solicitar sus contenidos de consumo simplificados hasta el mínimo esfuerzo.
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“Empecé a escribir el guión en 2016, sin pensar que el mundo se pondría al corriente con esta historia”, cuenta en entrevista con Gatopardo Ramin Bahrani. “Al día siguiente de la elección presidencial en Estados Unidos, me llamaron de HBO para decirme que venían tiempos oscuros… No hubo cambios grandes en el guión, pero todo lo que antes estaba oculto ahora está vulgarmente presente. Ahora vemos la estupidez todos los días”.
Es una sociedad en la que hacer preguntas es impensable, en la que los niños en edad escolar celebran las quemas de libros como victorias deportivas. La privacidad no existe pues la interconexión en “el 9” –internet– es 24 horas al día y Yuxie, la asistente virtual de casa, siempre está escuchando. “Creo que es importante pensar en el valor del conocimiento y lo que hacemos con él,” reflexiona en entrevista con Gatopardo Michael Shannon. “A veces pienso que muchas personas llegan a tener el conocimiento pero no saben qué hacer con él. Se enteran de cosas que los alteran pero no pueden hacer nada por resolverlas. De ahí que quizá se piense si la ignorancia es una bendición. Para mí eso siempre ha sido un cuestionamiento más que una sentencia: ¿es la ignorancia una bendición?”
La estética tecnológica de este universo se apoya en emojis, en el equivalente ficticio de las estrellas de YouTube; no hay autos voladores pero sí pantallas etéreas que ocupan cada espacio habitacional y que se despliegan inevitables en los muros de los edificios. La rebelión usa servidores clandestinos y ciencias genómicas, pero también mantienen una conexión directa con la naturaleza y, desde luego, con la sensación táctil de un libro de papel.
“Decidimos hacer que no fuera tan futurista, queríamos que se viera y sintiera como si fueran los dos miles,” cuenta en entrevista Michael B. Jordan, quien además de protagonizar Fahrenheit 451, funge como productor ejecutivo. “Es un mañana alternativo. Desde luego los carros son modernos, pero sin llegar al auto que se maneja solo”. A lo que Bahrani agrega: “Quería que la película fuera sobre mis actores, que pudieras enfocarte en ellos y no en un sueño tecnologizado. Queríamos que pensaras ‘eso podría ser hoy y pero un poquito diferente y extraño’. Por eso las calles están vacías, todos están en sus casas mirando una pantalla”.
El corazón detrás de Fahrenheit 451 es su verdadera fuerza: Ramin Bahrani y su equipo sienten la responsabilidad social de recordarle al mundo que hace menos de un siglo, la humanidad temía la posibilidad de vivir bajo el yugo de la ignorancia. En un presente donde los adultos se angustian más que los niños ante el destino de un puñado de superhéroes de cómic, hace falta continuar con la tanda de películas de ciencia ficción que plantean preguntas más pertinentes y actuales que el destino de las gemas infinitas. En resonancia con títulos como Interstellar (Nolan, 2015), Arrival (Villeneuve 2016), Black Mirror (2011) y Mr. Robot (Esmail, 2015), Fahrenheit 451, es una loza significativa en el camino hacia una ciencia ficción cinematográfica más inteligente.
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