Recordamos las mejores películas del cineasta estadounidense a 94 años de su nacimiento.
El humor siempre fue el arma con el que el cineasta estadounidense Robert Altman luchó contra el mundo que le tocó retratar. Su estilo subversivo, característico de una figura anti-Hollywood, hizo que pudiera tocar con facilidad temas tan ríspidos como la guerra y la política a lo largo de su portentosa carrera.
Sin embargo, la visión fresca de Altman no llegó al cine de los años setenta y ochenta de manera espontánea. Su estilo, abierto y aguerrido, es resultado de muchas historias que el director vivió de primera mano.
Altman, nacido el 20 de febrero de 1925 en Kansas City, Missouri, inició su formación en escuelas católicas del sur de los Estados Unidos. El futuro cineasta, hijo de una descendiente de los primeros pobladores europeos en América y un vendedor de seguros, se alejó de la religión en 1943, tras entrar a la Academia Militar Wentworth, en Lexington, Missouri.
Ese mismo año, Altman se enlistó en las Fuerza Aérea estadounidense para combatir durante la Segunda Guerra Mundial, donde se mantuvo hasta 1946. A su regreso a los Estados Unidos, se mudó a California para laborar en trabajos creativos; comenzó a escribir e incluso entró a una agencia de publicidad, conocida en el medio por haber inventado una máquina que permitía identificar a perros perdidos.
En 1948 vendió su primer guión, Bodyguard, a la compañía RKO, responsable de filmes como El ciudadano Kane (Citizen Kane), de Orson Welles. La facilidad con la que había vendido su primer argumento lo motivó a mudarse a Nueva York, donde vivió por un año. De vuelta en Kansas City, Robert Altman aceptó un trabajo para dirigir documentales y trabajos por encargo para la compañía Calvin. Así se mantuvo por dos décadas, trabajando en capítulos de series como Alfred Hitchcock Presenta, Bonanza y Maverick, además se involucró en el mundo del documental con The Delinquents, sobre el mundo de la delincuencia juvenil en su estado natal y The James Dean Story, un repaso por la vida del joven actor James Dean.
En 1969, Aspen Productions, una pequeña compañía contactó a Altman para dirigir una adaptación de la novela M.A.S.H., escrita por Richard Hooker. El resto es historia. Desde 1970 y hasta su muerte en 2006, Robert Altman se mantuvo como uno de los realizadores estadounidenses más importantes de la escena cinematográfica.
Recordamos cinco películas indispensables para conocer su trayectoria en el que hubiera sido su cumpleaños 94.
M.A.S.H.
El primer gran acercamiento de Robert Altman con el cine se dio en un contexto donde el conocimiento y las vivencias del cineasta podían jugar a su favor. En 1969, 20th Century Fox anunció que el entones desconocido cineasta sería el encargado de dirigir una adaptación cinematográfica a la famosa novela M.A.S.H.
En la cinta, estrenada en el Festival de Cine de Cannes de 1970, Altman contaba la historia de dos cirujanos del ejército que eran enviados a una unidad móvil estadounidense durante la Guerra de Corea. En un ambiente complicado, el equipo de doctores, junto a sus enfermeras, comienzan a sobrevivir la desolación con bromas e ironía.
La cinta, protagonizada por Donald Sutherland y Elliott Gould fue nominada a cinco premios Oscar, seis Globos de Oro y 5 premios BAFTA. Además ganó el Gran Premio del Festival de Cine de Cannes (posteriormente conocido como la Palma de Oro) y se convirtió en un referente para hablar sobre cómo funcionan los elementos del ejército en combate. Dos años después, en 1972, la película fue llevada a la televisión en una exitosa serie que duró once años al aire. Altman había creado un clásico, ahora era cuestión de demostrar que podía sostener una carrera en el cine.
Ladrones como nosotros
La siguiente película de Altman recibiría especial atención dado el éxito de su ópera prima y se podría decir que las expectativas se cumplieron con el western Los vividores (McCabe y Mrs. Miller), protagonizada por Warren Beatty y Julie Christie. Al western musicalizado por Leonard Cohen le siguieron Imágenes (Images), de 1972; Un largo adiós (The Long Goodbye), de 1973 y California Split, de 1974.
Ese mismo año, el cineasta presentó otra película que recibió especial atención por parte de la crítica, Ladrones como nosotros (Thieves Like Us), un drama basado en la novela homónima de Edward Anderson.
En la película, protagonizada por Keith Carradine, Shelley Duvall y Louise Fletcher, se contaba la historia de dos hombres que se escapan de una prisión de Mississipi solo para regresar a hacer lo único que saben hacer: robar bancos. Sin embargo, para lograr ese propósito tendrán que buscar un socio que les ayude.
La cinta estrenó en el Festival de Cannes de 1974 y fue seleccionada por el National Board of Review como una de las diez mejores películas de ese año. Además, demostró que Altman no temía acercarse al romance, el drama y la comedia de manera controlada, algo que llevaría a la práctica de manera más visible en su siguiente proyecto.
Nashville
En 1975, Altman sorprendió a propios y extraños con un musical que abordaba a la sociedad sureña de los Estados Unidos. Con Nashville, el cineasta elevó sus pretensiones y sumó a un interesante elenco, que incluía a Ronee Blakley, Geraldine Chaplin, Barbara Harris, Keith Carradine, Ned Beatty y Lily Tomlin, a una sátira americana a ritmo se música country.
Se dice que el cineasta aceptó esta idea, basada en un guión de Joan Tewkesbury, gracias a su acercamiento con el género musical en su infancia, pues el country siempre figuró como el soundtrack de su paso por la niñez y la escuela militar.
Nashville ganó el Oscar a Mejor canción, el Globo de Oro a Mejor canción original y el BAFTA a Mejor música, además de otros quince premios importantes. Altman se consolidaba en un momento de gracia.
El ejecutivo
Tras el éxito de Nashville, Altman arrancó una temporada en la que sus proyectos, en donde jugaba con diferentes géneros, siempre llamaban la atención del público, incluyendo el drama 3 mujeres (Three Women), de 1977; la película de ciencia ficción Quinteto (Quintet), de 1979; la cinta bélica Atrapados (Streamers), de 1983; y la comedia Más allá de la terapia (Beyond Therapy), de 1986.
Sin embargo, pocos obtuvieron la atención que tuvo El ejecutivo (The Player), comedia de 1992 en la que Altman una vez más ocupaba su habilidad cómica para retratar a una de las industrias más poderosas de los Estados Unidos, en este caso la del cine.
La película, basada en la novela de Michael Tolkin, cuenta la historia de Griffin Mill (interpretado por Tim Robbins), un productor de Hollywood que comienza a ser amenazado por un guionista al que rechazó anteriormente. Ante la posibilidad de ver terminada su carrera, Mill decide matar al escritor. Cuando el estudio se entera de la falta del productor, deciden hacer todo lo posible, y jugar todas sus cartas, para evitar caer en más problemas legales y económicos.
The Player, donde figuraban más de una veintena de actores conocidos, incluyendo una joven Julia Roberts, un apuesto Bruce Willis y una consolidada Cher, le dio a Altman su tercera nominación al Oscar como Mejor Director y el BAFTA de la Academia Británica en la categoría. Por si fuera poco, inició otra época en la que Altman pudo lucirse tras la cámara, con proyectos como Vidas cruzadas (Short curts), de 1993; Caprichos de la moda (Pret a Porter), de 1994 y Kansas City, de 1996.
Muerte a la media noche
El último gran proyecto de Altman llegaría con el primer año del nuevo milenio: el elegante thriller Muerte a la media noche (Gosford Park).
En la película, escrita por Julian Fellowes y protagonizada por Kelly McDonald y Emily Watson, se sigue la historia de una pareja de aristócratas ingleses de los años treinta que invitan a sus familiares y amigos a una partida de caza. Cuando todos los invitados están sentados en la mesa, se desvela una verdad que habían decidido ocultar: todos, incluyendo a sus asistentes, son desagradables seres humanos.
La película, también protagonizada por Maggie Smith, Clive Owen, Ryan Phillippe, Michael Gambon, Kristin Scott Thomas, Richard E. Grant, Helen Mirren, Tom Hollander, Stephen Fry y Jeremy Northam, fue condecorada a lo largo del mundo por la crítica y los espectadores. Recibió siete nominaciones al Oscar, 5 a los Globos de Oro y 9 a los BAFTA.
Ese sería el último gran proyecto que Robert Altman, un hombre que jamás se detuvo ante los intereses de nadie, o Cinco años y dos películas después, el cineasta estadounidense abandonaría este mundo, llevándose consigo un estilo irreverente que aún falta en nuestros días.
***
Más en Gatopardo:
Cinco películas para conocer a Costa-Gavras
Recomendaciones Gatopardo
Más historias que podrían interesarte.