A pesar de haber sido declarada Área Natural Protegida hace algunas décadas, la Sierra de Guadalupe enfrenta varias amenazas como la construcción de asentamientos irregulares y la introducción de flora exótica. Ante el abandono por parte de las autoridades estatales, esta cadena montañosa ubicada en el centro de México es cuidada por los habitantes organizados de los municipios que la rodean.
El objetivo de esta investigación es analizar el ADN de nueve especies que viven en torno al estrecho de Magallanes, para determinar de qué forma están respondiendo a los efectos del cambio climático.
Si hay algo que, sobre todas las cosas, debería ser considerado un asunto de seguridad nacional, es la protección al medio ambiente y los recursos naturales, pero el gobierno opera la inversa.
El “programa milagro” del gobierno mexicano para apoyar el campo ha devastado miles de hectáreas de bosque y selva y avanza gastando millones de pesos sin ofrecer un futuro viable a la población campesina más pobre. Como toda burbuja, corre el riesgo de romperse al final del sexenio. En Chiapas, uno de los estados a los que se han destinado más recursos del programa, la gente está sembrando en la Reserva de la Biósfera Montes Azules sin que nada frene la devastación.
No sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas en este país pierdan sus hábitats.
La defensa de la tierra y la naturaleza en contra del colonialismo, el despojo y el capitalismo, es cuestión de vida o muerte para quienes la asumen.
El trabajo que un grupo de científicos y miembros de la comunidad de Cuatro Ciénegas hicieron durante 20 años para revivir un río, sufrió hace unos días un golpe certero. Ante la omisión de las autoridades hoy el río está muerto otra vez.
Este año el Día de la Tierra cumplió su 51º aniversario. En estas cinco décadas la conciencia ecológica sí ha aumentado, pero la avaricia sigue siendo mayor y esa ecuación debe de cambiar. Para lograrlo, hay que revisar la historia.
Imaginar hoy un turismo comunitario resulta disruptivo porque, hasta ahora, siempre ha sido una industria depredadora de ecosistemas, de identidades socioculturales y recursos naturales. Sin embargo, hay proyectos que se están encaminando hacia la reciprocidad, sobre todo con las riquezas que el planeta ofrece.
Nuestro equipo lleva muchos años tratando de cancelar el canal de Saca Salada, aquel que extrae 1600 litros de agua por segundo de Cuatro Ciénegas, el humedal más biodiverso del mundo. Esta es la segunda parte de esa historia.
Lo que sucedió en la presa Madín es un caso de éxito. En plena era de recortes presupuestales y de explotación de las áreas naturales, un grupo de no más de veinte personas logró que un enorme cuerpo de agua profundamente contaminado comenzara a recuperarse.
Tras muchas publicaciones, decenas de tesis y veinte años de trabajo, seguimos descubriendo miles de especies nuevas en Cuatro Ciénegas. Pero sin duda, lo más difícil de todo este proceso ha sido trabajar incansablemente para su conservación.
Ante la indiferencia de quienes lo niegan, la crisis más urgente del siglo XXI no va a darnos tregua. Para entenderla, reunimos algunos libros sobre el cambio climático —novelas, crónicas y ensayos— que explican y analizan el fenómeno con la esperanza de estar a tiempo de frenarlo.
El Tren Maya no es un proyecto social, sino uno donde el gran capital acecha la naturaleza y el tejido social y cultural de la región. Se trata de un proyecto de cepa neoliberal que va a despojar a los dueños de la tierra a cambio de un salario miserable y condiciones laborales precarias.
La actividad minera destruye anualmente las fuentes de agua que podrían abastecer a 12 millones de personas, además de contaminar el suelo y el subsuelo. Por si fuera poco, sus concesionarios, muchos de ellos extranjeros, no pagan impuestos por esta explotación.
Parte de uno los ecosistemas naturales más importantes de la Ciudad de México, el humedal de Xochimilco, está siendo destruida para hacer otro puente vehicular. El proyecto podría acabar con más de 200 hectáreas de áreas naturales y miles de seres vivos.
Los tiburones llevan nadando en los océanos aproximadamente 400 millones de años y están entre los pocos animales que han sobrevivido extinciones masivas. Sin embargo, los seres humanos les hemos puesto los retos más duros de su existencia.
Cuando nos dicen que el turismo es el motor de la economía y que urge reactivarlo, hay que preguntarnos, ¿de la economía de quién? y ¿de qué tamaño es la huella social, económica y medioambiental que dejamos cada vez que viajamos?
El crecimiento desmedido de la humanidad, los patrones de consumo insostenibles y la quema de hidrocarburos están llevando al planeta a un territorio desconocido. Gerardo Ceballos, uno de los biólogos más importantes del país, explica que la sexta extinción masiva está en manos de los humanos.
Las áreas verdes y la reforestación no son solo un atractivo visual dentro de las ciudades, sino claves esenciales para el bienestar ecológico, social y económico de sus habitantes.
Ese eco de los ambientalistas (ahora neoliberales de derecha) que gritan “¡No, No No!”, ha sido ensordecido con una estocada doble al enterrar la capacidad crítica y de operación a la CONANP y la CONABIO, ante el beneplácito del secretario de Medio Ambiente, este ecólogo que ve con entusiasmo la destrucción de lo que prometió defender.
La decisión del gobierno federal de recortar el 75% del presupuesto destinado a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, inhabilita la titánica labor de los profesionales comprometidos a cuidar los tesoros más importantes de la nación, dejándolos expuestos a la explotación.
Un proyecto dirigido por la SEMARNAT que busca promover la agroecología, el trabajo comunitario y el florecimiento de espacios naturales al interior de las ciudades.
Una zona del caribe mexicano que está en resistencia a los destructivos desarrollos turísticos.
Los esfuerzos de los científicos mexicanos están teniendo muy buenos resultados.
El hombre que dedicó su vida a mostrarnos el paraíso que perderemos.
La tala clandestina y los permisos inmobiliarios a costa del daño ambiental tienen que parar.