Lo que no se puede saber sobre el presupuesto del Metro

Lo que no se puede saber sobre el presupuesto del Metro

Aún hay mucho por mejorar en cuanto a la transparencia del presupuesto. En el caso del Metro, las categorías cambian, se vuelven menos específicas y no todos los gastos se justifican ante la ciudadanía, de modo que se oscurece la relación entre el dinero y la tragedia en avenida Tláhuac.

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En política, toda tragedia o crimen deja un rastro en pesos y centavos, un camino imborrable que lleva hasta las personas que tomaron las decisiones incorrectas, ya sea por torpeza o malicia. Por eso, el día siguiente al desplome de la Línea 12 del Metro, durante la conferencia de prensa encabezada por la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, las preguntas de los medios buscaban acciones, omisiones y el dinero gastado en el mantenimiento de ese sistema de transporte. Insistían en saber si no hubo algo que debió encender los focos rojos. “No tuve ninguna información, por lo que entiendo, no había una alerta”, respondió Sheinbaum, “no ha habido una disminución en el presupuesto ni un subejercicio”. ¿Realmente pudo ocurrir este mal llamado “incidente” sin que nadie en el aparato burocrático de la ciudad se percatara de él?

Lo que se hizo y se dejó de hacer quedó registrado en la Cuenta Pública, un informe que entrega el poder ejecutivo al poder legislativo sobre cómo se usó el presupuesto aprobado y el estado de las finanzas públicas. En esta historia, sin embargo, el diablo está en los detalles: una cosa es entregar el informe y otra que dicho documento sirva y brinde información valiosa. No todas las entidades y municipios tienen el mismo nivel de compromiso con la información; algunos dan más información y la redactan de forma clara; otros se conforman con lo mínimo que les exige la Ley de Disciplina Financiera.

“La Ley de Disciplina Financiera trató de ponerle un alto a los gobiernos estatales y a los municipales en el uso desmedido y sin controles de los recursos públicos. Ponerle un ‘corralito’ a la forma en la que gastan el dinero, en la que se endeudan y en la que reportan su uso de dinero público”, explica Carlos Brown Solà, especialista en finanzas públicas y gobernanza del Instituto del Sur Urbano.

El gobierno federal quiere que los estados y municipios sean más ordenados con sus finanzas porque casi todo el dinero que gastan proviene de él. “Es muy importante recordarlo: 93 de cada cien pesos que se recaudan en México a través de impuestos, los recauda la federación”, dice Brown Solà, y eso explica por qué el gobierno de Enrique Peña Nieto empujó la ley hasta promulgarla en abril del 2016.

“Para nosotros, el presupuesto es la herramienta más importante en términos de garantía de derechos humanos. Cualquier reducción, cuando no está justificada, y más en asuntos como el del transporte más importante de la ciudad, nos hace presumir que se trata de una reducción presupuestaria que va a impactar negativamente en la calidad de los servicios”, responde Iván Benumea Gómez, coordinador del programa de Justicia Fiscal de Fundar.

Es en este punto, en las justificaciones de los ajustes al presupuesto, donde el tema se hace más complicado. La ley, en efecto, obliga a los diferentes gobiernos a decirnos cuánto y en qué gastan, pero no sabemos por qué gastan como gastan. “Ése es el problema, básicamente, es un problema de transparencia: a nivel interno se conocen las dos justificaciones, pero públicamente no se dan”, sintetiza Benumea Gómez.

Entonces, ¿qué dice la Cuenta Pública sobre el Metro?, ¿hubo en ella alguna advertencia que fue ignorada? La respuesta no es sencilla porque, como apunta Benumea Gómez, el dinero habla pero no del todo.

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