Chile, la batalla recién comienza – Gatopardo

Chile, la batalla recién comienza

Lo que comenzó como una serie de protestas contra una alza en el pasaje del metro, se transformó en un estallido social nunca antes visto. Millones de chilenos salieron a las calles a reclamar por un modelo de país más equitativo, que culminó en un plebiscito que aprobó reescribir la Constitución de Pinochet.

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La fila es como una serpiente que se arrastra con lentitud, bajo el sol débil de las dos de la tarde. Son ocho cuadras de votantes que caminan hacia el Liceo Profesional Abdón Cifuentes, en el centro de Santiago, intentando conservar la distancia. La televisión habla de una fiesta de la democracia, pero esta espera no parece una fiesta: está cargada de un nerviosismo mudo. No hay risas ni consignas ni casi diálogos, sólo mujeres y hombres que caminan ensimismados, conscientes de que es demasiado lo que está en juego.

Eimy, una analista financiera de 30 años, avanza junto a su bicicleta. Tiene el pelo tomado en dos colas, una roja y otra verde. Sus ojos miran rabiosos. Un hombre, al lado de ella, acaba de abandonar la fila, diciendo que no vale la pena perder el tiempo.

—Me dio mucha rabia, ¿sabís? Porque no estamos para perder el tiempo, sino para que el país cambie. Tiene que partir por nosotros, hemos luchado mucho por generar un cambio y esta es la instancia para hacerlo. Muchos de los que antes no votaban, hoy están acá.

En otras filas como esta, en 2,715 locales de votación, siete millones y medio de personas votan para derogar o mantener la Constitución del dictador Pinochet, promulgada el 21 de octubre de 1980 —hace exactos 40 años y cuatro días—, piedra fundacional del modelo neoliberal chileno. Pese a que se le han introducido más de 50 reformas, muchos de sus aspectos centrales permanecen intactos, por los altísimos quórums establecidos para su modificación. Es lo que buena parte de la población considera un triunfo de la dictadura, haber dejado un país diseñado para seguir funcionando bajo sus reglas: con un modelo de Estado subsidiario, creado para intervenir sólo donde no pueda llegar el mercado, incluso en áreas fundamentales como la salud, la educación y las pensiones, que en Chile son manejadas por fondos de inversión privados, en base al ahorro individual. Otro aspecto cuestionado es el gran poder que ostenta al Tribunal Constitucional —potenciado por reformas hechas en democracia—, un organismo autónomo que, sin embargo, es utilizado frecuentemente por las bancadas políticas para trabar la discusión de proyectos de ley contrarios, argumentando su “inconstitucionalidad”. Su decisión es inapelable.

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