Teatro infantil y juvenil: Personajes de cuatro patas
Revisamos un poco de teatro infantil y juvenil: Un par de puestas en escena que giran alrededor de la vida perruna.
Los perros están de moda. ¡Enhorabuena! No todas las modas son superfluas y ojalá haya llegado para quedarse. ¿Será que los seres humanos hemos evolucionado un poco? Basta abrir el periódico para darse cuenta de que no tanto… pero al menos se han puesto sobre la mesa temas que antes pasaban desapercibidos: la ética animal, la oposición al maltrato y los derechos de los seres no humanos. Una visión menos antropocéntrica no nos viene nada mal… tampoco en los escenarios teatrales. No nos extrañe que de febrero a abril, dos obras en la cartelera infantil y juvenil presenten personajes e historias que giran alrededor de nuestra todavía pobre comprensión de la vida perruna.
Mucha gente me ha preguntado por obras infantiles y en mi afán de abrir los panoramas, le di oportunidad a unas cuantas que dejaron mucho que desear. ¿Por qué creemos que los niños necesitan un lenguaje mediado por diminutivos e historias simplonas? ¿Por qué concluimos que no pueden enfrentarse a los temas existenciales que competen al espíritu humano? La muerte, la pérdida, la crueldad, pero también los héroes, la bondad, el auto-reconocimiento, la transformación personal.
Justo este espíritu invade a dos obras actualmente en cartelera. Sputnik en el Helénico y Lo que queda de nosotros en la Teatrería. Dos propuestas de teatro infantil y juvenil a las que vale la pena llevar a los más pequeños de la familia. Y no, no aceptan perros (aunque hablen de ellos todo el tiempo).
Sputnik trata sobre Laika, la famosa perrita rusa. Sí, el primer ser vivo que salió al espacio en los años 50, y que muriera a los pocos días por sobrecalentamiento. La cosa es que su autor y también protagonista Álvaro Muñoz quiso darle un giro a la hazaña, porque en realidad —y esto es algo que yo nunca había pensado— el sufrimiento del animalito fue lo que menos le importó a la Agencia Espacial Rusa y al resto de la humanidad. La historia conocida por todos está vista desde la perspectiva de dos niños Iván (Hugo Rocha) y Alik (Álvaro Muñoz) quienes intentan rescatar a la pequeña. Con su aventura nos harán reflexionar sobre la utilización indiscriminada de animales para conseguir el “progreso humano”.
Invité a mi sobrino de 5 y a mi sobrina de 11 para que me dieran sus impresiones. Aunque los dos la disfrutaron, creo que es ideal para niños de unos 5 a 10 años. Las actuaciones son verosímiles, mantienen la atención durante toda la hora que dura el montaje y el texto intenta escaparse de lo cursi. El problema, en mi opinión, es el exceso de pedagogía. Los niños ya van a la escuela, están llenos de lecciones y cuando van al teatro un domingo deberíamos dejar que saquen sus propias conclusiones. De cualquier manera la parte más linda viene al final: distintas asociaciones abocadas a perros en desgracia o abandonados estarán afuera de la sala compartiendo su labor y buscando hogares responsables para varios perritos y gatitos.
Lo que queda de nosotros es una obra para público joven, mayores de 10 años, al menos es la recomendación de su creador y director Alejandro Ricaño, uno de los nombres más conocidos y prolíficos del teatro mexicano actual. Él escribió esta obra en coautoría con Sara Pinet, quien interpreta a Nata, la protagonista. Pienso que Ricaño escribe muy bien, tiene la capacidad de ahondar en temas que interpelan al ser humano, ya sea desde la comedia o el drama. Pero… como dije arriba, suelo sospechar de obras que intentan ex profeso transmitir una moraleja.
Aunque no es tan obvia como Sputnik, la obra que estará en La Teatrería hasta el 23 de abril cae un poco en el efectismo. ¿Quién no siente compasión por un perro abandonado al que atropellan, patean, pasa frío, hambre? Vamos, nadie puede resistirse. La ventaja es que la protagonista humana manifiesta un conflicto interior fuerte. ¿El problema de ese personaje? Su coherencia. La edad se desdibuja y confunde, por un lado la actuación exhibe reacciones inocentes y tiernas de una niña pequeña que le dice a su padre “somos inmortales”; al tiempo que conduce sola por las noches (¿entonces tiene 16?) y parece vivir con la independencia y los recursos de alguien de 30. Claro que no sabemos bien cuánto tiempo pasa entre los acontecimientos, pero hay elementos que no terminan de sostenerse.
Ya sé ya sé, peco de lógica y raciocinio, y ustedes me dirán esta es una obra para niños, cuyo mensaje es superior a sus problemas. Estoy de acuerdo, y aún así, no dejo de reconocer una resolución predecible que deviene ligeramente desde el deus ex machina.
¿Vale la pena verla? Sí, el texto tiene partes muy poéticas, y creo que es interesante que la gente joven se acerque a una propuesta con música en vivo compuesta expresamente por Ricardo Estrada para esta montaje, quien interpreta en conjunto con el guitarrista David Ortiz. Las actuaciones frescas pero estructuradas, lograrán sacarnos más de una carcajada y quizá una lagrimita por ahí. Sobre todo Raúl Villegas, actor que le da vida a Toto un personaje muy canino.
Por cierto, los solteros con perrhijos también disfrutarán la función.
Sputnik
Centro Cultural Helénico (Avenida Revolución 1500)
Foro La Gruta
Del 15 de enero al 2 de abril
Domingos 13:00 horas
$150
helenico.gob.mx
Lo que queda de nosotros
La Teatrería (Tabasco 152, Roma Norte)
Del 4 de febrero al 23 de abril
Sábados y domingos 13:00 horas
$200
lateatreria.com
*Preventa de $100 hasta del 23 de enero al 3 de febrero
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