Murió el legendario editor Huberto Batis
Se acumulan las anécdotas que lo recuerdan como el editor implacable y aleccionador que marcó a varias generaciones.
El escritor Huberto Batis falleció ayer en la Ciudad de México a los 83 años. Originario de Guadalajara, Jalisco, donde nació el 29 de diciembre de 1934, Batis se convirtió en una leyenda del periodismo cultural en México. En 1984 asumió la dirección del suplemento Sábado del periódico Unomásuno, donde publicó el trabajo de jóvenes escritores y periodistas que posteriormente forjaron sólidas carreras literarias o periodísticas. Entre ellos están el crítico literario y ensayista Evodio Escalante, el ensayista y académico Guillermo Sheridan, y los narradores Guillermo Fadanelli, Enrique Serna, Alberto Ruy Sánchez y Guadalupe Nettel.
En junio de 2015, con motivo de su jubilación como profesor en Lengua y Literatura Hispánicas de la UNAM, Enrique Serna le dijo al diario Excelsior, que consideraba a Batis, por encima de todo, un agitador. “Algo que le hace mucha falta a un medio intelectual donde todos los mediocres quieren quedar bien con sus congéneres. Huberto lograba remover las aguas de ese pantano, y creo que sus publicaciones tuvieron un efecto muy saludable en nuestra vida cultural”.
El autor de El miedo a los animales y El Seductor de la Patria destacó que Batis “quería tender puentes entre el mundo académico y el lector común, dar a conocer nuevos escritores y desafiar a los núcleos del poder cultural”.
El periodista Daniel Moreno, director de Animal Político, escribió esta mañana en sus redes sociales, un pequeño texto en su memoria. Ahí contó que Batis fue su jefe hace casi treinta años, cuando entró a trabajar al diario Unomásuno, y le asignaron la redacción de los editoriales del diario, su primer trabajo de tiempo completo en el periodismo. “Era un cabrón. Duro, regañón, capaz de romper mis cuartillas (todavía escribíamos a máquina) si no le gustaba el texto, gritón”, escribió. “Pero mucho más allá de eso, un gran editor, maestro, gran conversador, culto, periodista en el sentido más completo de la palabra. Siempre abierto a descubrir talentos en las artes (…) imposible escribir la historia del periodismo del siglo XX sin hablar de él”.
En su muro de Facebook, red social en la que tenía cerca de cinco mil amigos, muchos de ellos escritores y periodistas, se han ido acumulando las anécdotas que lo recuerdan como ese editor implacable y aleccionador, tantas y tan buenas, que valdría la pena recopilarlas para un tomo de homenaje.
“Cuando Dalí agonizaba, en el Unomásuno preparamos una página completa en su honor; pero pasaron cinco días y no moría, por mientras, actualizábamos la plana con nuevos datos e imágenes. Llegado el funesto día, Huberto decide cambiar la plana y me dice, lánzate a casa de Gurrola te va a dar un texto y un dibujo, se va íntegro en la principal de cultura”, escribió el periodista Salvador Torres.
—Oiga, siempre le hablé de usted, pero ya se fueron todos y tengo que volver a corregir textos, diagramar y cabecear la página, y son las ocho de la noche, vamos a retrasar la edición.
No importa —dijo—la situación lo amerita, además, ya puse a escribir y dibujar a Gurrola.
“Cuando llegué a casa del también arquitecto, dramaturgo y excelente dibujante, éste ya tenía el texto pero todavía no terminaba el dibujo —qué prisa tienes— decía Gurrola. Total que regresé al diario y arme de nuevo la plana. Como las cinco de la mañana se paró la rotativa para cambiar la página principal de Cultura, que dicho sea de paso nos quedó admirable, con textos e imágenes exclusivos, reacciones de la comunidad cultural y con aviso en primera. Esa ocasión hubo dos ediciones del periódico, la que se fue al interior del país y la que circuló en el DF con la muerte de Dalí; obvio, les ganamos a todas las secciones culturales, que ese día sólo consignaron breves notas de agencias. Así era Batis, nos ponía a chambear a todos contra viento y marea, con tal de ser mejores”, concluyó.
“Hoy murió Huberto Bátiz Martínez. Un hombre feroz y generoso, incorrecto, erotómano y libre (…) Mi primera colaboración en Sábado fue un poema (Reloj de arena) y Batiz lo publicó en primera plana. A partir de entonces yo decidí ser lo que ya era: un escritor. Gracias por todo, Huberto. Buen viaje”, recordó Alfredo Espinosa.
La también periodista Angélica Valero le dejó esto escrito en su muro:
“Huberto Bátiz Martínez mi maestro, sus entripados, sus enseñanzas, su complicidad; porque cómo carajos iba a corregir tanta galera sin una cafetera nueva. Las cervezas que pagué por cada errata en la redacción, cuando el Unomásuno pasó por su último resquicio de periódico serio; las tortas del metro para llegar temprano a la chamba (…) Redacción de Sábado y sus cierres desquiciantes de los jueves. Cuántas cosas mueren contigo, maestro…”.
Descanse en paz, editor de leyenda.
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