Tiempo de lectura: 3 minutosMario Benedetti nació el 14 de septiembre de 1920 en la ciudad uruguaya en la que sus padres se enamoraron. Fue en Paso de los Toros, al margen del Río Negro. Brenno y Matilde, los padres de Mario eran de origen italiano, como bien se puede adivinar con esos nombres. Arraigados a su tradición, decidieron bautizar a su primogénito con cinco generaciones: Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia.
Después se mudaron, primero a Tacuarembó y después a Montevideo. Ahí nació su hermano Raúl y comenzó la escuela primaria en la Deutsche Schule. Ahí le enseñaron alemán, lo cual le sirvió varios años después para convertirse en el primer traductor de Kafka en Uruguay. Su papá lo sacó de esa escuela cuando empezaron a impartir principios del nacismo como parte del plan de estudios y entró a un liceo. Estuvo ahí dos años y después decidió acabar la escuela por sí mismo, en sistema abierto.
Empezó a trabajar desde los 14 años en una empresa de repuestos para automóviles en la que fue vendedor, cajero, taquígrafo y contable. Hasta que en 1939 se fue a Buenos Aires, Argentina, como secretario del líder de la Escuela Raumsólica, antes de desistir de la academia. Ahí fue donde encontró su vocación como poeta.
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«Sueldo», Poemas de oficina de Mario Benedetti
Cuando regresó a Montevideo en 1941 su carrera se dirigió hacia el periodismo. Estuvo en la revista Marginalia, y también en el semanario Marcha, del cual se volvió director en el 54. Fue en este año, también, que publicó su primer libro de poemas,La víspera indeleble, editado por él mismo y del cual salieron tan sólo 500 ejemplares. En Marcha trabajaron otros grandes intelectuales rioplatenses como Juan Carlos Onetti, Eduardo Galeano, Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama, Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti o Idea Vilariño, una generación después de la famosa Generación del 45, a la cual pertenecía Benedetti.
Hacia mitades de los años 50, Uruguay comenzó a vivir tiempos políticos complicados. La fuerte crisis económica por la que estaba atravesando (principalmente causada por los rezagos de las guerras mundiales y de la Guerra Fría) el país hizo que grupos revolucionarios y gremiales comenzaran a hacer más ruido. A la par, surgieron grupos de ultraderecha que acababan por desestabilizar el país, de lo cual se aprovecharon las Fuerzas Armadas para tomar el control.
Para el 73 ya todo estaba fuera de control y el entonces presidente Juan María Bordaberry se instauró como dictador, y una de sus decisiones para terminar con la libertad de expresión (gran enemigo de los gobiernos autoritarios) cerró Marcha, el cual Mario Benedetti ya llevaba dirigiendo desde hacía nueve años.
La casa y el ladrillo de Mario Benedetti
El trabajo que hasta entonces Mario Benedetti había publicado era considerado como el enemigo del gobierno, por lo que decidió autoexiliarse una docena de años que pasó en Argentina, Perú, Cuba y España. Estas andadas también llevaron a Benedetti a lo que él llamaba el desexilio, lo cual, aseguraba “es una experiencia con huellas tan profundas en lo vital como en lo literario”. Regresó a su ciudad natal en marzo de 1983, cuando la democracia volvía a Uruguay.
Los siguientes 23 años pasó largas temporadas en España y otras en Uruguay. Tenía una casa en ambos lugares y en la de Madrid resguardaba una valiosísima colección de libros. En el 2006, cuando murió su esposa, Benedetti decidió establecerse definitivamente en Montevideo y donó parte de su biblioteca personal en Madrid al Centro de Estudios Iberoamericanos de la Universidad de Alicante, que lleva su nombre.
«La infancia es otra cosa», Quemar las naves (1968-1969) de Mario Benedetti
El poeta murió tres años después, en 2009. El 17 de mayo, el gobierno uruguayo decretó duelo nacional. Preparó un velatorio con honores patrios para Mario Benedetti, que después de 88 años, dejó de escribir.