Un largo y exitoso recorrido ha tenido La región salvaje de Amat Escalante. Arrancó en el verano de 2016 en el Festival Internacional de Cine de Venecia, donde el mexicano ganó el León de Plata a Mejor Director. Dieciocho meses después, tras haber pasado por las carteleras del Reino Unido, Estados Unidos, Francia y España, entre otros países, el cuarto largometraje de Escalante llega a las pantallas mexicanas con una propuesta que sabe explorar y conquistar nuevos terrenos cinematográficos.

Ambientada en Guanajuato, La región salvaje cuenta la historia de Alejandra, una joven madre y ama de casa que vive con miedo a la violencia de su marido, Ángel, y también la de su hermano Fabián, enfermero en un hospital local. Las “provincianas” vidas de estos personajes son alteradas con la llegada de Verónica, quien los convencerá de descubrir, en una aislada cabaña, nuevas experiencias sobre el sexo y el amor a través de un encuentro con una criatura extraterrestre con múltiples tentáculos. El contexto local se torna relevante cuando en ciertas regiones, como la de la cinta, se sigue alimentando la hipocresía, la homofobia, el machismo y la violencia contra las mujeres. Es ahí donde Escalante no deja de lado sus observaciones de carácter social que distinguen a su filmografía.

En entrevista para Gatopardo, el cineasta comparte cómo nació la idea de su más reciente película: “Viene de algunas historias, ideas e imágenes con el tema de la represión violenta hacia la mujer, la discriminación de género y de preferencia sexual. Por ahí es que nace. Visualmente, hay una imagen, que es la de un hombre en un río, inconsciente, y de ahí se desarrolla hacia los lados de la historia”, explica Escalante, para quien el cine tiene una responsabilidad social en participar y aportar a este tipo de conversaciones.

“Uno está abrumado de tantas noticias recurrentes como los feminicidios, la violencia contra distintos sectores de la sociedad, por sus preferencias sexuales. Sin hacerlo degradante o burlón, la idea era llegar desde un lado creativo, a través de una visión sobre un tema, digamos, ‘aburrido’ desde cierta perspectiva, que ya no vende tantos periódicos. Me parece relevante. Una aproximación fuera de la anécdota o de la nota. Ese es el lugar del arte, del cine, de expresar los sentimientos de una sociedad a través de eso. Que es, creo, donde cabe lo que estoy haciendo”, afirma.

Su filmografía mantiene un hilo conductor alrededor de estos temas sociales, particularmente la violencia observada desde distintas perspectivas o interpretaciones, donde el contexto social mexicano también juega una parte importante, ya sea en la mirada a la migración en Los Bastardos (2008) o en la relación ejército-sociedad-protagonistas de Heli (2013).

Uno de los elementos más llamativos y comentados del trabajo de Escalante en La región salvaje es su muy original, inteligente y precisa incorporación de elementos o herramientas cinematográficas de cine de género como el terror o la ciencia ficción: una criatura extraterrestre y efectos especiales/digitales. Escalante incorpora a la historia, y a sus observaciones realistas y críticas de la sociedad, una gran criatura de tentáculos —creada totalmente en computadora— recluida en una apartada cabaña, tan primitivamente sexual como atemorizante.

“Ahora, sentía que algo estaba haciéndome falta para completar la trama. Y ahí fue cuando la idea de tener un elemento fantástico o de ciencia ficción cobró mucho sentido. La criatura como una representación de lo que los personajes tenían adentro. Esos miedos y esos placeres ocultados. Y poder ver eso, directamente, me funcionaba y me inspiró para seguir adelante. El deseo o el rechazo que ellos sienten se ve reflejado en esta criatura”, concluye este director mexicano que con cuatro largometrajes ya tiene en su palmarés reconocimientos de festivales como los de Cannes y Venecia. Y eso que todavía falta mucho más en los años por venir.