Janis Joplin: La primera reina del rock
Ya está en cines mexicanos “Janis: Chica Azul”, documental de Amy J. Berg sobre la artista estadounidense que cautivó a una época y pavimentó el camino para el protagonismo femenino en el rock.
La figura de Janis Joplin es fundamental en la historia del rock, y sus aportaciones pavimentaron el camino para un mayor protagonismo femenino en ese género musical. Su brillante aunque fugaz carrera (solo grabó cuatro discos en estudio) despegó en un momento clave de la historia reciente: la segunda mitad de la década de los sesenta, tiempo en que se dio el estallido del movimiento hippie acompañado de todo tipo de revoluciones sociales, ideológicas, culturales y sexuales.
En ese contexto, Janis Joplin surge con una voz excepcional –muchos no creían que ese timbre proviniera de una persona que no fuera de color–, un carisma particular, una postura transgresora y sobre todo con interpretaciones desbordantes de feeling desgarrador, nacido del alma. Estas cualidades impactaron a esa generación que rápidamente la erigió como ídolo.
Su música, estilo e imagen influenciaron significativamente a muchas artistas y compositoras que le sucedieron, quienes han reconocido públicamente el impacto que Janis Joplin tuvo en sus carreras o en sus vidas. Desde The Mamas & the Papas hasta Florence + the Machine, todas ellas han rendido tributo en diversas formas a la Bruja Cósmica, apodo con el que se le conoció derivado de su cabello alborotado y que cubría su rostro, y por el nombre de uno de los grupos musicales al que perteneció: la Kozmic Blues Band.
La vida y figura de la canta ha sido revisada en al menos cuatro documentales: Janis, The Way She Was (1974), Janis Joplin Slept Here (1994), Janis Joplin: Her Final Hours (2007) y el más reciente, Janis: Little Girl Blue (2015), recientemente estrenado en nuestro país bajo el título de Janis: Chica Azul.
Dirigido por la cineasta Amy J. Berg –con amplia experiencia en el terreno documental gracias a títulos como Líbranos del mal (2006) y West of Memphis (2012)–, Janis: Chica Azul aborda al personaje desde una perspectiva más íntima, valiéndose de una serie de cartas de su puño y letra dirigidas a sus familiares cercanos, amigos y compañeros. Lo escrito en las cartas cobra vida gracias a Charlyn Marshall –mejor conocida como Cat Power–, quien da lectura a fragmentos de las mismas y ayuda de este modo a darle voz a los pensamientos y sentires de la cantautora.
Para matizar la historia narrada por esta correspondencia, Berg se apoya en una serie de testimonios recopilados entre personas vinculadas a Janis, desde su hermana Laura Joplin hasta otros músicos y personalidades que tuvieron oportunidad de convivir con ella. El mosaico se completa con las infaltables imágenes de archivo y videos en donde podemos ver entrevistas, presentaciones y algunas escenas curiosas de la primera (e indudable) reina del rock and roll.
Así, trasciende que la primera estrella femenina del rock sufrió bullying y humillaciones en la escuela, lo que la volvió una joven marginada, insegura y preocupada por su aspecto físico. Esto aunado a otros factores que el filme detalla, a la postre la convertirían en una persona depresiva, frágil, necesitada de aceptación y cariño.
En contraste con su situación emocional, la película registra sus primeros acercamientos al mundo de la música mientras vivía en Port Arthur, Texas. Su fascinación con músicos de blues como Odetta, de soul como Otis Redding; así como un encuentro con Bob Dylan, que sería determinante en su futura carrera. Pero sobre todo, atestigua la pasión que nace en ella por cantar y estar en un escenario. “Cuando canto me siento como enamorada. Es más que sexo. Es el punto en que dos personas llegan a eso que llaman amor por primera vez, multiplicado por todo el público. Es gigantesco”, declararía en algún momento.
Janis: Chica Azul da cuenta de su meteórico ascenso como rockstar, de su llegada –y posterior partida– a las agrupaciones Big Brother and the Holding Company y Kozmic Blues Band y de los apoteósicos shows que realizaría en festivales como el Monterey Pop o Woodstock. Y hace patente que Janis allí encontró la aceptación y libertad que buscaba al actuar frente a un público, al que se entregaba totalmente y sin reservas.
Sin embargo, en una entrevista afirmaría que “En el escenario le hago el amor a 25 mil personas diferentes. Luego me voy sola a casa”. Se adivina en dicha declaración (y la cinta lo puntualiza) que a pesar del éxito Janis Joplin seguía siendo una persona vulnerable y necesitada de afecto, lo que la haría ir y venir en sus adicciones (hacia otras personas y a diversas sustancias), que le conduciría finalmente a su prematuro deceso, con el cual ingresaría al fatídico “club de los 27”, al lado de Jimi Hendrix y Jim Morrison.
Janis: Chica Azul se vuelve un documento necesario para conocer no solo el sufrimiento de un ícono de la música, sino para comprender como todo ese rechazo y frustración fueron precisamente los que ayudaron a forjar e impulsar la creatividad y emotividad de esta legendaria cantante.
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