Woldenberg y el desencanto
Guillermo Sánchez Cervantes
Fotografía de Víctor Moreno Santos
En vísperas de un año electoral, José Woldenberg presentó un libro epistolar donde se dirige a una generación desencantada de la democracia.
En 1976, José Woldenberg y muchísimos otros jóvenes mexicanos se acercaron por primera vez a las urnas electorales y se encontraron con que la boleta tenía una sola opción: la candidatura de José López Portillo, postulado por el PRI, el PPS y el PARM. Era una contienda en la que se paseaba un solo candidato, una sola posibilidad. López Portillo tuvo el mal chiste de decir que si su “mamita” votaba por él, sería presidente. Y en efecto, lo fue. “De ahí venimos. De ninguna manera me gustaría que regresáramos”, asegura, 41 años después en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, donde es profesor y académico.
Woldenberg recuerda esos años como una paradoja. Había una ola de movilizaciones por todos los frentes, efervescencia. “Años de la llamada insurgencia sindical. Se construían organizaciones agrarias y partidos. Años de guerrillas rurales y urbanas. Pero el mundo institucional electoral estaba desconectado de esa realidad. Eso es lo que prende los focos rojos del gobierno para hacer una reforma luego de esas elecciones, que consistió en algo muy sencillo pero muy importante en su momento: abrir la puerta para que pudieran entrar las corrientes político-ideológicas segregadas del mundo institucional”, dice.
Doctor en Ciencias Políticas, Woldenberg presenta su más reciente libro, Cartas a una joven desencantada con la democracia (Sexto Piso), donde explora cómo nuestra democracia, siendo tan joven, ya ha dejado un poderoso reguero de desencanto. Y es que la ha observado desde distintos lugares: empezó en la política en el sindicalismo universitario, fue uno de los fundadores del primer sindicato del personal académico de la UNAM y miembro de sus comités ejecutivos; más tarde en partidos como Movimiento de Acción Popular, Partido Socialista Unificado de México —el primer proyecto de unificación de la izquierda en el país— y el PRD; luego como Consejero Ciudadano del Consejo General del IFE (1994 a 1996), y Consejero Presidente del mismo (1996 a 2003). “En esta trayectoria he descubierto una cosa elemental. Que las sociedades, sean del tamaño que sean, son universos en los que palpita la diversidad, pretender la unanimidad es una cosa absolutamente antinatural.”
Hace tiempo Diego Rabasa, editor de Sexto Piso, le entregó un libro de Christopher Hitchens con cartas escritas a un joven disidente. De ahí surgió la idea de armar un libro epistolar que entablara una conversación “ficcionalizada” con una joven que perteneciera de esta generación incómoda, que marchó en 2012 con el #yosoy132, o salió a las calles luego del sismo del 19s para ayudar a los damnificados o creó plataformas de ayuda y verificación de datos.
“Existe la probabilidad de que el desencanto en la democracia se convierta en un desencanto con la democracia. Y creo que estamos en ese límite. Hay mucho malestar con los partidos, los políticos, los congresos. No lo niego. Pero también digo que sin partido, sin políticos, sin gobiernos, no hay posibilidad de regímenes democráticos. Apelo a que este malestar no nos lleve a tirar el niño con el agua sucia. Que seamos capaces de discernir lo que queremos mantener de aquello que queremos reformar y aquello que queremos desechar.”
Así, a lo largo de 17 cartas, mantiene una conversación sobre el futuro del país, las tantas promesas que han sido incumplidas, las expectativas que se han desvanecido. “Es un libro destinado a jóvenes desencantados, que suman miles y miles. El malestar y el desencanto tienen nutrientes fuertes y deberíamos atender esos nutrientes para que éste no siga creciendo. Es la tesis general del libro”, asegura.
Woldenberg espera que en estas elecciones temas como la corrupción, el crecimiento económico y la desigualdad se pongan en el centro del debate. “Y que los distintos candidatos nos dibujen cómo piensan resolverlos. A lo mejor sucede, entre esos dimes y diretes de descalificaciones, fórmulas de mercadotecnia para ganar adhesiones, sonrisas esbozadas en una catarata de anuncios. Creo que van a coexistir ambas cosas.” Porque, como él escribe en su libro, entre el ideal democrático y la realidad democrática normalmente suele existir una fosa.
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