Dartmoor, Inglaterra, 1916. Después de unirse al Equipo Británico de Ayuda Voluntaria (VAD) y ver a su primer esposo partir hacia el frente durante la Primera Guerra Mundial, la joven escritora Agatha Christie se refugió en las historias de detectives que la habían acompañado durante su crecimiento. Entre los peligros del conflicto armado y sus obligaciones como enfermera voluntaria, Christie escribió su primera novela, El misterioso caso de Styles, inspirada en el trabajo previo de Wilkie Collins y Sir Arthur Conan Doyle. En ella, Christie utilizó todos los conocimientos médicos adquiridos durante su servicio e introdujo al detective Hercule Poirot, que después se convertiría en el protagonista de 33 de sus obras, entre ellas Asesinato en el Expreso de Oriente, que estrena su segunda versión cinematográfica el 10 de noviembre.

Tras la publicación del libro en 1920, Poirot (bautizado en Latinoamérica como Hércules Poirot), un excéntrico y habilidoso detective belga que llega a Inglaterra tras la invasión alemana a Bélgica y los Países Bajos en 1914, se convertiría en un personaje recurrente en la bibliografía de Christie, resolviendo las tramas de obras como Asesinato en el campo de golf, El misterio del tren azul, La muerte de Lord Egware y Cita con la muerte, por sólo mencionar algunas.

Catorce años después de su primera aparición, Poirot se enfrentaría a una de sus intrigas más conocidas. En Asesinato en el Expreso de Oriente, Christie plantea el misterioso asesinato de un mafioso de poca monta, durante el recorrido de Constantinopla (Estambul) a París del Orient Express, donde 13 personajes aparentemente desconocidos entre ellos son las únicas piezas que podrían resolver el caso. El texto de 265 páginas rápidamente se convirtió en uno de los más aclamados en la carrera de Christie, recibiendo halagos por parte de The Guardian y The New York Times.

“De pronto me encontré inventando historias y actuando todas sus partes. No hay nada como el aburrimiento para hacerte escribir”, detalló la autora a la BBC en una de las pocas entrevistas de las que se tenga registro. Christie continuó escribiendo hasta su muerte en 1976. Publicó 50 libros más, 25 de ellos enfocados en las historias de Hercule Poirot, fue investigada por los servicios de inteligencia británicos gracias a la sospechosa semejanza entre el nombre de uno de sus personajes y el nombre secreto de un centro de descifrado de la Segunda Guerra Mundial y fue condecorada como Dama de la Orden del Imperio Británico.

En 1974, el afamado director Sidney Lumet, responsable hasta ese momento de 12 Angry Men, A View From the Bridge y Serpico, llevó a la pantalla grande el texto de Christie con Murder on the Orient Express, protagonizada por algunos de los actores más importantes de su época: Albert Finney, Lauren Bacall, Jacqueline Bisset, Sean Connery, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave e Ingrid Bergman, quién ganó su tercer y último premio Oscar por su actuación como Greta Ohlsson, una mujer alcohólica convertida en una arrepentida misionera católica. La cinta también ganó tres premios BAFTA de la Academia Británica, incluyendo Mejor Actor de Reparto para John Gielgud y Mejor Actriz de Reparto para Bergman.

El recelo con el que Christie había cuidado sus obras de ser llevadas al cine, después de un par de adaptaciones en los años sesenta que ella consideraba fallidas, se había conservado durante los últimos años del siglo XX y la primera década del siglo XXI, sin embargo, la creciente ola de remakes que atosiga a Hollywood llevó a los estudios 20th Century Fox a realizar una nueva versión de Asesinato en el Expreso de Oriente, con un elenco interesante, encabezado por el también director Kenneth Branagh y una estética teatral que apenas se acomoda a los estándares del blockbuster contemporáneo.

En la cinta, protagonizada por Daisy Ridley, Leslie Odom Jr, Penélope Cruz, Josh Gad, Judi Dench, Willem Dafoe, Derek Jacobi, Marwan Kenzari, Olivia Colman, Lucy Boynton, Sergei Polunin, el mexicano Manuel García-Rulfo, Michelle Pfeiffer y Johnny Depp, Branagh encarna a un exagerado Hercule Poirot, quien interrumpe sus vacaciones en Turquía para viajar a Londres a investigar un asesinato en las clases sociales altas de Inglaterra. Durante su viaje a la capital inglesa, el detective es increpado por un hombre preocupado por las constantes amenazas que ha recibido incluso dentro de su camarote y a la mañana siguiente, mientras el tren se encuentra detenido gracias a una fuerte avalancha, el hombre es encontrado muerto, víctima de doce puñaladas. Con el tiempo de rescate a su favor, Poirot debe olvidar la tranquilidad de su viaje para concentrarse en encontrar al asesino entre sus sospechosos, un abanico de extraños que fueron cuidadosamente ubicados en el tren.

A pesar de su conocido control tras la cámara, Branagh no logra exponer en la pantalla la apasionante historia de Christie, consiguiendo una película que se nota torpe. Su ritmo, el poco desarrollo de sus personajes –desaprovecha algunos de los grandes nombres de su elenco en favor de sobreexponer al personaje principal– y sus deplorables efectos especiales. Aunque el ejercicio cinematográfico de Branagh es accesible para el público, la película se queda en un punto medio, sin poder igualar los resultados de la versión setentera del filme ni la increíble experiencia de sumergirse en la trama de una de las escritoras más reconocidas del mundo.     

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