Un destino de brillo escénico
La Teatrería, en la colonia Roma, es un foro distinto para disfrutar de una experiencia cultural que deleita a tus sentidos.
Siempre he disfrutado de las actividades culturales de mi ciudad —no me pierdo una exposición y mucho menos un concierto— pero no recuerdo la última vez que fui al teatro, y aquel día estaba de lo más emocionado con el plan de jueves para ir a La Teatrería, un foro muy diferente a cualquier otro de la ciudad.
Lo que no me tenía tan conmovido era saber que este foro se encontraba en la colonia Roma y, por experiencia, sé que encontrar estacionamiento ahí se puede convertir en toda una faena. Después de varias vueltas a la manzana del local y tratar de negociar con dos cuidadores de estacionamientos privados, recordé aquel botoncito azul del retrovisor. Ya varias veces me había salvado en otras situaciones, inclusive algo extremas. No vi por qué no pudiera ayudarme esta vez. Cuando me asistió la operadora del sistema OnStar, me indicó la ubicación de tres estacionamientos inmediatos a mi ubicación y me confirmó un par de cosas: ¡nunca terminas de conocer esta ciudad, y cuánto puedo confiar en mi Buick Envision!
La obra que se presentó aquella noche era, desde el título, muy particular: Conejo blanco, conejo rojo, monólogo del autor iraní Nassim Soleimanpour. En esta pieza experimental que ha viajado por el mundo entero, el actor es distinto en cada función. A diferencia de la mayoría de las obras —en las que los actores ensayan semanas antes del estreno—, el protagonista aquí no puede leer ni una sola línea del libreto hasta que se sube al escenario y se abre el telón, enfrentándolo a filas de miradas expectantes. Se trata, sin duda, de un reto de improvisación que no es para principiantes. Para mantener el misterio, lo que se ha logrado durante años, como público nos hicieron prometer que no hablaríamos del contenido de la obra con nadie que no la hubiera visto, así que no puedo revelarles el secreto, por más que me muera de ganas. Solamente diré que no se parece a nada que haya visto antes.
Salí inspirado, pensando en las posibilidades de la improvisación, en nuestra capacidad para adaptarnos y siempre encontrar la forma de llegar adonde queremos ir. Así sucede cuando eres habitante de esta ciudad, aunque un poco de ayuda nunca te cae mal.
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