The Last of Us: ¿A qué se debe el éxito de la serie?

¿A qué se debe el éxito de la serie The Last of Us?

Hasta ahora la serie de HBO Max ha cautivado al público y ha sido bien recibida por la crítica, algo que ha conseguido gracias a un delicado equilibrio entre la fidelidad y la distancia frente al videojuego en el que está basada. Acerca de su éxito, la gran pregunta es si The Last of Us podrá mantener la tensión dramática no solo en la próxima temporada, sino en el siguiente capítulo.

Tiempo de lectura: 5 minutos

En el 2023 la civilización tiene veinte años de haber sido arrasada por el infausto hongo parásito Cordyceps. Las personas que se infectan a través de mordeduras sufren un daño irreparable en el cerebro; luego de unas pocas horas comienzan a mostrar conductas agresivas…. ¡y se transforman en caníbales! En las antiguas ciudades estadounidenses, los escasos sobrevivientes de esta pandemia global se han organizado en colonias que se mantienen en cuarentena permanente y son vigiladas por militares. También hay grupos de rebeldes llamados luciérnagas que se oponen a la ley marcial y buscan acabar con la opresión. En el mundo de The Last of Us, los contrabandistas Tess (Anna Torv) y Joel (Pedro Pascal), residentes de Boston, tienen como misión proteger a Ellie (Bella Ramsey), una adolescente de catorce años que ha desarrollado inmunidad y se considera que puede ser la clave para curar el mal. Joel, por azares del destino, será el responsable de atravesar Estados Unidos de costa a costa escoltando a Ellie.

The Last of Us

The Last of Us, HBO.

Suicidios, pandemia, historias de amor y supervivencia, persecuciones, torturas, orfandades, posapocalipsis zombi y muchos aullidos son algunos ingredientes de esta adaptación televisiva del videojuego homónimo de 2013 para Play Station 3 desarrollado por Naughty Dog, y que recuerda un poco la atmósfera sombría y opresiva de Children of Men (2006) de Alfonso Cuarón. Las redes sociales, la crítica especializada y los consumidores de streaming no se han contenido en elogios para los primeros cinco capítulos de The Last of Us, pues se trata de una producción con una gran dosis de acción, dramatismo y suspenso, a pesar de una premisa que se ha repetido de muchas formas en las últimas décadas: el fin, el apocalipsis, el juicio final, el Armagedón o como se le quiera llamar. Aquí el responsable de la catástrofe es un hongo que, si bien aún no es capaz de infectar a los humanos, está documentado que sí ha “zombificado” a algunas hormigas. Queda una pregunta, ¿cuál es el secreto para que una serie de televisión basada en un videojuego con esta premisa tan oscura pueda funcionar luego de tantos intentos de llevar a la pantalla la experiencia de las consolas?

Desde que Mario Bros, el videojuego icónico, fue llevado al cine en 1993 —con bastante mala fortuna, hay que decirlo—, las adaptaciones de videojuegos a películas o series de televisión han tenido altibajos, generalmente son más las simas que las cimas. Ejemplos sobran. Rita Kempley reseñó en el Washington Post la película Double Dragon (1994) advirtiendo que había sido dirigida torpemente y que sus actuaciones eran amateurs. Sin embargo, esta película dista de ser la peor de su tipo. En 2005 se estrenó Alone in the Dark, largometraje basado en el juego homónimo. En Rotten Tomatoes, el sitio web especializado en reseñas, tiene una calificación de uno sobre cien y está considerada entre las peores películas del siglo XX. Sebastián Zavala escribió: “el guion es de lo más estúpido que jamás haya visto en una pantalla. Poco tiene que ver con los juegos, y cuando trata de desarrollar un universo supuestamente interesante o lleno de detalles históricos, no hace más que confundir al espectador”.

Hay excepciones, es decir, no es imposible lograrlo: sí hay películas basadas en videojuegos que han tenido críticas favorables y que son bien recibidas por las audiencias. Recientemente Sonic 2: La película (2022) se convirtió en un éxito de taquilla y fue celebrada por la prensa, lo mismo que Pokémon: Detective Pikachu (2019). Con las series televisivas ocurre un fenómeno similar, son muy pocas las que logran ser algo más que adaptaciones mediocres o desastres ridículos que son echadas a patadas de la pantalla con anticipación. Entre las que lograron superar esa barrera se encuentra Carmen Sandiego (2019), una producción de Netflix con un énfasis en lo pedagógico, y Arcane (2021), basada en un videojuego de aventuras.

The Last of Us, HBO.

Considerando estos antecedentes, The Last of Us ha hecho añicos todas las expectativas. El público parece estar fascinado con el espectáculo colmado de zombis, guerrilleros y ciudades aniquiladas. La conversación en torno a los primeros cinco capítulos de esta serie (de la que HBO Max estrena uno por semana) colma las redes sociales, las publicaciones en los medios de comunicación impresos y digitales, y los diálogos entre los gamers. En Rotten Tomatoes tiene una sorprendente tasa de aprobación de los críticos de 97%. La buena estrella de esta serie se debe a diversos factores.

Puede pensarse que una receta para obtener un resultado favorable en estos proyectos es crear un guion que se aleje lo más posible de la trama del videojuego para darle mayor importancia a los giros dramáticos alternativos. No obstante, en The Last of Us sucede lo contrario, muestra de ello es la participación de Neil Druckmann, creador del videojuego, en el guion y en la dirección del proyecto. Este escritor, director creativo, diseñador y programador israelí-estadounidense, quien dirigió personalmente uno de los diez capítulos de la primera temporada de la serie —y hasta ahora única—, ha dicho que se procuró contar una historia muy parecida a la del videojuego con cambios escasos. No obstante, sí los hay, la mayoría no están en la trama, sino en las motivaciones de los personajes y en que estos pueden tener un mayor número de ángulos. En una entrevista con el diario LA Times reconoció que ha aprendido sobre las ventajas que tiene narrar para la televisión en contraste con su trabajo como desarrollador en Naughty Dog: “Por ejemplo, puedes saltar entre las perspectivas de los personajes de una manera que no lo harías en un juego, porque estamos tratando de sumergirte en el personaje con el que estás jugando”.

Y es que si una de las claves del éxito —hasta ahora transitorio— de la serie es cierta fidelidad y un evidente respeto a la narración original del videojuego es porque en este ya hay suficientes elementos dramáticos, por lo que resulta innecesario dotarla de demasiados giros novelescos. Si bien se da cuenta de una infección que demuele la carne y convierte a los humanos en algo muy próximo a los zombis, The Last of Us no tiene que ver tanto con la caza de los infectados ni con matar a los que se interponen en el camino como con lo que se pierde y se gana en la carrera por la sobrevivencia en un mundo hecho añicos, con personajes complejos que tienen diversos impulsos y rasgos psicológicos, niños aterrorizados, contrabandistas con enormes cargas de dolor y sufrimiento, delatores hambrientos que sufren pérdidas irreparables, líderes que se quiebran ante las responsabilidades heredadas.

La relación paternal que construyen el taciturno Joel, quien perdió a su hija, y la cáustica y a la vez tierna Ellie son la gasolina que pone a andar el motor de la serie con enorme ventura a lo largo de sus primeros capítulos, pero no es tan claro si dará para aguantar el resto de la temporada y la siguiente que se proyecta (basada en la segunda parte del videojuego). Este vínculo entre los protagonistas de la serie se complementa con el que establecen otros personajes, como en la historia de amor del capítulo 3 “Long Long Time” (un paréntesis de afecto y este sí una desviación radical respecto a lo que ocurre en el juego) que nos muestra el encuentro de Bill (Nick Offerman), un solitario paranoico que vive rodeado de trampas y armas, y Frank (Murray Bartlett), un hombre que busca llegar a la siguiente colonia humana y cae en una de las trampas dejadas por Bill afuera de su casa. También están los trágicos hermanos Henry (Lamar Johnson), un desdichado fugitivo, y Sam (Keivonn Woodard), su hermano sordomudo de ocho años, quienes se alían con Ellie y Joel y se unen a su viaje en un quinto capítulo lleno de intensidad y adrenalina.

Tal vez la adaptación de The Last of Us a la televisión era previsible (algunos gamers consideran que, para ser un videojuego, había muchos elementos novelescos y que en ocasiones faltaba acción). No obstante, la pregunta era si se haría un producto de calidad. Hasta ahora no hay dudas, los primeros cinco capítulos rebasan con creces lo esperado. La producción es enorme, el casting es muy bueno y el guion posee la virtud de hacer verosímil una de las fantasías más culpables de los años setenta: los zombis. También están la estupenda fotografía, la música de Gustavo Santaolalla y la dirección de Craig Mazin (creador de Chernóbil), compartida con Druckmann. A pesar de lo anterior, aún quedan interrogantes: ¿Será posible mantener la tensión dramática durante más temporadas o, incluso, en el siguiente capítulo? ¿Esto es solo el principio de un gran vendaval de experiencias de consola llevadas con éxito y calidad al cine y la televisión?

The Last of Us

The Last of Us, HBO.

 

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