Hipoteca con el diablo
Sofía Viramontes
Fotografía de Paulina Figueroa
Con un libreto escrito por el dramaturgo Philip Ridley, «Parásitos» es una obra que cuestiona hasta cuándo se justifican los fines de la corrupción y el consumismo.
Julia y Oli están en el coche camino a conocer su nueva casa —el coche lo conforman dos sillas transparentes que se utilizarán como escenografía principal, iluminadas por un par de paneles de luz—. Ella conduce. Discuten. Describen la zona a la que llegan: una fábrica abandonada, basura, pocos árboles. Pero la casa es de ensueño: dos pisos, tres cuartos, pueden recibir visitas, ¡y la cocina es perfecta!
“Cada quien se imagina su cosa bonita”, dice la actriz Regina Blandón poco después de terminar un ensayo. La escasez de props permite que el espectador se encuentre aquí con sus propios deseos, como en un libro, en el que “te imaginas las cosas y eso hace que te llegue tanto, porque apelan a ti”. Los humanos nos definimos por nuestros propios límites: ¿qué estamos dispuestos a hacer para tener lo que deseamos ?
Esto es Parásitos, del inglés Philip Ridley, que iniciará su segunda temporada este 22 de junio en La Teatrería. La actuación está en manos de Blandón, Daniel Tovar y Mónica Dionne, y la dirección es de Miguel Santa Rita. Las dos actrices ya habían sido parte de la obra cuando se presentó en el Teatro Helénico y luego en La Teatrería.
Blandón y Tovar interpretan a esta pareja que pronto tendrá su primer hijo, al que quieren darle la mejor vida posible. Y Miss D —interpretada por Mónica Dionne— les puede cumplir todos sus deseos, siempre y cuando acaten sus condiciones. Después de recibir una carta, la pareja visita la casa que el gobierno les regala, donde los recibe Miss D con propuestas indecorosas.
La “Mefistófeles de la administración pública”, según la define su intérprete, les ofrece una casa gratis. Julia y Oli aceptan sin poder creerlo, pero la clave está en cómo harán las remodelaciones, pues les ofrecen una módica forma de pago con la que puedan adquirir lo que gusten. El límite es el cielo.
La obra está escrita con humor negro. “Es una crítica social total, brutal, al consumismo, al capitalismo y a la corrupción”, dice Dionne. Para lograrlo, hay dos elementos principales. Primero, el guion, impecable y exigente. Por ejemplo, en la última escena los actores tienen que interpretar de manera simultánea a seis personajes. Una especie de esquizofrenia actoral y, para lograrla, los intérpretes tienen que dedicarle sudor y sangre.
El otro es la ruptura de la cuarta pared. Los actores le preguntan al público qué harían: ¿matarían por tener cosas nuevas? El juego entre ficción y realidad permite que el espectador conecte con los personajes.
Parásitos habla de temas a los que todos le rehuimos, que incomodan. Constantemente escuchamos historias de políticos que roban dinero, que son corruptos, pero cuando se trata de nosotros mismos, decimos que el fin justifica los medios. Entonces, ¿cuándo se rompe el límite?
ACTUALIZACIÓN: Una versión anterior de este artículo mencionaba incorrectamente que Parásitos se presenta en Squash 73, cuando en realidad de presenta en La Teatrería.
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